Fotografía
colección particular tomada de mi cámara.
El amigo del Puerto de la Cruz SALVADOR
GARCÍA LLANOS remitió entonces (30/01/2025) estas notas que tituló; “REMEMBRANZAS
DE SAN FRANCISCO”: “…En una entrada anterior referida a la
restauración del retablo de la iglesia de San Francisco, en el Puerto de la
Cruz, anticipamos la idea de recuperar algunas remembranzas que caracterizaron
la vida y las costumbres del templo, situado en un enclave muy céntrico,
construido por el almojarife Juan de Texera entre 1599 y 1608.
Un cura mejicano, José Flores Ghobber
(Guadalajara, México 1911-Puerto de la Cruz-Tenerife 1978), cercano al conocido
actor Mario Moreno ‘Cantinflas’, estuvo muy ligado durante años a la citada
iglesia, que estaba sin uso. Posteriormente fue trasladado por el obispo Pérez
Cáceres a la parroquia de García Escámez, en la capital tinerfeña. En la Peña
de Francia, el párroco titular era Federico Afonso y figuraba como coadjutor
Federico Ríos que había llegado procedente de la parroquia de Icod el Alto. La
era de los ‘federicos’. Cuando llegaron los padres agustinos al Puerto de la
Cruz, en 1958, se planteó un desencuentro con motivo del destino a dar al
inmueble de Victoria Ventoso resuelta con el traslado del padre Flores a Santa
Cruz.
De éste se recuerda su esfuerzo
humanitario. También se habla de un “trato exquisito y cuidado para con todas
las personas”. Daba clases de Religión en el colegio de segunda enseñanza, Gran
Poder de Dios. Nacido en medio de una Revolución, adquiere la nacionalidad
española en 1953. Fue nombrado párroco de San Miguel en 1936, donde permaneció
hasta 1942. En 1951 el padre Flores publica la poesía lírica
‘Azteca’, esbozo de una síntesis crítica. La profundidad de este escrito
demuestra la altura intelectual de este sacerdote que en tan sólo cuarenta y
dos páginas realiza una síntesis aclaratoria sobre la poesía azteca, una
llamada a los moradores de México y a la cultura trasmitida a través de los
tiempos, enraizándola con el pensamiento cristiano.
(Cuenta uno sus biógrafos, Roberto Darias
Herrera, en La Tajea, que
en torno a 1940 un soldado que padecía una discapacidad había desertado por el
hambre que en aquella época existía, muriendo bajo las balas de sus compañeros
que habían sido enviados en su búsqueda. Le encontraron en la zona de El Roque,
no atendiendo al alto que en un primer momento se pronuncia, disparando y
provocando el terrible desenlace. El entierro se llevó a cabo en San Miguel de
Abona y, siendo el padre Flores sensible a las desgracias ajenas, realiza un
sepelio de primera, según la costumbre de aquel momento. En su homilía aludió a
la muerte de aquel joven con las siguientes palabras: ·”Siendo vilmente
asesinado”. Los testigos afirman que esto pudo al padre Flores costarle la
condena, bajo juicio militar, de ser alejado del pueblo de San Miguel por un
tiempo determinado).
Volviendo a la iglesia de San Francisco,
recordemos que no se vio afectada por un pavoroso incendio ocurrido el 16 de
febrero de 1966, miércoles de ceniza. El padre Flores explicaba la liturgia y
las lecturas sagradas desde el púlpito, en tanto celebraba misa Federico Ríos.
Mientras, José Expósito González, con el paso de los años teniente de alcalde
del ayuntamiento portuense, oficiaba de monaguillo. Los novios de la época
aguardaban en la coqueta plaza del Doctor Víctor Pérez, enfrente de las puertas
del templo. Los escolares nos acomodábamos en los muretes bajos desde donde
veíamos pasar las procesiones. Hasta donde alcanza nuestra memoria, había misas
a las 9 de la mañana y a las 11.30. Había reclinatorios reservados. Las guaguas
circulaban lentamente hacia la empedrada calle La Marina, en uno de cuyos
edificios, junto al Fielato, estuvo emplazado un intento de estación, donde
unos cuantos aguardábamos la llegada de los paquetes del periódico ‘La Tarde’.
El templo quedó cerrado al culto hasta su reapertura con carácter ecuménico.
Cuando eso sucede, es el cura realejero Manuel González, estudioso del arte
sacro recuperador de libros, arte y objetos religiosos, quien se encarga del
cuidado de la iglesia, que guarda algunas imágenes que en cada Semana Santa,
hacen trayecto procesional. Guarda también diversas esculturas y retablos
de gran interés, entre las cuales destacan las imágenes del Cristo de la
Misericordia, la del Señor de la Humildad y la Paciencia, la de San Juan
Bautista y la de San Francisco de Asís, todas ellas corresponden al siglo XVII.
Asimismo, la iglesia también alberga un crucificado de estilo gótico…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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