martes, 2 de enero de 2018

EL BESO DE ELSA



Fotografía propiedad de la familia Domínguez Luís, publicada en el libro "DESDE AQUEL ÁRBOL QUE SE MUEVE" distinción póstumo a Domingo Domínguez Luis.
En ella vemos a Elsa Domínguez García (hija) levantando el puño derecho, tal como prematuramente le enseñó su padre.

El amigo de la infancia en la calle el Calvario de la Villa de La Orotava ISIDORO SÁNCHEZ GARCÍA remitió entonces (24/09/2011) estas notas que tituló "EL BESO DE ELSA": "... Arriba en el escenario una abigarrada mesa de cuatro personajes escribió el epílogo del libro.  Primero fue Mari Luz Illada quien contó la idea del libro que se le había ocurrido, en la finca refugio de Mamio, en homenaje materno filial a su sobrino Domingo. Luego fue el amigo Nicolás González Lemus quien detalló los pormenores de la edición después de recorrer de manera emotiva sus relaciones de amistad, política y cultural, con Domingo. Cecilia Domínguez, su hermana, nos hizo llorar cuando comenzó su intervención recordando a mi hermano Francisco, también fallecido, y refirió de manera brillante las incidencias más llamativas de sus relaciones fraternales y el porqué de tantas cosas de la vida de Domingo, en particular la importancia de la escritura a la hora de tender puentes sobre los abismos y a seguir a pesar de todo, como bien pude leer posteriormente en el prólogo-justificación que escribiera a la hora de decidir los escritos de su hermano que mejor reflejaran su carácter, su manera de vivir y sentir. Cerró la presentación Toño Mesa, amigo del alma de Domingo, quien narró detalladamente su mundo particular de relaciones  culturales con el que fuera responsable del área de Cultura y Deportes del Ayuntamiento de La Orotava en la etapa 1979-1983. Y como es habitual nos recordó en un audiovisual familiar la historia de Domingo Domínguez Luis, al igual que en una magnífica exposición de fotografías.
Fue entonces cuando saludé a viejos amigos, entre otros a Paco Tovar, Julián Ayala, Marcos Guimerá, Antonio Santos, Ana María Llarena, Salvador García, los hermanos Fuentes y a Jesús Hernández Acosta. Obviamente a Charo, la viuda de Domingo, y a Elsa, su hija. A esta última hacía años que no la veía. Me dio un beso que no olvidaré. El cariño que me transmitió es difícil de olvidar. Por ello me he puesto a escribir estas líneas para decirle que aunque su padre no pudo conocer a sus hijos, o sea a los nietos, allá donde esté se sentirá orgulloso de todos ellos, de todos Vds..."

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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