jueves, 9 de julio de 2020

HERMANOS GARCÍA EDODEY


El amigo de la Villa de La Orotava; JESÚS TOMÁS GARCÍA RODRÍGUEZ remitió entonces (09/07/2020) esta fotografía referente a Los HERMANOS GARCÍA EDODEY, puesto que su padre “MUNDO” es el segundo de ellos.
Tomada en los recordados estudios fotográficos de la calle El Calvario de la Villa de La Orotava “FOTO PORTERO”.
Una familia que conozco desde mi infancia, vivieron por debajo del Estadio Municipal “Los Cuartos”, y que su padre Tomás regentaba una lonja de pescado en la calle Los Rosales, primero y posteriormente se hizo cargo de la cantina del Cine Orotava (actual Auditorio Teobaldo Power).
Extraordinario, humano y comunicativo matrimonio de la Villa de La Orotava formado por; Tomás García y Cecilia Edodey, tuvieron cuatro hijos, Tomás, Francisco Edmundo (su padre), Juan José y Pedro Vladimiro (Chicho), todos ellos con el apellido García Edodey (esa es la bonita instantánea fotográfica).
Tomás fue funcionario del Banco Hispano Americano de la Villa, Mundo operario de la Firma Comercial “Casiano García Feo SL.”, al final se independizó en su tienda de objetos típicos Canarios, José estuvo varios años en el extranjero, y el hermano menor Pedro siempre con sus padres.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

SEMILLAS EN LAS BASTILLAS


Fotografías propiedad del amigo ZOILO LÓPEZ BONILLA (auto fotografía). Natural de la Cuesta (La Laguna) -  Puerto de la Cruz, actualmente residente en el Bajo Ampurdán-Cataluña.

 

El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS, remitió entonces (09/07/2020), estas notas que tituló; “SEMILLAS EN LAS BASTILLAS”: “…“Dicen que el tiempo guarda en las bastillas

las cosas que el hombre olvidó
lo que nadie escribió,
aquello que la historia presintió
y vuelan las gaviotas a la tierra,
trayendo la vida que han robado al mar...”.
Sirvan estos versos del cantautor y poeta chileno Fernando Ubiergo para acercarnos al tributo que Zoilo Lobo quiere rendir a los años 70 del pasado siglo, una de las épocas doradas del Puerto de la Cruz. Zoilo, que en realidad no se apellida así, sino que ha fusionado las primeras sílabas de López y Bonilla, fue sujeto activo entonces, cuando los efluvios de París del 68 se entremezclaban con las suecas, con las extranjeras en general, que, con más desenfado y mayor osadía, venían en busca de bondades climáticas y de la diversión que intuían desde la distancia y hallarían en un punto alejado del Atlántico donde la calidez, la nobleza de la gente y la tolerancia en pleno franquismo habían propiciado un paraíso idóneo para vacaciones o lo que fuese.
Sujeto activo, en este caso, de un estilo de vida más bien desordenado y alternativo que privilegia el arte y la cultura por encima de los convencionalismos sociales, surgido si se quiere como reacción hacia los valores o intereses de la sociedad burguesa y atribuido generalmente a artistas y escritores, Zoilo Lobo se dio a la bohemia, sí, llevó este estilo de vida. Creativo, rebelde, sensible, inconformista, excéntrico, indiferente o ubicado al margen de las convenciones sociales, optó por una vida laboralmente irregular y afectivamente liberal, sin ataduras, interesado en el cultivo del alma a través del arte, en este caso fotográfico que, además, estaba ahí, en la calle, al alcance, en cualquier paso, en cualquier contemplación del cosmopolitismo que ya entonces lucía la ciudad, bien ganada su condición de turística.
Fue el Puerto de entonces, era, el lugar de la animación y del bullicio por antonomasia, al menos en la isla. Se llegó a decir, emulando uno los atributos de New York, solo que salvando las distancias, la ciudad que nunca dormía, tal era, en efecto, su animada vida nocturna. En ese ‘Puerto Cruz la nuit’ tan especial, la pieza que completaba aquel desenvolvimiento casi idílico, en el que no se perdieron del todo las señas costumbristas e identitarias, Zoilo dejó un sello gráfico que hemos de agradecer.
Porque la historia de esa época está aún por escribir, o se ha escrito parcialmente, todo lo más con crónicas volanderas, comentarios interpretativos y reportajes que, a pesar de todo, sobrepasaron la actualidad hasta convertirse en referencias o soportes válidos para conocer cómo éramos, quiénes éramos, cuál era el ambiente que creamos y en el que convivíamos. Cuando éramos felices así y no lo sabíamos.
Menos mal que Zoilo Lobo, cuando ya la década declinaba, se la llevó a Barcelona, a un nuevo hogar, a una nueva vida, a un nuevo rumbo que dio con la licenciatura en Bellas Artes y Grado en Historia del Arte por la Universidad de Barcelona. Se llevó cantidad de negativos y revelados en blanco y negro que plasman personajes, arquetipos, adelantados a su tiempo, gestualidad, estilos, modas, estrafalarios, atrevidos… estampas, en fin, de los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúe –fue entonces cuando muchos descubrieron al poeta universal, don Antonio Machado- y de aquel mundo que se descubría sobre la marcha y de las innovaciones, de aquella simbiosis diaria en la que nativos y visitantes coexistían respetándose, en la que nadie se sentía extraño y en la que casi todo era posible porque no faltaba de nada.
Durante décadas conservó, sin gran alarde clasificatorio o archivístico, aquellos testimonios gráficos, sin saber que un día habría unos espectaculares saltos tecnológicos e irrumpirían las redes sociales como fenómeno que habría de cambiar para siempre la velocidad y el alcance de la comunicación. Cuando llegó ese día, seguro que con profundo sabor nostálgico, Zoilo se convirtió en un narrador visual, esto es, una persona que, en una red social, comparte imágenes y videos las cuales generan interacciones. Si lo que se quiere es una imagen narrativa, la expresión del personaje, la acción y la sensación deberán estar presentes. Cuando se pretende que la ilustración se transforme en otra forma de escritura, se puede hacer teniendo en cuenta la expresión de los personajes, la acción que realizan, los sentimientos o sensaciones que transmiten los personajes o la escena en el lector y hasta la composición creativa.
Al autor de estas treinta y cinco fotografías, independientemente del rulo o bucle que puede seguirse en la pantalla y que nos da idea de la cantidad y calidad de su trabajo, imbuido de esa condición de narrador visual, con arreglo a los requisitos que hemos mencionado, le dio por insertar en una red social, facebook, parte de una serie que parece inacabable, pletórica de vitalidad y de diversidad. Los años dorados de la ciudad. Y a partir de entonces, el Puerto redivivo. El que gusta de forma perenne y que necesita de estos estímulos gráficos y el que atrae a quienes, más jóvenes, vivieron otros momentos, acaso igual de gozosos y hasta más desenfrenados pero, desde luego, menos originales y menos bullangueros y ajetreados.
Por eso ha habido una reacción tan favorable, tantos usuarios encantados con las inserciones que se contemplan con nostalgia pero con fruición, con curiosidad y con ánimo del presentimiento histórico que verseara el chileno Ubiergo porque las gaviotas, permitan la licencia, siguen volando a la tierra trayendo la vida que han robado al mar.
Hoy nos damos cuenta del valor de aquel joven vanguardista de los sesenta y los setenta, años que homenajea, cuando, siempre con máquinas fotográficas al hombro o colgando del cuello, bien vestido, lucía ropa de marca con elegancia. Fue de los primeros que combinó chaqueta o americana con vaqueros o bluyines. Frecuentaba ambientes juveniles, estudiantiles y sociales que se ponían de moda simplemente con una canción o alguna vestimenta modernista. En San Telmo y Colón, en El Peñón o en el muelle, sobre todo, al mediodía, por la tarde y por las noches. Su recordado y malogrado hermano Pepe, con mucha sensibilidad musical y cinematográfica, fue auxiliar de notaría.
Varios días, semanas ya, de una narración visual; para los portuenses extraordinaria, de verdad. Con fotos de amigos, de rostros, de reuniones, sueños de otrora, de acontecimientos lúdicos… Los usuarios locales de facebook han estado encantados. Muchas veces me pediste que te contara esos años, tituló Juan Cruz Ruiz una de las mejores entregas de su fértil memoria. Fue una época que merecía quedar plasmada. Por eso hay que agradecerle a Zoilo López Bonilla dos cosas: una, que haya conservado fotos y negativos; y otra, que haya decidido darlos a conocer en esta época de comunicación digital e instantánea, cuando unos rememoran, otros reviven y los portuenses ya tienen una rica fuente a la que acudir para entender cómo fue una ciudad en su época de un inusual esplendor.
Sus decisiones han impulsado el retrato de una época. Porque esta es la memoria gráfica de un Puerto de la Cruz en la que no podía faltar un momento de su Carnaval sano y sandunguero, en cierto modo anticipo de las cabalgatas del orgullo cuando no se habían inventado y ya la sensibilidad gay se palpaba con miramiento y con valentía a la vez. Era cuando Pepito ‘el de las flores’ se ganaba la vida vendiéndolas en la calle mientras doña Pepa, tu madre, se recreaba con su arte. Y cuando un mago portuense lucía su porte en la romería mientras cualquier sitio de la avenida Colón, junto a la brisa atlántica, era bueno para el descanso, no importa que la pose de sirenita sea la de un joven de barrio o si Tato Perera exhibe cara de James Dean en La Playita en tanto Leocadio Perdigón y Pedro Garhel salen de los baños, ya desaparecidos, de la plaza Urquinoaona en Barcelona. Sale a buscarles Julio González García, Julito, el niño grande del Puerto según le definieran en una red social, la bondad plasmada en aquel rostro que delataba algo más que un síndrome de Down.
Era la ciudad de genios como Pepe Ozores, el gallego de socio en ‘Paprika’ pero que había heredado título nobiliario de marqués; y como Imeldo Bello, que sabía amenizar las fiestas de César Manrique después de que agotara el tiempo en el taller engendrando arte.
Después, el grupo generacional, Baixas, Lelo, Paco Pérez, Rafa y Frosterus, que pareciera una línea delantera de las que se memorizaban entonces. Pero preferían degustar, allí en la vieja casa de la esquina de Puerto Viejo a Pérez Zamora, las comidas que ellos mismos hacían antes de escuchar música e improvisar canciones.
La parte final de la colección es, si nos permiten, de ahora mismo, aunque algunos ya no estén entre nosotros. Zoilo nos devuelve a Momo, a Mario, a Antonio Serrano ‘el mejicano’, a Polo, a su hermano Pepe, doblado por alguna razón, a Luis Espinosa, a Vicente, a Sebastián, mejor dicho, ‘el chileno’, padre del actual alcalde, esperando desde un ventanal de la Casa de la Aduana la llegada de la Virgen al muelle.
Hasta que la noche del 3 de abril de 1979, cuando la democracia vino al pueblo para quedarse, el autor captó el saludo y el gesto de dos caballeros de la política: Paco Afonso, ganador de aquellos comicios; y Celestino Padrón, su adversario, que había sido su profesor y por eso le saludaba y felicitaba de forma efusiva, dejando para la memoria una prueba de cómo había que conducirse en democracia desde entonces.
Allí se acababa la bohemia de Zoilo Lobo. Al menos, la que había encarnado en el Puerto de la Cruz. Emprendía la ruta de Barcelona y hasta allí se llevaba un bagaje personal que le animó a cursar estudios universitarios de Historia del Arte. Y cargó también con las fotos y los negativos de una ciudad y de una etapa irrepetible. Fotos y negativos que han hecho trayecto de ida y vuelta. No importaba que durante aquella década la economía se estancara y que se rompiera el sistema monetario que regía desde la Segunda Guerra Mundial; ni que los países productores de petróleo declarasen un boicot a quienes habían apoyado a Israel en la guerra de Yom Kippur; ni que el precio del petróleo se multiplicara por cuatro ni que la inflación llegara a extremos disparatados.
Zoilo y su generación salieron de la crisis para emprender rumbos que, se supone, nos acercaban a la modernidad y al progreso. Decía el poeta que en las bastillas guarda el tiempo unas semillas. Hoy ya sabemos cómo germinan las semillas gráficas de la historia. Suerte que el autor no olvidó las cosas que conservó aunque nadie las escribiera. Ahora han hablado…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

domingo, 5 de julio de 2020

INGRESO 1955


El amigo de la Villa de La Orotava, FRANCISCO MORALES RODRÍGUEZ (PACO), remitió (05/07/2020) esta fotografía correspondiente al curso de INGRESO del año 1955, del Colegio de San Isidro de la Villa de La Orotava.
La panorámica tomada en la escalera del portal principal del mencionado centro docente.
De Izquierda a derecha, de arriba abajo: Carballo, Tophan, Juan Carlos Arencibia, Román, Hilario, Abelino Bello, Tabares, Carlos Tomás, Vicente Santos Villar, Pedro Delgado, Benítez, Alfonso, Antonio Hernández Sánchez, Eladio, Isidro León Domínguez, Tino Santos Cruz, Jerónimo Rodríguez Delgado, un portuense del que no recuerdo el nombre pero si el apodo como buen portuense: “El Recluta”, Francis Miranda Oliva, Antonio Jesús García Ruiz, Alberto Hernández, Alberto del Hoyo, Paco Morales Rodríguez, Miguel Hernández González, y Pedro Hernández Álvarez.
Acompañado por los salesianos: Don Pacifico Medina Sevillano (Director), Don José Rodríguez y el clérigo don Manuel Prol Araujo.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

ÑETE AMIGO, HERMANO, TE SEGUIRÉ VIENDO DESDE TU VENTANA



Me he de extrañar, la marcha a la eternidad de este hombre “ÑETE” ya popular de La Villa de La Orotava, amigo desde la infancia, casi hermano. La verdad que no me confina, puesto que es tanto el material que tengo en mi propio pensamiento, para poderlo narrar, puesto que desde niño jugábamos juntos en nuestras casas y en la plaza de Franchi Alfaro de La Villa de La Orotava.
Lo de la hermandad, deseo dejar claro, que su abuelo don Paco Polo Verdugo y mi abuelo paterno José Álvarez Luque (Papajosé como le llamábamos los nietos), llegaron a la Orotava desde Málaga con el Batallón de Borbón correspondiente a la quinta del año 1 del siglo XX. Se acuartelaron en el ex convento de Nuestra señora de Gracia (Agustino), convertido en cuartel, pero como el batallón no cabía en lo que entonces era el recinto conventual, usaron como dormitorio provisional el coro del templo anexo de San Agustín.
ANTONIO POLO REGALADO que conocíamos por “ÑETE”, nació en la calle El Calvario de La Villa de La Orotava el día 3 de Marzo del año 1947. Falleció en la misma Villa el día 5 de Julio del 2020, a los 73 años de edad.
Estudió en el Colegio de San Isidro, Academia Mercantil Atlántida  (ambos de La Orotava) y en el Instituto Técnico Laboral del Puerto de la Cruz. 
La verdad que dejó los estudios a corto plazo (inacabado), solo lo suficiente para defenderse tranquilamente en la vida.
Empezó a trabajar en el Bar familiar, el famoso,  desaparecido y  de gratos recuerdos “El Suizo” y de allí de cocinero a la Pizzería La Palestra.
Es el hermano pequeño de cuatro; Paco, Luisa, Manolo y Ñete. Del matrimonio Víctor Polo Rocío y Esperanza Regalado, todos ya en la gloria eterna. Durante años regentaron el recordado Hostal – Pensión – Bar “El Suizo” en la calle García Beltrán de La Orotava, que heredaron de sus abuelos Paco Polo Verdugo y Agustina Rocío Báez (fallecidos).
Una infancia feliz casi siempre a su lado, sobre todo jugando con los Santos en la semana posterior a la Semana Mayor de la Villa, hacíamos tambores con hojalatas que redoblábamos de acuerdo con la Banda de Tambores y cornetas de la Cruz Roja Local.
A título anecdótico, cuando le colocaron a mi padre Juan Álvarez Díaz en su estación de servicio y gasolinera, los surtidores eléctricos, traían unas tapas metálica ovulada en su parte superior para quitar y colocar la luna con el rotulo de la compañía. Las tapas me las trajes a casa a escondida (era un niño juguetón) y las pinté de marrón y le puse la cruz roja, para utilizar un servidor con el amigo Ñete y así lucir en las pequeñas procesiones que organizaba Chucho Delgado en la calle Juan Padrón hasta que se fue para Venezuela. Pero lo curioso, un día se avería uno de los surtidores, y el mecánico de turno de la compañía, recuerdo que se llamaba “Gregorio”, me llama y me dice que donde están las tapas de los surtidores, puesto que el averiado aparato se lo tenía que llevar al taller a Santa Cruz para su arreglo correspondiente. La sorpresa fue monumental, le entrego las tapas pintadas en marrón con la cruz roja. Gregorio se queda mirándola, y salta como una exclamación muy expatria. Juanito de donde traes estas tapas, pues me suenan a  Casa de Socorro. Asustado de su exclamación personal, le expliqué su uso. En fin el surtido se fue al taller con la  tapa estilo casco de los soldados de la Cruz Roja.
Fueron tantos los  momentos que acompañé al amigo Ñete a lo largo de la infancia y la Juventud, sobre todo la primera, aun ya en la tercera lo seguíamos haciendo en tertulia en nuestra calle El Calvario; colocación de discos musicales en los bailes de casas particulares, acompañamientos a los estudios en los ensayos del grupo de Teatro La Palestra, en esto tuvimos en percance cuando vendíamos las entradas en el Teatro * Cine del Realejo Bajo, puesto que la Guardia Civil nos bloqueó la taquilla, por qué el grupo tenía en escena una obra teatral prohibida.
Tantas otras como la ocurrida en un Verano en clases de repaso en la Academia Mercantil Atlántida de la calle El Calvario de la Villa, estábamos en clases con doña Estela Quintero Estévez, le paso una nota escrita en secreto, coincidiendo con la entrada del inolvidable profesor de Inglés don Félix Calzadilla Rocío (su primo), el cual nos pide la nota y nos lleva arrestado a un  cuarto interior. Y así tantas que no me caben en el texto o quizá importunen a mis lectores. Pero cuento esta ultima ya muy maduros, me lo llevé al IES La Orotava Manuel González Pérez del Barrio San Antonio, donde un servidor ejercía de docente, para que se hiciera cargo del mantenimiento de las maquinas de escribir, puesto que el amigo Ñete fue un pequeño técnico utillero caprichoso, por llamarlo así, igual te colocaba una lámpara, o una tubería, o te arreglaba un transistor, un móvil, in audífono o una máquina de escribir. En el instituto de San Antonio estuvo hasta que llegaron las nuevas tecnologías, que terminaron con las históricas e inolvidables maquinas de escribir.
En el mundo artístico participó; Rondalla de Pulso y Púa Colegio de San Isidro (Laúd), Parranda “Los Divinos” de Higinio (Laúd), Y Cuadro infantil de don Gustavo Dorta Hernández, como bailador y timplísta.
En el deporte; Baloncesto; Juvenil AA.AA Salesiano, Águila del Valle (Sénior)  y CIR 15 (Hoya Fría). También practicó Balonvolea en el Instituto Técnico Laboral del Puerto de la Cruz.
Sus últimos años, han sido el pernoctar felizmente y humanamente entre reuniones con los amigos de la Avenida Canarias (antigua de José Antonio) de La Villa de La Orotava, los paseos con su amigo íntimo Felipe González Casanova y Domínguez por la isla de Tenerife, las islas y la península, con visitas a Lourdes (Francia) y Fátima (Portugal).
Perteneciendo a grupos carismáticos, en la que perteneció a un grupo musical con timbaletas y demás.
Le estamos agradecidos todos los orotavenses, por su solidaridad, por su presencia entre todos y sobre todo un servidor, que cuando me lo tropezaba pasamos largos tiempos en nuestra querida calle El Calvario tertuliando, el pasado lejano y no muy lejano de tiempos felices.
Ñete amigo, hermano, te fuiste para siempre al mundo eterno de la paz y de la misericordia, un domingo como hoy, festividad del Cristo de la Columna “El Diamante” de San Juan Bautista y El Gran Poder de Dios “El Viejito” de La Peña Francia del Puerto de la Cruz, que te acompañan en el viaje, para que sigas disfrutando de los tuyos, de tu aficiones, además que tu voz se siga oyendo en la emisora eterna de la radioafición.
Gracias amigo, y hermano Ñete por tu amabilidad. Un fuerte abrazo, hasta siempre.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

sábado, 4 de julio de 2020

UN PROBO SERVIDOR PÚBLICO

El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS, remitió entonces (04/07/2020), estas notas que tituló; “UN PROBO SERVIDOR PÚBLICO”: “…En una calurosa tarde-noche de junio de 1982, el aprendiz de periodista tomaba sus primeras declaraciones del nuevo jefe del Cuerpo de la Policía Local, Francisco Gómez Pérez, recién terminaba su agotadora jornada de oposición, siendo alcalde Francisco Afonso Carrillo. Se han cumplido treinta y ocho años de aquel hecho: ahora Gómez disfruta ya de su jubilación.

Su último acto, presencia en la Junta Local de Seguridad, acreditó su compromiso. Paco Gómez ha sido un policía de la democracia, casi cuatro décadas tratando de dignificar un servicio esencial para la convivencia y la constitucional protección de las libertades. Gómez decía adiós, en presencia del subdelegado del Gobierno en Santa Cruz de Tenerife, Javier Martín Plata; y del alcalde del Puerto de la Cruz, Marco Antonio González Mesa, quien le elogió con fundamentos: “Ha demostrado esa lealtad no solo al oficio sino de forma personal, convencido de que lo ha hecho también de manera admirable y ejemplar con quienes han ocupado mi cargo con anterioridad”.
Por algo le hicieron Hijo Predilecto en 2013, en reconocimiento a su entrega, a su dedicación y a su profesionalidad. Porque Gómez ha reunido esas virtudes de un servidor público que no solo velaba por la imagen de la seguridad de la ciudad sino por la puntualidad y la calidad de las prestaciones que desde su departamento habría de ofrecer a la ciudadanía. En muchísimas ocasiones, luchando contra la escasez de los recursos, humanos y materiales, contra la incomprensión y contra las dificultades que muchas veces condicionaban la coordinación entre cuerpos y la propia eficacia. Pero se esmeró, desde luego, para dignificar el papel y la tarea de quienes velan por la seguridad ciudadana, de quienes encarnan un cometido primordial, digno de todo respeto, en una sociedad plagada de amenazas y contingencias.
Paco Gómez dice adiós sin alharacas, con sobriedad, como corresponde a su forma de ser. Respetuoso y observador, de sólida formación jurídica, cumplidor del deber sin dobleces, se ganó el aprecio de sus colegas y de los responsables de otros cuerpos que encontraron en él, sobre todo, un colaborador. Paco es, pues, un policía de la democracia que puede presumir de lealtad al haber servido a ocho alcaldes portuenses. Un probo servidor público, un policía que ha querido trabajar siempre con eficacia, con rigor y sin negligencias, con un estricto sentido del cumplimiento del deber y una actitud consecuente con el carácter jerárquico de la organización y el método de funcionamiento. Un policía empeñado en que quienes escogieron tal profesión sean cercanos, estén pegados a las necesidades o las demandas del pueblo, compartan sus afanes, les auxilie, les informe y les prevenga, les haga sentir a los ciudadanos seguros y sujetos activos del Estado de derecho.
En este punto final a su trayectoria activa, Gómez recordará, seguro, al ciudadano Rafael Abreu González quien, unos días antes de cumplir noventa y nueve años, en abril de 2007, le dedicara espontáneamente unos versos titulados “¿Quién es él”? Dicen así:
“Es un joven funcionario; su oficina, en el Penitente. Atiende y aconseja a la gente pero no cobra ‘honorarios’.
Seguro que es progresista, correctamente educado, positivamente ilustrado: fotografiando, un artista.
Joven e inteligente, amigo de los amigos, no se le conocen enemigos: los tiene, seguramente.
No tiene ningún estrés. Dirige a la policía, trabajando día a día, ¿adivíname quién es?”.
Pues ese todavía joven funcionario ya se ha jubilado. Gracias por los servicios prestados…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

MUNDO Y CARMITA


El amigo de la Villa de la Orotava JESÚS GARCÍA RODRÍGUEZ, remitió entonces (04/07/2020) esta fotografía, referente a sus padres; MUNDO GARCÍA EDODEY Y CARMITA RODRÍGUEZ REYES, en su época de sana juventud, novios y amor platónico.
Tomada en el Llano de San Sebastián al mediado de los sesenta del siglo XX, frente a la histórica farola que se colocó en el lugar y en la calle Calvario de la Villa de la Orotava.
Entre la estación de servicio Mobil que regentaba don Toribio Quintero y la Texaco que lo hacía mi padre Juan Álvarez Díaz. Detrás el clásico camión de Eduardo Gutiérrez y un automóvil de los clásicos de la época. Destacando los edificios del siglo XVIII, que aún se conservan, que siempre han sido el escaparate logístico y popular del Llano de San Sebastián orotavense..
En esos años la calle El Calvario era de doble sentido de circulación. El Llano de san Sebastián era un lugar estratégico, e industrial: Las estaciones de servicios: Texaco y Mobil. Comercio de herederos de don Felipe “El Jarandin”. Bazar de Juan Santos. Herrería de Toribio Quintero. Tintorería de Borbolla. Repuestos de Leopoldo Ascanio. Carpintería de Pancho “Barranco”. Barbería de Manuel y zapatería de su hijo Fernando. Taller eléctrico de Villavicencio. Merendero de los “Lima”. Y consultorio de don Juan del Castillo.
Un lugar que aún pervive pero su quehacer cotidiano de entonces fue una quimera.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

martes, 30 de junio de 2020

PALABRAS PARA PERDOMO


El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS, remitió entonces (16/06/2020), estas notas que tituló; “PALABRAS PARA PERDOMO”: “…Un grupo de familiares y amigos homenajeó ayer tarde a Pedro Esteban Rodríguez Perdomo en la cruz de calle que contribuyó a instalar en la calle Peñón. Nos pidieron que dijéramos unas palabras. Son las que siguen.
Uno de los autores más brillantes del Siglo de Oro español, Francisco de Quevedo Villegas, condensó en una breve frase todo un elogio a la amistad y a su significado: “El árbol de la vida –escribió- es la vida de la comunicación con los amigos; el fruto, el descanso y la confianza en ellos”.
El pensamiento quevedesco inspira esta modesta convocatoria, tributo a Perdomo, una voluntad de sus amigos, allegados y familiares para perpetuar la amistad, incluso durante su ausencia. Aquí estamos, estimado Pedro Esteban –y permitan que nos dirijamos a su personalidad- solo con la voluntad de rememorarla, solo para expresar un testimonio sincero de arropamiento y de afecto, acaso como nunca lo hubiéramos hecho. Entre otras razones, porque en vida ni tú mismo lo hubieras consentido.
Estamos con el ánimo que caracterizaba nuestros saludos, nuestras relaciones y nuestras discusiones. También con el de convencernos de que te has ido porque muchos, en efecto, se resisten a creerlo. No estás pero aquí se quedó el aura de alguien que pasó por esta vida queriendo ser útil, emprendedor y amigo leal de quienes se sentían honrados con tu amistad.
Es verdad: le echamos de menos. En el quiosco de loterías de la plaza, en las cafeterías donde tomaba café o un dulce y en los restaurantes donde degustaba un pescado, una carne o una ensalada y participaba de la cuarta de vino, claro. Después, a ajustar la cuenta. Allí dejó una impronta, la que cultivó durante décadas hasta hacerse un personaje imprescindible de la calle portuense. Porque era, en efecto, un personaje popular, un contable profesional de la hostelería, un futbolero entendido, un cinéfilo empedernido durante décadas, un madridista de postín, un crítico permanente, un portuense estoico, un puntal de sus convicciones ideológicas progresistas y religiosas católicas.
Le debíamos este tributo. En un rincón urbano, además, a cuya ornamentación contribuyó con la colocación de esta simbólica cruz, en una conmemoración de la fiesta de la fundación de la ciudad. Entonces estaba el gran Manolo Álamo cuya cita, aquí y ahora, nos parece obligada. Álamo estaría encantado pues para eso discutió con Perdomo en numerosas ocasiones: de parentescos, de edades, de fechas, de portuenses en el exterior, de turismo y hasta de ciencias y artes, como si hubieran querido prolongar la existencia de aquel mal círculo de Iriarte, tan presente en las coplas populares que retrataban la convivencia de nuestro pueblo.
Y a esta convocatoria, sencilla, austera y sobria, acudimos, pesarosos por la pérdida y estimulados por su evocación. Pedro Esteban Rodríguez Perdomo, portuense nacido en 1945, fue para todos nosotros un hombre de pro, un pilar en el que apoyarnos cuando se necesitaba.
Reproduzcamos algunos rasgos biográficos que, en todo caso, ratifican sus aptitudes y su bonhomía:
Fue de los últimos soldados del cuartel de San Agustín, en La Orotava, desde donde pasó al comercio denominado Viuda de Yanes y luego al departamento de Administración y Contabilidad del hotel 'Las Vegas', en el que se mantuvo durante décadas. Luego incursionó con su amigo Francisco Reina en la iniciativa privada. Le gustaba cumplir con los compromisos que asumía y cuando accedió a la coordinación general de servicios de la empresa pública 'Pamarsa' no quebró ese principio. Hasta su jubilación.
Enamorado del fútbol de cantera, dedicó notables empeños en el infantil Puerto Cruz, en el juvenil Taoro y en el juvenil San Felipe, equipos con los que se identificó abiertamente. Colaboró también con Alberto Hernández Illada cuando éste presidió el C.D. Puerto Cruz, en su última etapa de esplendor. Era de los que ponía su coche a disposición del club para trasladar a jugadores y, más de una vez, a los directivos y aficionados.
Fue un superviviente de aquel infausto accidente automovilístico en la madrugada de un Viernes Santo, cuando el furgón que conducía José Antonio Peláez se dirigía, con otros jóvenes ocupantes, a la célebre procesión del Encuentro en La Orotava.
Trabó amistad con Gregorio Ávalos, aquel acuarelista precursor de The Beatles, que se afincó en el Puerto de la Cruz y vivió de cerca algunos partidos decisivos del primer representativo balompédico portuense y el célebre episodio del bicho en el barranco Godínez de Los Realejos.
La plaza del Charco, a qué negarlo, fue su habitat natural. Enemigo de las concentraciones, se retiraba discretamente o se ponía en un rincón inaccesible cuando se producía alguna de ellas, programada o espontánea. Esa plaza, médula espinal de lo portuense, fue el escenario de muchas de las discusiones que entabló y de los miles de chistes que memorizaba. Perdomo fue otro de aquellos habituales de las largas, larguísimas tertulias nocturnas que otro paisano singular, Gilberto Hernández Linares, tuteló, bajo los laureles y las palmeras, durante años y años…”

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL