El amigo de la Villa de La Orotava
ISIDRO FUENTES MELIÁN “MÉDICO” remitió entonces (03/06/2025) estas notas y
fotografía que tituló “LA
SAGRADA UNIDAD DE ESPAÑA Y MI ABUELO PEDRO.- LA REBELIÓN DEL FARROBO. (EPÍLOGO
Y III): “…Weyler llegó allí, a Cuba, en 1892, para sustituir
como Capitán General al canario Nicolás Estévanez que ya tenía 54-55
años. Fue un momento de auge de las huelgas y las manifestaciones callejeras
por la independencia de Cuba en donde participaba Secundino Delgado, que allí
estaba simple y llanamente como un canario emigrante en busca de un futuro
digno. De ahí la tirria de Weyler por Secundino que no cejó hasta que, pasados
los años, estando Secundino en Tenerife, Weyler como Ministro de la Guerra
(había fracasado en Cuba como Capitan General) ordenó, así por las buenas, su
reclusión en la cárcel Modelo de Madrid. La odisea de S. Delgado, el
“preso sin causa”, desde Tenerife a Madrid tiene sus bemoles…...
El director de la Cárcel Modelo
era Millán Astray padre del Millan-Astray (con guion) buen amigo de Franco.
Imeldo Serís y N. Estévanez
visitaron en la cárcel a S. Delgado y ambos, allí en Madrid, tramitaron todo lo
necesario para su puesta en libertad que incluía el billete de regreso a
Tenerife. Secundino Delgado, eso dicen, fue “echado como agua sucia”, de la
Cárcel Modelo, con nocturnidad, aunque fue a mediatarde, en harapos, y
encontró refugio en “ElPais”, periódico republicano en su etapa
1887-1921.
Tenerife rememora a Imeldo
Serís con una espléndida y larga calle en el centro de su capital. Y, lo que
son las cosas, la calle comienza en la plaza Weyler, lo que simbólicamente
podría interpretarse como que Imeldo Serís (nació en 1848) y Weyler (diez años
más viejo) se estrechan las manos amistosamente….. Y como los símbolos
sustentan las memorias, los revisionistas de la historia pueden dejarlo así o
colocar a cada cual donde corresponda.
Fernando VII, que vivía a
cuerpo de rey en Valençay, casi el centro geométrico de Francia, dejó de ser
“Felón” con cierto grado de sumisión-adulación y pasó a ser el más “Deseado”
cuando Napoleón en 1813(Tratado de Valençay) le reconoció como Rey de España.
Los clamores y los vivas a “La
monarquía, Fernando VII, la Patria y la religión verdadera” fueron notorios en
determinadas regiones y ciudades que se sumaban a la fiesta por la expulsión de
los franceses; por cierto, esos lugares fueron trazados logísticamente como la
ruta ideal para que el rey hiciera el trayecto en loor de multitudes, hasta su
entrada triunfal en Madrid. Fue en 1814.
Más de 100 diputados
absolutistas regresaron del exilio mientras abandonaron España más de 13.000
personas entre colaboradores de Napoleón, simpatizantes y afrancesados
perseguidos. La derecha inmovilista se frotaba las manos. El absolutismo
represivo y vengativo entraba por una aparente gran puerta abierta de par en
par para que “El Deseado” se sentara en el trono.
Foto: la calle “General
Castaños”, sin salida hacia “Rosa de Ara”, desde donde se saca la foto, en
medio de lo que fue “El Llano” de mi abuelo Pedro.
Por esos años (1812) Tenerife
sufrió una epidemia de Fiebre Amarilla. Llegó a la isla en un barco procedente
de Cádiz que atracó en Santa Cruz. No se sabía que el virus se propagaba a
través de un mosquito y la medida más efectiva en la prevención era el
aislamiento de la población y, por supuesto, de los enfermos. Mucha
gente, despavorida, huyó hacia La Laguna, pero…..algunos ya contagiados y la
enfermedad hizo estragos principalmente, y por este orden, en Santa Cruz, La
Laguna, La Orotava y el Puerto de la Cruz.
Así como el virus del Covid
tiene apetencia por los pulmones, este, en su etapa evolutiva más grave, la tiene
por el hígado que cursa con ictericia(tinte amarillo) y con un complejo
trastorno de la coagulación de la sangre con hemorragias múltiples (“vómito
negro”). Uno de los presos por la revuelta del Farrobo murió en la cárcel por
la Fiebre Amarilla.
Por El LLano de mi abuelo
Pedro, junto a la Casa Azul, por El Farrobo, por Blasluis…. hasta en los
límites con Las Medianías, cuando las ranas y los grillos dejaban paso al
silencio profundo en las noches de luna llena, la brisa templada de La Cumbre
se mezclaba con los efluvios de El Campo recién regado, y se oía con nitidez el
canto del boyero, del labrador, tal vez de Siño Juan o de Agustín faenando,
quizás con la yunta preferida, a esas horas intempestivas……Y el canto tenía
cadencia de lamento y de plegaria porque “el hombre a quien desvela una pena
extraordinaria, como el ave solitaria, con el cantar se consuela””-
Por allí "General
Castaños" pinta poco.
Isidro Fuentes Melián.-
Médico. Mayo 2025…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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