sábado, 5 de junio de 2021

ÉPOCA DORADA DEL UD. REALEJOS

El amigo de la Villa de Los Realejos: FÉLIX PÉREZ remitió entonces (05/06/2021) esta inolvidable fotografía de la “ÉPOCA DORADA DEL UD. REALEJOS”.

Me llama la atención ver en la alineación al futbolero Blanco defensa central gallego, que se había instalado en la Villa de La Orotava, tras su servicio militar en San Agustín, para fichar por el UD. Orotava y contraer matrimonio con una joven Villera, donde convirtió a los copos de nieve en un referente del futbol regional tinerfeño.

Por esos años, ya le había sustituido el orotavense Jesús Hernández “Chuchito”, por lo que Blanco optó por cambiar Los Cuartos por Los Príncipes.

En el UD. Realejos surgía entonces la inolvidable cantera de ANTONIO OLIVA, en el juvenil e infantil San Agustín, debutaban esos jóvenes: Javier Acevedo, Félix Pérez, López, Sedomir, Padrón etc….

Panorámica de los sesenta del siglo XX, tomada en el estadio Municipal Los Príncipes de los Realejos, con el graderío lleno absoluto.

De izquierda a derecha de arriba abajo: Sedomir (padre entrenador), Sedomir (hijo), López, Blanco, Navarro, Donato ¿+?, ¿+?, Javier Acevedo, Santiago, Chicho, y Félix (propietario de la fotografía).

Era la época dorada, de los campos de futbol de tierra, balones engrasados y vestuarios confeccionado por modistas de la localidad.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

PACO EL ÚLTIMO DE “LA ACADEMIA”


Francisco Quintero Santos (Paco) nació en la Villa de La Orotava y falleció en la misma el día cuatro de Junio del 2021.

El ultimo de “La Academia”, hostal restaurante que se ubicó en el antiguo camino de Los Cuartos – Avenida José Antonio – Canaria.

Un lugar emblemático orotavense que fue habita de visitantes ilustres, en cuyo salón se celebraban grandes bailes, sobre todo en la despedida del año con fuegos artificiales.

Con el tiempo los “Quintero” se instalaron en el Portillo de Las Cañadas, donde ubicaron un merendero, que se convirtió en centro neurálgico del parque nacional, intercambiador de viajeros entre el norte – sur – norte.

A Paco le conocí desde que era un niño, trabajó en el surtidor de gasolina de su padre Toribio, frente al de mi padre Juan en el Llano de San Sebastián.

Me contó que la famosa “Academia” nació en casa de su abuela en la calle el Calvario, en una romería de San Isidro, vendiéndole el vino a José González Pérez, que conocíamos por Pepe “El Canario”.

Posteriormente arrendaron un salón patio – huerta en el mismo camino de Los Cuartos, donde empezó el apogeo del merendero, y de ese hábitat unos metros más allá fabricaron el inmueble donde definitivamente se instaló “La Academia” Hostal – Restaurante.

El nombre “La Academia”, se lo encajó el orotavense Santiago Díaz Linares, zapatero que tenia la zapatería en la calle Cólogan. Puesto que frecuentaba el lugar, y los amigos le preguntaban a donde partía, contestándole que a la Academia, a echarse un vaso del buen vino.

Lo último del amigo Paco, todos los días nos saludábamos, en varias calles diferentes, del casco histórico de la Villa de La Orotava.

El caminar era evidente. Un costadito, saludos de rigor, un pequeño intercambio, y así todos los días.

Adiós Paco era el simple saludo diario, hasta que un día me dijo, solo quedo yo de los “Quintero”, madre mía solo quedaba él.

Paco ahora ya no queda nadie, pero reconozco que fuiste un hombre bueno, servicial, amable, comunicativo.

Descansa en ese paraíso eterno, lleno de fe, esperanza y misericordia. Mándale un recuerdo de mi parte a tu hermano Alberto, magnifica persona que hacía vivir a todos con sus carismáticos chistes de la vivencia cotidiana.

Un abrazo hasta siempre.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

viernes, 4 de junio de 2021

PEDRO CHÁVEZ TRUJILLO EL ULTIMO ZAPATERO DE LA VILLA DE LA OROTAVA QUE HIZO ESCUELA, EN EL RECUERDO (II)

El amigo de la Villa de la Orotava, de mi calle El Calvario; CARMELO SANTOS VILLAR remitió entonces (29/05/2021) esta fotografía expuesta en la plaza de la Constitución en las Fiestas Mayores 2021, por el GRUPO CULTURAL LA ESCALERA, referente a “PEDRO CHÁVEZ TRUJILLO EL ULTIMO ZAPATERO DE LA VILLA DE LA OROTAVA QUE HIZO ESCUELA, EN EL RECUERDO”.

Tomada en su zapatería de San Francisco en los cincuenta del siglo XX. Desconozco la identidad de los dos productores que le acompañan.

Cada vez que visito el taller de zapatería de “San Francisco” de la Villa de La Orotava, se me ponen los pelos de punta, puesto que en ese clásico rincón ARTESANAL – CÁTEDRA orotavense, se conserva una de las maquinas de coser de origen alemán de la ciudad de Hamburgo (siglo XIX), que fue propiedad de mi abuelo materno; Bruno Abréu Rodríguez.

Es para mí una gozada la visita a esa catedral orotavense del zapato, esa máquina que me llama la atención de origen austriaco (juntamente con otra que le vendió al también zapatero villero Saturnino Hernández Díaz “Nino”, son únicas que quedan activas).

Se la vendió mi abuelo a Pedro Chávez Trujillo (fundador de la mencionada zapatería) al principio de la década de los cincuenta del siglo XX, cuando empezó a trabajar por su cuenta, por un montante de 1.000 pesetas. A mi abuelo le costó 30 pesetas, y subirla desde el Puerto de la Cruz hasta La Villa de La Orotava en una mula, le costó 35 pesetas. Cinco pesetas más que el coste de la maquina.  

Me alegro que sus herederos, sus actuales propietarios del taller, sus hijos y amigos; Juan Pedro y Tomás Chávez Méndez, la conserven con cariño, la siguen utilizando e incluso todos los años la expone en la feria de Pinolere.

En fin esa máquina se la adquirió mi abuelo Materno; Bruno Abreu Rodríguez al principio del siglo XX al abuelo de los hermanos orotavenses; Pedro, Juan José, Domingo, Camilo y Antonio Pérez Betancourt.

Fue transportada desde el Puerto de la Cruz a la Villa de La Orotava a lomo de mula.

Le pedí a los amigos; Juan Pedro y Tomás Chávez Méndez actuales propietarios y gerentes del taller que me facilitaran material de su padre.

Solo poseían un recorte de un artículo del periódico tinerfeño encuadernado y colgando en las paredes del mencionado taller.

Trata de un interesante e ilustrado artículo periodístico, firmado por MANUEL ACOSTA GONZÁLEZ, en la sección de “RETAZO DE TRADICIONES”, pero se desconoce a qué periódico pertenece, pagina y fecha: “…En  la plaza de San Francis­co, número 15, de la Villa de La Orotava, se encuentra en la actualidad la zapatería de los herederos de don Pedro Chávez Trujillo. La casa es terrera, con una sola puerta, de aspecto muy antigua y de color avellana, donde se puede apreciar el veteado de la Riga, que la acción del tiempo nos deja ver al desnudo.

Poniendo los pies en el escalón de piedra pasé al interior, y lo pri­mero que se puede contemplar es ­la figura del maestro zapatero sen­tado en su taburete, donde realiza sus labores de artesano. Me recibe con un saludo afectuoso y una sonrisa amplia. En el ambiente se respira un olor penetrante de suelas, pieles. Betún y tintes; característico de estos talleres. El primer gesto del maestro fue: «Tome asiento» para luego, pro­seguir: « ¿Qué le trae por aquí?». «Don Pedro, con su permiso: ¿desde cuándo practica este oficio de la zapatería en general?». Después de una pequeña reflexión, me decía el maestro que todo empezó allá en su infancia, cuando aún andaba con pantalón ­corto y su grupo de amigos que iba de un lado para otro en busca de aventuras con sus doce años de niño adolescente que tenía que orientar su vida dentro de un Valle donde predominaba el verde esme­ralda de sus plataneras y los gran­des ojos de las charcas repletas de agua, desde donde salían las atar­jeas que transportaban el preciado liquido para apagar la  sed de los cultivos de la idílica Orotava.

Don Pedro Chávez es natural de La Orotava y vivió en el barrio de Los Cuartos. Comenzó a traba­jar a los doce años en el taller del maestro zapatero don Antonio Luis  Domínguez, que vivía cerca de su casa. Este maestro supo enseñar día tras día al joven Pedro, trasmitiéndole los conocimientos con los trucos del oficio y los dife­rentes tipos de zapatos que se hacían por aquel entonces, tanto los de hombre corno los de mujer y, sobre todo, los botines de tacón carrete que tanto uso tuvo en aque­lla época, no pasando por alto las polainas decoradas a dos colores y las de un color entero con hebillas de metal en la parte de afuera, que pueden ser negras o canelas Como las que usan en la actualidad los hombres que visten el traje típico y van cargando al Santo Patrón, San Isidro Labrador, en la famosa romería del Valle de La Orotava,

En el año de 1951 tomó una decisión y dejó el taller donde había aprendido lo suficiente, para establecerse por su cuenta, dispo­niendo su propio taller de «zapate­ría en general» en el mismo lugar que se encuentra en la actualidad.

Cuatro años más tarde contrae matrimonio Con doña Cecilia Méndez Hernández, formando un nuevo hogar que daría sus frutos con los seis hijos que tuvieron, cuatro hembras y dos varones.

El taller de don Pedro es muy singular y, a la vez, repleto de cosas que resaltan a la vista, como la colección de llaveros que penden por todas partes, al igual que los aperos de labranza, utensillos de las casas antiguas, junto con unas tenazas de herrería que guarda con gran cariño y respeto, porque eran de su padre, cuyo oficio desarrolló durante toda su vida. Sería impo­sible enumerar tantas cosas curio­sas y objetos de todo tipo, pero lo más que me llamó la atención es una silla de hierro y cuero, de un modelo castellano, conocido como «CAMUJA», cuyo uso en la antigüe­dad era silla de viaje en cabalgadu­ra que, por la forma que tiene de arco de medio punto, se adaptaba al lomo de las mulas.

---Don Pedro, ¿cuántas perso­nas se habrán sentado en este sitio'? «Figúrese, no solamente los Clientes, sino los amigos, que son muchos». Es fácil adivinar las entreteni­das charlas de las tardes lentas y pesadas, donde se habrá hablado de lo divino y lo humano, sentando cátedra la sabiduría popular, según usos y costumbres de nues­tra tierra. Ya que este mismo caso se da en los talleres de otros oficios, como: el sastre, peluquero, herre­ro, carpintero y en más de una taberna donde a veces, por razón del vino, los alegatos toman un tono más bravío y fogoso pero en casa del maestro zapatero las cosas, son normales porque él tiene, a modo de juez un martillo en la mano para majar la suela y poder dar la forma a los zapatos por cuya razón, si las discusiones se desman­dan pone orden dando cuatro mar­tillazos en la cesárea por el bien de la casa.

Muchas cosas curiosas me contó el maestro del calzado, como, por ejemplo, una tenería que hubo de antiguo en La Orotava donde se curtían todo tipo de cueros, pero al desaparece¡ ésta, los zapateros y albarderos recurrieron él la rúbrica Dorta en Santa Cruz, que vendía todo lo que hacía falta para estos menesteres. Pero, en la actualidad, don Pedro trae los materiales de la Península, concretamente de Valencia: para las botas de muga de cuero virado en beige, y de Madrid para las negras lisas satina­das, al igual que los zapatos de hombre y toda clase de suelas de Igualada, Barcelona. Es una gran suerte contar con este hombre entrañable, enamora­do de su oficio, que nos resuelve una parte tan importante del resca­te del calzado que se usaba en el pasado, y tan necesario es para completar vestimenta y calzado tradicional: por lo que contamos con él, ya que ha sabido guardar los moldes y patrones antiguos de los zapatos de mujer de La Palma, como los que llevan hebillas de pla­ta, botines de tacón carrete de Tenerife, La Gomera, El Hierro, y las conocidas polainas que realiza enteramente a mano, con esas hor­mas de madera que conserva junto con el gancho para sacar las mis­mas; la linasa o cáñamo, la cera para fortalecer el hilo, las manijas de cuero que le protege, las manos del paso de los hilos en el cocido, con las leznas y las correas de tira pie, los martillos tan característicos, pero la pieza más curiosa por su nombre es la cesárea, que viene él ser una pieza de hierro, formando tres ángulosunidos al mismo vértice con unos salientes en for­ma de planta de pie de dos tamaños, con un talón que, según con­venga, se introduce en el interiordel calzado para realizar las labo­res artesanas. Por este taller han pasado tres o cuatro aprendices a lo largo de los años: pero en realidad los que ver­daderamente se han quedado son sus dos hijos: Juan Pedro y Tomás Chávez Méndez, que no quisieron seguir estudiando y se dedican de pleno a la zapatería en el taller de su padre. Que me dice lo bueno que son sus hijos realizando los traba­jos artesanos de la zapatería en general. A don Pedro Chávez se le ve muy contento y feliz al contem­plar a sus dos hijos trabajando con él, y sobre todo que puede contem­plar cómo sus conocimientos no se perderán ya que estos dos jóvenes realizan este oficio a la perfección, con un buen ánimo de la continua­ción. Estos tres maestros del callado tradicional se merecen más que un artículo, por la dedicación y la entrega a un oficio tan singular: por lo que les dedicaré dos coplas populares. Tírate poquito a poco / no te tires a matar / que dicen los zapateros / que esta caro el material. / El zapatero y el sastre / fueron al infierno juntos / el sastre por los recortes / y el zapatero por puntos…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

LA FESTIVIDAD DEL COMERCIO OROTAVENSE

El amigo de la Villa de La Orotava mítico jugador del Baloncesto; JAVIER ÁRBELO HERNÁNDEZ, remitió entonces (27/08/2021) esta inolvidable fotografía propiedad del también amigos de la calle el Calvario JOSÉ SANTOS CRUZ (PEPITO) al que le agradezco de ayudarme a identificar a todos los señores y jóvenes fotografiados en la misma. Referente a “LA FESTIVIDAD DEL COMERCIO OROTAVENSE”.

Tomada en la recordada portada principal de entrada al patio de butaca, al final de los cincuenta del siglo XX, tras disfrutar de la manducatoria, por la festividad del comercio y los comerciantes, avocando a su patrón San Francisco de Así de los días 4 de octubre.

Me cuentan que todos los cuatro de octubre, se reunían, comerciantes, gremios y demás de la calle La Carrera y sus aledaños de la Villa de La Orotava, para celebrar San Francisco de Asís, su patrón.

Una fotografía para el recuerdo y la historia local, en la que está integrada por los que fueron comercios, comerciales y productores de la calle La Carrera.

De izquierda a derecha de arriba abajo; Lucio Sacramento, Antonio Santos Hernández, Norberto Morales, Felipe Hernández Casanova, Manuel Árbelo, Quintín, Isidro Linares León, Manuel “El Venezolano”, Pepe Ledesma “Vinolis”, Argeo González, Félix Sosa, Valerio, Miguel Herreros González de Chaves, Domingo Domínguez González, y Salamanca (progenitor).

Lo curioso de la jornada, es que solo se reúnen los caballeros, pero las féminas que ejercían el comercio, solían ausentarse.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

ENRAMES DE LOS CIRIALES

El amigo de la Villa de la Orotava, de mi calle El Calvario; CARMELO SANTOS VILLAR remitió entonces (29/05/2021) esta fotografía expuesta en la plaza de la Constitución en las Fiestas Mayores 2021, por el GRUPO CULTURAL LA ESCALERA, referente al “ENRAMES DE LOS CIRIALES”.

Esta tradición de enramar los ciriales por el Corpus en la Villa de la Orotava, nació al principio del siglo XX, tras el diseño de entonces un niño orotavense PEDRO VILLAR, en aquel tiempo monaguillo del templo parroquial y matriz de Nuestra Señora de la Concepción.

La fotografía corresponde a los sesenta del siglo XX, tomada en la segunda sacristía deposito(izquierda) del templo parroquial San Juan Bautista de la Villa de la Orotava, delante de la puerta de entrada a la hornacina de estilo rococó del retablo del Cristo de la Columna del sevillano Pedro Roldan.

Fotografiados: Uno es Manolo Expósito (cargador varias décadas de las Andas del Corpus de Nuestra Señora de la Concepción) y el otro es Jesús González. Ambos de la calle Nueva. Muy vinculados, monaguillos y colaboradores de la parroquia de San Juan Bautista, también vinculados a la hermandad del Santísimo (Manolo encargado de tocar el Alba y Jesús fue presidente de la hermandad sacramental).

Y relacionados con la banda de cornetas y tambores de San Juan. Los dos fueron directivos fundadores. Manolo fue conserje, músico (platillos) y miembro de la directiva. Jesús también estuvo en varios cargos y luego muchos años como presidente de la banda.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

miércoles, 2 de junio de 2021

EL CARRITO DE EUSEBIO EN EL TIEMPO (III)

El amigo de la Villa de la Orotava, de mi calle El Calvario; CARMELO SANTOS VILLAR remitió entonces (29/05/2021) esta fotografía expuesta en la plaza de la Constitución en las Fiestas Mayores 2021, por el GRUPO CULTURAL LA ESCALERA, referente al “CARRITO DE EUSEBIO EN EL TIEMPO”.

Me cuentan que fue Víctor Polo Rocío, el que primero instaló los carritos de golosinas y demás en la Plaza de La Constitución de La Villa de La Orotava.

En el tiempo se tuvo que hacer cargo del bar – pensión – fonda “El Suizo”, que adquirió su padre  oriundo de Málaga don Paco Polo Verdugo en la Calle de García Beltrán. Los carritos desaparecieron de su propiedad, y fueron distribuidos (vendidos) a; Manuel Regalado (su cuñado), Paco Luis Expósito y el que se instaló por fuera del desaparecido Cine Teatro Atlante (de Nano y Tomás) de la Villa que fue famoso por los garbanzos tostado y los rosquetes salvavidas.

Con el tiempo el santacrucero don  Miguel Monasterio, entonces administrador del hospital de la Santísima Trinidad de La Orotava, montó un carrito similar frente a dicho recinto sanitario en la calle – plaza de San Francisco. Este carrito que ya lo trabajaba el orotavense Eusebio Delgado Luis (como operario), se trasladó a la plaza de la Constitución, en el lado oeste frente al famoso estanco de Anita, mientras que los otros dos estaban en el lado este.

Al final el amigo “Eusebio” lo adquirió en propiedad, ampliando sus ventas de golosinas, cigarrillos y demás que la niñez de la villa se enamoró, y siempre se reencontraban en el Carrito de “Eusebio”.

Cuando tuvo que realizar el servicio militar obligatorio, se lo arrendó al defensa central del UD. Orotava Jesús Hernández “Chuchito”, cambiando el denominativo durante esa temporada por “Chuchito el del Carrito”. Hasta que se reincorporó de nuevo “Eusebio”. Existía en el Carrito un Radio – transistor de grandes dimisiones, donde nuestra savia juvenil solíamos sentarnos en sus alrededores para escuchar los carruseles deportivos de los domingos, referentes al campeonato de liga de la primera y segunda división del fútbol español.

A título anecdótico, menciono dos acontecimientos que se me quedaron grabados en la rutina: Un encuentro correspondiente a la primera división del Fútbol Nacional (radiado en directo por una emisora de Las Palmas) de la temporada 1967 – 1968, en el Estadio Valenciano “Mestalla” (actual Luis Casanova), entre los conjuntos Valencia CF. – UD. Las Palmas, en ambos conjuntos jugaban dos primos hermanos de la Orotava; Francisco Sánchez García en la UD. Las Palmas y Nolito Hernández Sánchez en el Valencia CF. El encuentro acabo en empate a dos tantos, marcando ambos primos para sus equipos respectivamente. En segundo lugar, aquel famoso combate por el título Europeo de los pesos súper ligeros entre Carrasco y el tinerfeño Velásquez, el cual fue vencedor por puntos el peninsular, aparecer no lo mereció. La retrasmisión en directo por radio nacional de España a través de la sonora voz de don Matías Prat, se realizó un jueves Santo por la noche.

Recordar que los carritos de la Plaza de la Constitución, al diario por las tardes, bajaban por la Calle El Calvario a pernoctar sus noches en unos garajes de la calle “El Tejar”, propiedad de los herederos de don Justo Díaz, al día siguiente regresaban por la misma calle cuesta arriba hasta la plaza. La misma operación realizaba el Carrito del Teatro – Cine Atlante, pero por la calle de Juan Padrón, subía por García Beltrán y bajaba por la del Calvario. El Carrito de Eusebio, hacia el mismo recorrido que los primeros, pero pernoctaba en el Salón Industrial de mi padre Juan Álvarez Díaz. Al final los Carritos de la Plaza se quedaban amarrados y bien cerrados en sus lugares respetivos, bajo las sobras de los arboles de la Alameda, que recibían los reverberos de Luna llena en noches estrelladas.

Esta fotografía que ya es recuerdo del pasado, aparecen fotografiados; Jesús Hernández “CHUCHITO” y Eusebio Delgado Luis “EUSEBIO” en el famoso carrito de golosinas de la plaza de la Constitución, en tiempos de la milicia de Eusebio que se le ve pelado y le tenía arrendado el carrito a Chuchito, además observamos el ambiente festivo de la mencionada plaza, donde se reunían muchos villeros, en busca de sus amores.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

martes, 1 de junio de 2021

LA CANTINA DEL ATLANTE

El amigo de la Villa de la Orotava, de mi calle El Calvario; CARMELO SANTOS VILLAR remitió entonces (29/05/2021) esta fotografía expuesta en la plaza de la Constitución en las Fiestas Mayores 2021, por el GRUPO CULTURAL LA ESCALERA, referente a “LA CANTINA DEL ATLANTE”.

El desaparecido e inolvidable Teatro Cine Atlante de la Villa de La Orotava, tenía una cantina en el patio butaca y una segunda en la parte alta,  que cobijaba el Anfiteatro en alternancia con el Tablón o Gallinero como le decían.

En mis tiempos infantiles y juveniles, la del patio butaca la regentaba Domingo Domínguez González, para mantener a su madre viuda entonces y al mismo tiempo también tenía la de anfiteatro, en la que poseía a un productor en contrata.

Recuerdo de hacer colas para obtener las golosinas y chocolaterías, me llamaba la atención en ver una fotografía en color colgada en su estantería principal del Real Madrid de Distefano y Didí, que siempre señalábamos con el negro del Real Madrid.

La panorámica que corresponde al final de los cincuenta y principios de los sesenta del siglo XX, observamos de izquierda a derecha de arriba abajo: Domingo Domínguez González, Villar (chapista, que luego trabajó de mantenedor técnico en el Hotel Girasol del Puerto de la Cruz), Domingo (encargado de la cantina del anfiteatro), ¿+?, Juan conocido por El Oreja, ¿+?, Lalo Martín y su hermano Juan Luis Martín (maestro y funcionario de Caja canaria).

Desconozco la identidad de los señalados ¿+?, pero los recuerdos ver, en la Villa.

La Cantina del Teatro Cine Atlante, todo una anécdota, para recordar y revivir, aquellos tiempos donde la sociedad y la comunidad entre villeros era incuestionable.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL