sábado, 31 de julio de 2021

MORITA




Juan Antonio Mora Rivero conocido en el Boxeo por “Morita”, nació el día 23 de noviembre del año 1946 en Adeje (Tijoco). Hijo de Domingo Mora Delgado y Lucrecia Rivero Pérez, de cuya unión tuvieron tres hijos; Sergio, Juan Antonio y Candelaria.

En el año 1953 con siete años se viene a vivir a la Villa de La Orotava, puesto que su padre que era albañil, emigrante a Venezuela, de regreso a Tenerife se hizo cargo del histórico Bar Parada.

Al principio viven en unas casetas de madera en la terraza superior del primer inmueble del Bar Parada, empresa que se la adquirió su padre a los entonces administradores del mismo “Sociedad Civil La Unión”.

En el año 1957, por motivo de la destrucción del inmueble original y primitivo del mencionado Bar, y la construcción del predio que iba a ubicar su segunda sede en el mismo lugar de pequeña dimisiones. Se trasladan a vivir a la parte baja de un caserón que aún se conserva en la esquina de las calles; La Candelaria El Lomo (Tira la Manga), con la de Domingo González (Castaño).

En el año 1959, se le concede una vivienda en la entonces nueva Barriada de San Isidro en el Quiquirá. Y finalmente en el año 1969 construyen su hogar definitivo en La Sidrona (actual calle de Juan Cúllen).

Comenzó sus estudios con las primeras letras y números  en la Escuela de doña Lucía Mesa, continuándolo en los colegios de la Villa; San Isidro y Santo Tomás de Aquino. Además participó como bandurria en las rondallas de pulso y púa; Santo Domingo Savio del Colegio de San Isidro, y con la parranda de “Higinio” en los Divinos. Aparte de practicar el baile típico canario con la rondalla infantil de don Gustavo Dorta Hernández.

La afición al Boxeo le vino tras presenciar unos combates del campeonato de España aficionado en el lateral sur del Estadio Municipal de la Villa de La Orotava “Los Cuartos”, por el año 1964, evento que gestionaron los orotavenses; Manuel Rodríguez Mesa y hermanos; Juan y Carlos Acosta Rivero. Además de presenciar los entrenamientos de la selección española olímpica para los juegos de Tokio, en el patio central del Colegio de San Isidro, en el verano del año 1964.

En el año 1965 comienza la práctica del Boxeo en el gimnasio del orotavense don Secundino Rodríguez en su domicilio de la calle El Agua (Tomás Zerolo), con 17 años.

Curiosamente en ese año de 1965 dos villeros; Juan Antonio Mora Rivero y Juanito Pérez Hernández figuran con ficha legal en la federación de Boxeo de Tenerife.

A partir de entonces ejecuta veinte y nueve combates en categoría amateur, todos ellos de los pesos “Mosca”, pero tenía que enfrentarse a otros de diferentes pesos, puesto que era el único de la provincia tinerfeña de la mencionada especialidad.

Su primer combate se produce en el mes de noviembre del año 1965, ganando sus siete primeras peleas.

En el año 1967 participó en los campeonatos de España amateur, celebrado en Madrid, quedando por equipo campeones.

Elegido mejor deportista de la Villa de La Orotava en el año 1968, en el festival de María Auxiliadora, en el que se homenajeaba al deporte en general en la desaparecida pista central de Baloncesto de la plaza de Franchi Alfaro, en su primera edición.

Al cumplir el servicio militar, les prometió a sus padres que abandonaba la práctica del Boxeo, para trabajar íntegramente en el negocio del Bar Parada y así lo hizo hasta su jubilación.

Años después, con la caída espectacular en la calidad y distanciación en la elite del deporte de los guantes en el país y a nivel mundial. Volvió a practicar dicho deporte, pero esta vez como entrenador y directivo. Reconstruyó con su antiguo compañero del pugilismo villero; Juanito Pérez Hernández, el club de Boxeo de la Villa de La Orotava.

Montando de nuevo el gimnasio, primero en la casa de la Cultura de San Agustín y posteriormente en el pabellón del Quiquirá.

Actualmente se dedica a preparar como técnico a nuevos chavales orotavenses en compañía de Juan Damián Pérez.

 

BRUNO JUAN  ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

viernes, 30 de julio de 2021

DON EUSTAQUIO REGALADO CAIRÓS (1894 - 1956). “EL COJO REGALADO” (I)

Fotografía que me remitió entonces (11/11/2011) el amigo de la Villa de La Orotava; Vicente Camejo.

Correspondiente a los hermanos populares de la Villa de la Orotava Agapito y Eustaquio Regalado Cairós, en la terraza de la primitiva “ACADEMIA” (El entonces Merendero – Taberna del viejo Camino de Los Cuartos, posterior ya en la nueva Avenida; famoso Bar – Restaurante – Hostal) de La Villa de la Orotava saboreando los garrafones del buen Vino extraídos de los Cascos de antaño. El de la derecha es “EL COJO REGALADO”.

 

Don Eustaquio Regalado Cairós (1894 - 1956), personaje popular de la Orotava conocido por “EL COJO REGALADO”.  Aún falta colocar un busto o cualquier monolito de piedra o bronce. Las autoridades municipales deben obsequiar al ilustre personaje popular que dio vida a la caricatura lírica COSAS DEL PUEBLO.  Escena costumbrista, cuyo libreto es original del letrado villero don Felipe Casanova y Machado, y la música del vallisoletano – orotavense don Tomás Calamita y Manteca.

En todos los pueblos habitan individuos que por su peculiar manera de ser llegan a alcanzar el rango de la popularidad. Son personas que parece han venido  al mundo  con la exclusiva finalidad de desvanecer indulgentes nuestras preocupaciones a la manera que el sol borra la negrura de las tinieblas.

Son  generalmente gentes de humilde origen, deformes en su constitución física y con alguna anormalidad de tipo psicológico, cosas ambas que les conquistan una especie de original aristocracia.

Muchos de ellos han pasado a la novela, al teatro y a la pintura, cobrando tal importancia, que no sabemos si ellos dan lustre al artista o el artista es quien lo eleva sobre la vulgaridad de las cosas. De estos hombres populares, La Villa tenía uno que era el prototipo de la gracia y una caricatura de la figura humana.

Contrahecho y rechoncho, con su característico andar renqueante, deambulador y noctámbulo empedernido, rompe la monotonía de los días en calma con su voz de tenor, desgarronando un trozo de zarzuela o entonando maravillosamente una canción canaria. Empapado de lluvia o de sol a la luz de las estrellas o bajo el manto de la noche, su porte y sus ademanes son como un símbolo de la simpatía.

Él es capaz de dibujar una sonrisa en las gentes agobiadas por las preocupaciones y de esparcir la alegría, cual el labrador que siembra el trigo en la tierra pródiga, en las reuniones donde el buen humor agoniza estrangulado por el cúmulo de problemas del diario batallar.

Es un ser que creemos arrancado de un cuadro de tipos irreales obra de una imaginación exuberante. Amó a Baco como un hijo a su padre, y sin embargo, sus modales y sus frases plenas de gracia, tuvieron el sello inconfundible de una elegancia original de personaje digno de ser trasplantado a la escena teatral. También dispuso de una compañera fiel que fue la guitarra. En las grandes fiestas orotavenses, él y ella se complementaban para formar en cualquier rincón un cuadro de belleza sugestiva regocijante. Recorría las pinas calles, entraba y salía de los cafés y de las tascas lo mismo que los juglares de antaño - “datnos del vino si non tenedes dinero” -, canta y conversa, y sus frases tienen destellos graciosos que animan al ambiente.

Jamás  armó camorra o disputa alguna, ni hubieron hombre capaz de alzar airado su mano contra él, y si, de entregarlo su copa y su óbolo como si fuera una deuda contraída con este ser cuya única misión fue hacer reír a sus semejantes. Y como el buen humor es tan necesario en este siglo atacado de neurastenia, el parloteo y la gracia picaresca de esta figura popular, fueron cualidades que se cotizaron de buen grado. Llamase como se quiera, fue un ser originalísimo.

Tuvo mucho de vicios y poco de virtudes y aunque parezca paradójico no podemos catalogarlo como degenerado. Él fue capaz de saborear la delicadeza de un trozo literario, de una partitura musical, y de regodearse con fruición báquica paladeando una copa de manzanilla o un vaso de mal vino. Pero no por todo esto resultó detestable cual un borracho maloliente o un individuo antiético y gorrón.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

jueves, 29 de julio de 2021

DON BLAS GUTIÉRREZ GONZÁLEZ, CONOCIDO POR ANTERO

Fotografía que remitió entonces (15/12/2013) el amigo de la Villa de La Orotava; DOMINGO LUÍS.

Panorámica tomada por fuera del entonces bar - hostal “VICTORIA” de La Villa de La Orotava en la calle de San Agustín, de don Eulogio Méndez y la venta de su hermano don Domingo Méndez.

Posteriormente estuvo instalada durante muchísimos años la firma comercial Tejidos Antonio SL.

El de la derecha: Blas Gutiérrez González “ANTERO”, y el de la izquierda Pedro Carballo.

 

Caminando por el arcén de la orotavense calle Cólogan, hacía el grandioso templo parroquial Nuestra Señora de La Concepción, frente al desaparecido Monasterio de San Nicolás Obispo de Monjas dominicas y catalinas, en la actualidad; Centro de Salud de especialidades, Juzgado, y Correo. En la entrada principal existía un arco renacentista muy fino, seguido de un pasillo, rematado con unas pilastras de tea en forma de medio claustro.

En la quinta portada vivía en la primera mitad del siglo XX, cuando el convento era propiedad del consistorio, derivado de la desamortización,  BLAS GUTIÉRREZ GONZÁLEZ, popularmente conocido por ANTERO y su señora Antonia. Sus hijos: Amalia, Victoriano, Rufina, Pilar y Lorenzo. El melancólico y sonriente “Antero”, era vendedor ambulante y festivo del rico helado de vainilla. Canturreaba cuando este refresco casero, era vendido por nuestras calles y esquinas, a la llamada estratofónica de una cornetilla que colgaba en bandolera, cuyo helado era transportado al hombro en una garrafa cilíndrica recubierta de corcho, para de esta forma conservar el hielo refrescante. También al gran “ANTERO”,  se le recuerda verle vender barquillos. ! Señores barquillos! Los que transportaba en unos bidoncillos rojos con una ruletilla en la tapa superior.

En muchas ocasiones le acompañaba el asmático y risueño PEDRO CARBALLO, hombre estático, tranquilo y reposado, presa siempre de fuertísimos ataques de asma. Los que combatía, administrándose unos sucesivos tanganazos de coñac, caña u otros alcohólicos sedantes de esta especie. 

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

miércoles, 28 de julio de 2021

DON SILVESTRE SUÁREZ GONZÁLEZ. TAXISTA


 Fotografías: La de la izquierda don Silvestre Suárez delante de su coche, le acompaña un muchacho de la Villa de La Orotava que desconozco su identidad, panorámica tomada delante de la ex industria de don Felipe González en la Calle El Calvario.

La de la derecha, celebrando el día de San Cristóbal con los acianos en la plaza de Franchi Alfaro de La Villa de La Orotava en la década de los años cincuenta del siglo XX, junto a don Silvestre se encuentra otro taxista pirata de La Villa que fue concejal en la era democrática Juan Gómez.

 

Don Silvestre Suárez González, Natural de la Orotava y taxista de profesión, hijo de Doña Jovita "La Panadera", mujer de mucho carácter, con don de mando, que tenía su negocio al lado del Teatro Cine Atlante, tuvo siete hijos, cuatro varones y tres hembras. El Matarife, le decían algunos que le conocían bien, como maestro Agrícola el mecánico, Ramallo el Guardia Civil o sus cuñados Santiago y Benjamín, ya que si existía un manjar en este Mundo que reluciera su paladar ese era el cabrito. Cabrito que él mismo compraba al primer pastor que se cruzara ante su taxi y criaba cariñosamente, con grandes teteros de leche en polvo que Dª. Catalina, su esposa, preparara para que el cabrito pasados veinte o treinta días de engorde terminara sus días en el cardero. Algunos de aquellos "baifos" inclusive le tomaban cariño al viejo, de hecho tuvo uno que le decía "Salta niña" y comenzaba a brincar cual fiel perro que corre detrás de un palo que le tire su amo. Pensamos; "a este no le mata", pero una vez más, nos equivocamos. ! Silvestre despierta a los niños para que coman! gritó su esposa, Doña Catalina. -Déjalos que duerman, que ahora mismo les hace más falta el sueño que la comida-, fue la indiscutible respuesta. Pero bastaba con conocerle para empezar a apreciarle sin que te dieras cuenta. Su calma, su tranquilidad, su humanidad, su pasión por las mujeres, le gustaban gorditas y rellenitas. Le presentaron una flaca y alta y no hizo ni caso.  Si conociera a la que tengo ahora se le haría en la boca linfa como solía cuando veía una mujer hermosa, con senos prominentes  hermoso y extenso como uno de aquellos almanaques que solía colgar de la pared de su habitación. Habitación que siempre fue un contraste, el lado de su señora era un altar eclesiástico, con el Señor de la Columna, el fraile Escoba, la Virgen de los Dolores y María Auxiliadora. Mientras el otro lado eran mujeres por doquier. Asombrosa pareja que en los tiempos que corren no lo hubieran dudado a la hora de solicitar el divorcio, o quizás nos estemos equivocando de nuevo. ! Que buenas están las papas! repetía Don Silvestre una y otra vez en la mesa, muchos confirmaban lo dicho, y otros lo miraban con recelo porque él se atiborraba de carne, ni las probabas. O! ven Irene que no sabe comer carne, trae aquí y dame ese pollo que te voy a enseñar cómo se come un pollo!, e Irene aprendió, pero no comió. La carne está dura, carne dura, a mis tiempos no existía la carne dura, y se comía el pan de tres o cuatro días como si fuese tierno, ahora lo que pasa es que tenía suficiente "herramienta". Un día fue a casa del Doctor Don Juan Hogdson, especialista de estómago, porque se sentía mal. Al salir se encontró con Chanillo Valencia, un señor muy popular en la Villa. ¿Qué te pasa Silvestre, estás malo? Algo mal del estómago, respondió Silvestre pensativo, pero el tema es que me mandó comer verdura y no sé si se refería "antes o después" de las comidas. En tiempos del "Pirateo" a Santa Cruz, (cobrar individualmente a cada pasajero que se subiera al taxi, recogiendo gente por todos los pueblos del Norte hasta llegar a la capital), le gustaba parar en Casa Calzadilla en la Victoria ya que le encantaba un vaso de vino, acompañado de una tapa, cosa que agradaba mucho al cliente y solían repetir siempre que podían. Casa el Minuto de Tacoronte, era otra de las paradas habituales. Su primer coche, un Chevrolet TF-3780 del Servicio Público, luego la gran novedad, el Austin TF-10179 de seis cilindros, las primeras gomas Tubeless que vinieron a la Orotava. Iban siete en el coche para Candelaria, los nietos en el centro y la señora delante, ya dispuesto a arrancar, cuando Dª. Catalina exclamó! El Señor, la Virgen y todos los Santos nos acompañen! Don Silvestre volvió a poner el punto muerto y exclamó mirando a todos los ocupantes y más concretamente a su esposa! Catalina, deja de seguir metiendo gente en el coche, que ya vamos bastante cargados! Cuando dejó de ejercer la Parada "legalmente" se dedicó a la Artesanía, principalmente las jaulas para pájaros y los zurrones para el gofio. Los zurrones eran característicos y fáciles de distinguir, ya que son los únicos que conservan las dos pezuñas delanteras del cabrito en los terminales superiores del zurrón. Tenía un arte especial a la hora de descuerar un cabrito, ya que no todos conocían el secreto de sacar limpiamente las pezuñas del "baifo". Con sesenta años tuvo una amante de treinta y cinco, y a la familia nos dejó después de muerto un detalle, había comprado una cadena de oro a su amante y como fraccionó el pago, solo había hecho el primero, el resto de la deuda, una vez reunida la familia, se liquidó. Nunca le olvidaremos, a su hija Magdalena casi la echa de su casa cuando le regaló unas barricas de vino a los de la basura! Todo lo tira!, decía y se enfadaba con ella. Actualmente, no tira nada, es más, recopila cosas.

Don Eduardo Gutiérrez, siendo chofer del camión de la empresa de Don Casiano García Feo e Hijos SL... Nos cuenta que  se le avería el volquete a la altura de Tacoronte, decidiendo regresar a la Orotava a pies, por el itinerario pasa Don Silvestre, para su vehículo, le invita a subir para traerlo a la Villa, pero como su coche estaba lleno,  - pues poseía en el centro de su Chevrolet, adyacente a sus puertas traseras, unas sillas que llamaban "eléctricas"-, le dijo a Don Eduardo, que subiera a su coche y que se pusiera "oblicuo", para que viajara cómodamente. Observando en la plaza orotavense de Franchi Alfaro, con Don Eduardo Gutiérrez, a la sombra de los históricos laureles, la foto de la parada de Taxi de los pobres, Don Eduardo pensativo me cuenta una anécdota de dos taxis de antaño, Don Antonio Perdomo "El Buispero" y Vicente Aparicio, los dos propietario de Chrevrolet descapotables, hicieron un servicio a la Villa Mariana de Candelaria, con familias del Barrio de Benijo, ambos salieron justamente por la carretera, llegó primero Don Vicente Aparicio, los ocupantes de este ultimo turismo cuando vieron llegar "El Buispero", le dijeron con cara de preocupación,  - que le había pasado que tardó demasiado -,  a  Don Antonio no le gustó el proceder de los Benijeros, tal que al regreso aLa Orotava, se le ocurrió acoplar a la diferenciar de su coche con un alambre, un saco de los que se usan para deposito de papas, al llegar a la altura de la Matanza, pararon sus automóviles para reposo, Don Antonio reclamó, a los ocupantes del vehículo de Don Vicente, "...que solo se le podía sacar la bazofia de sus caras con un desmontable, ya que eran familias y no se le conocían, solo se le veían los dientes...”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL



martes, 27 de julio de 2021

DON MANUEL GONZÁLEZ HERNÁNDEZ, CONOCIDO POR “DON DIEGO”.


 

En el ex convento San Nicolás  de las monjas dominicas y catalinas de la Villa de La Orotava, tirado por las manos del hombre y la ignorancia de los gobernantes de turno, hoy se levantan tres edificios El Correo Telégrafo, La policía Local, Juzgado y Ambulatorio de la seguridad social, en la entrada, a la izquierda, en un pequeño cuartito, vivía solitario don Manuel González Hernández, nacido en el año 1871, en el Puerto de la Cruz, conocido por don Dieguito, personaje popular villero. 

El singular don Dieguito saludaba y entonaba desatinadamente: los abedules   tara   y tara  eran azules.  El que respondiera a su saludo llamándolo mariposo, flemático, geniudo, encolerizado, les propinaba una andanada de violentos insultos, improperios y chirigotadas, arrojando simultáneamente su bastón. Por desgracia, un bastonazo lo recibió con toda su energía mi hermana Fina, por fuera de la casa de Don Cesar Hernández Martínez, a la salida de la Acción Católica antigua casa del marqués de Celada, por descuido de unos impertinentes jóvenes.

Don Dieguito, para el escritor y jurista Señor Sánchez Parodi, no era lindo, sino al contrario, feo, con un cuerpecillo desmedrado y un traje modesto, cubierta siempre la cabeza por una negra boina, encasquetada hasta casi a las orejas, como esos paletos que tanto imita el humorista Gila. Y encima era bizco, que si hoy apenas existen, o pasan desapercibidos, en aquella época tenían una gran repercusión social.  Los villeros le llamaban don Dieguito.  El don como signo de respecto, y el Dieguito, como muestra de cariño y hasta de aprecio por aquella figurilla, que caminaba con inusitada rapidez por las calles de la villa.

El portuense Melecio Hernández Pérez, puesto que don Dieguito solía bajar con frecuencia andando a la ciudad turística, lo recuerda como hombre pequeño, ligeramente encorvado, terno acicalado, flor en solapa y lento al caminar, rostro plácido y mirada sin brillo, pálido y endeble. Según testimonios de orotavenses, por las noches solía ir al cementerio villero, y en una de las tumbas que se encuentran frente a la capilla, solía dialogar con su madre ¿...?, A parecer descansando en uno de esos históricos mausoleos. Quizá esto sea una pintoresca imaginación, o una realidad sublimen, pues él dialogo era en la oscuridad, solo le iluminaban la Luna y las estrellas, de las espléndidas noches.

Don Dieguito murió en el año 1963 con 92 años en el Asilo, su entierro fue una gran manifestación popular.

Acontecer y gratitud errabunda tipo sainete de estos personajes, que merecen un reconocimiento en la historia de la humanidad.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU.

PROFESOR MERCANTIL

lunes, 26 de julio de 2021

ISIDRO “EL BUBANGO” Y EL RECUERDO DE UN PERSONAJE POPULAR VILLERO


 

Personaje popular de la Villa de La Orotava, que pasa hacer más fructífera la leyenda del pueblo villero, personaje que vivió; como podía,  aporreando horas y horas para su felicidad.

Foto realista de mi infancia y juventud en la Villa de La Orotava,  más que surrealista,  donde se mezcla la soledad y la misericordia de un ser querido de la Villa.

Isidro simplemente y con el cariño Isidro “El Bubango”, era muy inteligente, según me contó mi vecino desde la infancia de la calle el Calvario, el fallecido Nazario Hernández García (Chile), puesto que ambos cumplieron el servicio militar en África, en el mismo destacamento. Isidro se metía en sus bolsillos a todos sus generales y oficiales, y disfrutaba admirablemente.

Siempre vendiendo el desaparecido diario tinerfeño más antiguo de la prensa de Santa Cruz de Tenerife “La Tarde”, siempre en busca de sus clientes, a veces se enojaba, cuando no le comprábamos el periódico, íbamos directamente al Bazar “Vivas”, que era sinceramente el que se lo suministraba para que lo vendiese. No recuerdo si alguna otra editorial periodística tinerfeña, pasaba bajo sus manos, no lo recuerdo.

La estampa refleja la remembranza de este hombre en las calles de la Villa, donde en su rostro se le nota la ansiedad de vender su producto, para su propia supervivencia.

Me cuentan que también fue barrendero municipal de la Villa, de su Villa de La Orotava.

Personaje que pasó al mundo popular de la historia de la Villa, que al final pernoctó el recordado asilo del Hospital de la Santísima Trinidad en San Francisco.

Isidro “El Bubango”, está en el recuerdo, en el corazón de todos nosotros los villeros de verdad.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL


domingo, 25 de julio de 2021

CECILIO, DOMINGO Y MELECIO

Tres personajes populares de la Villa de La Orotava, que ya pasan hacer más fructífera la leyenda del pueblo villero, tres personajes que vivieron como podían, trabajando horas y horas, recibiendo a cambio el trueque no en peculios pero si en alimentos, lo suficiente para sus sostenes.

Cecilio era un hombre noble, límpido, vivía en solitario en una casita que aún se conserva en la calle Los Tostones (León), ambulaba por todos los rincones del casco histórico de La Orotava, siempre que se aproximaba a un templo se arrodillaba ante su fachada en señal de invocación a su Señor o Superior Divino. El alimento nunca le faltó mientras estuvo en la Villa el cuartel de Infantería de San Agustín, pues allí tenía su plato de comida conjuntamente con los cocineros de la compañía. Cuando desapareció el cuartel de Infantería, el pobre tuvo que trajinar las calles, en busca de dádivas para poder alimentarse. No recuerdo el final de su vida, pero creo que terminó en el hospital de la Santísima Trinidad del ex convento franciscano de San Lorenzo.

Domingo, era el mandadero de las Hermanas de la Caridad en su colegio La Milagrosa, lo habían recogido huérfano en su vida, no se conoce su procedencia, era serio, y a veces se ponía pesado con el primero que se encontraba.  

Todos los días solía salir del Colegio de la Milagrosa con una cereta por las calles de La Orotava, para realizarles los servicios a las hermanas de La Caridad de San Vicente Paul. Iba a la librería Miranda en busca de los periódicos, al correo en buscas de las misivas. Siempre visitaba los templos de La Orotava, donde solía quitarse el sombrero en señal de respeto. En la foto lo vemos en la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción con los periódicos en su mano. Muchas fueron sus anécdotas, muchas entre las alumnas y hermanas del colegio orotavense, pero la más simpática fue la que le encasquetó al chofer del Micro al que llamaban Sor Chano.

Melecio González Dorta “MELECIO”, frecuentaba el bar Suizo, el pobre no hablaba bien, trabajó con otro popular de la Villa Jalico en la finca de Carmenati propiedad de don Eustaquio Díaz (abuelo materno del folclorista Chucho Dorta – Benahuya). Los dos eran los encargados de darle de comer a los animales. Y los dos comían de su amo, simplemente a igual que Domingo comía en el comedor del colegio La Milagrosa. Lo curioso de Melecio, era miembro de la Real Hermandad y Misericordia del Calvario, e incluso fue hermano mayor de la misma.

Tres personas que ya pasan a ser historia en su Villa de La Orotava, ellos no hicieron daño a nadie, no se metieron con nadie, aunque la entonces chiquillada algunas ruindades le forjaron, pero eran ruindades vivaces, no de malos designios. Por lo que los tres están en el recuerdo, en el corazón de todos vosotros los villeros de verdad.

Supieron vivir contra la miseria, contra la indignidad, en muchas ocasiones a la intemperie, superando todo gracias a los favores que recibieron, referentes a sus propios sostenimientos.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

sábado, 24 de julio de 2021

PERICO, JACOBO Y DOMINGO

Tres personajes populares de la Villa de La Orotava, que ya pasan hacer más fructífera la leyenda del pueblo villero, tres personajes que vivieron como podían, aporreando horas y horas.

Esta fotografía tan realista de mi infancia y juventud en la Villa de La Orotava, realista donde se mezcla el ambiente humano y fraterno de unos seres de la Villa, de mi Villa.

Digo seres humanos que vivían como podían, algunos siempre luchando en la intemperie sobre este terruño extrahumano.

Perico que cariñosamente lo conocíamos por “El Culo Goma”, ¿Por qué?, no lo sé, nunca lo supe, quizá imitando a una dama, no lo sé, lo que sí sé que no tenía techo donde vivir, vivía en la Calera que estaba entre caballo, avenida de José Antonio (hoy de Canarias) y el colegio de La Milagrosa (actual Avenida doctor Emilio Luque Moreno), su techo y sus mantas era la cal, que casi no le cuesta su pobre vida.

Jacobo conocido por “El Capiro”, era muy inteligente y muy buena persona, en el fútbol, en el Unión Piedad pudo haber sido de primera división, se movía por las bandas con la pelota como una ardilla.

Trabajó en el empaquetado tomatero del señor Negrín en Los Álamos (Guía Isora), bajo las órdenes de mi querido tío Enrique Abréu González.

Domingo “Papachi”, vivía con su madre por debajo de mi casa, en el Calvario muy cerca de la famosa Fuente, a donde van los fanático de equipos de fútbol a celebrar sus victorias.

Los tres, en esta panorámica, en esta triste panorámica, si que están comiendo su potajito - calentito.

Un matrimonio y una casa Bodega – Venta – Merendero de la Villa de La Orotava, en la esquina de la calle El Agua actual Tomás Zerolo con el callejón de Ascanio en el barranquillo, conocida por “CASA PACHECO”.  Un matrimonio humano, social, generoso, Gregorio Pacheco y María Luisa Sacramento jamás le negaron la comida y el lugar a estos tres hombre populares de la Villa, que yo le denominaba Villeros de Honor, Villeros Ilustres, por qué no.

Tres personas que ya pasan a ser historia en su Villa de La Orotava, ellos no hicieron daño a nadie, no se metieron con nadie, salvo Perico que tiraba piedras, aunque la entonces muchachada algunas alevosías le forjaron, pero eran indignidades sagaces, no de maléficos designios.

Por lo que los tres están en el recuerdo, en el corazón de todos nosotros los villeros de verdad. Ya que ellos supieron vivir con dignidad, en muchas ocasiones y algunos a la intemperie, superando todo, gracias a los favores que recibieron simplemente los referentes a su propia subsistencia.

La amiga  de la Villa de la Orotava; LOLY GARCÍA GONZÁLEZ remitió entonces (08/12/2013) estas notas: “…Cuando no dejamos de hablar de ellos porque han dejado huella, son personajes ilustres como tu bien dices!!!...”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

viernes, 23 de julio de 2021

DOMINGO EL PRIMER GUÍA TURÍSTICO DE LA VILLA.


El amigo de la Villa de La Orotava: JOSÉ HERNÁNDEZ (PEPITO EL TAPIZADOR), remitió entonces (10/04/2019), estas fotografías recordatorias referente al personaje popular orotavense que lo conocíamos por DOMINGO “EL AVIONETA”.

DOMINGO DÍAZ AFONSO, cariñosamente conocido por DOMINGO “EL AVIONETA”, era un personaje que caminaba por las calles de la Villa, y imitaba los movimientos de la histórica aeronave.

Natural de la zona popularmente conocida por “EL RAMAL”.

Le conocí a través de sus hermanos: Sixto, Andrés y Francisco Díaz Afonso, que fueron operarios de los servicios y suministros de mi padre Juan Álvarez Díaz.

Estudió en el colegio de Santo Tomás de Aquino en la calle La Hoya (Hermano Apolinar). Pero su insuficiencia vital era evidente por lo que tuvo que dejar de estudiar y transitar las calles de La Villa de La Orotava, convirtiéndose en el primer guía turístico, ya que cuando se encontraba con transeúntes extranjeros de visitas, los guiaba por todo el casco histórico villero, a cambio de simple y voluntarioso peculio.

A titulo anecdótico, recuerdo que nos subimos a la CARDUCHA (denominación entonces del transporte público local). Subimos al Barrio de Los Pinos, y allí en el merendero de Matías nos comimos unos bocadillos de sardinas, y luego regresar caminando por la carretera.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

jueves, 22 de julio de 2021

DACIL




 

Colección particular tomadas de mi cámara.

 

De paseo con mi cámara fotográfica por la vieja carretera del “Ramal” de la Villa de La Orotava, me encuentro en la primera rotonda, una estatua de mujer, de origen guanche de nuestro terruño y que conocemos por Dacil.

La obra ha tenido problemas con el autor de la misma, se dice que fue el director de la Alfombra de la plaza Domingo González Expósito, pero el amigo y escultor “CRISTO” discípulo del escultor orotavense del siglo XX; Ezequiel de León  Domínguez. Del Barrio de la Perdoma una vez me contó que había sido obra suya. De todo modo la leyenda nos cuenta que;  “DACIL”: “… La princesa Dácil era hija de Bencomo, mencey de Taoro y enemigo acérrimo de los castellanos.

Pero la princesa se enamoró de uno de los invasores, el capitán Fernán García del Castillo, con quien contrajo matrimonio.

Esta novelesca historia de amor supuso la condena de la princesa, por parte de su propio padre, a ser emparedada debido a la denuncia del guanche Durimán  “El Montañéz”, quien, despechado en su amor, la acusó de verse a solas con el castellano.

Sin embargo, el propio Bencomo ordenó liberar a su hija cuando supo que la entrevista tuvo lugar delante de testigos.

Con su matrimonio, Dácil se cristianizó y pasó a llamarse Mencías del Castillo…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

miércoles, 21 de julio de 2021

PERICO Y EL RECUERDO DE UN PERSONAJE POPULAR VILLERO.




Personaje popular de la Villa de La Orotava, que pasa hacer más fructífera la leyenda del pueblo villero.

Personaje que vivió; como podía,  aporreando horas y horas, recibiendo a cambio alimentos, sobre todo el vasito de vino, lo suficiente para su felicidad.

Fotografías realista de mi infancia y juventud en la Villa de La Orotava,  más que surrealista,  donde se mezcla el hambre, la miseria, la soledad y la discordia de un ser querido y popular.

Digo esto, puesto que este hombre que solo se le conocía por su nombre “Pedro” y su apelativo popular “Perico”, no sé si el pobre tenía apellidos, no lo sé.

Vivía y comía como podía. Luchando en la intemperie sobre este mundo burlón, infiel, extrahumano, aunque en su final encontró su hogar en el asilo del Hospital orotavense de la Santísima Trinidad, en donde  contrajo matrimonio con la popular “Margarita”..

“Perico” que cariñosamente lo conocíamos “El Culo Goma”, ¿Por qué?, no lo sé, nunca lo supe, quizá imitando a una dama, no lo sé, lo que sí sé que no tenía techo donde vivir, vivía en la Calera que estaba entre caballo, avenida de José Antonio (hoy de Canarias) y el colegio de La Milagrosa (actual Avenida doctor Emilio Luque Moreno), su techo y sus mantas era la cal, que casi no le cuesta su pobre vida.

La chiquillada y la ruindad de las pandillas, siempre lo hacían excitar, para que le votase piedras, eran cuentos de hadas, del mago de la hoz y de la vida.

A muchos le daba hasta pena, ofreciéndole la venta del periódico o el llevárselo a su domicilio a cambio de un plato de comida.

Perico prefiero que esté en la gloria y en ese mundo sin piedad, de esperanza y sosiego.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 


martes, 20 de julio de 2021

DOMINGO


 

Un personaje popular de la Villa de La Orotava, que vivió en el colegio de la Milagrosa de las Hermanas de la Caridad de San Vicente Paul. Y falleció en el Hospital de la Santísima Trinidad de San Francisco de la misma Villa.

Muy conocido, sobre todo por las féminas villeras, puesto que como he indicado, residía en el colegio femenino orotavense, en el que se dedicaba hacerle los mandados a las hermanas de la caridad.

Domingo, era un hombre curioso, un poco agresivo, pero respetaba a todos y sobre todos a las monjitas con la que compartió su hogar.

En la primera fotografía correspondiente al mes de enero de 1982, lo vemos en la calle; La Iglesia (Inocencio García Feo) de la Villa de la Orotava: “…Dialoga pensativo y amoroso, con Josefina su amor platónico…”

En la segunda fotografía, aparece en el templo parroquial y Matriz de Nuestra Señora de la Concepción de la Villa de la Orotava, en su visita diaria a la casa del padre. Porta en su brazo izquierdo,  el diario EL DÍA, que se lo llevaba a sus amas al colegio villero.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL


lunes, 19 de julio de 2021

MARGARITA UNA VILLERA EN EL RECUERDO


 

Fotografía tomada por el amigo de la Villas de la Orotava; J. MANUEL LIMA GONZÁLEZ.

Si me pongo a hablar y recordar de los seres populares que frecuentaban la villa de La Orotava en mi infancia y adolescencia, muchos eran varoniles, pero las féminas también hacían su presencia en estas aristocráticas y embellecedoras calles de mi pueblo.

Aparece en mi retina, una señora, una dama, que supuestamente entonces su hogar eran las calles, plazas y demás rincones.

Margarita me desborda de recuerdos, sentada como siempre en el lado norte de la plaza de La Constitución.

Fue un personaje de la imaginación de un cuento infantil, por qué siempre que la veía, algo quería decirnos, algo transcribía por su mente, algo se le pasaba por sus labios.

Curiosamente se apoyaba a un bastón o palo, caminaba dando un paso adelante y dos atrás, le costaba, pero llegaba.

Lo que no sé como conseguía el vestuario, el alimento, y como sobrevivía  tanto tiempo en la intemperie y en la imaginación.

Lo fácil de aquel tiempo era el recordado Hospital de la Santísima Trinidad de San Francisco, o quizá cualquier lugar esotérico, escondido entre platanales y barranquillos.

Lo que sí está claro que “Margarita” fue una dama orotavense de pro, que él pueblo la quería de todo corazón.

Que este mensaje le honre como un merecido homenaje, ya que es historia en La Villa de La Orotava.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL


sábado, 17 de julio de 2021

PREGON FIESTAS MAYORES DE JULIO DEL PUERTO DE LA CRUZ DEL AÑO 2021


 

Fotografía, colección particular tomada de mi cámara.

 

La amiga Auxi Álvarez Luis, remitió entonces (17/07/2021), el pregón correspondiente a las Fiestas Mayores de Julio del Puerto de la Cruz 2021.

El pregonero fue el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, IEHC, en las voces de cinco componentes, el presidente José Cruz, la vicepresidenta Margarita Rodríguez, el vocal Eduardo Zalba y dos miembros, Ruth Pérez y Noelia Oliva.

Al ser por pandemia poco se hizo ya que es complicado todo fue por Facebook y redes, No como antes en fin un abrazo: “…1. Introducción del presidente, José Cruz Torres. Señor Alcalde, miembros de la corporación municipal, vecinos y vecinas del Puerto de la Cruz: En nombre de mis compañeros de la Junta de Gobierno del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, quiero, antes que nada, agradecer al Ayuntamiento del Puerto de la Cruz que nos haya elegido para pregonar estas fiestas de Julio. Es un honor para la institución y una oportunidad para hacer más visible la pluralidad y la diversidad de que hace gala junto con la vocación por acoger, desarrollar y difundir cultura y conocimiento, nuestra única defensa contra la impunidad de la ignorancia o de la mentira.

Con el presidente de la institución -quien les habla- hemos convocado aquí a otros cuatro miembros de la Junta de Gobierno dispuestos a ser esta tarde las voces del Instituto en la lectura de un pregón que dadas sus características por fuerza tenía que ser “coral”: Margarita Rodríguez Espinosa, licenciada en Filosofía y Letras, profesora de Lengua y Literatura, vicepresidenta de actos culturales, representante de los miembros veteranos del Instituto. Vivió desde niña sus inicios y formó parte de la primera sección de estudiantes creada en los años 60.

Ruth Pérez Ruiz, licenciada en Bellas Artes, pofesora, vicesecretaria y entusiasta colaboradora de cualquier actividad artística del Instituto, especialmente de las que implican a la juventud creadora.

Noelia Oliva García, graduada en Historia del Arte, máster en Conservación de Planes Culturales y Patrimonio, profesora, es la vocal de más reciente incorporación, representante en la Junta de la Sección de Estudiantes que preside, lista para poner en marcha los proyectos de los jóvenes.

Eduardo Zalba González, licenciado en Historia del Arte y diplomado en Estudios Avanzados, vocal de la Junta y miembro muy activo en la realización de actos culturales y artísticos, muy especialmente en los vinculados a la historia del Puerto de la Cruz, a su patrimonio y a sus tradiciones, por lo que tiene ganado el derecho a pronunciar, al cierre de este discurso colectivo, los vivas al Puerto de la Cruz, al Gran Poder de Dios y a la Virgen del Carmen.

Nuestro Puerto de la Cruz tiene una historia que contar. Su historia como el puerto que una vez fue, y al que obviamente debe su nombre, lo comunicó con el mundo y le proporcionó su talante cosmopolita, abierto y acogedor. La situación estratégica de Canarias había sido un gran atractivo para el comercio mundial y numerosos comerciantes extranjeros empezaron a establecerse aquí, en el Puerto, desde los siglos XVII y XVIII. El floreciente comercio del vino le proporcionó fama en países extranjeros desde épocas muy tempranas. Fueron precisamente los comerciantes venidos de fuera y la actividad comercial del muelle los que propiciaron la entrada de los libros de los pensadores europeos que conformarían importantes bibliotecas privadas del Puerto de la Cruz del siglo XVIII y que favorecieron la implantación de la Ilustración en Canarias. De la Ilustración se nutrió en su juventud Agustín de Betancourt, nuestro portuense más universal, y también su hermana María.

Incluye Agustín Álvarez Rixo, en su Descripción Histórica del Puerto de la Cruz, a otros «Hombres de mérito nacidos en este Puerto», como los Iriarte, Luis de la Cruz y Ríos o Bernardo Cologan Fallon. Escribe el historiador que -cito- «a excepción de la ciudad de La Laguna […] ningún otro pueblo de estas Islas tenía en aquella época más varones célebres que el nuestro. Pero lo que es más, y en lo que ningún pueblo de las Islas nos rivaliza es en que en la misma época contábamos con una señora erudita escritora. Era esta doña María Joaquina Viera, que nació en este Puerto el 27 de [no escribe el mes] de 1737, digna hermana del historiador de las Canarias», cuya familia, añadimos nosotros, se había establecido en el Puerto a los pocos meses de haber nacido José de Viera y Clavijo.

Del Puerto de la Cruz ilustrado data también la creación del Jardín de Aclimatación de La Orotava, el Jardín Botánico, fundado por una Real Orden del Rey Carlos III que encomienda su desarrollo a don Alonso de Nava Grimón y Benítez de Lugo, sexto Marqués de Villanueva del Prado, con la finalidad de reunir en Canarias y acercar a Europa algunas especies exóticas desconocidas. Hoy es una importante institución científica, y ha sido declarado Bien de Interés Cultural, con categoría de jardín histórico. Desde sus orígenes fue visitado por muchas e ilustres personalidades, entre ellas Humboldt y Berthelot, y desde siempre constituyó un gran atractivo turístico.

Ya en el siglo XX, entre 1913 y 1917, el Puerto de la Cruz fue sede del primer instituto de investigación primatológica, en la Casa Amarilla, edificación que se conserva, aunque en un lamentable estado de deterioro. Otros proyectos científicos no llegan a consolidarse, como ocurrió, pasados unos años, con el del naturalista sueco Sventenius, quien, en los inicios de los años 50, soñó con establecer un jardín macaronésico en las laderas de Martiánez, un jardín de flora canaria que fue defendido y apoyado ante las instituciones políticas por su buen amigo y colaborador Telesforo Bravo, pero que fue finalmente rechazado.

El Puerto había atraído desde épocas muy tempranas a curiosos viajeros y viajeras y a visitantes que con frecuencia lo eligen como lugar de residencia permanente. Nicolás González Lemus, compañero de Junta, que tanto ha estudiado y ha escrito sobre la historia del turismo portuense, nos recuerda que se cumplen ahora 155 años de la formación de la primera empresa turística de Canarias: la Compañía de Hoteles y Sanatorium del Valle de la Orotava, en el Puerto de Orotava, hoy Puerto de la Cruz, que se ocupa de instalar en los llanos de Martiánez el Orotava Grand Hotel, el futuro hotel Martiánez. Poco después la Taoro Company Ltd. construye el Hotel Taoro.

Con la instauración de estos dos hoteles quedaba inaugurada la primera edad dorada del turismo portuense.

Nos apunta otro de nuestros sabios compañeros, Isidoro Sánchez, que la noche de San Juan de 1799 la había disfrutado Alejandro Humboldt en los jardines del Sitio Litre. Avanzado el XIX, por las calles del Puerto de la Cruz se paseó Olivia Stone, igual que haría Agatha Christie ya entrado el siglo XX y unos años después, hacia la mitad del siglo, Dulce María Loynaz; y de ello las tres escritoras dejan constancia en sus libros; como harán también en sus versos los más importantes poetas vanguardistas canarios, Pedro García Cabrera y Emeterio Gutiérrez Albelo, y en su prosa surrealista el escritor nacido aquí, en el Puerto de la Cruz, Agustín Espinosa, considerado la figura más relevante de la cultura canaria del primer tercio del siglo pasado.

El Puerto no solo estaba ya en el mapa internacional: estaba además en los libros. De su historia se ha hablado mucho, y se habla, en nuestro Instituto de Estudios Hispánicos. Sus hechos relevantes y sus protagonistas muchas veces han sido y son el motivo de numerosas conferencias y ponencias incluidas o no en congresos y encuentros; en los ciclos de Historia y de Historia del Arte, en las exposiciones, en los actos de homenaje, en las semanas científicas y literarias, en recitales o en proyecciones de cine, y, con frecuencia, tema de muchos de los artículos publicados en Catharum, nuestra revista de Ciencias y Humanidades.

2. Intervención de Margarita Rodríguez Espinosa.

En 1953 el IEHC aparece en la historia del Puerto, en un momento muy duro de la historia del país, y tuvo que asumir la reactivación de la animada vida cultural y artística previa al 36 que había sido arrasada. Dentro de su sede se inauguran ese mismo año dos museos y la biblioteca, con el fondo que había sido colección particular del erudito portuense, miembro de honor del instituto, Sebastián Padrón Acosta.

Con el tiempo, algunas de estas criaturas se van de casa para hacerse municipales, como ocurrió con la Sala de Arqueología Canaria Luis Diego Cuscoy, que es hoy el Museo Arqueológico Municipal. También se nos independiza la biblioteca, para constituir, desde 1969, la Biblioteca Pública Tomás de Iriarte, cuya primera sede fue el IEHC, en el que se custodiaban los fondos cedidos para ese fin por la Dirección General de Archivos y Bibliotecas, desde el año de la fundación; actualmente la biblioteca municipal es uno de los centros culturales portuenses con mayor actividad, premiada en varias ocasiones por su proyecto de animación a la lectura y de acercamiento al ciudadano. En casa se quedaba el fondo histórico, cuyo catálogo está incluido para su consulta en la red de Bibliotecas Públicas Canarias, red BICA.

En casa permanece el Museo de Arte Contemporáneo, aunque no consiguió reabrir sus puertas hasta 2007. El museo lleva el nombre de Eduardo Westerdahl, quien pronuncia estas palabras en su discurso de inauguración de 1953, con las que se refiere a su apertura como “la más natural consecuencia de la vida íntima de las islas, de su espíritu abierto, de su inquietud universal.” Westerdahl ve el Instituto y el museo, su museo, como continuadores de aquella vanguardia renovadora que él había vivido, y sueña junto al arquitecto Alberto Sartoris con una residencia internacional de artistas, diseñada para el Puerto de la Cruz, que nunca llegó a hacerse realidad.

Nació también vinculado al Instituto de Estudios Hispánicos un coro polifónico, germen de la prestigiosa coral portuense que, igual que la Asociación Cultural de la que forma parte, lleva el nombre del que fuera primer responsable de la sección musical de esta institución, el músico y compositor Juan Reyes Bartlet.

También se quedaron en casa los Cursos de Español para Extranjeros, que mantienen su actividad y su prestigio después de casi 70 años. Desde el principio fueron acogidos con interés y entusiasmo por los residentes extranjeros en la isla y por turistas deseosos de conocer el idioma y la cultura canaria y española, con un programa de actividades que ha permanecido, actividades centradas sobre todo en el conocimiento del patrimonio natural, histórico, artístico y cultural de Canarias. Los actos de clausura especialmente constituían en los primeros años auténticos acontecimientos sociales. Se celebraban en establecimientos hoteleros, se invitaba a autoridades y a personalidades del mundo universitario y de la cultura isleña, y se abrían a los socios y a la sociedad portuense en general. Pronunciaron los discursos de apertura y clausura, o llegaron a formar parte del elenco de conferenciantes, profesores y catedráticos de universidades españolas y americanas, y figuras relevantes del mundo de la ciencia y del arte, embajadores, prestigiosos poetas y novelistas, como el Premio Nobel Miguel Ángel Asturias, o académicos de la talla de Fernando Lázaro Carreter. Este primer nivel de ilustres conferenciantes se ha conseguido mantener a lo largo de los años en los actos de inauguración del curso académico del Instituto que celebramos cada 12 de octubre, en los que han intervenido, entre otras importantes personalidades, Camilo José Cela, José Saramago, Juan Marichal, Gabriel Jackson, Paul Preston, Rosina Gómez Baeza, Federico Mayor Zaragoza, Julio Llamazares o Cecilia Domínguez.

El Instituto había sido fundado el 12 de febrero del 53 en el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, cuyo alcalde, Isidoro Luz Carpenter, sería su primer presidente.

Desde el momento de la inauguración se rodeó el presidente de un grupo de personas pertenecientes a la élite social e intelectual del municipio, de diferentes ideologías, pero unidas por un profundo amor a la cultura y al Puerto.

A este grupo se agregaron personalidades supervivientes de las vanguardias que brillaron durante la II República.

La recién constituida entidad ve un resquicio para recibir apoyo económico: la integración en la red de Institutos de Cultura Hispánica que favorecía el Régimen. Así, y, salvando el control ideológico del franquismo, estas personas lograron convertir nuestro Instituto en un imprescindible e incuestionable reducto difusor y receptor de la cultura y del arte contemporáneo.

El Instituto consiguió desde sus inicios implicar a los más significados Intelectuales y artistas canarios, cuya extensísima nómina sería inviable recitar aquí.

Por su especial e intenso compromiso con la institución nombraremos solamente a don Telesforo Bravo Expósito, catedrático de Geología e hijo ilustre del Puerto de la Cruz, que tuvo un papel fundamental en su desarrollo por sus aportaciones a la sección de ciencias y a la arqueología. El primer objetivo del Instituto era conseguir una amplia proyección fuera y dentro del archipiélago, con una clara voluntad de difusión de la cultura canaria, americana e hispánica, acogiendo también expresiones culturales de otros países, sin dejar de lado nunca los valores locales, preocupado siempre por integrarlos en su programación y por participar en sus manifestaciones culturales y festivas.

Desconozco cómo eran las fiestas del Gran Poder en los primeros años del  Instituto, aunque es fácil deducir que no se parecían mucho a las de ahora. Alcanzo a recordar aquellas cosas que nos podían ilusionar a los niños: la plaza y sus aledaños transformados en una feria casi mágica, con puestos de turroneras, de algodón de azúcar, de churros y de chucherías que reforzaban los tradicionales “carritos” de golosinas; los “caballitos”, como llamábamos al carrusel, los cochitos de choque y una noria que no debía de contar con más de cinco cabinas. Alguna vez presenciamos el embarque de la Virgen, y las competiciones de cucaña y, siempre, los fuegos desde la azotea de algún familiar. No participábamos los niños ni las niñas, los de mi entorno al menos, que yo recuerde, en las funciones religiosas ni en las procesiones. Nos atraían más los desfiles de carrozas y las carreras de sortijas.

Ya adolescentes sí fuimos testigos alguna vez de las particulares procesiones de la Virgen del Carmen, en que se llevaba al extremo su carácter de espectáculo folklórico  y se obviaba más el de manifestación religiosa. En 1965, el grupo de jóvenes portuenses que constituimos la primera Sección de Estudiantes del IEHC participamos en la cabalgata de las fiestas con una carroza, con el motivo Colón en La Gomera, que obtuvo, por cierto, el primer premio. Fue una más en la larga serie de colaboraciones del Instituto con nuestras fiestas de Julio.

En los años 60 los jóvenes portuenses que integrábamos ese grupo habíamos empezado a entender que el IEHC era lo único que teníamos y lo mejor que podíamos tener. La encargada de los asuntos administrativos del Instituto era la joven Octóvila Hernández que siempre nos recibió con los brazos abiertos y nos facilitaba el uso de la biblioteca, que desempeñaba desde su creación funciones de biblioteca pública. Juan Cruz ha contado muchas veces su descubrimiento de esta biblioteca y ha convertido en literatura su recuerdo de los primeros libros que se llevó en préstamo. Ha sido la suya con esta institución una relación sentimental e intelectual que se ha mantenido viva y cálida desde aquellos años, cuando figura como miembro de la Sección de Estudiantes.

Muchos de los fundadores habíamos sido, como él, alumnos del Colegio de Segunda Enseñanza, otra institución señera del Puerto de la Cruz, fundada por Agustín Espinosa en 1927. Analola Borges, profesora del centro escolar y secretaria del IEHC, promueve la asociación y nos ayuda a emprender una variada programación de actos en que destacan las sesiones de cineclub, las conferencias y los recitales poéticos y una revista oral, y nos implica en la vida del instituto.

Fue un lujo poder asistir a conciertos, a sesiones de cine y de teatro, escuchar las palabras de tantos y tan insignes escritores, intelectuales y hombres de ciencia, y presenciar las exposiciones de los artistas que ahora son figuras capitales del arte contemporáneo. Hoy nos toca mantener y renovar el impulso de la cultura y del conocimiento, en que el Instituto sigue empeñado. Era un lujo y lo sigue siendo.

3. Intervención de Ruth Pérez Ruiz.

En mi intervención para el pregón de nuestras fiestas me gustaría compartir mi experiencia en el IEHC. Conocí qué había tras esas grandes puertas de su sede gracias a mis prácticas de grado, al finalizar los estudios de Bellas Artes; antes de eso desconocía lo que albergaban sus paredes.

Durante el periodo de prácticas realizamos numerosas actividades que nos ponían a mis compañeros y a mí en situaciones de aprendizaje en torno a la actividad cultural y artística que desarrolla la institución. Me fascinó la cantidad de obras que guardan los fondos del museo Westerdahl y sobre todo que cada una de ellas presenta una “historia” que las memorias de la institución cuentan con minucioso detalle. Al finalizar las prácticas un pequeño grupo nos quedamos para coger el testigo de la sección de jóvenes y poco a poco materializar lo que a nuestro entender es arte, cultura, ciencia, divulgación…

Desde que estudiaba en la facultad, el comisariado de arte me llamó mucho la atención, por lo que ahora, siempre que el calendario de las salas lo permite, abordamos alguna exposición colectiva con algún tema que nos parece interesante. En una ocasión me ofrecí a ordenar y organizar parte de la colección del IEHC. Inventariando, empecé a darme cuenta de que, más allá de que aquellas piezas pertenecieran a artistas diversos que poco tenían que ver unos con otros, de que sus trazos hubieran sido realizados el siglo pasado o hacia tres meses, de que la técnica fuera la fotografía, la talla o el óleo, o incluso que el soporte fuera un lienzo, todas aquellas obras tenían algo en común: aquellos artistas, jóvenes y no tan jóvenes, de aquí de casa y de allá, de no se sabe dónde, habían acabado exponiendo en nuestra muy modesta sala para expresarse de la mejor manera que sabían.

Comencé a organizar las piezas por forma, color, paisajes, desnudos... y le di lectura y contexto a una pequeña selección. Bajé las escaleras del altillo y le dije a Iris, con una acuarela entre mis manos: - “¡esto hay que exponerlo!”.

Desde mi punto de vista y mi experiencia, la cultura de un pueblo es su mayor riqueza, no hace falta tener un título para conocer quiénes somos. Las fiestas hablan de eso, de celebrar lo nuestro. Y ¿qué es lo nuestro? Para mí el Puerto de la Cruz, a pesar de lo pequeño que es, (que al final aquí nos conocemos todos), tiene una pequeña pizca de la magia de las grandes ciudades; esa magia es la diversidad, la multiculturalidad que nos brindan el turismo y aquellos que deciden quedarse con nosotros. En la variedad está la riqueza y creo que eso nos hace especiales. Y aquí es donde entra en juego esa pregunta de qué es lo nuestro. En mi opinión, en un mundo globalizado, para mi generación hablar de lo nuestro se torna complejo.

Creo que lo nuestro es partir una sandía en una mesa en la plaza de Europa una noche de baile de magos. Es ver cómo los vecinos engalanan las fachadas de sus casas, casi empatando la noche de San Juan con los primeros días del mes de julio. Pisar el callado del muelle cuando ya casi no cabe un alfiler, y ver asomar a San Telmo que viene por el Ayuntamiento.

Lo nuestro es estrenar zapatos en julio, y correr escaleras arriba y abajo para ver a tus primos. Comerte un perrito la noche de la sardinada porque ese año no te apetecen sardinas, y ver las sonrisas de los más pequeños al saltar en las colchonetas de la feria.

Tomarte una cerveza en la calle Perdomo y encontrarte con tus compañeros del instituto a los que solo ves ya ese día y en ese sitio. Para más tarde ponernos guapos y ver pasar a la patrona de los marineros por fuera de casa con sus mejores galas.

Lo nuestro es tener la nevera llena y un caldero de piñas, papas y costillas, porque esos días la casa se te llena de gente. Y también saber si habrá marea baja la tarde del martes y aun así, aunque ese día no estemos en el muelle, embarcarnos.

Esos somos nosotros, nuestra forma de celebrar, de compartir, nuestra cultura y arraigo. Las fiestas de julio saben a amistad y a familia.

Por todo ello, mantener nuestras tradiciones locales se convierte en algo indispensable. Conocer quiénes somos, saber de dónde venimos, aprender y mejorar para escoger el mejor camino hacia dónde vamos.

Nuestra generación coge el relevo, y tenemos el deber de preservar y recuperar la tradición para el futuro, desde el respeto y una colaboración y gestión participativas.

De ahí la importancia de apoyarnos en instituciones culturales como el IEHC o en colectivos municipales, que con tanto esmero hacen esta labor, desde la investigación, la recreación y la innovación, para que todos podamos seguir disfrutando de nuestro folclore, nuestro arte, nuestra esencia y tradición. En definitiva, de lo nuestro.

4. Intervención de Noelia Oliva García.

La Sección de Estudiantes se creó como una plataforma para jóvenes estudiantes, a la que se incorporan más tarde jóvenes investigadores y creadores de dentro y fuera de Tenerife, interesados en ampliar su formación y en dar a conocer sus trabajos, contribuyendo con ello al progreso social, cultural y artístico del Puerto y de la isla.

Para la publicación de sus trabajos y para dar a conocer el resultado de sus investigaciones o de su quehacer artístico, publica, desde 2003, Nexo. Revista Intercultural de Arte y Humanidades.

Hoy la Sección se enfrenta a nuevos retos y los afrontamos con ilusión. Creemos firmemente que la cultura es el cauce que vincula a las personas, la sociedad y el territorio en el que estas se desenvuelven, y por eso sostenemos nuestro más firme propósito de mantener vivo en el Puerto de la Cruz, un espacio donde se ponga en valorel conocimiento y la vinculación con la historia y la identidad cultural, a través de una propuesta innovadora, activa y participativa. Con esta idea nació hace ya dos años nuestro proyecto “La Gaveta del IEHC”, con el fin de dar cabida y difundir la creatividad, la investigación y el trabajo de los jóvenes creadores canarios en todos los ámbitos. La cultura constituye un medio de expresión, un medio que conforma y moldea nuestra existencia y desde la sección queremos contribuir a construir y promover una nueva conciencia sobre el valor y el uso social de todas las creaciones académicas y culturales. Este municipio siempre ha sido punto de encuentro y centro de referencia en la creación artística y cultural. Aquí recalaron creadores de reconocido prestigio, como la artista Maud Bonneaud de la que este año se cumplen 100 años de su llegada a nuestra isla, y cuyo legado artístico podemos conocer en nuestro Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl. Esa diversidad y pluralismo cultural que ha caracterizado al Puerto es un producto irrenunciable que debemos proteger y que reclama igualdad, reconocimiento y dignidad. Nuestras manifestaciones artísticas nos hablan del sentido de pertenencia y de la vinculación de nuestro pueblo al territorio donde se desenvuelve, y es por eso que desde nuestra entidad sentimos también la

responsabilidad social de facilitar la comunicación entre los objetos atesorados en nuestra colección y la realidad social en que vivimos. Por eso también valoramos hoy la labor didáctica y educativa que se lleva a cabo desde el primer museo de arte contemporáneo de España, el MACEW, donde nuestra compañera Estefanía, desde el departamento didáctico que coordina, consciente del servicio que debemos y queremos

prestar a esta comunidad y de nuestra responsabilidad, trabaja a diario para divulgar la riqueza de nuestro patrimonio artístico, entre niños y mayores.

El Puerto de la Cruz encierra una enorme riqueza artística, cultural y patrimonial de irreemplazable singularidad; el reto actual, tanto de la Sección, como del Instituto y por supuesto de la corporación, es el del respeto, la salvaguarda y la difusión, para que nuestro municipio pueda seguir siendo en el futuro referencia y ejemplo en la creación y puesta en valor de la cultura.

5. Cierre a cargo de Eduardo Zalba González.

Llegó el nacimiento del Instituto en el invierno de 1953 para decirle adiós a la vieja imagen carmelitana que hiciera el orotavense Nicolás Perdigón. Su último embarque fue en ese año, el 53, y seguro que pocas personas sabían aún lo que a Jalo le rondaba la cabeza. Para celebrar las primeras Fiestas de Julio de la historia del Instituto se preparó un programa consistente en un homenaje al pintor portuense Luis de la Cruz y Ríos en el centenario de su fallecimiento, con una exposición de retratos y miniaturas y una misa de réquiem celebrada en la Peña de Francia en recuerdo de él, de su padre -el también artista Manuel Antonio de la Cruz-, y del presbítero Sebastián Padrón Acosta, fallecido dos meses antes. Además, ese lunes del Gran Poder contó con un suntuoso concierto en el Teatro Topham para homenajear al pintor ofrecido por la Orquesta de Cámara de Canarias con obras de Beethoven, Mozart, Falla y Granados, entre otros.

Esta primera acción era ya un claro aporte de lo que sería la vinculación del IEHC con las fiestas del Poder de Dios y su madre la Virgen del Carmelo. Madre del Carmen que este Instituto vio llegar en la imagen nueva que tallara Ángel Acosta en la ciudad de Tortosa, y que pasara por su sede en la noche tras el regreso del barrio de la Ranilla.

Un nuevo rostro, una nueva imagen para unas fiestas que hunden su origen a mediados del siglo XVIII, y que desplazó, lógicamente, a la vieja talla orotavense. En esos años de mediados de los cincuenta la nueva talla y el nuevo centro académico coparán las páginas del programa de actos. Y es que el Puerto de la Cruz entendió que el nacimiento de la Institución debía estar presente en el programa de actos principales de la localidad, para que toda la ciudadanía conociera la memoria anual de actividades. Para que contemplaran la magnífica carroza del año anterior en la cabalgata de las fiestas. O para perpetuar en la memoria la representación en el Topham de la ópera «Marina» a cargo de la compañía del Teatro Calderón de Madrid dedicada al Instituto de Estudios Hispánicos. Su presidente, a la sazón alcalde, así lo entendió. Ya la cultura no podía vivir de espaldas al Instituto.

Y no sólo vio el Instituto el nacimiento de la nueva talla carmelitana; también asistió con orgullo a la disposición del Ministerio de la Gobernación que otorgó por Decreto el título de ciudad y el de Excelentísimo para su Ayuntamiento. El viejo Puerto de Auratápala toma cuerpo. Sus fiestas se afianzan. La identificación de sus gentes hacen grande sus tradiciones y su amor por sus veneradas imágenes. La Señora del Carmen se va por el mar, en los lanchones de los marinos. El Gran Poder se va por la tierra, por las callejas de los pescadores, como bien dijo Álvaro Martín Díaz. Y es que ambas imágenes se impregnaron de sabor marinero. Marinero y ranillero. De lonja y recoletas calles de pescadores y pescaderas.

Lloró el Instituto la destrucción de viejas casonas colindantes y vio con agrado el nacimiento de infraestructuras turísticas en la década de los sesenta. El Puerto estaba experimentando un cambio, y los sesenta fueron decisivos. Tiempos para contemplar en nuestra sede frente al estanco Molina una exposición de maquetas de barcos, o la Semana de Cine Internacional organizada por la Sección de Estudiantes en el Topham.

Tiempos para darle la bienvenida a la imagen de San Telmo, que se incorpora a los festejos. En efecto, aunque parezca de toda la vida, el viejo santo dominico celebraba hasta no hace muchas décadas sus fiestas en el barrio de la Hoya, acompañado por la Santísima Virgen del Buen Viaje. Pero llegaron nuevos tiempos y una fiesta dio paso a la otra, imbricándose así el protector de los marineros de tierras palentinas con la Reina de la Mar.

Y vimos llegar a don Felipe Machado a la alcaldía, y vimos bendecir la nueva capilla del Muelle en el Edificio Bahía, y vimos finalizar las obras de reforma de la Peña que el Padre Saturnino promoviera en 1971. Y fuimos testigos de excepción de un encuentro que no se ha repetido jamás en la historia, las imágenes del Gran Poder y el Carmen procesionando juntas desde San Francisco, lugar que había sido su morada provisional. Y vimos nacer la Coral Reyes Bartlet…

Eran los setenta, y el Cristo maniatado aún tenía su cabellera lacia y la Madre de los pescadores vestía sin barroquismos exacerbados. Antonio Castro tomaba el relevo a Machado González de Chaves y éste se convertía en flamante pregonero. Se incorpora el Parque San Francisco como escenario de los actos festivos y comenzaron las Jornadas Culturales del IEHC, un veterano aporte cultural bajo la pauta de un ciclo efímero que contó en la nómina de ponentes con Telesforo Bravo, Benito Rodríguez Ríos y el recordado sacerdote don José Díaz Ruiz, Pepe Díaz. En los ochenta el programa de actos festivos se amplió considerablemente. Partiendo del núcleo de cultos en honor a las tres imágenes titulares, comenzaron a celebrarse numerosos actos populares y festivos, manteniéndose las convocatorias clásicas como la cabalgata anunciadora, el baile de magos que organizara la Asociación de Amas de Casa, los desfiles de coches antiguos o las carreras de sortijas. El Puerto y sus gentes bullían en encuentros de marcado carácter festivo, y lejos quedarán episodios que, por querer olvidar, ni mencionaré en este pregón, -dice el IEHC-. Vimos a Juanito Cruz de pregonero, escuchamos al Padre Cuenca como orador sagrado y despedimos con lágrimas a Paco Afonso, quien en su última salutación como alcalde, se refirió a la vida en estos términos: debemos acercarnos más los unos a los otros, conocernos y juntos emprender hacia el futuro la difícil tarea de la vida. Palabras atemporales del gran Paco, a quien la vida nos arrebató pronto. Cómo nos hubiera gustado tenerte por el IEHC unos años más, unas décadas más, hasta que hubieras considerado cumplido tu paso por la vida pública.

Se cierra el viejo Olympia y llegan los noventa, momento en que José Pérez Martín - Pepe el de Arcón- toma las riendas del diseño del cartel. Década que estará marcada para nosotros como el momento de la imbricación entre las grandes Fiestas de Julio y el IEHC, gracias al ciclo iniciado en 1995 por nuestro expresidente Antonio Galindo Brito. No sabemos qué aspiraciones tuvieron esos pioneros directivos con estas conferencias en las Fiestas, pero lo que nadie duda es de que es un ciclo que vino para quedarse y que en las fiestas pasadas celebramos su vigésimo quinto aniversario. Telesforo Bravo lo inauguró y a él le siguieron Adolfo Arbelo, Manuel Hernández, José Javier Hernández, Nicolás González Lemus, Nicolás Barroso, José Manuel Rodríguez, Julio Afonso, Jesús Bravo Bethencourt, Tina Calero, Ignacio Torrents, Manuel de Paz, Rafael Fernández, Melecio Hernández, Manuel Rodríguez Mesa, Juan Manuel Bello, León, Alfonso Soriano, Sebastián Matías y el propio coordinador, Antonio Galindo. Secuela en la nómina de estos nombres consagrados quien le presta voz a este pregón coral, Eduardo Zalba, el que en 2003 quiso aportar algo de luz al trabajo del pintor portuense Luis de la Cruz y Ríos, pues ese año se conmemoraba el 150 aniversario de su fallecimiento, al tiempo que el Instituto cumplía los cincuenta de su natalicio.

Llegan momentos difíciles para la institución y Galindo da un paso atrás, y se suspende el ciclo en 2011. Debe ser que quien ahora habla sentía -y siente- una predilección especial por la identidad y cultura local, que la propuesta llevada a la asamblea de recuperar el ciclo a coste cero no tuvo inconveniente alguno por parte de los presentes.

Se convierte Zalba, -dice el Instituto-, en su coordinador desde ese entonces, quien contó para esta segunda etapa del ciclo con la inestimable colaboración y apoyo de Juan Alejandro Lorenzo Lima, Aitor Mora, José Manuel Rodríguez, Manuel Jesús Hernández, Javier Lima, Margarita Rodríguez Espinosa, Santiago Manuel Rodríguez, Isidoro Sánchez y Germán Rodríguez, unos consagrados, otros en proceso y otros   estudiantes, como el caso de Aitor Mora Herrera. Arte, historia, matemáticas, biología, turismo, economía, sociología, religiosidad… han sido algunas de las materias abordadas en las más de treinta charlas impartidas en el ciclo. Ciclo al que no le afectó la pandemia el pasado 2020 y posibilitó que algunos de los mencionados se hicieran presentes en la emblemática sala Andrómeda en un escenario presidido por Marco González y el actual coordinador.

Además de estas conferencias, cada año se organizaba una exposición temática sobre el Puerto de la Cruz, que ha motivado un aumento considerable de nuestro fondo fotográfico. La idea partió igualmente del ya citado Galindo Brito, y así tuvimos ocasión de contemplar la Peña de Francia en tres siglos de historia, la Plaza del Charco, el Muelle, el Penitente, San Telmo, el Hotel Taoro, Playa Martiánez, del Bajío al complejo Costa Martiánez, el Barrio de la Ranilla, y la calle de San Juan. Y más reciente en el tiempo en esta segunda etapa de colaboración del IEHC con las Fiestas de Julio destacan las muestras Gustav Gulde radiografía del paisaje; Agustín Portillo: la búsqueda de la modernidad para el Puerto de la Cruz; El Puerto de la Cruz en la colección del IEHC; Pelayo López y Martín-Romero: hombre y arquitecto, y como no, la de 2017, Gran Poder de Dios: historia y devoción de un pueblo, donde analizamos en profundidad el fenómeno devocional de la imagen por antonomasia de las fiestas estivales de la localidad al tiempo que sugerimos algunas líneas de estudio que precisen mejor los orígenes de la talla. En 2018 le dimos cabida al gran Agustín de Betancourt en el año del 250 aniversario de su natalicio. Y en 2019 le tocó el turno a la Virgen del Carmen, para celebrar así el centenario de la constitución de su cofradía, material que nos ha servido de base para la que inauguraremos el próximo lunes con motivo de otro centenario, esto es, el del primer embarque de la Virgen en el mar.

A todo este aporte de cultura local hemos de sumarle el que desde el IEHC hacemos por las Fiestas Patronales de la Santa Cruz en el mes de mayo, revalidando así nuestro compromiso con la historia local y demostrando a propios y foráneos la importancia que el Puerto de la Cruz ha tenido y tiene para la cultura del Archipiélago. Por eso no es raro que anide en el corazón del portuense que tiene que estar fuera durante sus Fiestas de Julio unos sentimientos nostálgicos como los que narraba el arquitecto suizo Alberto Sartoris y que ahora transcribimos:

En el momento de dejar Tenerife, mi mirada se detiene aún en un paraje que me agrada entrañablemente: el Puerto de la Cruz. He contemplado esa población por varias veces y he vuelto a su atmósfera tranquila y acogedora. Este es el motivo por el cual sustento el deseo insistente de volver a ella muy pronto, pues tengo la certeza de que este lugar admirable y único me proporcionará siempre algo nuevo y afectivo.

No se equivocaba el ya fallecido arquitecto. En efecto el Puerto de la Cruz es como un imán para quien la descubre y un orgullo para quien la vive. Una ciudad que bien sabe lo que significan sus señas de identidad y cómo cuidarlas para legarlas en el tiempo a través de las generaciones. Y así es entendible que las Fiestas de Julio sean el tributo de devoción de un pueblo por sus imágenes titulares, pues como se lamentó otrora en tono poético Andrés Carballo Real:

Te queremos, Señor, así sentado,

no sea que te marches y nos dejes,

no sea que te vayas y nos dejes…

O aquella plegaria que escribió José Perera para estrenar en la misa que cantaba con aires festivos la desaparecida Parranda Portuense:

Cuando llegues Madre del Carmelo

hasta el muelle por Santo Domingo,

más cerquita veremos el cielo

donde iremos un día contigo.

Un joven Salvador García Llanos se estrenaba en los menesteres de escritura en el programa de actos de 1973, y ya decía aquello de que cuando el ritmo y las cosas hayan cambiado a un ritmo impresionable, será el momento de meditar y de pensar en el gran alcance de las fiestas populares. Y en efecto, en este año de centenario que a este Instituto le ha tocado pregonar, puede ser buen momento para analizar ese avance. Y

lo hacemos desde nuestra sede, con la tranquilidad que nos aportan los viejos muros de piedra que un día sirvieron como morada edificatoria de las monjas dominicas de las Nieves. Y sacamos en claro y nos enorgullece saber que buena parte de la cultura de las Fiestas de Julio está íntimamente unida a nosotros. Y seguiremos aportando cultura porque para eso nacimos. Para sumar en el plano local, nacional e internacional.

Aquel polvoriento programa de fiestas de 1953 del año en que nacimos incluyó dos páginas dedicadas a esta institución que hoy se convierte en pregonera, del que destaco este fragmento que leo: el nuevo centro tinerfeño obtendrá el debido esplendor en las funciones que su texto fundacional reclama y que, para bien de la espiritualidad de las islas, asume un puesto relevante en la órbita de la cultura que a Tenerife compete Pues nos sentimos satisfechos, a puertas de cumplir nuestro septuagésimo aniversario, de seguir ejerciendo un puesto relevante en el panorama del patrimonio cultural.

Y dejaré de ponerle voz a este pregón coral en los últimos segundos de su intervención para prestársela por unos segundos a él (Instituto) o a ella (Institución) para que grite con alta voz: ¡Viva el Gran Poder de Dios! ¡Viva la Virgen del Carmen! ¡Viva San Telmo! ¡Vivan las Grandes Fiestas de Julio! y ¡Viva el Puerto de la Cruz!

Buenas noches.__...”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL