Fotografías compartida de Cajacanaria Fundación.
El amigo del Puerto de la Cruz SALVADOR GARCÍA LLANOS remitió entonces
(21/11/2024) estas notas que tituló; “CASTAÑEDA”: “…Nos parece estar viendo la figura egregia de su padre,
animando aquella célebre tertulia del antiguo bar “Dinámico” que envolvía media
plaza del Charco en el Puerto de la Cruz, en la que debatían y contrastaban
posiciones ideológicas los próceres portuenses. Don Luis, que así se llamaba,
era una especie de oráculo, hablaba con voz grave y decía cosas rotundas que
los niños y escolares seguíamos con atención a cierta distancia. La que
marcaban la edad y los usos sociales y el costumbrismo de la época. Don Luis
Castañeda era un lector empedernido y escribía colaboraciones en la prensa
local de entonces, ‘La Tarde’ principalmente. En cierta ocasión, víspera de San
Andres (noviembre 1968), un aluvión causó un muerto e ingentes destrozos
materiales, no solo en el Puerto sino en todo el valle y norte de Tenerife. Al
día siguiente, el vespertino, que aguardábamos con impaciencia, insertaba una
crónica de Castañeda que debe estar en alguna de las numerosas cajas con
recortes, gráficas y reproducciones: “Impresiones de una angustiosa noche de
vísperas”, se titulaba. La suya, cargada de dramatismo, era una descripción que
ponía los pelos de punta: el barranco corriendo, el viento nocturnal, la
desembocadura en un mar agitado y teñido de tierra circulando con virulencia desde
las medianías, mejor dicho, desde las alturas, algunos bloques de viviendas
-aquellas llamadas barriadas- destrozados y la primera prueba de la información
boca-oído que circulaba sin cesar, casi como el cauce del barranco San Felipe…
Cayó la noche, el frío envolvió la oscuridad, el ruido de la escorrentía era el
sonido de fondo de aquel ambiente y el lodo y las piedras fueron acomodándose.
Los escolares supimos, mucho más al día siguiente, leyendo la crónica de don
Luis que describía el suceso.
Juan Carlos Castañeda, hijo de don Luis,
que había sido alcalde de Garachico, debía ser muy niño entonces pero seguro
que almacenará los recuerdos asustadizos y las recomendaciones de familiares y
vecinos de aquella “angustiosa noche”. Ahora que está próxima su jubilación,
después de muchos años implementando un peculiar estilo narrativo a las
transmisiones radiofónicas de encuentros deportivos, principalmente los del
Tenerife, dentro y fuera, puede sentirse satisfecho de una trayectoria que
inició -alternando con los estudios universitarios de Derecho- en la
desaparecida ‘Revista Local’, que editaba el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz
desde los tiempos en que Paco Afonso era su alcalde. Fue su primer empleo. A
Juan Carlos le pudo más la vocación periodística heredada, impregnada de un
compromiso social, pronto advertido y a lo largo del tiempo casi siempre
plasmado en informaciones, entrevistas y conducciones radiofónicas.
Incursionó en varios medios
audiovisuales, siguió la estela durante un tiempo de José María García
(Antena3) y fue ganándose el aprecio de la audiencia porque había algo de
rebelde, atrevido y valiente en aquellos envites de la medianoche en vela o en
los almuerzos ‘interruptus’ de los mediodías. Luego fue capaz de imprimir un
estilo propio en las transmisiones, especialmente de los encuentros del
Tenerife, cuando salpimentaba sus relatos con algunas ocurrencias dialécticas o
con expresiones coloquiales -a veces extraídas de una procesión religiosa-
memorizadas desde aquellos años en que la Virgen del Carmen portuense reclamaba
el fervor de la multitud que se agolpaba antes y después de ser embarcada.
Castañeda es y será siempre un cronista, un relator, un periodista, en suma, de
extracción popular que también se esmeraba, preparándose, cada vez que le
tocaba presentar algún espectáculo o una de esas veladas que dan vida a los
festejos de los pueblos.
Algún consejo dimos para que no se
estancara, para que probara con asuntos de información general y seguimiento de
los vaivenes políticos. Celebramos que lo haya intentado hasta cosechar el
éxito, aunque a veces tuviera que contener la vena progresista y acomodarse a
líneas editoriales. Pero jamás perdió el espíritu de rebeldía e inconformismo,
el que destilaba su padre, don Luis, con aquel vozarrón inconfundible.
Ahora, próxima su jubilación, la emisora
a la que dedicó los mejores y más granados afanes, Radio Club Tenerife, le
reconoce con una distinción, el primer Teide de Oro honorífico. Cuatro décadas
de dedicación inquebrantable, leemos en algún sitio. Coleccionando audiencias,
fiel a un estilo, a unas formas, a una garra innata, a un pluralismo practicante.
Valiente, decidido y hasta temerario, razonable en cada litigio y en cada
discrepancia, Juan Carlos Castañeda no ha sido una voz más de las ondas. Las
animó cuando hubo que hacerlo y las enriqueció con su estilo propio, al cabo
distinguido.
¡Enhorabuena!...”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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