domingo, 29 de septiembre de 2019

UN ABRAZO DOMINGO


Domingo Martín García, nació en San Juan de la Rambla, falleció en la villa de La Orotava el día 22 de septiembre del 2019.
Contrajo Matrimonio con la dama orotavense Milagro Ponce Álvarez, de cuyo matrimonio tuvieron dos hijos: Ana y Dominguito Martín Ponce, y nietos.
Sus primeros estudios, los realizó en San Juan de La Rambla, continuándolo a trasladase a vivir a la Villa de La Orotava siendo aun joven, en donde trabajó con la firma comercial  “Santana” y durante décadas como profesor de auto escuela.
Domingo y Milagro, un día aparecieron por mi casa: a clases particulares en la azotea. Para preparar oposiciones a la banca, allí en la que se denominó la CÁTEDRA DEL GALLINERO, estuvieron un tiempo hasta que me fui a Madrid a realizar las oposiciones a la Formación Profesional, y me destinaron a la ciudad de Riotinto, provincia de Huelva.
Cuando regresé a la Villa de La Orotava, por traslado al IES La Orotava Manuel González Pérez del Barrio de San Antonio, la amistad siguió a por vida, coincidimos en la AMPA: del Colegio Público de Nuestra Señora de la Concepción, donde conseguimos ampliar el citado colegio hacía la calle Viera, tal como lo vemos en la actualidad.
La última vez que vi al amigo Domingo Martín, fue precisamente en este me de septiembre del 2019, concretamente en la calle El Tejar donde iban a visitar la nueva vivienda de su hija Ana.
Cuando le fui a saludar, me quedé frio al ver su aspecto físico desprovisto, por lo que me dio un abrazo. Me esperaba lo peor, pero no tan rápido como fue.
Domingo me vas a tener que perdonar, porque no te fui a despedir y a acompañarte, la verdad que me enteré de tu marcha al día siguiente.
Domingo fue una excelente persona, un buen deportista, jugó al fútbol en el Sporting Orotava.
Fue un muchacho con una comunicación y un respeto formidable. Un amigo esencial y como profesor de auto escuela uno de los mejores de nuestra isla tinerfeña, su enseñanza se caracterizaba por la honradez, el compromiso y el conocimiento eficaz de sus alumnos.
Domingo en el paraíso eterno, donde coexiste la esperanza y la misericordia, procura seguir siendo feliz, muchos de tus amigos andan por ahí, incluso muchos alumnos de tu autoescuela.
Aquí dejas a la amiga Milagro desconsolada de verdad, a tu hijos: Ana y Dominguito y a tus nietos, que te querían de verdad, porque siempre fuiste un gran esposo, magnifico padre, y ejemplar abuelo.
Un abrazo amigo Domingo.
Hasta Siempre.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

sábado, 28 de septiembre de 2019

SAAVEDRA, EL DRAGO


El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS remitió entonces (28/09/2019) estas notas que tituló; “SAAVEDRA, EL DRAGO”: “...Jerónimo Saavedra Acevedo fue distinguido anoche por el Centro de Iniciativas y Turismo (CIT) de Icod de los Vinos con el Drago de Honor. Se nos encomendó la presentación del galardonado. Leímos el siguiente texto:
Vamos a decirlo desde el principio, sin que suene a disculpa: este es un cometido difícil, algo enrevesado. Muchos de ustedes lo deducirán fácilmente: hemos trabajado codo a codo durante muchos años con el galardonado, hasta en tres administraciones diferentes; hemos sido leales colaboradores; hemos compartido afanes y causas, alegrías y sinsabores, amarguras y éxitos de los que, por su propia recomendación, no se podía hacer ostentosidad; hemos sido portavoces de sus posiciones políticas e institucionales; hemos estado a su lado en convocatorias públicas de muy diversa índole y en trances de emociones; hemos escrito discursos, hemos preparado debates y hemos supervisado apariciones en tantos y tantos foros... Como se comprenderá, después de haber estado en ese papel, o en esos papeles, hablar ahora de quien nos ha encomendado tareas de responsabilidad pública se antoja complicado.
Será difícil eludir la subjetividad pero la de hoy parece una ocasión adecuada para decir lo que manifestamos en cierta ocasión, después de una alcaldía ya sin censura: Jerónimo, gracias por las enseñanzas de todo este tiempo, gracias por tu magisterio que esta tarde/noche también te reconocen aquí, el lugar donde el inmenso poeta gomero, Pedro García Cabrera, plasmó en verso las cicatrices resistentes e inigualables del árbol mágico, la calidad de los viñedos, los afanes populares derivados de las migraciones, las añoranzas incólumes y los dones paisajísticos.
Por esos vericuetos no se perdió Jerónimo Saavedra Acevedo cuando en largas y provechosas tardes, allí por Boquín, frente al Atlántico y ante alguna puesta de sol que revelaba los perfiles de La Palma, intercambiaba criterios y visiones en la casa de Antonio Pérez Voituriez, donde el doctor Alberto de Armas García ya ejercía de diplomático, entre otros intelectuales que leían recortes de prensa y libros censurados para apoyar sus análisis cuya partitura había que interpretar con diligencia como ensayo de la transición que se avecinaba y de la nueva realidad política, constitucional y democrática, que se barruntaba con ilusión y esperanza.
Icod siempre tuvo su encanto. Y los vinos. Y el Drago. Y las tablas. Y Key Muñoz. Y Cristóbal Pérez del Cristo. Y Estévez. Y los Fajardo. Y San Marcos. Y el valle luminoso de Emeterio. Y sus fiestas de arte. Y Pepe Floro. Y Los Chincanayros. Y unos bríos acreditados para afrontar el nuevo ciclo del municipalismo, con una generación de políticos que se aplicó sin reserva con tal de estar en la vanguardia de los avances sociales, pluralistas e institucionales. Están presentes algunos de los alumnos y alumnas de entonces, hoy en clases pasivas o dedicados a otros menesteres.
Hasta aquí han venido para acompañar al preceptor y responder a la llamada del CIT icodense que viene haciendo del Día Mundial del Turismo una cita distinguida que en esta ocasión, por cierto, coincide con el preocupante episodio de la suspensión de pagos de un operador británico sobre el que descansaba una buena parte del negocio turístico.
Es probable que alguien, por tal circunstancia, se esté preguntando qué celebramos o si es apropiado hacerlo cuando los nubarrones de incertidumbre son tan visibles que obligan a no perder tiempo en la búsqueda de soluciones que esta vez, además, tienen mucho de estructurales. O al menos eso es lo que se desprende: ya nada será como antes en la turoperación.
Pero dejemos las reflexiones para otros foros, sin eludir la trascendencia de la coyuntura. En cualquier caso, si en otras adversidades los canarios acreditamos unidad y afán de superación, hagámoslo de nuevo para encarar el porvenir con entereza, con decisión y valentía, haciendo uso de los recursos al alcance y perfeccionando las opciones que las innovaciones brindan al sector.
Porque en los ochenta, cuando el crecimiento en las islas era imparable, al calor de la oferta turística, también hubo sombras e incertidumbres. Entonces, cuando hubo que afrontar la construcción de la Comunidad Autónoma, igualmente hubo que arriesgar y emprender.
Saavedra encarnó el liderazgo y, transido de las necesidades que la sociedad canaria experimentaba, fue consciente de que el sector turístico tenía y habría de tener un peso mayor en la productividad económica interior. Algunos hechos ponen de relieve su sensibilidad hacia el turismo, no solo confiando las políticas sectoriales a una profesional excelente conocedora del medio, Dolores Palliser, la única mujer integrante del primer Gobierno autónomo, sino estimulando la acción promocional en el exterior con tal de captar mercados emisores y adelantarse a otros receptivos cuya emergencia se vislumbraba.
En esa acción, hay que destacar la presencia en Europalia. El presidente se empeñó en combinar diversión carnavalera con historia y cultura de las islas. Hasta Bruselas y Amberes viajaron cuadros, arte y documentos de autores canarios para darlos a conocer. Además del lúdico, el impacto cultural fue evidente.
Al Saavedra de sensibilidad turística hay que atribuirle su empeño en la formación. Porque nos acercábamos a Europa y para cuando se consumara la integración, sabíamos que la competencia y la competitividad iban a ser exigencias destacadas. Entonces, dotó a algunos destinos de aquellas aulas rodantes donde era posible aprender idiomas, una de las asignaturas que aún hoy muchos empresarios siguen demandando para acceder al mercado laboral.
Y no solo eso: fue cuando se empezó a hablar de revisar los planes de estudio para introducir materias específicas y de abrir centros de formación accesibles. Hacer del turismo, desde tales núcleos y desde muy diversas iniciativas, una asignatura atrayente que permitiera contrastar su importancia en la economía y el desarrollo de la sociedad canaria, era el objetivo.
Allí estuvo, siempre con ganas, siempre dispuesto, promotor de la institucionalización de los premios “Importantes del Turismo” cuya convocatoria, con las modificaciones introducidas, ha continuado hasta nuestros días.
O sea, que el turismo no le fue ajeno entonces ni lo resultó en cometidos y responsabilidades públicas posteriores, como en su segunda presidencia de Canarias desde la que incentivó actuaciones promocionales relevantes y simbólicas que colocaron el nombre de las islas en destacados escaparates ya caracterizados por la enorme competencia desatada en los mercados.
Y como mantuvo ese apego, se fijó siempre en estadísticas, dio continuidad periódica a las relaciones con empresarios y profesionales del sector, se interesó por la evolución del negocio y de las modalidades de transporte, viajó y se fijó en las tendencias y animó, por supuesto, a los emprendedores canarios que decidieron afrontar proyectos que cualificaban la oferta global, sin desligarse, por supuesto, de los planes y de las respuestas que debían dar las administraciones públicas, cada vez más exigidas en materia urbanística y medioambiental.
Jerónimo Saavedra Acevedo viene de nuevo a Icod, a evocar el cercano Boquín, a renovar tantas amistades, a palparse su piel turística, a rememorar los versos de García Cabrera, a ver cómo por el Drago sigue fluyendo el líquido vitalista de la historia en cuyas páginas canarias él ocupa un lugar sobresaliente ganado a pulso.
Ha venido con un bagaje repleto después de haber sido diputado, senador, dos veces presidente de Canarias, dos veces ministro, alcalde de su ciudad natal, Las Palmas de Gran Canarias, y Diputado del Común. Melómano, mozartiano, fundador del Festival Internacional de Música de Canarias, lector infatigable, conocedor de los entresijos de la ópera y, en algunas ocasiones, crítico musical.
A su lado, les aseguramos, se aprende. Y en ocasiones como esta, hay que agradecerlo. Porque, como el Drago, resiste. Por eso, le conceden el honor de su copa, de sus raíces y de su ramaje. Y porque con el poeta, es un hidalgo de sus cepas...”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

miércoles, 25 de septiembre de 2019

MUERTE DE MANOLO CEDRES (UD OROTAVA 1959-60)



El amigo desde la infancia de la Villa de La Orotava: ÁNGEL GARCÍA GONZÁLEZ, remitió entonces (24/09/2019) estas notas que tituló: “MUERTE DE MANOLO CEDRES (UD OROTAVA 1959-60)”:
“…El 15 de julio de 2019 falleció en Arrecife de Lanzarote nuestro amigo Manolo Cedrés, después de una penosa enfermedad y tras sufrir varias intervenciones quirúrgicas que suelen afectar a los diabéticos.
A Cedrés lo conocimos en las fiestas de San Ginés de agosto de 1959, cuando el Plus Ultra de La Orotava, en esos momentos Campeón de Tenerife de Juveniles, visitó la isla para enfrentarse  en dos partidos a la Selección de Lanzarote, de la que, según rezaba el programa, “muy pronto saldrá el equipo único que representará a la Isla en todo el Archipiélago “. La figura sobresaliente de ese equipo era el delantero Cedrés, que conquistó el Trofeo San Ginés, por mejor gol average, tras ganar cada equipo un partido.
Al regreso a Tenerife, el presidente de la UD Orotava, Don Manuel Cabrera Díaz ofreció a nuestro entrenador, Nazario Hernández “Chile” la dirección técnica del equipo y éste incorporó a la plantilla a casi todo el Plus Ultra y además trajo de Lanzarote a Cedrés, que compaginó el fútbol con el trabajo de tapicero en la empresa de Pepe Quevedo, donde hizo buenas migas, entre otros, con Wenceslao, que como buen músico que era, solía “hacer embocadura” cuando declinaba la tarde.
La temporada no fue mala en el  Orotava. Se conquistó un cuarto puesto, lo que dio derecho a jugar la Copa Provincial  a doble partido contra el Realejos y los equipos palmeros Tenisca y Argual. Pero Cedrés no llegó a terminar la temporada. Al parecer, no se aclimataba a la humedad del Valle.
Allá por 1980, militando el Orotava en 3ª división, vino el Lanzarote a jugar a Los Cuartos y apareció con ellos Cedrés, pues un sobrino suyo llamado Machín jugaba en el equipo. Cedrés vino con un paquete de jareas, que era un manjar por aquel entonces y le llovieron antiguas amistades para ir a festejar el regreso en el Bar “Remache”. Y así se fue repitiendo en años sucesivos, pues Cedrés contaba que cuando su sobrino ascendió a entrenador, el se presentaba en el aeropuerto y si faltaba alguno a la salida, el venía como utilero del equipo.
En agosto de 2009 el Plus Ultra celebró el 50º aniversario de lo que ya se conocía como “El viaje a Lanzarote” con un nuevo viaje con esposas y hotel de verdad a la orilla del mar . Lo pasamos del diez y hasta jugamos a la pelota en la playa .Vimos por primera vez a San Ginés en la calle, pues ya no estaba Pildain de obispo, nos extasiamos con los fuegos nocturnos en el mar y nos agasajaron en La Democracia y en el Torrelavega. Todo bien organizado por Cedrés y Darío Mesa, así como otras amistades que nos presentaron.
Al año siguiente vinieron ellos a nuestras fiestas. Pero llovió el jueves de las Alfombras y anduvimos toda la mañana de bar en bar, pues venían dos guitarristas que no paraban. Almuerzo típico en la Villa Arriba y gran discurso de Cedrés recordando cuando vino a La Orotava y cómo se enamoró de ella. La guinda la puso Domingo Hernández con su colección de cromos antiguos donde aparecía el ídolo de Cedrés , su primo hermano Juan Cedrés Cabrera , que había jugado en 1ª división en UD Las Palmas y que después pasó  al Real Madrid , nada menos que con Molowny .
Quiera Dios que a estas fechas Manolo Cedrés se haya encontrado otra vez con su primo y estén echando un partido eterno, interminable y sin las interrupciones del dichoso var, porque en el cielo todos los árbitros son buenos….”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

domingo, 22 de septiembre de 2019

PEYAYA




Mi prima hermana única por parte de mi familia materna: MARÍA ESPERANZA ABRÉU RODRÍGUEZ, por sorpresa remitió entonces (22/09/2019) estas fotografías del año 1963, tomadas en la Quinta de Santa Úrsula cuando era un parque natural verdoso.
Nació en Vigo en el año 1952, su padre, tío Enrique Abréu González era jefe de recepción de frutas de la Cooperativa Agrícola del Norte de Tenerife. FAST.
A poco tiempo de su nacimiento destina a mi tío de nuevo a la Villa de La Orotava, para prestar servicio a la citada empresa en su empaquetado de las Arenas. Allí viven un tiempo, hasta que mi tío pide dos excedencias, una para trabajar en Los Álamos (Playa de San Juan) Guía Isora, con los señores Negrín. Posterior en Fañabé Adeje de encargado general de la empresa Exportadora de tomates “Entrecanales y Larrarte”.  En esas dos localidades sureñas vive su infancia. Hasta que la compañía “Entrecanales y Larrarte”, trasladan a mi tío de encargado general del empaquetado de la Quinta en Santa Úrsula.
MI prima que le llamo PEYAYA desde niños. Comienza su vida con sus padres y su hermano Enrique Abréu Rodríguez Quique en la calle de Nicandro González Borges – Verde, estudia en el Colegio de la Milagrosa de las hermanas de la Caridad.
Hasta junio del año 1964, coincidiendo con la prematura muerte de mi tío Enrique Abréu González (46 años), acaecida el 15 de junio de 1964. 
Muere de peritonitis vulgarmente llamado cólico miserere. Tenía dolores en el lado derecho de su cuerpo, en la parte del ombligo hacía abajo. No se sabe por qué motivos le pusieron calor, le reventaron: el apéndices con el calor y se le produjo la peritonitis, causándole la muerte.
A partir de ahí mi tía Esperanza Rodríguez Fernández, decidió llevárselos a Madrid. De donde era natural y residía su familia.
A partir de ahí lo pasó mal en un internado en Navarra, hasta su emigración con su madre a Suiza y vuelta a Madrid donde trabajó de secretaria de una gran empresa de automóviles y contrajo matrimonio con Pepe Raposo, tuvieron tres hijos.
Más de cincuenta años en Madrid, más de cincuenta años de aquel lamentable accidente de su padre mí tío Enrique.
Ahora se acuerda de su Villa de La Orotava, y do todas las que fueron sus amigas colegiales y demás. Las lleva en su corazón.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

sábado, 21 de septiembre de 2019

LA PRIMITIVA ENTRADA A LA VILLA DE LA OROTAVA


Fotografía referente de los estudios “Baeza” del Puerto de la Cruz. Del principio del siglo XX, tomada en la zona de la Piedad – Cruz los Álamos – Peralitos de la Villa de La Orotava.
En la historia fue su principal entrada a la misma Villa, hacía los Realejos y Puerto de la Cruz.
Lugar en donde finalizaba el camino Real, que a través de Pino Alto nos conducía a la Laguna y a Santa Cruz de Tenerife.  
Observamos los históricos canales de madera que transportaban el agua desde Aguamansa, para mover los Molinos de gofio de la Villa de La Orotava.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

EL BARRIO, AFÁN POPULAR CONSTANTE


El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS remitió entonces (21/09/2019) estas notas que tituló; “EL BARRIO, AFÁN POPULAR CONSTANTE”: “…El libro La Villa Arriba, de Nicolás González Lemus, editado por el Colectivo Cultural La Escalera, fue presentado en la noche del jueves en el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC), Nos correspondió hacer la introducción. Leímos el siguiente texto:

“Uno de mi calle me ha dicho que tiene un amigo que dice conocer a un tipo que un día fue feliz”.
Fíjense con qué poco, con qué escasos elementos, el cantautor catalán Joan Manuel Serrat construye las esencias de su cotidianeidad. La calle, la amistad, la transmisión oral de la información... Y hasta la felicidad.
Seguro que Nicolás González Lemus conoce ese original poema de Serrat, alusivo a una época de su vida y al espacio vital donde se desenvolvió escuchando historias singulares y domésticas que terminó poetizando. Porque Nicolás también creció y convivió en un barrio que ahora robustece con el libro que esta tarde presentamos: La Villa Arriba en el desarrollo de La Orotava, editado por el colectivo cultural La Escalera.
“Porque la poesía es el barrio, o sea, el mundo”, tal como interpretara Antonio Hernández, Premio Nacional de Poesía 2014 y ganador de otros galardones literarios, y allí, en el barrio más antiguo de la Villa, también llamado El Farrobo, Nicolás entendió que la vida es lucha, superación, forja de ideales y aportación constructiva a la colectividad.
Aquel era el núcleo, acaso la razón de ser de cuanto irradiaba, el centro de la geografía, con aroma a pasteles caseros, juegos callejeros, austeridad en las formas y costumbrismo con predominio de la religiosidad, hasta que fueron rompiendo moldes y paulatinamente se fueron registrando avances que transformaron aquel núcleo, principalmente a raíz de la constitución de la asociación de vecinos "24 de junio de San Juan Bautista", un hito histórico, según escribe el autor que rinde tributo al barrio, a su barrio y a su gente, al vecindario, y dentro de este, a las mujeres que encontraron en la asociación y en sus actividades un canal de socialización, “aunque seguían las mayores teniendo todavía reparos para entrar solas a las bodegas”.
Costumbres rígidas, casi leyes no escritas, que tenían un largo recorrido hasta que otros usos sociales ponían un punto final para dejarlas en esa fase de la historia que alguien se encargará de memorizar.
“Creo que no hay mejor forma de contar algo que haberlo vivido”, dice el autor de forma que invita a los lectores a cruzar la calle Pescote y a añorar otras localizaciones, episodios, tradiciones y personajes. Es natural que Nicolás diga que ésta es una crónica muy personal, en la que exalta el carácter familiar de la vida callejera y en la que resalta la “fraternidad vecinal”, independientemente del sustrato ideológico, cultural, religioso o social de los residentes.
“Los vecinos -escribe- estaban llenos de alegría y vivían muy estrechos entre ellos. Existía una cultura de solidaridad, de auténtica vecindad. Los vecinos se ayudaban unos a otros. Las mamás proporcionaban víveres o especias a la convecina de enfrente, o a la casa colindante, para salvarla de apuros. Era una seña de identidad del núcleo poblacional”.
¿Era o no era poesía? ¡Cómo no iba a ser feliz Nicolás en ese hábitat! Una bodega, una panadería, una zapatería, las ventas de ambiente tan sugerente, la carpintería, los chorros de agua para el suministro público, el camión transformado en la guagua del barrio y hasta “el canal de mampostería que conducía el agua al molino”. Por todos esos sitios pululaban personajes populares, comúnmente identificados por sus motes o apodos. Por allí, por el campo de La Garrota, por el barranco, por La Torrita, anduvo González Lemus, testigo -más o menos activo- de la “guerra” entre la Villa Arriba y la Villa Abajo, a la sazón consumidor frecuente de un insólito bocadillo, el que preparaba su madre cuando abría el pan por la mitad “y se lo llevaba al cabrero para que ordeñara al ignorante animal directamente sobre él”. Un bocadillo delicioso -precisa- y una tradición que se mantuvo hasta principios de los años setenta del siglo XX.
No es para dar la razón a quienes afirman que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero con qué poco se conformaban los niños, los escolares y adolescentes de aquella época. Hoy en día ni todos los avances tecnológicos ni la fácil accesibilidad a los bienes de consumo satisfacen como entonces.
Nicolás, con este libro, salda la deuda con el barrio. Es una manera de decir. Es probable que más de un amigo o vecino compañero le pidieran, en cualquier ocasión, que lo escribiera. Cuando la manivela de la memoria echó a andar, todo fue cuestión de rescatar, de contrastar, de verificar y de comprobar que allí había algo más que fundamentos para una aportación bibliográfica, con la que se mitiga un vacío.
Los historiadores tienen que disfrutar cuando se adentran en el terreno del pretérito y del entorno más cercano, es decir, allí donde jugaron, aprendieron, convivieron, sufrieron y crecieron, cubriendo las etapas de la vida para quedarse allí o para encontrar otros destinos en donde hay licencia para la remembranza o para volver de vez en cuando y prolongar la añoranza.
Estas páginas de González Lemus reflejan la personalidad de la Villa Arriba, a la que no es ajeno pues vivió una etapa tan activa y dinámica como la que siguió a la constitución de la asociación de vecinos "24 de junio de San Juan Bautista". Ahí participa de un permanente comportamiento histórico y reivindicativo, de un proceso social y cultural que, en El Farrobo, registra la aparición del recordado Club Tauro y del periódico El Aguijón. Así se enriquecía el destacable pasado histórico de este núcleo poblacional.
“Efectivamente, entre los años sesenta y setenta en muchos jóvenes del barrio se despertó el interés por abrazar una forma diferente de vida, tanto en lo cultural como en lo social”, escribe el autor de La Villa Arriba. Lo hace con cierta ternura, describiendo la percepción y las aspiraciones, tan llenas de vitalidad. Fíjense con qué naturalidad:
“En los sesenta nos dimos cuenta que el mundo, por primera vez y precisamente en esos años, los jóvenes asumimos una identidad que no habían conocido nunca hasta ese momento. La nueva generación estudia (nuestros padres quieren garantizarnos una posición social mejor, por lo que hacen un esfuerzo para que estudiáramos), se hacen reuniones, se lee, se discute, se crean compromisos sociales y políticos -prohibido por el régimen de Franco- , se escuchan las novedades musicales que llegan, sobre todo del mundo anglosajón, se empieza a disponer de algo de dinero, se compran discos. Los Beatles y los Rolling Stones invaden nuestros gustos musicales. El momento lo podría definir como una nueva alegría de vivir, deseábamos vivir de un modo positivo y diferente en un mundo sin guerras ni desigualdades. La nueva generación que compartía la ideología pacifista. Nuestra generación quería participar de un modo activo, construirse a sí misma, determinar su propio futuro y elegir sus propios modelos, sin cambiar los de los adultos, los de nuestros padres, pero rechazando la concepción de la vida”.
“Those were the days” (“Qué tiempo tan feliz”), como nos cantara Mary Hopkin en una balada tan cargada de emotiva añoranza.
Nicolás González Lemus escribe un libro ameno, generacional, el libro pendiente para conocer las entrañas de algunos acontecimientos que ya tienen un soporte documental que los habitantes de la zona y los estudiantes manejarán con el mismo afán que caracterizó a quienes, de siempre, hicieron de la Villa Arriba, un motivación constante o permanente. Está escrito con el rigor exigible al historiador, quien ya sabe lo que es manejar fuentes de primera mano, las vivencias propias, la memoria, algunos escritos conservados durante décadas..., hasta acabar con la descripción de la nueva Villa Arriba, la que ya ha experimentado algunas determinaciones de planificación urbanística, hasta convertirse en una zona residencial más de La Orotava, en un barrio más de los muchos del municipio, donde la individualización -y no es un mal exclusivo- invade la convivencia, precisamente cuando la Humanidad está en soledad, inmersa el huracán de las comunicaciones.
Pero ese barrio tiene su historia, su poesía, su felicidad individual y colectiva, sus rasgos, sus amigos, sus personajes y González Lemus lo ha plasmado en su obra con atractivos suficientes como para que elijamos un poema del escritor uruguayo Mario Benedetti en el que habla de volver al barrio -Nicolás lo ha hecho- y que es válido para rubricar esta aportación. Dice así:
“Volver al barrio siempre es una huida
casi como enfrentarse a dos espejos
uno que te ve de cerca/ otro de lejos
en la torpe memoria repetida
la infancia/ la que fue/ sigue perdida
no eran así los patios/ son reflejos;
esos niños que juegan ya son viejos
y van con más cautela por la vida.

El barrio tiene encanto y lluvia mansa
rieles para un tranvía que descansa
y no irrumpe en la noche ni madruga;
si uno busca trocitos de pasado
tal vez se halle a sí mismo ensimismado/
volver al barrio siempre es una fuga”.

Por eso fueron felices Nicolás y los jóvenes de la Villa Arriba. Además, ya tienen su libro.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

viernes, 20 de septiembre de 2019

MIMI Y ROSAURA



El día 22 de diciembre del año 1977, contrajeron matrimonio, los entonces jóvenes: MIMI Y ROSAURA.
Maximino Álvarez Padrón (Mimi), nació en la Villa de La Orotava. Estudió en los colegios: San Fernando y San Isidro de la Villa de La Orotava, San Idelfonso La Salle de Santa Cruz de Tenerife y San Agustín de Los Realejos. Licenciado en Biológica por la Universidad de La Laguna.
Toda su vida dedicada a las enseñanzas, primero en su aula particular de su casa en la calle de San Agustín. Posteriormente: Colegio de la Pureza de María en los Realejos  y en el Colegio de San Isidro de la Villa de La Orotava.
Fui su instructor y entrenador en el baloncesto, desde el Infantil Águila del Valle hasta el Juvenil Orotava de las bases del AA. AA. Salesianos (actual CB San Isidro).
Rosaura Luis González, nació en Venezuela, estudió en los colegios venezolanos, y en la Milagrosa de la Villa de La Orotava.
ATS de profesión, trabajó varias décadas en la Clínica San Fernando (actual Hospiten) del Puerto de la Cruz, pasando luego por varios centros de salud, el ultimo el de la Villa de La Orotava. Jugó al Baloncesto en el CB La Milagrosa.
La verdad que me sorprendió la fotografía, puesto que aún siendo jóvenes, tenían cara de niños. Desde ese evento ya ha llovido bastantes, más de cuarenta años juntos y felices.
Padres ejemplares, abuelos extraordinarios y personas ejemplares e inolvidables y sobre todo de pensamientos religiosos, miembros de hermandades como la máxima devoción por el Cristo de la Humildad y Paciencia del templo de San Agustín.
Me son familiar de toda la vida y hemos compartido de todo desde el baloncesto, futbol, política, profesión y demás.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

martes, 17 de septiembre de 2019

UN POEMA AL DRAGO MILENARIO DE YCOD, DEL POETA CUBANO PIEDRA-BUENO, RESUMA INDEPENDENCIA Y CANARIEDAD.



Fotografía correspondiente, al principio del siglo XX, del Drago milenario de Icod de los Vinos.

El amigo de Icod de Los Vinos: ÁLVARO FAJARDO HERNÁNDEZ remitió entonces (17/09/2019) estas notas que tituló; “UN POEMA AL DRAGO MILENARIO DE YCOD, DEL POETA CUBANO PIEDRA-BUENO, RESUMA INDEPENDENCIA Y CANARIEDAD.”: “… (I)
ANTECEDENTES
En el Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl (MACEW) del Puerto de la Cruz ubicado en la antigua “Casa de la Aduana”, que rehabilitara, hace años, mi buen amigo Agustín Baillón, tuvo lugar el 29 de Mayo 2013 la presentación de “YOLANDIA” libro de poemas del abogado-poeta cubano Andrés Piedra-Bueno e ilustrado con dibujos del poeta- pintor canario (de dos islas simultáneas) Juan Ismael, libro del que son autores la pedagoga y escritora cubana Xiomara Brito de Armas e Isidoro Sánchez García al que me unen lazos de amistad vieja y proyectos nuevos. Recientemente participamos en un  programa de radio sobre la relación de los hermanos José y Agustín Betancourt Castro y Molina con Ycod y el vino, como cierre de la exposición “Protagonista el Vino” que estuvo expuesta en la “Casa –Museo Lorenzo Cáceres”
“YOLANDIA” fue presentado por el periodista y crítico cubano Juan Carlos Sánchez Reyes, que magistralmente nos trasladó a la Cuba del poeta ,que tuvo fuertes vínculos con las islas, especialmente Tenerife y Hierro,, y por el coautor Isidoro Sánchez que hizo un recorrido por la obra poética y pictórica de Juan Ismael y su relación con Andrés Piedra-Bueno, que se casaría con ,la también poeta Uruguaya, Yolanda LLeonart (1905-1995) a la que escribe encendidas y poéticas cartas de amor desde Tenerife.
Andrés Piedra-Bueno (1903-1958) se relacionó con intelectuales canarios: Los poetas el ycodense Emeterio Gutiérrez Albelo (1904-1969), con los pintores Manuel Martín González (1905-1988) y Juan Ismael (1907-1981), nexo de la pléyade intelectual canaria a la que se suma el poeta vanguardista ycodense Ramón Feria y Caballero (1909-1942) con el que tenía afinidad electiva y vivencial. Juan Ismael le ilustra un poema y le regala un cuadro, con motivo de una exposición en Madrid, que posee la familia de Santiago Feria, (1913-1992) hermano de Ramón.
Hace años hice un trabajo sobre Ramón Feria y Caballero y su relación con su ciudad natal, que dejé inconcluso y titule: “Influencia nativa en el poeta ultraísta ycodense Ramón Feria.” El hecho que fuera citado en el libro  me animó a retomarlo, incitándome  a leerlo  advirtiendo que  mencionaba un  poema  al Drago de Piedra-Bueno que supuse se refería al de Ycod.
Desde hace unos años estoy recopilando, bajo el epígrafe “El drago de Ycod numen de poetas y artistas”, todo lo que se ha escrito sobre nuestro drago, además de recopilar las miles de fotos que de nuestro ejemplar se han hecho y están dispersas por el mundo,
En la sede de la futura Fundación Drago Milenario, que podría ubicarse en el proyectado y ralentizado Centro de Visitantes, se pretende crear el archivo de la memoria histórica de nuestro árbol, que serviría como un argumento más para su futura declaración DE BIEN NATURAL VEGETAL PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD cuya documentación y protocolos presenté en el Ayuntamiento hace unos años.
La informática permitió que, en pocos días, la escritora Xiomara, que estaba en Perú, remitiera el Poema que le había solicitado vía e. mail gracias a la mediación de Isidoro Sánchez y  que trascribo con la autorización de ambos.
(II)
EL POEMA. ELOGIO DEL DRAGO A Don Luis Felipe Gómez Wangüemert.
I
Drago:
Prehistoria viva, sabes del viejo cataclismo;
Viste las siete vertebras emerger de la lengua del abismo
y las siete banderas Flotar sobre el estrago. . .

Drago: esfinge florida,
tú tienes el secreto que Platón presintiera;
tiende hacia el horizonte- enredadera
de cristal-esa clave de la vida. . .

Drago: rey milenario,
presenciaste el aborto extraordinario
Y arrugaste la frente con los primeros nombres. .

Asi ,los guanches. . .Drago: cómo viste bravuras
cuando las naves de las aventuras
arrojaron a tierra los yugos de los hombres. . .

II
Drago: ánima del guanche, mencey del archipiélago sonoro,
abstemio de la muerte-inútil pica para tu reinado-
que crispaste las garras cuando vinieron, al imán del oro,
los negros lobos del Adelantado. . .

y que, antena de siglos,-ondas concéntricas del tiempo- diste
la emoción de tus ramas al reconocimiento,
yo sé que desde entonces ,rumiante del paisaje, estás muy triste
y esperas que tu sangre dé el pabellón para el advenimiento. . .

Drago: a todo un recuerdo tu devoción inmolas
y a toda una esperanza. Tú eres símbolo. Un día
captarán tus antenas un cántico en las bocas de las olas. . .

Drago de Icod: tu sombra maldijo el pacto de la alevosía
Y en tus raíces-venas donde un alba acrisolas-
beberán tus biznietos la necesaria rebeldía. . .!

Andrés Piedra-Bueno
Año  de 1930

El poema-elogio al Drago de Ycod  fue escrito en 1930 y está dedicado al escritor palmero Luis Gómez Wangüemert, amigo de Ramón Feria  que  lo cita en su libro “Signos de arte y literatura”, cuando habla de grupo de escritores de la Palma. No hay noticias que entre los poetas Feria y Piedra-Bueno hubiera amistad. Compartían profesión (Abogado)  y amigos comunes (Juan Ismael, Emeterio, García Cabrera (1905-1981), lo que  nos induce a pensar que conocían sus  trabajos e inquietudes literarias.     
 Nota.- Xiomara Brito me ha comunicado que en el mes de septiembre de este año  se cumplen 110  del nacimiento en Matanza (Cuba) del poeta Andrés Piedra-Bueno.
En “Las Castras”, el Tanque, recóndito lugar de medianías y cumbres ideal para serenas reflexiones y lecturas poéticas de cualquier ismo y condición. Un caluroso día juliano 2013…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL