viernes, 28 de junio de 2019

HELENA BIANCO, LA GANADORA


El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS. Remitió entonces (28/06/2019) estas notas que tituló; “HELENA BIANCO, LA GANADORA”: “…Helena Bianco, asociada al trío Los Mismos y este, a El hombre del tiempo, canción compuesta por Jorge Morell y Ricardo Ceratto, con la que ganó la tercera edición del Festival de la Canción del Atlántico, celebrado en el remozado Parque San Francisco (Puerto de la Cruz). La final tuvo lugar el 20 de abril de 1968. El olfato de Lucas Fernández (Plató del Atlántico) propició en 2018, coincidiendo con el cincuenta aniversario, rescatar algo más que una canción. Esos cincuenta años merecían un reconocimiento destacado que correspondiese, de alguna manera, a la mayor promoción jamás hecha, musicalmente hablando, de la isla y de sus bondades climáticas. La Fundación Diario de Avisos otorgó uno de los premios 'Taburiente' en una noche memorable, cuando el abarratado Teatro Guimerá seguía a Bianco y al grupo coreando un estribillo inolvidable. “Tenerife tiene/ seguro de sol...”.
Hemos tenido la fortuna de vivir esas dos noches mágicas. En 1968, el grupo vallisoletano también se hizo con el segundo premio del Festival, un tema titulado Guitarra de mi pueblo, compuesto por Fernando García Ramos y Pedro Guerra Cabrera, seguro que de mayor calidad musical y poética que el triunfador, pero de menor impacto promocional o comercial. La organización, según ha descubierto el historiador realejero Javier Lima Estévez, había limitado la participación a autores o editores latinos, valorándose la originalidad de la obra a presentar. El maestro Rafael Ibarbia dirigió la orquesta del certamen, integrada por músicos y profesores tinerfeños, algunos pertenecientes a la Orquesta de Cámara de Canarias. El hombre del tiempo fue premiada con el 'Peñón de oro' y cien mil pesetas. Al cabo de medio siglo, una interpretación a ritmo de cumbia, divertida, pegadiza se convirtió en una canción eterna. Sin exageraciones: la canción de una promocióm impagable que bendice el clima tinerfeño, con su eslógan, seguro de sol. Un singular parte meteorológico que seguía los cánones de Mariano Medina. Hoy en día aún se escucha en cualquier parranda de amigos y en cualquier fiesta. En 2018, el Guimerá redivivo de alegres e inconfundibles emociones.
Pues como si quisiera prolongar el éxito sine die, Helena Bianco acaba de ganar la primera edición española de La Voz Senior (Antena 3 TV, Atresmedia), reservada a cantantes de más de 60 añoscon la canción El camino. Integrada en el equipo de Pablo López (su autor), Bianco tiene ya setenta años -¡quién lo diría!- y en su palmarés no puede olvidarse otro gran impacto, como fue El puente, ganador en el Festival de Mallorca. La discográfica Belter, con la que habían contratado, encontró un verdadero filón en Los Mismos, que se disolvieron diez años después para reparecer en 1996. 
El triunfo de la cantante vallisoletana pone de relieve su elevada estatura artística y su facilidad para adaptarse a las nuevas tecnologías y a los estilismos de nuestros días. Claro que hay que tener talento y cualidades para triunfar entre las exigencias y la complejidad de la música de estas fechas. Los productores o representantes de entonces nada tienen que ver con los asesores o coachesde nuestro tiempo, aunque los ensayos sean de parecido perfil, acaso más perfeccionistas. Otros intérpretes o compositores de la generación de Bianco no tuvieron suerte, como Maruja Garrido, Ignacio Benavides, Gonzalo Encinas o José María Guzmán, todos de indiscutible valía. Algunos críticos han sido muy crueles con las preferencias del jurado. Es probable que, como en aquel Festival del Atlántico de finales de los sesenta del pasado siglo, haya primado más el criterio comercial y el deseo de proyectar la producción con bases e intérpretes populares. Las cifras de audiencia no engañan: una media superior a dos millones de espectadores y una cuota de pantalla del 14, 7 %. “Tampoco quiero que me duelan los finales”, dice la canción con la que ganó esta modalidad sénior. Claro...”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

jueves, 27 de junio de 2019

EL ENTIERRO DE “LITO CARRASCO” Y SU CONTEXTO, CON MIS VIVENCIAS EN LA OROTAVA, AQUEL MES Y AÑO: JULIO DE 1958

El amigo de la infancia de La Villa de La Orotava; EVARISTO FUENTES MELIÁN, “ESPECTADOR”, remitió entonces (27/06/2019) estas notas que tituló; “EL ENTIERRO DE “LITO CARRASCO” Y SU CONTEXTO, CON  MIS VIVENCIAS EN LA OROTAVA,  AQUEL MES Y AÑO: JULIO DE 1958”: “…Notas de mi Diario: El entierro de <Lito Carrasco> fue en La Orotava, la tarde del miércoles 2 de julio de 1958. Completo de mi DIARIO escrito entonces, algunas de mis vivencias  de aquel mes y año, julio de 1958.
Era a comienzos del verano, y me habían suspendido del curso  Selectivo de Aparejadores la asignatura Descriptiva. Por la mañana, en el coche de Saso (Isaac Valencia), vamos a Santa Cruz a recibir clases particulares del profesor de la asignatura, don Serafín Junquera de la Piñera. Este profesor daba clases también en la Escuela de Comercio, de Santa Cruz de Tenerife; era una persona de edad avanzada, muy lisonjera, bromista y cachonda; también nos daba clases de Matemáticas y Analítica, y cuando dibujaba las coordenadas para ecuaciones de segundo grado, con abscisas y ordenadas, si salía una curva pronunciada, comentaba en plan de broma: “estas son las tetas de Sofía Loren”…
El local donde don Serafín daba las clases particulares estaba en su vivienda, en una transversal esquina de la Rambla de Pulido, de Santa Cruz,  que aquellos años todavía era casi toda de casas terreras, de poca altura, que luego se fueron demoliendo paulatinamente, para construir nuevas edificaciones, hasta convertirla al paso de los años, en una importante  vía urbana de edificios de altura.
Regresamos a La Orotava al mediodía, después de la clase, en el coche de Saso. El padre de Saso era un empresario de la Carpintería, serio y ejemplar; responsabilizaba sin aspavientos a su único hijo varón, y durante el curso le cedía su coche para que fuera a La Laguna al Colegio Politécnico, de la calle de San Agustín junto al Obispado,  donde se ubicaba entonces la Escuela de Aparejadores. Saso tenía veinte años de edad y yo diecinueve. 
Por la tarde de aquel día, de cuatro a seis, voy a estudiar con Saso en su casa, situada junto a  la carpintería, anexa al edificio de la <Juventud Católica>, que pocos años después fue en parte demolido, para fabricar el Puente actual entre la calle de La Carrera y la calle del Calvario.
En mi diario queda escrito que después de las seis de la tarde fui al entierro de <Lito Carrasco>, que murió muy joven, a los veinte y pocos años de edad, cuando era estudiante de Medicina en Granada; fue una muerte muy sentida en La Orotava, conozco a algunas chicas orotavenses que estaban enamoradas de Lito y querían pescarlo para noviazgo. Algunas de ellas también fallecieron muchos años más tarde…
Terminé ese día en el Liceo viejo (calle de San Agustín, hoy <Tercera Edad>) y fui a pasear en la Plaza del Kiosco con Chago (Santiago Estévez) y nos vamos a tomar  una copa de vino al bar Tapias, que hoy en día sigue abierto y funcionando  espléndidamente  sesenta y un años más tarde. Al final del aperitivo cogimos la guagua urbana, apodada La Calducha, a las diez de la noche, para retirarnos a nuestros domicilios respectivos en la Villa Arriba.
¡Qué tiempos! Lito Carrasco se fue como tantos otros, pero estas vivencias quedaron escritas en mi diario, para recordarlas con cierta emoción, cuando se inicia el verano del año del Señor de 2019.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL


martes, 25 de junio de 2019

PREGÓN FIESTAS MAYORES DE LA VILLA DE LA OROTAVA 2019.


El amigo de la Villa de La Orotava: PEDRO HERNÁNDEZ MURILLO, remitió entonces (25/06/2019) a través del gabinete de prensa del Excelentísimo Ayuntamiento de la Villa de La Orotava, estas notas correspondientes al Pregón de LAS FIESTAS MAYORES DE LA VILLA DE LA OROTAVA 2019: “…Señor alcalde, Señores miembros de la Corporación municipal, Autoridades, Reina de Las Fiestas, Romera Mayor, señoras y señores, queridos vecinos y vecinas,
Fue de madrugada, a una hora muy temprana, cuando en los estudios de Radio Club Tenerife de la Cadena SER, el Señor alcalde, D. Francisco Linares, tras una entrevista a esas horas intempestivas que marca la radio, me lanzó el reto de ser pregonero de las Fiestas de la Villa. Para mí, como para cualquiera que haya nacido o vivido bajo el amparo de este valle, vigilado por nuestro afortunadamente silente volcán somnoliento, comparecer aquí en este acto supone una alegría sólo comparable a la responsabilidad que conlleva hablar de un lugar especial e indispensable en mi vida como es La Villa de La Orotava.
Emoción y responsabilidad, máxime cuando uno repasa los logros y la altura intelectual de mis predecesores en este día, en este atril y en este Palacio Consistorial. Cogiendo el testigo de Manuel Lorenzo Perera, Manuel Hernández González, Cecilia Domínguez, Nicolás González Lemus, Santiago González, Juan Bosco y Juan del Castillo, para quien, si me lo permiten, quiero tener una mención especial pues si hay una senda del pregonero en Canarias, es la que, con su enciclopédico saber, ha abierto durante décadas. Un agradecimiento que le debo por mi familia y por hacerse eco en uno de sus pregones de mi tesina doctoral, por aquel entonces en mantillas y titubeante. 
Cómo afrontar este pregón, cómo hablar de mi pueblo, cómo contar La Orotava. Parafraseando a Juan del Casillo, la senda y la tarea del pregonero, lejos de ser un ejercicio sencillo, se encuentra plagado de dificultades. ¿Cómo no caer en la autocomplacencia o el chauvinismo o en un malabarismo narcisista? Al fin caí en la cuenta de que todo se limita a las palabras lo leído, a lo estudiado y lo vivido. Sirva como advertencia a mis oyentes de que ésta es la visión de mi Villa, porque hay muchas. Tantas como villeros y experiencias. Por lo tanto, lo que haré esta noche es hablarles de mi mirada, desde la perspectiva de aquel que contempla, pues contemplar es algo más que la mera visión, es entender o intentar vislumbrar una realidad. Esas miradas en mi caso son tres: la mirada del poeta, la del historiador del arte y la del periodista.
La primera me nació pronto. Y he caído en la cuenta, redactando este texto, de que nunca le he dedicado unos versos a mi pueblo porque tampoco soy poeta de paisajes o cosa que se le parezca, sin embargo, La Villa está en el material genético de mi poesía. Es por así decirlo, una parte importante de la biosfera de mi obra. Es el regreso y la casa, con la comodidad y apego que sólo puede tener el hogar. Y, además, no hace falta poema cuando ya lo escribió el maestro Pedro García Cabrera en sus versos lapidarios y certeros cuando describió con perfección de entomólogo cómo en la Villa se citaban el sí y el no: los dos lados de una realidad; la del Farrobo y la de la endogámica de las Doce Casas. Así dice don Pedro García Cabrera:
(…)
En cada aldaba hay el nudo
De una pared sin respuesta,
En los balcones del aire
La soledad que te acecha
Y en los pájaros que cantan,
La jaula de su condena.
Acampan todas las brechas.
Aquí los lares si lloran
Con lágrimas como piedras,
Que en la Orotava conmueve
El pecho de una belleza
Que oculta un río de fuego
Amortajado en las venas,
Pero las flores la salvan;
Las flores, que no recuerdan
Ser más que notas y ritmos
Del vals de la primavera;
Las flores, que son las ondas
Que emiten por sus antenas
Los sueños que no murieron
Y levantan la cabeza.
Y en este claro del bosque
Donde el sí y el no se encuentran
La flor redonda del día
Cierra el paso a la tristeza.
Y su valle de esperanza
Es como una cita abierta
Donde el volcán y la nieve
Echan la rodilla a tierra.
(…)
Mi mirada es la de la soledad de piedra, de las partículas de luz rompiendo las ventanas, de los callejones de sombra, de las miradas furtivas. Decía don Pedro que La Orotava es un castillo sin almenas, pero ese castillo al fin ha sido mi refugio durante todos estos años.  Así escribí un poema que recogí en mi primer volumen de poesía que se llama “A modo de inventario” y que conjura lo que no es otra cosa que esa Orotava del sueño y sanguínea que me identifica.
A modo de inventario
Mi casa tiene cinco balcones de sombra,
Tres gatos misteriosos y alcohólicos,
Seis musarañas altivas e ilustradas,
Nueve espejos, nueve, que se aparean con las baldosas sin tino, torpes e implacables; siete mil listones de morera y tea añeja de carcoma luminosa;
Seis o siete rosarios en gavetas olvidadas,
Una figura de perro porcelánico recobrada del caos,
Una cómoda de abrazos,
Cuarenta alfombras de flores en las que dormitan mujeres de bronce,
Un hatillo de siemprevivas muertas,
Varias lagunas de paradojas abiertas por el nado de patos silenciosos,
Un cine,
Siete latas caducadas de tristeza, …
Miles de calles encerradas en un par de botas,…
Varios propósitos de enmienda,
Un apósito de espuma para las jaquecas de luna,
Una guerra sin librar con el abecedario.”
Y un pueblo misterioso y luminoso, por descubrir entre la piedra y el mar.
Entre el mar y el volcán han transcurrido los siglos, algunos luminosos otros sombríos. En las encrucijadas de la historia, a lo largo de los siglos, los primero lugareños y luego villeros han desarrollado lo que, Lorenzo Bruni definió en referencia a los florentinos del Renacimiento como “orgullo cívico”. Un hecho por cierto con el que Miguel de Unamuno, durante su exilio y visitas a nuestro pueblo ironizaba con esa feliz y acertada pluma: decía Don Miguel en referencia a la aristocracia de las Doce Casas, que “todos parecen ser descendientes de la pata del Cid”.  Hay que reconocerlo. Sin entrar en la polisemia de un concepto tan traído y llevado como el del “patria”, antes que todo somos villeros para bien o para mal. Algunos textos nos dan una idea de cómo eran aquellos, nuestros antepasados. Una de esas fuentes es la Semi Historia de las Fundaciones , Residencias  o Colegios que tiene la Compañía de Jesús en las Islas Canarias. Su autor, Mathias Pedro Sánchez, quien llega a Tenerife para ser nombrado Superior del Colegio de la Compañía. Corría el año 1729. Aquel religioso granadino puso negro sobre blanco el tortuoso devenir de su orden en las Islas pero se detiene para relatar cómo eran los lugareños.  No me resisto a citar algunos fragmentos en donde las dos Orotava se perfilan de forma meridiana y además nos da una idea de cómo era la sociedad orotavense del dieciocho. Para empezar, parece que pacifica: “En La Orotava son tan frecuentes las pendencias como en otros muchos pueblos, pero se logra allí una especie de felicidad con eso. Todas las riñas se apaciguan sin efusión de sangre y, las mas de las veces aun sin sacar la espada: la cual ninguno suele traer que no se caballero. Lo que había de ser destemple de acero se lo arrebata la destemplanza de las lenguas y luego cuando esas se han sacudido valientes cuchilladas, a corta mediación de un tendereo u otro así de no especial representación se retiran a sus casas”. Seguidamente concluye que en La Orotava hay “largo de familias y corto de caudales” lo que crea pleitos eternos. No tengo tiempo para extenderme en ese delicioso texto pero abunda aún más en las diferencias sociales a principios del silgo XVIII: “los de arriba comen carnero alimentados con hojas de malvasía aun los caballeros consumían carne de cabra a diario o bien carnes saladas. Mientras que los de abajo, casi no comen carne, pescado ni aún pan sino papas y algunas frutas. A un jornalero le pagaban ocho cuartos y dos sardinas por un día de trabajo, pero gustan más del gofio que mezclan con algún caldo de cabra, carnero, calabazas y batata y lo comen con todos sus mandamientos en lugar de cuchara”.
Pero también en el camino de este pregonero habla, observa y cuenta el historiador. A la sombra de grandes nombres como Domingo Hernández Perera o Alfonso Trujillo. En mitad de este anfiteatro milenario y vegetal del Valle, se yerguen huellas arquitectónicas aquilatadas y ahítas de historia.  El Farrobo con su arquitectura doméstica y el centro con la monumentalidad de Manuel de Oraá o Mariano Estanga.
Nadie duda, y si lo hacen, es porque no les asiste el conocimiento preciso, que nuestro centro histórico es el mejor conservado de Canarias.
Discurre adaptándose a la perfección a las “pinas calles” que tanto disgustaron a Sabino Berthelot y es, en esa visión de mirador, en esa vocación de promontorio, en donde nace nuestra villa de empedrados, marcada por las constelaciones urbanísticas propias de los siglos XVI y XVII con sus conventos e iglesias.
Con el efectismo casi escénico de La Parroquía Matriz,  la sobriedad de Santo Domingo, la cajita de música labrada que es San Agustín, la timidez de El Calvario y la belleza simple de San Juan, entre otras muchas. Pero la contemplación no debe quedarse sólo en adjetivos, sino que se hace necesaria la reflexión y la actuación. El despoblamiento del casco, la titánica tarea del mantenimiento de tanto patrimonio sea público o privado precisan de actualización.
La arquitectura está al servicio del hombre y toma su sentido en su medida, una tramoya vacía acaba por caerse por lo que la implicación de todos y cada uno de los agentes sociales, incluidos los propietarios, pueden hacer que nuestro casco histórico no se convierta en una escultura congelada.
Pero lo que nos reúne hoy aquí son nuestras fiestas, las fiestas de las flores y la romería de San Isidro.
Las alfombras siempre han estado en mi vida, no así como artífice porque mi participación ha sido anecdótica ya que nunca he tenido el don del dibujo. Pero sí su estudio y sobre todo formando parte de mi infancia. Desde pequeño, la presencia de un alfombrista, de un hombre bueno y a veces incomprensiblemente, al menos para mí, olvidado como Pedro Hernández Méndez ha estado presente. Flotando en los minutos y las horas, oliendo a creyón y pergamino, a acuarela y tinta. Ese fue el motivo por el cual me propuse hacer la tesina doctoral sobre las alfombras, sus orígenes y evolución y de ello paso a hablarles. 
Tenemos la inmensa suerte de poseer un tesoro artístico, inmaterial y efímero que reúne a miles de personas cada año. Las alfombras suponen la mayor muestra de ese arte que se realiza en Canarias por varias razones:
1. Los materiales que se utilizan, las tierras de Las Cañadas del Teide que permite una paleta de casi una docena de colores;
2. La extensión de los tapices de la plaza, con una superficie de 900 metros cuadrados y
3. La calidad artística.
Hay que resaltar que no es una práctica autóctona y ni falta que hace, tal y como expliqué en mi tesina y en la publicación resultante que logró ser ganadora del Premio de Investigación Histórica Alfonso Trujillo hace ya mas de una década. Nunca debemos olvidar la ontología de una muestra de arte efímero como nuestras alfombras de flores y tapices de arena. Es decir, su razón de ser, el motivo por el que año tras año las realizamos. Y ese motivo, no es otro que el ritual. Toda religión o creencia tiene su constructo y su elemento vehicular y ese es el ritual. Desde los indios navajos y tibetanos hasta las inforatas italianas o el inmenso tapiz de la Grand Place de Bruselas, todo responde a un ritual. La calle es sacralizada, se convierte en otra cosa, se activa por decirlo de alguna manera para el paso de la divinidad. Y es al fin, un sacrificio a esa divinidad lo que las hace ser efímeras. Una vez que son pisadas, solo son arenas y pétalos, pero antes fueron sendas sagradas. La idea no es mía, ya los antropólogos como José Alcina Franch y nuestro añorado Fernando Estévez, lo apuntaron.  Afortunadamente el estudio de las alfombras vive un buen momento. Hace 20 años, cuando comencé a estudiarlas existía muy poca bibliografía al respecto que abordara el hecho alfombrístico, si me permiten la expresión desde un punto de vista científico. Recuerdo el primer día que entré al último piso de nuestra querida y por aquel entonces caótica biblioteca municipal, en donde aún no se encontraba ordenada la prensa histórica. Entre colinas de periódicos, me encontré a otro loco, D. Isidro de León, quien desde entonces ha sido y es mi compañero de tertulias alfombrísticas. Compartimos, imágenes, descubrimientos y también sinsabores y muchos años después, con la investigación ya realizada y yo en otros menesteres, él sigue con tesón admirable, recopilando fotografías, estudiando iconografías e identificando alfombristas. Poco a poco, los investigadores comenzaron a estudiar, a debatir e incluso en muchas ocasiones a enfrentarnos en polémicas, que vistas desde la atalaya de los años nos dibujan una sonrisa. José María Salamanca, José Rodríguez Maza todo un pionero en la investigación, por supuesto un referente no solo en el estudio de la religiosidad popular sino en historia canario-americana y todo un lujo el compartir ciudadanía con él.  Manuel Hernández González, Nicolás Lemus, y nuestro colega desgraciadamente fallecido, Sebastián Hernández González a quien corresponde la responsabilidad de poner en marcha el Museo de las alfombras. Todos y cada uno de ellos, han contribuido a que hoy conozcamos mejor nuestras fiestas y debe ser un sólido cimiento para las generaciones futuras y para los que componen y hacen posible nuestras alfombras. Primando, por encima de todo, la concordia y el diálogo para que nuestras fiestas sigan siendo un referente.  La unidad de los alfombristas y de todos aquellos que quieren las fiestas debe ser férrea y convertir el Museo de las alfombras en un ejemplo, porque se lo debemos a los más de cien años de historia.  Hace mas de 15 años, cuando comencé mi investigación académica nadie abordaba el arte efímero de las alfombras como un fenómeno digno se ser estudiado desde la Universidad. El adjetivo efímero no era empleado. Fue con esa tesina con la que pudo prodigarse ese término, el efímero, y descubrimos que no éramos los únicos que realizábamos alfombras de arenas naturales, también otras culturas como los indios navajos y los tibetanos las confeccionaban, y fue entonces cuando, acertadamente se invitó a una representación del Tíbet y pudimos disfrutar de sus Mandalas en la plaza del Ayuntamiento.  A partir de ahí se pudo establecer un periodo de internacionalización de nuestras alfombras con la celebración y participación en los congresos de arte efímero que contaron y cuentan con muestras artísticas de Méjico, Guatemala, Bélgica, Roma o Japón. Pero de todas esas representaciones, de las que repito no somos pioneros, ninguna tiene la capacidad de reflejar técnicas artísticas propias de la pintura como estudio de la luz, de las texturas y el uso de la perspectiva, todo ello en una superficie inmensa más de 900 metros cuadrados y con el uso de tierras naturales del Teide. 
Las alfombras han tenido una evolución centenaria. Desde aquella iniciativa de la familia de Monteverde en 1844  hasta nuestros días, los tapices han pasado por muchas vicisitudes al albur de acontecimientos históricos. En muchas ocasiones, en periodo de crisis, estuvieron a punto de no celebrarse como en 1918. El tesón, el amor por la fiesta han propiciado que lleguemos hasta donde nos encontramos en la actualidad. Este año con una singular efeméride: la de la primer tapiz confeccionado exclusivamente para que lo ollase las Andas del Santísimo. No es la primera alfombras de la plaza, ya se había realizado una en 1905 pero sí es el primer tapiz para la Octava de Corpus. Un tapiz que medía 20 metros cuadrados y en el que podemos ver los clásicos tiques estilísticos de Machado basados en su cultura libresca, fundamentalmente en los manuales de arte ornamental. Pero también estamos a un año de otra efeméride que desvelo aquí: el 11 de junio de 1920 Felipe Machado confeccionaba por primera vez el primer tríptico que ocupó toda la plaza por aquel entonces bajo la denominación de Alfonso XIII.
Si me permiten, ahora me gustaría hacer algunas propuestas, una de ellas ya antigua y que he referido en prensa en algún que otro momento a lo largo de los últimos años.  En cuanto a la primera, me consta que se han realizado esfuerzos para lograr que la UNESCO conceda el reconocimiento a nuestros tapices como Patrimonio Intangible de la Humanidad, una idea que apunté en el Simposio sobre Centros Históricos y Patrimonio Cultural organizado por el CICOP en 2004.  No me refiero aquí a los tapices de flores naturales, que sin duda tienen un valor inestimable, sino en la singularidad de nuestros tapices de arenas del Teide que son en síntesis una muestra de arte efímero singular y que debe ser reconocida desde ámbitos internacionales. Para ello, se hace necesario, como ya apunté anteriormente, la unidad. Las fiestas las hacen los hombres y las mujeres de esta Villa, su valor está inevitablemente unido al fervor o al cariño por esta tradición que demuestran año tras año. Sin ellos, las alfombras simplemente no se harían y la fiesta moriría. Ahora bien, debemos mantener esa llama y ocuparnos de forma decidida a la promoción de los tapices en el exterior. Es fundamental evitar personalismo o rencillas o roces absurdos entre los tapices de flores y la plaza. Unidad es la palabra, y visión, visión de futuro para poder llevar los tapices a otra dimensión, a subir un nuevo escalón como hicieron en el pasado.  Creo que la promoción exterior debe ser una prioridad, pero una promoción medida. No llevar las alfombras a cualquier lugar sino a eventos aquilatados, para dar un mensaje: esto que ven aquí, esta muestra extraordinaria de pericia pictórica sólo pueden disfrutarla en la octava del Corpus de la Villa de La Orotava. Las alfombras, y me refiero a los tapices de tierra teidianas, deben salir poco pero salir bien. Lejos quedan aquellas auténticas odiseas como las de Felipe Machado y Benítez de Lugo, quien fue invitado junto con su equipo a realizar una alfombra en la plaza de toros de Las Ventas en Madrid con motivo de las bodas reales de Alfonso XIII y Victoria Enna de Battenberg. Salieron un 16 de mayo de 1906, rumbo a las Palmas de Gran Canaria para tomar un correo que les llevara hasta Cádiz con unos escasos tres barriles de brezo y sin un pétalo. Cuando llegaron se declararon incapaces de alfombrar los 3000 metros cuadrados de superficie de la plaza. Así que decidieron poner un toldo y pedir más brezo y todas las flores que hubiera disponibles en la Villa y Corte.  Trabajaron toda la noche del 1 al 2 de junio, con arcos voltaicos y justo el día de la boda real una fuerte ventisca primaveral madrileña borró la alfombra dejando a los que la prensa local tildó de “jardineros”, absolutamente desconsolados. Esa primera alfombra fue histórica, y pude recuperar el boceto entre la documentación que se conserva de Felipe Machado y Benítez de Lugo. Las alfombras volverían a viajar, en la década de los años 50 y 60 con Pedro Hernández Méndez alcanzando otro nivel de maestría y perfección artística. Tanto Machado como Pedro Hernández pagaron aquellos viajes y los gastos ocasionados de trasladar los materiales. Son sólo dos ejemplos de aquellas alfombras pioneras, pero ejemplos importantes. Hoy en día, es evidente que las coordenadas socioeconómicas son distintas. Los alfombristas de la plaza deben cobrar por su trabajo puesto que se trata de una labor ardua y especializada.  Se trata de una profesionalización que debe hacerse extensiva a otro de los pilares, que en mi opinión debe guiarnos: el museo de las alfombras. Creo fervientemente que este recurso, ahora centro de interpretación debe ser un elemento básico que aglutine a todos los agentes que participan en la fiesta. Además, debe ser objeto de una profunda renovación en cuanto a su concepto expositivo. Esa profesionalización a la que me refiero consistiría en estructurar, no sólo un museo meramente de exposición de obras, documentos o bocetos sino actuar en una doble vertiente: la primera la de la investigación, búsqueda y conservación del material y, por otra parte, la exposición dual, es decir, además de una exposición permanente que aglutine lo más importante de la historia de nuestras alfombras, realizar exposiciones monográficas dedicadas a los alfombristas más destacados y a los aspectos a valorar de nuestras fiestas como el papel de la mujer en las alfombras, de los cargadores de flores etc. Si logramos que el museo se convierta en un eje vertebrador y un lugar común de encuentro creo que lograremos una unidad necesaria e imprescindible entre los alfombristas, pero para ello habría que profesionalizar la institución, dicho esto por supuesto, con todo el respeto para los actuales gestores de la misma.
Hemos contraído una deuda con todos y cada uno de los alfombristas de las calles, comenzando con Leonor de Monteverde y también con los alfombristas pioneros: Felipe Machado y Benítez de Lugo, Manuel Fernández Padrón, Rodolfo Rinaldi, Norberto Perera, Ambrosio Díaz, José María Perdigón, Tomás Machado y Benítez de Lugo, Pedro Hernández Méndez, José González Afonso y Ezequiel de León Domínguez. Todos ellos, y ahora de la mano de Domingo Expósito González y de la pericia extraordinaria de Ezequiel de León, nos han llevado hasta el siglo XXI con una fiesta preñada de futuro, pero por la que debemos seguir luchando para su preservación.    
PERIODISTICA.
Por último, termino con la mirada del periodista. Si la historia de nuestra Villa, sería absurdo si lo negáramos, es la historia del desencuentro del Si y el No, tal y como mencionaba García Cabrera, hoy en día hemos cambiado.
Recuerdo una instantánea del magnífico fotógrafo, Adalberto Benítez. En ella se representaba un pajar, a principios del siglo XX. Una pareja de campesinos miraba con recelo a la cámara; sus ropas estaban recosidas, arremangadas por el uso y justo al lado, una señora de mediana edad con traje típico y cara sonriente. Aquella instantánea vino a dejarnos nuevamente la cita del poeta, el encuentro entre el Si y el No. Hubo épocas, no muy lejanas en las que, como diría Oliverio Girondo, se abrieron las compuertas del llanto, en la Villa y en toda Canarias. En donde hubo profusión de lápidas de niños por epidemias de meningitis porque no podían comprar el antibiótico de estraperlo en los muelles. Donde hubo centros de detención, como el caso del antiguo Teatro Power, o en las cercanías de la plaza Casañas.
Hoy en día, intentamos hacerle justicia y creo que en esta ocasión también debemos recordar, al menos para reconfortar los corazones, con la justicia que tardía a veces, se demora pero viene. Hoy en día hemos cambiado. Creo que a mejor. Lejos de ponerme apocalíptico y de ser un integrado descerebrado, qué duda cabe que hemos avanzado como sociedad. Seguridad alimentaria, una atención sanitaria infinitamente mejorable, etc. Estamos saliendo de unos años muy duros, extremadamente duros en todo el Estado pero especialmente en Canarias. Los sueldos más bajos, las mayores tasas de pobreza, especialmente sangrantes la infantil, desahucios y desempleo. Mienten los que proclaman que cualquier tiempo pasado fue peor. No es cierto.  Tenemos mejor salud y mas derechos que aquellos canarios que contemplaban los tapices o bajaban en romería en 1919 o en 1970.
Por fortuna, los desencuentros del Sí y el No de nuestra Villa se han terminado (cada vez son menores). Esa barrera antaño infranqueable se ha disipado.
Pero hay peligros que siempre acechan, que son comunes y ya casi atemporales: el desencuentro, la falta de diálogo, los extremismos, el pensamiento único, el racismo, la falta de fraternidad y la violencia de género que nos ha pegado muy duro este año. Con ello aprovecho para recordar a las que ya no están, y ensalzar y reivindicar a todas las mujeres de la Villa, por su papel y porque su lucha ha sido, es y será clave para el progreso de nuestra sociedad. Nadie está exento de sufrir esas lacras y no podía evitar mencionarlas aquí como última reflexión con el convencimiento de que esas miradas que contemplarán en unas horas las alfombras y bajarán la romería, tienen más esperanza y alegría que las de cualquier otro año.
Esta Villa nuestra, no sé por qué milagro o suceso, ha parido arte. Quizás por la tristeza delicada de las piedras, los traspantajos; las perspectivas de su arquitectura que te asaltan en paseos nocturnos, los callejones de la memoria, no siempre feliz, no siempre amable, pero de una fuerza inconmensurable.
Es un pueblo alegre de estruendoso silencio, un lugar de poetas que miran al mar desde su promontorio, esa mirada entre el azul y el desierto volcánico, entre el mar y la piedra.
Felices Fiestas, ¡Viva San Isidro Ladrador y Santa María de la Cabeza! Buenas noches.
La Orotava, 25 de junio de 2019.
Pedro Murillo…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

lunes, 24 de junio de 2019

LITO “CARRASCO”


El amigo de Santa Cruz de Tenerife: HORACIO LABORY, remitió entonces (24/06/2019), esta fotografía referente a la Romería de San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza del año 1955, en donde vemos a su sobrino político; MIGUEL HERNÁNDEZ GARCÍA  “LITO CARRASCO”, que jinetea un camello a su paso por la calle de San Francisco, frente a la Casa de Los Balcones de la Villa de La Orotava.
Le acompañan por la izquierda: Emma Victoria Méndez. Y por la derecha su tía; María Luz Hernández “Carrasco” (Hermana de La Caridad de San Vicente Paul).
MIGUEL HERNÁNDEZ GARCÍA “LITO CARRASCO”, nació en la Villa de La Orotava, estudió Bachillerato en el colegio de segunda enseñanza “Farraís” y medicina en la universidad de Granada Y Santiago de Compostela.
Falleció muy joven, cuando se disponía a ejercer su profesión en el mundo de la medicina.
Formó parte de la Rondalla de Pulso y Púa de la Villa de La Orotava “ESLAVA”, y fue muy amigo y querido de Jesús Hernández Acosta, que habían sido compañeros en el Colegio “Farraís” y en la vida.
Hermano de mis amigos desde la infancia en la Villa de La Orotava: Domingo, Toño, y Memel Hernández García (compañero de promoción bachillerato en el colegio de San Isidro; 1967 – 1968).

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

domingo, 23 de junio de 2019

LA ROMERA MAYOR DE LA ROMERÍA DE SAN ISIDRO DEL AÑO 2019


Yo me visto de mago con alegría / y entono mis cantares como plegarias, / Porque de San Isidro La Romería / La fiesta más bonita que hay en Canarias.
YACARÉ GARCÍA CRUZ, Romera Mayor de La Romería de San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza de la Villa de La Orotava del año 2019, elegida en la gala que se celebró en el salón social de la Sociedad Cultural Liceo de Taoro de La Villa de La Orotava,  repleto de numeroso público, que presenció un precioso y maravilloso espectáculo, lleno del tipismo de nuestro terruño.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

sábado, 22 de junio de 2019

EL PASTOREO EN LA ANTIGÜEDAD


El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS. Remitió entonces (22/06/2019) estas notas que tituló; “EL PASTOREO EN LA ANTIGÜEDAD”: Javier Lima Estévez, graduado en Historia por la Universidad de La Laguna, actual doctorando, profesor de secundaria y presidente de la Asociación Cultural Humboldt, hizo un detallado y ameno relato de lo que fue el pastoreo en el valle de La Orotava entre los siglos XVIII y XIX, situándose entre los testimonios de Alexander von Humboldt y Olivia Stone.
Están celebrando el 250 aniversario del nacimiento y los 220 años de la presencia en Canarias del geógrafo, naturalista y explorador prusiano. La Asociación Cultural Amigos del baño de las cabras en el mar, que preside Amílcar Fariña Acosta, aprovechó la oportunidad para invitar a Lima, quien, presentado por Nicolás González Lemus, desgranó, en el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC), interesantísimos aportes sobre la actividad pastoril en las Canarias de la época citada.
Con evidente escasez de viviendas, con salarios de 1 peseta a finales del siglo XIX para las labores agrícolas y desenvolvimiento bajo techo en simples chozas, la mayoría con suelos de tierra batida, los pastores lucharon contra carencias y limitaciones para asegurar su subsistencia. En ese contexto, el conferenciante explicó la función histórica de la cabra para los viajeros, algunos de los cuales consideraban al animal dañino para el campo y la productividad.
Humboldt llega a la isla en 1799, permanece una semana, del 18 al 25 de junio, tiempo durante el que estudia los movimientos de la población, recoge aspectos sobre las creencias de los guanches y de quienes se dedican a las tareas agrícolas. Critica, por cierto, a los guías de la época. La noche del 23 de junio fue invitado, en la mansión que hoy se conoce como Sio Litre, a una fiesta campestre. Allí pudo sentir las inquietudes de los pastores y los sonidos de los animales en las cercanas distancias del valle.
Después, el historiador e investigador fue detallando. El botánico suizo Hermann Christ llegó a Canarias en 1884. El geógrafo alemán Aurel Krause lo hizo en 1893. Christ es muy crítico con la situación de mendicidad en el fértil valle de La Orotava. Las cabras servía como elemento suministrador de leche y circulaban por las calles de las localidades desde muy tempranas horas, hasta para no molestar a los turistas.
El antropólogo francés René Vernau, en su obra Cinco años de estancia en las Islas Canarias, habla del pastor de Mogán y destaca el zurrón como elemento de uso cotidiano. Charles Edwardes explica en uno de sus escritos que había que pagar 32 céntimos diarios por cabra ordeñada. Alude, igualmente, a retazos del periodista Isaac Latimer, y de la pintora Elizabeth Murray, que vino acompañando a su marido, cónsul británico, destaca su afirmación relativa a las creencias de los pastores y de la población en las virtudes del día de San Juan.
Terminó Lima hablando de la escritora irlandesa Olivia Stone, autora de Tenerife y sus seis satélites, que dedicó una parte de sus impresiones a descibrir la trashumancia. Alude al manantial de Guajara, todavía existente según se contrastó en el coloquio posterior, y que fue utilizado fundamentalmente por las cabras y los pastores que se movían en Las Cañadas del Teide.
En fin, el relato, o los relatos sobre el pastoreo, en una época que ilustres visitantes ya proyectaron valores y características insulares, propiciaron nuevas fuentes de conocimiento del costumbrismo de nuestros antepasados. Muy interesante.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

EL HIJO DEL CHILENO


El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS. Remitió entonces (22/06/2019) estas notas que tituló; “EL HIJO DEL CHILENO”: “…Marco González Mesa es desde el pasado sábado nuevo alcalde del Puerto de la Cruz. Volvió a superar en votos, que no en número de concejales, al candidato del Partido Popular, Lope Afonso. Ambos dieron, por cierto, una lección de saber estar, de caballerosidad, durante la sesión y al término de la misma. Es bueno que la política ofrezca estampas visibles de concordia, siquiera en momentos señalados como los presupuestos en una solemne sesión constitutiva de la corporación local. Ojalá se reeditaran a lo largo del mandato, independientemente de las discrepancias que la controversia política siempre depara.
Lo que son las cosas: a Marco le dimos entrada en política en la campaña de 1995, cuando dirigía su propio grupo de teatro. Aquello fue muy innovador: que hubiera una performance o una breve representación alusiva antes de los mítines, picó la curiosidad de no pocas personas. Unas no entendían nada y otras agradecían el que hubiera algo teatral antes del consabido mensaje político. Entonces, estábamos lejos de imaginar que algún día sería el regidor de los portuenses.
Cursó magisterio -con premio de fin de carrera por cierto- y materializó su vocación docente. “Soy el nieto de Berta, el hijo del Chileno (un popular futbolista local así apodado) y llego aquí con toda humildad”, dijo en su intervención de investidura, un guiño a sus orígenes familiares que los portuenses entendieron y aceptan. Enamorado de su barrio, La Vera, y de su pueblo, fue incursionando en política hasta que ganó una candidatura orgánica e hizo un primer intento que fue relativamente bien: venció en las urnas, pero la normativa mandó a su grupo a la oposición. Ahí empezó un largo camino en el que evidenció algunas flaquezas. El ejercicio de fiscalización, en efecto, no fue pródigo. Demasiado blando. Pero sirvió para forjar su liderazgo, a base, sobre todo, de presencia en barrios y festivales y de contactos personales con agentes sociales. Su trabajo no fue en balde: ahora (si se nos permite la expresión) tendrá que bajarse de la carroza, al asumir responsabilidades públicas que se resumen en una entente de gobierno y en la necesidad de reconducir la gestión de un Ayuntamiento que precisa de una atención las veinticuatro horas del día, dadas las peculiaridades que lo envuelven, y de la supresión de algunos vicios que lo han maniatado No se duda de su capacidad para hacerlo y a pesar de la inexperiencia de los componentes de su candidatura seguro que sabrá cohesionarlo y conducirlo. El Puerto de la Cruz requiere dedicación: en el nuevo ciclo político no hay un día que perder pues algunas asignaturas apremian. Muchos portuenses sufren -y se quejan- la lentitud de algunas actuaciones o la eternización de cuestiones como la falta de mantenimiento en los servicios. Llegó la hora de los hechos, de imprimir un giro en muchos casos.
El hijo del Chileno, que retoma la línea de los alcaldes socialistas de la ciudad, sabe que va a ser exigido. Ahí tiene una oportunidad para demostrar que otras políticas son posibles. Con temple y con ganas, que ya ha acreditado, ciertamente. Que tenga suerte…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

domingo, 16 de junio de 2019

REINA DE LAS FIESTAS MAYORES DE LA VILLA DE LA OROTAVA. 2019.


YARITZA GONZÁLEZ FARRAIS en representación de la AAVV Centro Hogar 78 de Benijos, elegida REINA DE LAS FIESTAS MAYORES, EN HONOR AL CORPUS CHRISTI Y SAN ISIDRO LABRADOR Y SANTA MARÍA DE LA CABEZA DE LA VILLA DE LA OROTAVA, correspondiente al año  2019.
En un marco de excelente decoración tecnológica y acústica, en la Plaza del Quinto Centenario de La Villa.
Ante un jurado calificador para ello y un recinto completamente abarrotado de numeroso público. Presidido por la autoridad local.
Felicidades a todas las candidatas y a las AAVV que participaron en esta extraordinaria Gala Elección de la Reina y Damas de Honor de las Fiestas Mayores de la Villa de La Orotava, 2019.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL