martes, 4 de junio de 2024

PREGÓN DE LAS FIESTAS PATRONALES DE LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS CHRISTI, SAN ISIDRO LABRADOR Y SANTA MARÍA DE LA CABEZA. LA OROTAVA 2024

Fotografía compartida con la página digital del Excelentísimo Ayuntamiento de la Villa de La Orotava.

 

EVA FARIÑA LÓPEZ, Jefa de Prensa y Comunicación del Excelentísimo Ayuntamiento de la Villa de La Orotava, remitió entonces (04/06/2024), EL PREGÓN DE LAS FIESTAS PATRONALES DE LA INFRAOCTAVA DEL CORPUS CHRISTI, SAN ISIDRO LABRADOR Y SANTA MARÍA DE LA CABEZA. LA OROTAVA 2024, leído en el Salón de Pleno del Excelentísimo Ayuntamiento de la Villa el martes 04 de Junio del 2024, por la amiga, Licenciada en Farmacia y presidenta de la Sociedad Cultural LICEO TAORO; CARMEN LEYES TRUJILLO: “…MI OROTAVA: SENTIMIENTOS, PASIONES Y VIVENCIAS.

SALUDOS

Mi estimado amigo Don Francisco Linares García, ilustrísimo señor alcalde de esta villa, me había convocado a tempranas horas —porque él es de madrugar— de un martes cualquiera, en su despacho, sin alusión a motivo alguno sobre la cita. Los duendes traviesos que habitan mi cabeza me hablaban de todo lo imaginable que podría requerir de mí, poca cosa, por otra parte, especulé incluso con la posibilidad de haber cometido, sin consciencia de ello, alguna falta que reprochar, pero nada me venía a la cabeza. Aunque suene a tópico, la sorpresa fue mayúscula, cuando me desveló el motivo de tan misteriosa reunión.

Ser Pregonera de unas fiestas es un honor que pocos alcanzan, serlo de las Fiestas Mayores de la Villa de la Orotava, es entrar en los anales de la historia de un acto que no tiene parangón, el simbolismo que engloba, la categoría de mis antecesores, la exclusividad, la elegancia, es casi como vivir un sueño. Vivencias, recuerdos, sentimientos, todo aflora en el momento de articular un discurso pregonero, digno de esta mágica noche.

Querido Francisco, muchas gracias por depositar en mí tu confianza para tan elevado menester, no imaginas la ilusión que sentí cuando caí de la nube y eljuicio me hizo entender, que no estaba soñando.

Principio mi pregón, recordando, a quien a lo largo de tantos años presentó y condujo este magno evento, Don Antonio Expósito Mesa. Estimado Antonio, mi más sincero reconocimiento a tu labor y entrega en tantos empeños que ocupaste a lo largo de tu vida, recibe, allí donde te encuentres, un fuerte abrazo.

LA LLEGADA

Confesaré, aunque no es un secreto, que no soy orotavense de cuna.Añadiré, que 54 años compartiendo vida y emociones, en este lugar tan lisonjeado del planeta, me han llevado a ser PROFUNDAMENTE VILLERA. Ya se dijo en mi presentación que nací en La Coruña un 21 de diciembre de 1963, de mi madre, Mª Carmen, chicharrera hasta la médula y de Manuel, mi padre gallego, con 16 meses me trajeron a vivir a Santa Cruz y con 6 años, por el matrimonio de mi madre con mi padre Jesús, a La Orotava, mi vínculo con esta Villa hasta ese tiempo era nulo.

Cuando con tan poca edad, hay cambios tan colosales en tu vida, la experiencia es inolvidable, no alcanzo a encontrar expresión para definir lo que se siente.

Llegué un septiembre de 1970, mi vida consciente hasta ese entonces, había transcurrido en un cuarto piso de la calle del Pilar de Santa cruz.

Mi clase de párvulos, el Parque García Sanabria y La Plaza del Príncipe eran mis desahogos infantiles, mis pocas primas y mi vecina María, mis grandes amigas.

Me recibió un torbellino de libertad, una libertad fraguada en la seguridad de unas inmensas plataneras en las que, como si hubiera nacido en ellas,en poco tiempo, dominé el arte de correr por las huertas, sin tropezar con las vergas que ataban los plantones al suelo, caminar por las atarjeas, trepar altos muros de piedras,  subir a los árboles, cazar lagartos, jugar a indios y vaqueros o al boliche, saltar en mi “cama elástica” particular, aquel montón de pinocha que iba disminuyendo su volumen, a medida que le cambiaban el colchón a las vacas.

Me recibió un colegio de las Hermanas, emblemático, majestuoso, ubicado casi a las afueras de la Villa, hoy inmerso en su mismo corazón, aquí comenzó mi rica vida social, amigas, aventuras, excursiones al Recodo o a la Montaña, juegos como el tejo, la soga o el elástico, el churro va o más tranquilos, las piedritas, las figuras con el hilo entre los dedos o los cromos.

Mi vida de libertad se esfumó, cuando cambiamos la finca de la calle del Agua, por el piso de la calle de la Iglesia, casi al tiempo, que la infancia daba paso a la adolescencia, donde, los amigos lo son casi todo, la calle es nuestra segunda casa, comenzamos a ser nosotros mismos, a tener claro lo que nos atrae y lo más importante, emprendemos el camino hacia nuestra propia vida.

Y es a partir de aquí, cuando se produce en mi la certeza de que este es mi lugar, es a partir de aquí, cuando todo se alinea para que esta icónica Villa, enclavada en uno de los valles más bonitos y fotografiados del mundo, me enseñe a vivir.

El célebre y sabio refrán de “no con quien naces, sino con quien paces” -extraído de La Lozana Andaluza de Francisco Delicado-, nos expresa que, en lo que se refiere a las costumbres, hacen más las compañías y el entorno, que el linaje y la crianza.

Yo he pasado mi vida en La Villa de la Orotava, en Mi Orotava.Pero ¿qué es Mi Orotava?

 

 

MI OROTAVA

Mi Orotava son sus calles, calles que nos protegíanentre sus majestuosas casonas siempre abiertas o sus humildes casitas terreras, calles adoquinadas que nos insuflaban ánimos en las empinadas cuestas hasta la Villa Arriba, en los días que tocaba abandonar la Villa Abajo, porque aquí todo era “arriba y abajo”, Villa Arriba y Villa Abajo, plaza arriba y plaza abajo, cine arriba y cine abajo, en la Orotava la preposición “de”, no se usa, la ahorramos, somos austeros hasta en el lenguaje.

Las calles nos cuentan su historia, calle Tomás Zerolo o calle del Agua -la más transitada de mi niñez, la única vía que me conducía a casa-nos introducía sin ambages ni contradicciones en la Orotava de diferencias, en su primera parte, la esencia del señorío y la grandeza, con sus caserones y palacios a ambos lados, de pórticos de piedra y maderas nobles, cuyos majestuosos patios y zaguanes nos invitaban a curiosear adivinando las vidas de los que allí habitaban; por otra parte, más abajo, pequeñas casitas terreras, que revelaban la distinta posición social de los que en ellas moraban y en medio, con la naturalidad que da la costumbre, la ciudadela de Santo Domingo, en la que compartían espacio, un número indeterminado de familias.

A mitad de camino, Nicandro González Borges o calle Verde, de inolvidables recuerdos por su dulzor. En su recorrido hacia la Plaza Franchi Alfaro, en no pocas ocasiones, fuimos obsequiadas con un polo de hielo de trufa o de limón, por el repartidor de la extinta “Heladería el Valle” o hicimos acopio de los famosos y ricos mantecados de “Dª Guadalupe”, antes de ir a cumplir con las famosas clases de Dª Berta o D. Domingo.

Calle Inocencio García, calle de la Iglesia, mi calle, en la que residí durante casi 30 años -en la que nacieron mis hijas, Elena y Laura-que a pesar de los cambios sufridos en sus fachadas y en los usos de sus interiores, sigue manteniendo el señorío que le confiere la Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, Monumento Histórico Artístico Nacional, cuya portentosa fachada barroca, mira al frente con ese orgullo que da, saberse la más esbelta y elegante, obra en piedra del maestro cantero Patricio García, que da nombre, a la coqueta placita aledaña.

Carrera del Escultor Estévez, camino real, vía principal que enlaza las dos villas a través de sus calles afluentes, por la que regios e insignes visitantes, han transitado elogiando su distinción y apostura. Calzada de ilustres Villeros, como el gran escultor-imaginero que da nombre a la vía, notables intelectuales, como la familia Miranda, que mantuvo su librería, con tertulia incluida, desde 1900, hasta hace apenas unos años y aguerridos comerciantes, que llevaron a la Orotava a su máximo esplendor. Adentrándonos en ella, sorprende el magnífico edificio de las Casas Consistoriales, con su gran Plaza flanqueada otrora por ocho palmeras de porte majestuoso, que por inclemencias del tiempo o por mala salud, solo queda una.

Casonas que invitan a la contemplación y a la inmortalidad del momento, jalonan un recorrido que desemboca en la calle de San Francisco, con sus afamados y tradicionales balcones admirados por propios y extraños y una de las joyas artísticas más destacables en el conjunto arquitectónico local. Culmina el paseo en la bonita plaza de San Francisco yen el Hospital de la Santísima Trinidad al que acudíamos, siendo niñas,algunas mañanas de domingo con bolsas de golosinas, como buenas discípulas de las Hermanas de la Caridad, para endulzar a los residentes que lentamente, despedían esta vida. Como compensación a tan altruista labor, las monjas nos permitían acercarnos y curiosear en el torno de la puerta principal, elemento singular que nos suscitaba gran intriga, suponiendo el desasosiego de una madre, al abandonar, bajo el anonimato, al fruto de sus entrañas.

Calles San Juan y León o Tostones, elegantes, largas y empinadas, hermanas gemelas, con casitas muy modestas de agricultores y artesanos, frente a casas de distinguida apariencia. Ambas conectan la villa abajo con la villa arriba hasta concluir en la Plaza de la Piedad, Cruz Verde o Santa Catalina, extremo sur del casco urbano, enclave de caminos y uno de los calvarios de la Villa. Entre ambas calles, sobresaliendo con la dignidad de quien se sabe observada, la Parroquia de San Juan del Farrobo, de visita obligada algún que otro día de precepto o víspera, con la finalidad de escuchar la misa de D. Domingo.

En el ascenso por San Juan, levantamos la vista y contemplamos con agrado, una de las esquinas de cantería más singulares de la Villa: la casa Pierres, que nos empujaba hacia el aroma a madera recién cortada en la carpintería de los hermanos Baute, en la calle Cantillo. Lacalle Nueva, descansada y rectilínea, nos conduce a otra de las más importantes e históricas, la del Dr. Domingo González García, hermana de las anteriores, que, como ellas, conecta las dos villas y vislumbra su final en la Plaza de la Piedad, Cruz Verde o Santa Catalina. En su camino, los omnipresentes molinos, seña de identidad y valor histórico que evoca épocas pasadas, en las que el gofio era el alimento principal de nuestra gente yel agua, un bien preciado con múltiples usos, en un tiempo, en el que nadase tiraba y la reutilización de los elementos esenciales era común.

Calles, calles y más calles por las que ha transcurrido parte significativa de mi vida, evocando gran cantidad de recuerdos y sentimientos.

Mi Orotava es su gente. Son todas esas grandes amistades y simpatías que a lo largo de estos 54 años he ido atesorando, gentes de todo tipo y posición, porque si algo caracteriza a la Orotava, es su rica diversidad.

Amistades y simpatías, con las que he compartido grandes acontecimientos y hechos relevantes acaecidos en nuestra villa y en mi vida y que por vividos llevo inmortalizamos en mi memoria.

Guaya y su familia, que, siendo una niña, me trajeron a ver a los Príncipes de España que pasaban por esta calle de la Carrera. Venían de inaugurar la autopista del norte en su tramo hasta la Orotava; inolvidable recuerdo. Mis inseparables amigas de la infancia, con las que,en una noche de escapada, cuando “recién despertábamos de la niñez” – como diría Joan Manuel Serrat - nos apostamos en la baranda de la plaza de San Juan del Farrobo para escuchar a Silvio Rodríguez.

Amigas y amigos con los que en la víspera de San Andrés, corría los cacharros, tradición exclusiva de esta mi Orotava, compartida con el Puerto de La Cruz, con ese inconfundible y añorado ruido del metal, que bailando con mayor o menor brío -según el peso del artilugio- por las calles adoquinadas, ahuyenta a los malos espíritus o nos retrotrae a la época de nuestros tatarabuelos, que bajaban arrastrando los toneles hacia la costa para lavarlos con la mar salada, con el propósito de mantener los vinos un año más; no está claro el origen, lo que está claro es el hechizo que disfrutábamos ese día.

Amigos y amigas con los que jugué mis primeras partidas de tenis de mesa en aquel Liceo viejo o corrí aventuras por los jardines, casi infinitos del nuevo.

Aquellos partidos de baloncesto los domingos por la mañana en la Plaza Franchi Alfaro, coreando a nuestro equipo femenino o en el polideportivo del colegio de los Salesianos, donde lo menos importante era el juego.

Amigas y amigos con los que pasaba las horas muertas de la adolescencia alrededor de un banco en la Plaza de la Alameda, junto al carrito de Eusebio, hablando y riendo con las tonterías propias de la edad.

Amigos y amigas del Instituto arriba - que no sé porque lo llamaban así, cuando no había instituto abajo – gratas remembranzas de una época y de unos compañeros inolvidables, donde nos fuimos liberando de ataduras mentales, propias de una adolescencia posfranquista, que afortunadamente, íbamos dejando atrás. Profesores de la talla de Miguel Hernández, Dª Berta o Mercedes Coll, contribuyeron muy positivamente en el devenir de mi carrera profesional.

Ya en la madurez, amigas y amigos con los que compartí mis mañanas, tardes y noches de campañas electorales y la extraordinaria experiencia de formar parte de la corporación municipal de este Excmo. Ayuntamiento en dos mandatos. Escuela de consideración y respeto a los compañeros, a los que no piensan como tú, a los que defienden ideas sin insultos ni menoscabos personales; escuela de lo que debiera ser la política entendida con mayúsculas, no la que sufrimos en la actualidad. Entre estos amigos, figuraba, sin siquiera imaginarlo, el que sería y es, mi compañero de vida, espero, hasta la muerte, Chano.

Han sido muchas y variadas amistades, toda una vida de relaciones que, por razones de espacio, tiempo y cantidad, me es imposible plasmar en este texto.

Mi Orotava, es la Sociedad Cultural Liceo de Taoro, institución centenaria que me honro en presidir y en la que he consolidado, aún más si es que cabe, mi sentimiento Villero.

Hablar del Liceo y me lo van a permitir, es contar su historia, es poner en valor cuanto ha supuesto esta institución para la sociedad villera, desde principios de la segunda mitad del siglo XIX.

El eminente historiador orotavense Manuel Rodríguez Mesa, en su Desde el Falansterio al Liceo de Taoro-obra esencial para penetrar en nuestra primera Historia- evidencia que el Liceo de Taoro comenzó su andadura en octubre de 1855, con el nombre de “Falansterio de Taoro”, impulsado por treinta y tres próceres de pensamiento liberal, prestos a poner en valor objetivos bien definidos, que, en el acta constitucional, expresaron:

“Los infrascritos se comprometen a crear una tertulia en esta Villa, con el laudable objeto de reunirse en un local en donde, a la par que puedan comunicarse sus ideas y pensamientos e instruirse con la lectura de periódicos y obras recomendables, se distraigan en todo género de recreo lícito y honesto.”

En pocos días, aprueban unos estatutos, que ponían de relieve que la Sociedad, había sido promovida con el objetivo anterior y la finalidad de que concurrieran a ella “principalmente los trabajadores y artesanos”, destacando, que “la laboriosidad, la honradez, la buena fama y conocida moralidad” serían las “cualidades indispensables” que habrían de adornar a sus miembros. Se dispondría de “una pieza destinada exclusivamente a la lectura” donde se guardaría “el más riguroso silencio”, además, a través de personas que se prestasen a ello, “El Falansterio procuraría impartir lecciones elementales de geografía, de historia y de algunas otras útiles materias”.

Cuatro años más tarde, pasó a denominarse “La esperanza”, apelativo que mantuvo hasta 1884, cuando por motivos económicos, hubo de fusionarse con la “Sociedad Filarmónica de la Orotava”, pasando a llamarse, “Liceo de Orotava”. En 1888, a pesar del esplendor vivido por la Sociedad, pero obligado por las normas dictadas por las autoridades, se tomó la decisión de cambiarle de nuevo el nombre, esta vez por el de “Nuevo Liceo de Taoro”, no es hasta 1924 que adquiere el definitivo de “Liceo de Taoro”

Pese a los cambios de nombres y pasados casi 170 años, el objetivo no ha variado en esencia y la finalidad de integrar entre sus miembros a toda persona que lo desee, sin entrar a valorar su posición social e independientemente de la ideología que profesen, sigue vigente.

La vertiente liberal, hizo ya desde sus inicios, que la incorporación de la mujer a las distintas actividades fuera considerada un valor. En 1860 se funda la “Sección de Declamación”, que sumaría un numeroso grupo de entusiastas aficionadas al arte dramático, logrando exitosas presentaciones de obras teatrales.

En enero de 1889, ocurrió que “en el salón principal del Liceo…, la Srta. Dª Francisca Torréns, ocupó su tribuna” para pronunciar “un corto discurso sobre la figura de D. José Velarde”. ¡Hecho importantísimo - escribió “El Valle de Orotava”- que ha supuesto un gran paso en el camino del progreso y del perfeccionamiento!, ella fue la primera de una serie de mujeres que encontraron en la institución un gran aliado.

Acontecimiento de extraordinaria relevancia para la mujer, acaeció en mayo de 1894, con la salida de “El Porvenir de la Mujer”, periódico quincenal publicado en el Liceo y dirigido por Margarita Jacinto del Castillo, quien conduce un glorioso grupo de colaboradoras. Es una etapa de gran enriquecimiento intelectual, en la que las mujeres encontraron en la Sociedad, apoyo y altavoz para mostrar claras sus inquietudes. Es cuando en esta tribuna pública, Carmen Torréns, clama para que “las esposas se asociaran a los trabajos y ocupaciones de sus maridos, instando a los padres a enseñar a sus hijas a bastarse por sí mismas”.

A pesar de esto, un dato diagnostica y revela la consideración a la que estaban sometidas las mujeres: no fue hasta el año 1975 que el Liceo registra la primera fémina en calidad de socia titular.

Es menester situarse en el contexto de la época, cuando este tipo de entidades, eran coto cerrado de los hombres y las mujeres, en general, meros floreros que lucir en las fiestas de sociedad.

La solidaridad y empatía con las personas sufrientes por alguna causa,es sello de la casa, en 1862, con motivo de la epidemia de fiebre amarilla que azotó Santa Cruz, su presidente, Sinforiano Anceaume, convocó una junta general extraordinaria tras la cual, se decidió extraer del fondo de la Sociedad la suma de 500 reales de vellón, viendo se incrementada esta cantidad, con lo que cada socio pudo aportar.

Celebración de funciones teatrales a beneficio del Hospital de la Santísima Trinidad o la organización de bailes, para recaudar fondos en favor de familias aquejadas por el devastador temporal de 1872, es sólo una muestra de cuanto en 169 años ha emanado desde la Sociedad, en apoyo y cercanía a los necesita dos. Hoy trabajamos codo con codo, con cada ONG o asociación sin ánimo de lucro que solicite colaboración. Esta institución que presido siempre mirará hacia el frente y jamás dará la espalda.

Cuenta Rodríguez Mesa, que, en tiempos de La Esperanza, las fiestas ofrecidas por la Sociedad eran más bien escasas. Quizás, porque en la Villa seguía imperando la costumbre de los paseos en la Alameda de San Agustín y en el antiguo “Camino de los coches” -hoy calle Calvario- o porque la juventud, en los días festivos, prefería acudir a los bailes que se celebraban en casas particulares o porque los socios concurrían a las fiestas organizadas por otros círculos de la isla; especialmente a los del Puerto de La Cruz y “La Aurora” de Santa Cruz, con quienes mantenían estrechas relaciones. Confieso que sobre este particular no hemos cambiado mucho.

La razón de ser de la Sociedad ha permanecido íntimamente ligada a su pueblo, la colaboración entre el Liceo de Taoro y el Excmo. Ayuntamiento, es histórica, dando cuenta de este vínculo:

·               la participación desinteresada en la organización de la “Exposición Provincial de Horticultura”, celebrada en 1888 en los Jardines de la Quinta Roja, -hoy Jardines Victoria-.

·               el apoyo constante a las fiestas principales del municipio, en las de San Isidro de 1892, “a pesar de las penurias económicas, sus dirigentes decidieron terminar el arco en construcción que adornaba la calle del Calvario”

·               en 1894 se “costeó el levantamiento del que, perteneciente al Liceo, se colocaba en el extremo de la Plaza de la Constitución; arco donado con posterioridad, al Ayuntamiento”.

En 1906, la visita de su majestad, el rey Alfonso XIII a la Orotava, dejó las arcas municipales exhaustas, lo que obligó al consistorio a no celebrar las fiestas. Este hecho motivó nuevamente la intervención de los hombres del Liceo, que, creando comisiones, salvaron la situación.

La permanente colaboración entre liceo y ayuntamiento es manifiesta cada año con motivo de las elecciones de la Romera Mayor y la organización de la Romería en honor a los Santos Patronos: San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza.

En el Capítulo II, Artículo 3, apartado (d) de nuestros estatutos, se lee lo siguiente: “Llevar a cabo y fomentar actividades folklóricas, en especial la Organización de la Romería de San Isidro Labrador y la Elección de la Romera Mayor de las Fiestas de San Isidro, iniciadas por esta Sociedad en los años 1936 y 1956, respectivamente.”

Referiré que este mandato estatutario, es para la Sociedad una responsabilidad, todo un honor y que, con orgullo, cada año recogemos el testigo que nos dejó D. Cesar Hernández Martínez, primer presidente en organizar la Romería, tal y como la disfrutamos en la actualidad.

La piedra angular y cimiento de nuestro histórico obrar, ha sido y será nuestro compromiso con la cultura. Tertulias, conferencias, teatro, música, literatura, pintura, escultura, cine, danza y toda expresión artística, ha tenido y tiene un lugar preponderante en nuestra Sociedad. A lo largo de estos casi 170 años, han sido innumerables los actos culturales celebrados en nuestra sede, puestos al servicio del pueblo, legitimando que el Liceo de Taoro es de todos.

Primeras figuras del mundo de la cultura han visitado nuestra casa o han tenido una estrecha relación con ella, el novelista y dramaturgo, Benito Pérez Galdós, los Premios Nobel de literatura, Camilo José Cela y Miguel Ángel Asturias o la Premio Cervantes y poetisa cubana, Dulce María Loinaz, son solo algunos ejemplos.

Permítanme especial alusión hacia nuestra excelsa Coral Polifónica Liceo de Taoro, que en el venidero 2025 cumplirá medio siglo cosechando éxitos, no sólo para la Sociedad, sino también para la Villa de la Orotava. Su profesionalidad, disciplina y entrega, les ha granjeado el respeto de todo un pueblo.

La faceta deportiva de los últimos 49 años ha colmado las expectativas, juegos como el tenis de campo o de mesa, el pádel o el dominó, son un referente. El nombre del Liceo y de la Orotava, ha subido al pódium de muchos e importantes eventos deportivos dentro y fuera de las islas. Hoy preparamos a más de 300 atletas y entusiastas, deseosos de igualar y superar a sus mejores predecesores.

Mi Orotava son sus Fiestas Mayores, con mayúscula, son únicas, se viven hacia la calle, en la calle: la Infraoctava del Corpus, con sus olores y colores; el Baile de Magos, que desborda de música la noche del viernes las principales calles de la Villa; la bendición del ganado; la subida de los Santos y la apoteosis de La Romería, con sus largas horas de fluir magos y magas, yuntas y carretas, todos inmersos en la “fiesta más bonita que hay en Canarias”, pero esto es otro capítulo.

Mi Orotava es Volcán. Es padre Teide, al que saludamos cada mañana si la nube no lo mece entre sus brazos, sublime, inigualable Parque Nacional; es desierto, es vergel, es campo de viñedos multicolor productores de caldos apreciados en medio mundo, es lava, mar y belleza.

Mi Orotava es su deslumbrante casco histórico, con majestuosas iglesias,esplendidos jardines, plazas y calles adoquinadas. Son sus molinos de gofio, elegantes, misteriosos, con los aromas que esconden el secreto de la vida.Es música, es arte. Es lo más grande de Tenerife.

Mi Orotava es miscelánea de gentes, de casas, de calles, de culturas incluso. Es rica, muy rica en tradiciones, en estilos de vidas, en lenguaje.La Orotava no deja indiferente a nadie, ser orotavensees algo imposible dedescribir con palabras, es un sentimiento que nos une y nos diferencia del resto, es una pasión que todos llevamos en nuestro corazón, es lo que intitulamos “ORGULLO VILLERO”.

MI SEMANA GRANDE

Orgullo Villero es con el que vivimos nuestras fiestas Patronales. Para un villero, las fiestas de la Orotava comienzan, cuando vemos a los operarios en la tarea de colocar el toldo, que durante dos meses protegerá de las inclemencias del tiempo, la alfombra y a los alfombristas.

Orgullo Villeroes contemplar el minucioso trabajo de los artistas, mientrasdibujan con el palo largo de tiza en punta, la base de un diseño que se cubrirá con la milenaria arena de nuestro volcán y que hacen con tanta ligereza y naturalidad, lo que parece dificilísimo a ojos de los que no sabemos, de los profanos.

Orgullo Villero es descubrir el avance diario del gran y único tapiz de arena volcánica del mundo, con la presunción de saberlo como algo propio, esa emoción que nos embarga, al verla fascinación que despierta, en turistas y visitantes de otros lugares, el proceso de elaboración del magno tapiz, ese singular y único arte de soltar la arena de entre los dedos e ir confeccionando, con maestría casi divina, unos bocetos elegidos para despertar conciencias y homenajear al Santísimo en su gran día.

La semana grande da comienzo con la elección de la Romera Mayor, joven y guapa siempre -porque no hay maga fea- que presidirá los festejos en honor a San Isidro Labrador y a Santa María de la Cabeza, folklore y nervios, compiten en un acto, en el que ocho mujeres ansían llevarse la añepa y la banda; solo una será la elegida.

Concierto de “Los Sabandeños”, pregón y presentación de los vinos de la cosecha del año anterior, dan paso a la gloriosa celebración de la “Infraoctava del Corpus”.

“¡Madruga Juana, que hay que subir a cogerla flor de la retama!” yantes de llegar la aurora, a la luz de la luna, en las faldas de nuestro Teide, van escogiendo con mimo, las flores que adornarán corridos y tapices.

Las calles despiertan al repique de campanas, tras la celebración de la eucaristía, comienza el ir y venir de alfombristas en busca de “acuarelas naturales” con las que pincelar el pavimento. La Villa se va despabilando. Oriundos y forasteros van llenando las calles y en cumplido silencio, admirados de tanta laboriosidad, hacen el recorrido maravillado al descubrir, un año más, las obras de arte plasmadas sobre los adoquines con pétalos de mil colores, flores, semillas, hojas, brezo y otros elementos, dispuestos con delicadeza para la celebración. Y en medio, la subida obligada al Salón de Plenos de esta casa, -justo donde nos encontramos- para asomarse y de balcón a balcón, ir grabando en la retina, el gran tapiz. La jornada transcurre entre turroneras y quiosqueros, nadie quiere perderse un ápice del ambiente festivo.

Mientras tanto, en el Liceo se eligen los mejores caldos en el Concurso de Vinos “Villa de la Orotava”, certamen aplaudido, que además está de cumpleaños por su cuadragésimo aniversario y que ambiciona el objetivo de preservar una de las tradiciones más ricas y antiguas de nuestra tierra, en especial del Valle de la Orotava, la viña y en particular, el cordón trenzado, un patrimonio único.

Y llega la tarde, la gente se agolpa alrededor del templo para escuchar la santa misa y ver salir al Santísimo Sacramento, da comienzo la procesión y con el mismo respeto, con el que se han elaborado, las alfombras se van diluyendo una tras otra con la solemnidad de los pasos de los penitentes.

Aviva el viernes con olor a almidón recién planchado y madera de cedro, hoy toca vestirse para el baile, Gran Baile de Magos, que igualmente instituyó el Liceo de Taoro y que, gracias a un grupo de jóvenes aguerridos activistas del momento, “Tauro”, salió a la calle en 1976 para divertimento de toda la sociedad villera. Cenas regadas de buen vino y viandas propias de nuestra tierra, dan paso al ir y venir de magos y magas por los principales espacios verbeneros, para bailar con las mejores orquestas.

Con legañas en los ojos y algo de resaca vamos a la Fiesta del Ganado, hoy San Isidro, Patrón oficial de la Orotava desde agosto del año pasado y Santa María de la Cabeza tienen un día ajetreado. Labradores y labradoras con sus tradicionales varas de cintas de un colorido sin igual, cargan a hombros a los Santos des de la Ermita del Calvario hasta el recinto ferial, presiden el acto de bendición del ganado y retornan por el mismo camino, sosiegan hasta la hora del crepúsculo, cuando una muchedumbre de magos y magas, labradores y el cura, se agolpan en la plaza de la Paz, para acompañar, con música, cantos y bailes la subida de los Santos o “Romería Chica”, esta vez, hasta la Parroquia de Nuestra Sra. de la Concepción, donde plácidamente pasarán la noche preparados para la apoteosis final, que es la Romería.

Y sale el sol por el oriente en un día grande y resplandeciente. Las principales calles, adornadas para la ocasión, van recibiendo carretas y yuntas; magos y magas y como si de una fiesta de gala se tratara, con el atavío propio del festejo, van llenando de color, las calles de mi Orotava. Repican las campanas, romeros y romeras se dan cita en uno de los actos más solemnes de la semana, la misa en honor a los Santos, donde los labradores, como cada año, harán la ofrenda de los frutos del campo y formalizarán la renovación de su promesa.

En procesión, los Santos son conducidos con respeto y devoción hasta su lugar de espera y es aquí cuando todo estalla y da comienzo una de las efeméridesmás esperadas del año.

Alegría, júbilo, alborozo, felicidad, nada es comparable al desfile que, hora tras hora, casi hasta el ocaso, colman de música, canto y bailela atmosfera. La Romería de La Orotava llega a su fin y los Santos son devueltos a su ermita con gritos y jaleos; “VIVA SAN ISIDRO”!! … VIVA!!!; “VIVA SANTA MARÍA DE LA CABEZA”!!!  …. ¡¡VIVA!!

Muchas gracias a todos. Tengan muy felices fiestas…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

 

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