viernes, 18 de junio de 2021

ANITA

Un día soleado como hoy ocho de junio del 2017, víspera de nuestra fiesta Mayores de La Villa de La Orotava, nuestra querida ANITA la del “Estanco” de la Plaza del Kiosco de la Música nos dijo adiós definitivamente.

La verdad que es un día triste para mucha genere raciones de niños y jóvenes, que se ubicaban siempre en su estanco, en busca de las celebres golosinas infantiles, dulces y cigarrillo de la juventud.

Anita estuvo en su Estanco de la plaza de la Constitución de la Villa de La Orotava más de cincuenta años, todos sus convecinos y amigos le hicieron un  homenaje, y ella hasta la fecha seguía  igual que como la conocí desde mi infancia que acudía a comprar chicles, caramelos, chocolatinas, dulces y en mi juventud a por los primeros cigarrillos. 

Anita tenía y tiene unas características singulares de una persona amable abierta a toda la sociedad, grandes, jóvenes y niños todos forman su clan de adquirir en ese estanco histórico de la esquina de la plaza al lado donde estuvo instalado un Banco.

Lo curioso de Anita, hay una anécdota, que es universal, si alguien queda en La Orotava, siempre se decía, te espero por fuera de Casa Anita. Nunca se pierden las citas, allí en el estanco, se realizaron a lo largo de los años el principal lugar de encuentro y reencuentro de muchísimas personas.

Siempre se le veía en su trabajo diario caminando hacia arriba, hacia abajo, en busca de sus mercancías en el depósito que tenía en la calle de San Agustín, mercancías que sus clientes le reclaman, recuerdo que de pequeño siempre íbamos a por los bollitos fresquitos que Anita distribuía en exclusiva, unos eran de chocolates y otros de moca, la verdad que eran tan deliciosos que en varias ocasiones llegué a casa de mi madre quejándome de dolores del estomago, no por la baja calidad si no por la cantidad que me suministraba yo mismo sin querer, adjuntado al gusto y al sabor de esos celebres bollitos que ya desaparecieron del mercado y por supuesto de casa de Anita como siempre cariñosamente le decíamos, parece que procedían de una dulcería del Puerto de la Cruz que estaba situada en la conclusión de la calle Esquivel con la Valois.

Sus amigos somos todos, villeros de verdad, éramos niños entonces y ahora ya vamos para la tercera fase y siempre Anita nos recuerda con cariño, porque la cola para adquirir el producto en ese pequeño estanco a veces llegaba al desaparecido carrito de venta de golosinas de Eusebio, otras veces a los escaparates de la firma Comercial de Casiano García Feo e Hijos SL, y en ella formábamos tertulias de todo tipo, fútbol, baloncesto, cine, amores, incluso hasta temas políticos, claro que la censura nos complicaba la vida, pero nunca desgraciadamente pasó nada…

Adiós querida Anita, hasta siempre.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

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