El amigo de Santa
Cruz de la Palma SERGIO ARMAS PÉREZ remitió entonces (20/10/2024) estas notas y
fotografías que tituló “LA VICTORIA, LA BANDA DE MÚSICA DE SANTA CRUZ DE LA
PALMA ENTRE 1924 Y 1953”.
La Victoria fue una Banda de Música de Santa Cruz de
la Palma, que recibió entonces en la Bajada de la Virgen de Las Nieves en sus
fiestas lustrales en el año 1925 a la Banda de Música Municipal de La Villa de
la Orotava, entonces dirigida por el vallisoletano don Tomás Calamita y
Manteca. La recibieron en el Puerto de la capital de la isla Bonita, y ambas desfilaron
juntas por las calles principales de Santa Cruz: “…El artículo en sí fue publicado
simultáneamente en los digitales El Periódico de La Palma (https://elperiodicodelapalma.com/la-victoria-la-banda-de-musica-santa-cruz-de-la-palma-entre-1924-y-1953/)
y La Palma Ahora (https://www.eldiario.es/canariasahora/lapalmaahora/opinion/victoria-banda-musica-santa-cruz-palma-1924-1953_129_11728201.html).
En la noche
del 11 de octubre de 1924, hace exactamente 100 años, la banda de música La
Victoria ofreció su primer concierto en la plaza de Santo Domingo de Santa Cruz
de La Palma. Bajo la dirección de Pedro Daranas Roque, el programa incluyó las
siguientes obras: La viuda alegre, pasodoble
por Franz Lehár; Nº6 Sacta, polca por
José Franco Ribate; Alegría de Mimí, jota por Pascual Martorell Miró; Zalamerías, habanera por Lorenzo Rals (seudónimo de Reveriano
Soutullo) y Por la patria, pasodoble
por Pascual Martorell Miró. Desde ese momento, y durante casi treinta años, la
banda ocupó un lugar destacado en la vida cultural de la capital palmera,
atravesando periodos históricos clave que determinaron su actividad. No en
vano, el conjunto nace en la etapa final de la Monarquía de Alfonso XIII, con
Primo de Rivera ya instalado en el poder, y transita por la II República, la
Guerra Civil y el primer Franquismo. De todo ello, intentaremos dejar algunas
pinceladas en este artículo.
La génesis de
La Victoria está estrechamente ligada a la unidad de música del Batallón de
Cazadores La Palma nº20, hasta el punto de que podríamos afirmar sin
equivocarnos que sin la una no existiría la otra. Dicha unidad, denominada
'charanga' en la nomenclatura militar de la época por estar adscrita a un
batallón independiente en lugar de a un regimiento, había llegado a La Palma en
1901 y a través de ella recalaron en la isla sobresalientes músicos mayores y
competentes músicos de primera y segunda con plaza ganada por oposición. Entre
ellos se encontraban los hermanos Juan y Pedro Daranas Serrat, el primero como
músico mayor y el segundo como instrumentista, tío y padre respectivamente del
ya mencionado Pedro, así como sus hermanos Juan, Carmelo Facundo y Rafael
Daranas Roque, todos ellos miembros después de La Victoria y que como otros
tantos palmeros se formaron en la banda militar ocupando plazas de músicos de
tercera y educandos.
En 1924, una
reforma general del Ejército trasladó el batallón a Jaca (Huesca) y con él su
popular charanga, que además de atender las necesidades propias del servicio,
participaba en todo tipo de actividades civiles, llegando incluso a ser
contratada por el ayuntamiento por temporadas enteras para amenizar los paseos
que se celebraban una o dos veces por semana en las plazas de la ciudad. Ante
la perspectiva de perder un conjunto que en la práctica funcionaba como una
banda municipal, un grupo de jóvenes músicos, casi todos en la veintena y
provenientes de la charanga del batallón, se agruparon en torno a Pedro Daranas
Roque quien, con 25 años, asumió la dirección de una nueva banda que
denominaron La Victoria.
Rápidamente,
La Victoria ocupa el lugar de la banda militar y, al no estar sujeta a
reglamento, la sobrepasa en número de actuaciones. Durante sus primeros años,
está presente en la vida diaria de la ciudad, tomando parte en todo tipo de
festejos populares, verbenas, conciertos, procesiones, sepelios,
manifestaciones, partidos de fútbol y hasta riñas de gallos. Su actividad no se
circunscribió en exclusiva a Santa Cruz de La Palma, pues en una época en la
que escasamente existían cinco bandas de música bien organizadas en toda la
isla, era frecuente que estas fueran contratadas por municipios que carecían de
ellas. Así, La Victoria pudo escucharse en festejos tales como el Gran Poder
(San Andrés), el Sagrado Corazón (El Paso), la Purísima Concepción (Puntallana)
o San Antonio del Monte (Garafía), entre otros.
Todo ello,
justo es decirlo, por cuenta y riesgo de sus componentes, que solo dos meses
antes del debut de la banda al que nos referíamos al principio, llegaron a
tramitar un pedido de instrumental por un montante total 1458,55 pesetas,
cantidad más que respetable para la época. Una opinión anónima publicada en
el Diario de Avisos del 27
de octubre de 1931 con motivo del séptimo aniversario de la banda hacía
hincapié sobre el particular con estas palabras: “Esta banda de música La
Victoria, ¿cómo ha vivido? Todos lo sabéis. Sin contar con el apoyo directo de
ninguna entidad, y sometidos a un constante sacrificio personal y metálico, y
cercados por la polilla destructora de la envidia profesional han sabido,
después de vencer todos esos malditos obstáculos, llegar a ser lo único serio
que en este arte tenemos en La Palma”.
Con la llegada
de la II República, la banda recibió un mayor apoyo municipal y comienza a
aparecer en eventos de naturaleza más política como el aniversario de la
proclamación de la República o el Primero de Mayo. En cambio, los actos
religiosos, que suponían una de las principales fuentes de ingresos para el
conjunto, se ven reducidos, pues son varias las procesiones, entre ellas las de
Semana Santa, que no se autorizan. Lejos de lo que cabría suponer, la
subsiguiente Guerra Civil lleva a la banda al pico de su actividad, pues el
conjunto era constantemente requerido por las nuevas autoridades para
participar en todo tipo de actos. Particularmente llamativas son las
“invitaciones” que la Jefatura Insular de Falange cursaba a la banda para
acudir a celebrar públicamente los avances de las tropas sublevadas. Sobra
decir que estas invitaciones no eran tales, sino obligaciones reales sin
compensación económica las más de las veces.
La última
década su existencia estuvo marcada por una cierta estabilidad conseguida
mediante la suscripción de un contrato con el ayuntamiento en 1944. Se trataba
de un acuerdo en el que la corporación concertaba los servicios de La Victoria
y le imponía la celebración de un concierto semanal y doce extraordinarios al
año, un nivel de obligaciones similar a los de las bandas municipales de las
capitales de provincia. No obstante, los pagos se hicieron pronto muy
irregulares, llegando a acumular importantes deudas con el conjunto, lo que a
la postre colmó la paciencia de los músicos, quienes dejaron el contrato sin efecto
en enero de 1952, manteniendo la actividad de la banda nuevamente como
formación privada hasta finales de 1953.
No podemos
concluir sin mencionar la destacada presencia de La Victoria en las Fiestas
Lustrales de la Bajada de la Virgen, donde protagonizó algunos hitos que ya
forman parte de la historia de la celebración. Entre ellos, su participación en
los actos de la coronación canónica de Nuestra Señora de Las Nieves en 1930,
coincidiendo con el 250 aniversario de la primera bajada lustral, y la propuesta
del pasodoble Manolo, de Emilio
Cebrián Ruiz, como acompañamiento para el tradicional número de Los Acróbatas,
pieza que sigue interpretándose en la actualidad. Igualmente resaltable es que
La Victoria fue la banda que estrenó la célebre polca de Enanos, compuesta por
Domingo Santos Rodríguez, que el próximo año también cumplirá su centenario, y
que interpretó cinco veces más dentro del ciclo lustral…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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