domingo, 29 de enero de 2023

CINCUENTA AÑOS DE LA PISCINA DEL COLEGIO DE SAN ISIDRO

El 27 de enero del año 2023 se cumplieron cincuenta años de la inauguración de la piscina del colegio de san Isidro de  la villa de la Orotava.

Inaugurada el 27 de enero del año 1973, coincidiendo con las bodas de plata de la presencia salesiana en la Villa.

Era director del colegio el  entonces salesiano don Antonio Granados Herreras, que antes una inmensa dificultad económica entre viento y marea logró que el Colegio San Isidro inaugurase la primera piscina preolímpica de La Villa de La Orotava.

Ubicada en los terrenos,  donde estaban los jardines y los corrales del centro docente villero, enseguida empezó a transitar, bajo los cuidados del monitor-profesor portuense Pepe Santiago, instruyendo a nadar a muchos orotavenses y demás que en aquel momento lo desconocían.

A lo largo de la vida se formaron equipos de natación, así como grupos de waterpolos, que realizaron notables participaciones federativas en competiciones oficiales, de lo que salieron varios medallistas de categoría nacional.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

LAS TORTAS DE ACEMITE DE CATALINA BAUTE (LA ROSQUETERA)

Fotografía de mi colección particular tomada de  mi cámara.

 

En el muro del FACEBOOK del amigo de la Villa de La Orotava JESÚS ROCÍO RAMOS, aparece un magnífico y extraordinario trabajo suyo que comparto con su permiso, adaptado por ÁNGELA PÉREZ ROCÍO, que se tituló “LAS TORTAS DE ACEMITE DE CATALINA BAUTE (LA ROSQUETERA)”: “…Hoy como todos los días, salí a caminar y fui por la ruta, que por ser más llana lo hago con mucha frecuencia. Salí de mi casa directo a la casa azul, y de allí

por la calle del Marqués; ya en ella, me vi sorprendido por un ligero sereno, y me acogí debajo del balcón de la casa de Don Leoncio Estévez, conocido como el comisario, y mientras esperaba a que se quitara, me vino a la memoria cómo era aquella calle en mi adolescencia.

Empecé a recordar por la dulcería de Siña Nicolasa, enfrente estaban Ambrosio y Luciana, que se dedicaban a la matazón y venta de carne de cochino; la venta de Don José Reyes, la Panadería de Pancho el cojo, el bar que estaba en lo bajo de

la casa de Don Leoncio el comisario; la panadería de Catalina Baute (la rosquetera) enfrente la tiendita de Fernanda, las costureras Ángela y María; la venta de Doña Eusebia, D. Domingo Delgado (Febles), la zapatería de Siño Manuel chasnero, la carpintería de maestro Agrícola; el taller de costura de Obdulia Quijada; Don Emiliano Illada; la venta y panadería de Siña Graciliana, la venta y frutería de María la de Ramón el de Matilde; Manolo el sastre, la escuela de Doña Ángeles, en la que yo estuve de niño, D. Lucio Polo, la sociedad del Team Victoria (después depósito de Don Pedro el Tonelero), y por último, la casa de Pedro Estevez.

El reparto de leche de Pedro Díaz, terminando en la casa de D. Ángel Díaz y Doña Cleria, y en lo bajo la venta de Juan el de la esquina (más tarde de Mariana).

Quiero destacar la panadería de Catalina Baute (la rosquetera).

En aquel tiempo, aparte del pan y los exquisitos rosquetes, hacía unas tortas de acemite granditas, y estofadas, con una cruz en el centro harinadas. Eran riquísimas, muy solicitadas, de las que mi hermana Onelia fue una de sus mejores clientes. Las vendía en su negocio del Camino de Chasna.

En aquel tiempo, al no haber servicios de guaguas para los altos, nos era difícil enviárselas, porque solamente subían los coches con los turistas, y nosotros nos valíamos yendo al recodo (en la torrita) con el saco con ellas, y aprovechábamos los camiones que subían por el sisco para que se las llevaran, ya que ellos siempre paraban en la venta (tal vez pensando mal) a tomarse la mañana. Unas veces era Francisco barandilla, otras Pepe el ronco, o Sebastián Suárez, que siempre le acompañaba su señora Asencion Sánchez.

Por aquel entonces venían de la Isla Cristina (Huelva) las sardinas saladas, llamadas de barril. Las comprábamos y las envolvíamos en papel, llamado de vaso y les quitábamos la piel escachándolas en las puertas, y las comíamos con las tortas, y se largaban dos taponazos de vino; digo que se “largaban” porque la edad no me lo permitía.

Desde aquel tiempo, no las he vuelto a comer. De todo lo que he contado lamentablemente, ya solo quedan los recuerdos…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

viernes, 27 de enero de 2023

LAS TORTAS DE MILLO DE SIÑA INÉS “LA REINA

Fotografía de mi colección particular tomada de  mi cámara.

 

En el muro del FACEBOOK del amigo de la Villa de La Orotava JESÚS ROCÍO RAMOS, aparece un magnífico y extraordinario trabajo suyo que comparto con su permiso, adaptado por ÁNGELA PÉREZ ROCÍO, que se tituló “LAS TORTAS DE MILLO DE SIÑA INÉS “LA REINA”“…Ya se acercan los carnavales, y con ellos las célebres tortas de millo tan esperadas por nosotros los villeros, porque solo se hacen en estas fechas. Me viene a la memoria, aquellas tortas de millo que hacía Siña Ines, la reina.

Tenía la panadería en el callejón del romero; viuda, madre de seis hijos. Manuel González, conocido como el 'chiron', Candelaria la señora de Raimundo, el de la calera, Juan el que yo no conocí, Carmen casada con Don Carlos González encargado (Jefe) del jardín Botánico, Cristina que estaba soltera, trabajo con los Zerolos, y Eusebia casada con Pepe Pérez "el pelón" y conocida como la de los huevos.

Como ya lo he contado otras veces, fue la que me enseñó las primeras letras en la escuela, que tenía en un cuartito que daba para la calle en la casa de la madre donde tenía la panadería, y por estos días, Siña Ines hacía las tortas de millo, y cuando las horneaba nos llegaban los olores a la escuela; ella nos llevaba unas pequeñas que nos hacía para nosotros.

En aquel tiempo, al estar muy escasos los ingredientes, las hacía con el millo molido, agua matalauva, y poca azúcar, porque no había; eran duras, pero en aquella época todo era bueno, nada comparable con las que hacen hoy. Otras panaderías, y en especial la panadería de Nuñez, no sé cuál será el secreto, pero para mí son las preferidas. Yo creo que las tortas de millo solo se hacen en La Orotava, le he preguntado a algunos amigos de otros pueblos, y no las conocen.

Voy a contarles una simpática anécdota. En calle donde yo vivo, en aquel entonces se llamaba calle Castaño (hoy Dtor Domingo Glez), donde mis padres tenían la venta. En aquel tiempo era de piedra y tierra, y venían a traerle el millo para repartir a los clientes en las raciones, en el camión de los almacenes de D. Jesús Rodríguez Franco, lo conducía Basilio el chocho, y el peón era Paulino Gutiérrez.

Cuando descargaba los granos, caían a la calle, y se metían entre las piedras, y Siña Ines ya dejada su actividad, pasó por allí y lo vio, y como no podía recogerlos, espero a que se marchara el camión, para ir corriendo a la casa y traer a las gallinas.

Así lo viví y así lo he contado…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

martes, 24 de enero de 2023

LA TARDE, DE JOSÉ LUIS ZURITA

Fotografías compartida con la APT (Asociación de la Prensa de Tenerife)

 

El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS, remitió entonces (24/01/2023) estas notas que tituló: “LA TARDE, DE JOSÉ LUIS ZURITA”: “…El primer número de La Tarde apareció el sábado 1 de octubre de 1927. Se unía a los otros tres periódicos que se editaban en Tenerife: El Progreso (4 de septiembre de 1905 a 30 de enero de 1932) republicano y un tanto anticlerical; Gaceta de Tenerife (1 de junio de 1910 a 1939), católico y La Prensa (15 de octubre de 1910 a 14 de febrero de 1939), republicano.

El diario fue fundado en la capital tinerfeña por Francisco Martínez Viera, Matías Real González y Víctor Zurita Soler. “Tres personalidades diferentes con perfiles diferentes –escribe el autor, José Luis Zurita- pero cohesionadas por su profunda dilección a Tenerife, sus talantes cultos y liberales y, esencialmente, por sus incuestionables vínculos de vocación por el mundo de la información”.

El periódico, dice también Zurita, “refugio de intelectuales y escuela de tantos y tantos periodistas de reconocido prestigio, se imprimió por última vez el 29 de marzo de 1982, superando convulsos períodos históricos e introduciéndose sin traumas en la etapa democrática actual”.

La obra del profesor de la Universidad de La Laguna, José Luis Zurita, que hoy presentamos, LA TARDE, 55 AÑOS DE PERIODISMO TINERFEÑO (1927-1982) El ocaso de la prensa vespertina en España, editada por el Gobierno de Canarias, es el cuerpo de su tesis doctoral defendida en junio de 2011.

El contenido es una invitación a profundizar en el acervo que atesora La Tarde. El oficio del periodismo, enriquecido con conocimientos multidisciplinares y por los incesantes avances tecnológicos, se dignifica con investigaciones como esta que nos sitúa en espléndida posición para entender el porqué de muchas cosas. Las páginas de aquel vespertino contribuyen a entender o interpretar las razones de la historia. En unos tiempos tan cambiantes, en los que se avanza a velocidad de vértigo, sobre todo cuando se producen frenazos inesperados como ha sido, o está siendo, el de la pandemia de un virus maligno, hay procesos sociales que los medios impresos coadyuvan a entender.

Esto es lo que pasa con un largo período del siglo XX, en la isla, en nuestro país, en todo el mundo, durante el cual La Tarde dio cuenta de lo que acontecía. Con modestia, sin pretensiones, con un estilo propio y con un paso por delante del voluntarismo. Es más de medio siglo esforzándose en salir a las calles de la capital y de los pueblos isleños, cincuenta y cinco años desafiando imponderables, forjando valores y superándose para competir. Hacerlo, además, con nobleza, con buenas artes y con el rigor que exigían los cánones de la comunicación escrita.

Todo eso creó escuela. Por eso hemos hablado de la escuela que fue el periódico que abrió sus puertas para muchos de nosotros, aprendices permanentes sobre la realidad a la que nos enfrentamos con voluntad de hacerlo responsablemente, con medios precarios –luciendo audacia, si era necesario- y en circunstancias adversas. Cuando no había ordenadores, si había que redactar de nuevo o transcribir fragmentos de una sentencia judicial, se hacía. Cuando había que repetir el revelado de una fotografía o reajustar la extensión de una crónica transmitida telefónicamente, pues se hacía.

En aquella escuela se fraguaban, además, valores humanos. Los del respeto, el pluralismo y la tolerancia. Todos ellos eran componentes del romanticismo que, en buena medida, acompañó al ejercicio del periodismo. Eran los tiempos en que el oficio se aprendía y se ejercía sobre el terreno, escuchando a los veteranos que corregían con una sana voluntad pedagógica o didáctica. Puede que los de entonces, los de La Tarde, en sus últimos años, fueran los últimos románticos, antes de que las exigencias fueran otras, antes de que la inmediatez quebrara el amor por la obra bien hecha, antes de que se agotara el tiempo para la autocorrección o los retoques de estilo, antes de que dejáramos de oler a plomo y de que los libros de estilo –muy útiles, en cualquier caso- condicionaran hasta los módulos de titulación o el uso de las siglas y las mayúsculas.

Qué tiempos aquellos de linotipias y de correctores, de horarios descabellados y de escuchar a los vendedores vocear el nombre del rotativo por las esquinas y en los exteriores de los bares cuyos usuarios, por decir algo, aguardaban por los horarios de la cartelera cinematográfica o los signos de la quiniela, aquella del Patronato de Apuestas Mutuas Deportivo Benéficas. ¡Qué tiempos!

Muchas de estas cosas se desgranan en las páginas de la obra de Zurita. En ellas adivinarán el romanticismo de los nombres propios de La Tarde, al que el autor rinde tributo en un trabajo encomiable. Los que vivimos personalmente y los que caracterizaron otras épocas de cincuenta y cinco años de entrega y abnegación periodística, fueron años pletóricos de experiencias.

Estar dentro, vivir desde las tripas el proceso de producción, hacer el periódico, nos permitió descubrir que aquel vespertino tenía un público fiel y era preferido por la calidad de autores y colaboradores cuyos nombres o seudónimos aparecían en sus páginas, con un ejercicio pluralista, apegado al modelo interpretativo hasta donde se podía llegar.

Estuvimos en aquella escuela. Y hoy nos congratulamos y damos gracias. Pues esos valores, que aprendimos y cultivamos, siguen siendo los que nos motivan.

 

(Texto leído anoche, en el Casino de Tenerife, durante la presentación del libro de José Luis Zurita, ‘LA TARDE, 55 AÑOS DE PERIODISMO TINERFEÑO (1927-1982) El ocaso de la prensa vespertina en España (Gobierno de Canarias)…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

jueves, 19 de enero de 2023

EL INTERIOR DEL TEMPLO DOMINICO EN EL TIEMPO

El amigo de la Villa de La Orotava CARMELO SANTOS VILLAR, remitió entonces (20/01/2023) esta fotografía referente al histórico templo dominico del convento de San Benito de la Villa de La Orotava.

Fotografía tomada en la primera mitad del siglo XX, observamos dos capillas a la derecha tapiadas.

El Cristo de las Tribulaciones delante de otra capilla,  que  por entonces todo el que entraba al templo besaba sus pies.

Al fondo el retablo que diseñó don José de Betancourt y Castro,  que en principio estaba destinado al  Santísimo y con la llegada de los padres Paúles se colocó la Virgen de la Milagrosa, actualmente ha sido sustituido por otro más moderno destinado al Cristo resucitado.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

REAL HESPÉRIDES


 

La amiga de la Villa de la Orotava AXUN PEÑA ÁLVAREZ, remitió entonces (19/01/2023) esta fotografía referente al histórico club de fútbol de la Ciudad de la Laguna el Real Hespérides, gloria del balompié tinerfeño.

Campeón de Tenerife en la temporada 1947-48, de la entonces primera regional máxima categoría del  fútbol tinerfeño y canario.

Tomada en el Estadio “La Manzanilla” (actual Francisco Peraza),  de  la  Ciudad Universitaria de La Laguna.

De pie de izquierda a derecha de arriba abajo: Palma. Arturo. Concepción. Cándido. Anita. Jerónimo. Florencio. Rosado. Agustín.  Méndez y Pedrín.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

miércoles, 18 de enero de 2023

SELECCIÓN JUVENIL DE TENERIFE 1956

La amiga de la Villa de la Orotava AXUN PEÑA ÁLVAREZ, remitió entonces (18/01/2023) esta fotografía referente a la Selección Juvenil de Tenerife de fútbol año 1956.

Tomada en el Estadio Insular de Las Palmas de Gran Canaria, en donde vencieron los tinerfeños por 0-2.

De pie de izquierda a derecha de arriba abajo: Juan José, Peña, Miguel, Chelé, Colo, Merrera, Tato,  Julio, Bacallado, Juanito Blanco, Domingo Luis, Evaristo, José Juan y Padilla.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

lunes, 16 de enero de 2023

LA CRUZ DE TEIDE

En el muro del FACEBOOK del amigo de la Villa de La Orotava JESÚS ROCÍO RAMOS, aparece un magnífico y extraordinario trabajo suyo que comparto con su permiso, adaptado por ÁNGELA PÉREZ ROCÍO, que se tituló “LA CRUZ DE TEIDE”: “…Mi paseíto de hoy fue por la Cruz del Teide, en La Orotava, y paseando me vino a la memoria como era en mi adolescencia. Recuerdo que por un lado, donde está hoy el despacho de las papas de Benjamín (el del burrito), vivía en una casa terrera D. Adolfo Padrón (padre) y su señora Quiteria; de su patio salía para la calle un frondoso damasquero. Engrandecía la zona, los Almacenes de D. Jesús Rodríguez Franco, y por otro lado en un gran portón D. Calixto Chávez casado con Doña Eufemia, vivían con ellos sus sobrinas Ángela y Manuela, y trabajaba en su casa Olga, conocida como (la chavita).

Vivían en una casa de teja con un bello patio, lleno de plantas variadas, entre ellas unas grandes helechos, begonias, geranios, etc.

Pegado a la casa, había una torna a la que le llegaba el agua en abundancia; desde allí se distribuía para el riego de las fincas de la zona, y ellas aprovechaban y regaban sus flores.

Ignoro quiénes eran los propietarios de las fincas, lo que sí sé es que en aquel tiempo las del camino de la derecha eran cultivadas por D. Calixto y la de la izquierda por D. Julián Machado, conocido por el del majuelo, y su esposa Doña Agustina y familia, padres de nuestra querida amiga Concha Machado.

En su finca había un estanque, y como no les faltaba el agua para el riego, sembraban papas y hortalizas, y siempre tanto una finca como la otra, se veían embellecidas con un bonito verdor.

Al final estaba la Capilla de la Cruz del Teide, se encargaba de ella Doña Soledad. Le seguía a un extremo, el camino del Monturrio, y al otro extremo la venta de Siña Bernarda, la famosa casa de comidas de Doña Margarita la balaya (madre de Doña Soledad); la venta de Doña Mercedes, el matadero, y la venta de Emiliano y Milagros, la gañanía de Benito y Candelaria, donde mi madre me mandaba a por la leche, y la famosa dulcería de la mano buena, y cerca la escuela de Doña Herminia Mesa, en la que yo de niño fui alumno.

Recuerdo que cuando las lluvias eran intensas, iba con todos los

amigos a ver como corría el agua por el barranco del matadero. Un año fue tanta, que se llevó casi todo el puente ocasionando un caos, cortando la circulación hacia La Perdoma.

Seguí mi paseo recordando esta vez las últimas fiestas de la Cruz del Teide que yo gocé. No sé quién era el presidente en aquel entonces, pero sí que en la comisión estaba el maestro Ángel, Oscar y Lolo el Balayo, y Calixto, la procesión con la Cruz la sacaban por los alrededores. Las sortijas eran a burro, las cucañas en el estanque, y casi siempre las ganaba Paco.

La carrera de sacos que las organizaba con gran humor Calixto, en una de las casas terreras que estaban pegadas a los Almacenes de Rodríguez Franco. Tenía instalado Carmelo Reyes, los altavoces eran unas bocinas grandes, y nos dejaba cantar por el micrófono a los chic@s.

En aquel tiempo, estaba de moda la canción de Jorge Sepulveda, Campanitas de la Aldea. Montaban una tarima junto al muro, donde estaba el chorro, casi a la entrada del Monturrio dejando la carretera libre. La ponían en alto dentro de la finca de D. Julián, que servía de escenario para la actuación de la Banda de Música, y para que las orquestas amenizaran las verbenas. En aquella ocasión fue la Orquesta Alegría, que era del barrio, cuyos componentes eran mis dos primos, los hermanos Jesús y Perico Calzadilla, Lolo el Sierra, los hermanos Hermógenes y Gregorio (los llamados “mil reales”), y el vocalista era Juanito Otazo.

En la parte baja de la casa de mi tío Alejandro Calzadilla, que da para la calle de Meneses, donde tuvo la Academia mi primo Félix Calzadilla; ese año pusieron un ventorrillo, mi hermano Justo y mi tío Marcos.

Como anécdotas a la fiesta vino un churrero; estábamos Domingo García (el ciego) y yo, nos llamó, y nos enseñó una mata, nos dijo que se llamaba celidonia que soltaba una agüita amarilla y que le había dicho que se daba por esa zona, que si le conseguíamos una poca, nos regalaba una rueda de churros. Salimos corriendo a buscarla; preguntamos y nos dijeron donde había. Fuimos directos detrás de la Iglesia de la Concepción, pegado a la casa de Lercaro, donde en aquel tiempo había una entrada para la finca de la tenería, y allí la conseguimos. Se la llevamos y nos dio la rueda de churros; nos la comimos entre los dos. Que yo recuerde, nunca he comido tantos churros.

Y así con nostalgia, terminé mi paseo. Ya de todo lo que he contado solamente queda en pie la Cruz del Teide, y los restos del bonito portón de casa Calixto. Adjunto una fotocopia de un programa de las fiestas del año 1923 por gentileza del gran Villero y amigo, Paco Morales.

Como siempre, solamente cuento mis vivencias…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

sábado, 14 de enero de 2023

COMBINADO DE AA. AA. SALESIANOS EN EL TIEMPO

El amigo de la Villa de La Orotava Francisco José Ruiz Hernández remitió entonces (14/01/2023) esta fotografía referente a un encuentro de fútbol entre AA. AA. Salesianos del Colegio de San Isidro de la Villa de La Orotava.

Tomada en el viejo y primitivo campo de fútbol del mencionado colegio (actual cancha polideportiva), entonces en dimisiones irregulares, pero de gratos recuerdos para la práctica – escuela de muchos futbolistas orotavenses.

Un grupo formado por AA. AA. Salesianos que se enfrentaban entre sí, por la festividad de su patrón Don Bosco el día 31 de enero del año1965.

Coincidiendo con el nacimiento oficial de la asociación de antiguos alumnos salesianos de La Villa de la Orotava, que presidió entonces Juan José Reyes Duclos.

De izquierda a derecha de arriba abajo: Manolo Pérez (de paisano), Francisco Ruiz, Cólogan, Jorge Linares, Manolo Fariña, Eutimio (entonces del UD. Realejos), Antonio Hernández Sánchez, Luis García, Miguel Domínguez (de paisano), el entonces salesiano don Antonio Granados Herrera, Ángel García, Pedro Perdomo, Bernardo Hernández, Duclos, y Pepito Santos.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

viernes, 13 de enero de 2023

ROBERTO



Primera fotografía con Ana Martín Delgado en Madrid, donde participaron con el grupo folclórico de la Sindical de la Villa de La Orotava.

Segunda fotografía, con José Delgado Árbelo en la romería de San Benito de la Laguna.

Tercera fotografía. Infantil Santo Tomás en el estadio Municipal “Los Cuartos”. Roberto tercero agachado por la izquierda.

 

El amigo de La Villa de La Orotava Felipe Hernández y Hernández comunica en su muro de Facebook la triste noticia del fallecimiento del también amigo y convecino de la Villa Roberto Álvarez.

Roberto estudió en el colegio de la Milagrosa, Santo Tomas de Aquino ambos de  la Villa de La  Orotava.

Roberto fue un futbolista agresivo en el centro campo, atacando muy oportuno, jugó en el Infantil Santo Tomas, Juvenil Plus Ultra, Juvenil y Sénior del UD. Orotava, y definitivamente en el UD. Cruz Santa.

Contrajo matrimonio con la dama villera Susi Quintero González,  de cuya unión tuvieron un hijo; Arasaho Álvarez Quintero.

Trabajó hasta su jubilación de administrativo-contable. La última vez que nos vimos, recuerdo que fue precisamente en el Lago Martiánez del Puerto de la Cruz, en la  inauguración de la sede de restauración,  previa invitación de mi alumno Enrique.

Perteneció a los Coros y Danzas de la Sección Femenina de la Villa de la Orotava, al grupo folclórico de la Sindical y a la Agrupación juvenil Teide.

Amigo de sus amigos, una excelente persona amable, caballeroso y comunicativo. Además de ser un extraordinario esposo y padre.

Amigo Roberto espero que descanse como se te merece en ese paraíso eterno, colmado de paz y misericordia.

Un abrazo,  hasta siempre.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL


lunes, 9 de enero de 2023

PREGÓN DEL NAZARENO DE LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LA PEÑA DE FRANCIA DE PUERTO DE LA CRUZ

Pregón del Nazareno que leyó en la Parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia de Puerto de la Cruz,  la que en su momento (octubre de 2022) era la Hermana Mayor de la  Real, Venerable y Dominicana Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de La Villa de La Orotava, DOÑA ANA MARÍA VALENCIA YANES, con ocasión de los actos conmemorativos del a Festividad de la Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Puerto de la Cruz.

Presentado por el cronista oficial de San Juan de la Rambla DON PEDRO BARRETO, fue además muy interesante su contenido y de la gran afluencia de fieles asistentes, destacado el hecho de que una mujer sea la Hermana Mayor de la Venerable Hermandad Nanzarena orotavense y del mismo modo que haya sido la Primera Mujer Pregonera de la festividad del Nazareno portuense.

Y que tituló “MIS VIVENCIAS ENTORNO A JESÚS NAZARENO”: “…Ilustrísimos señores alcaldes, D. Francisco Linares García de La Villa de La Orotava y D. Marco González Mesa del Puerto de la Cruz; señoras y señores ediles de ambas Corporaciones Municipales; reverendo padre Don Luis Rodríguez de Lucas, Párroco de Ntra. Sra. de la Peña de Francia y asesor espiritual de esta Cofradía de Jesús Nazareno; Sr. D. Ricardo Ritcher, presidente de la Asociación de Hermandades y Cofradías del Puerto de la Cruz “Santo Madero”; Sr. D. David Estévez, hermano mayor de la Cofradía de Jesús Nazareno del Puerto de la Cruz y estimados miembros de la junta; Sr. D. Gustavo Cruz Hernández, presidente de la Real, Venerable y Dominicana Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de La Villa de La Orotava y queridos compañeros de la junta; señoras y señores presentes en esta Parroquia que hoy nos acoge; buenas tardes a todos. Para mí, es un honor que hayan contado conmigo en este acto tan emotivo para la Cofradía Jesús Nazareno de esta parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia, a la cual le tengo especial cariño, ya que, aunque soy natural de la Villa de La Orotava, por mis venas también corre sangre portuense, al ser mi madre de esta localidad y, por ende, mi familia materna. De hecho, yo siempre digo que soy mitad villera y mitad portuense, pues también considero al Puerto de la Cruz mi casa. Amor que me trasladaron mis padres, abuelos y tíos. Amor que yo hoy intento transmitirles a mis hijos también. Cuando la junta se puso en contacto conmigo, he de reconocer que por mi corazón pasaron una multitud de emociones y que, aún hoy, siguen haciendo que en algún momento me pueda llegar a emocionar. Son muchos los recuerdos que atesoran estas paredes que hoy nos acogen, algunos alegres y otros no tanto, pero estoy segura que mis queridos abuelos, Manuel y Ana, al igual que mis tíos ya fallecidos, desde donde se encuentren, me ayudaran esta noche lluviosa en mi disertación. Mi amor por Jesús Nazareno y Ntra. Sra. de los Dolores nace y crece al mismo tiempo que mi persona, en casa siempre se le ha tenido especial cariño y devoción. Eso sí, cuando hablo de casa no me refiero a mi domicilio, ni siquiera al de mis padres, va más allá, es un sentimiento familiar que emana de mis abuelos paternos, Isaac y Carmen, a lo más importante que tenemos; nuestro amor, fe y devoción por Él y su Madre. Por este motivo, siempre hemos estado prestos para ayudar y colaborar en todo lo que pudiéramos, tanto con la cofradía, como con la iglesia en sí, ya que antiguamente Sto. Domingo, nuestra sede capitular, no era Parroquia. Pues bien, empecemos por ahí, como decía, desde muy niña acudía con mi padre a la iglesia cada vez que tenía ocasión, me encantaba trastear por la sacristía y cuartos de la misma, siempre he sido curiosa y habida de aprenderde todo y más. Mi madre me recuerda siempre los malos ratos que le hacía pasar cuando, asistiendo a misa, me iba al altar y me colocaba al lado del sacerdote. ¡Divina inocencia la mía! Para, posteriormente, el sacristán cogerme de la mano y llevarme de nuevo con ella al ver que no hacía por marcharme de nuevo a mi sitio. Pero, ¿cómo podía ser de otra manera? Si para cualquier niño o niña de esa época las iglesias eran una fuente inagotable de aventuras. Según fui creciendo, empecé a decirles a mis padres que yo quería ir el Viernes Santo por la mañana, bien tempranito, a la procesión del Encuentro. No me quería perder lo que con tanto esmero y dedicación veía preparar y, así, con apenas 4 o 6 añitos, creo recordar, fue la primera vez que procesione al pie de Ntra. Madre, que era el sitio que habían escogido para mí. En esa época, pocos niños de tan corta edad acompañaban el cortejo como hermanos y menos aún, solos, con la única vigilancia de las celadoras desde su puesto detrás de Nuestra Madre. Y ahí iba yo, vestida de calle, sin hábito, pero orgullosa con mi cruz al cuello, la cual había sido realizada como todas las de la cofradía, en la carpintería de mi familia, que las donaba desinteresadamente. Recuerdo a mi tía y a mi abuela cociendo las cintas a las cruces un par de meses antes, esa era para mí la señal de que llegaba la Semana Santa y mi cara se iluminaba. Antiguamente, no era como hoy en día, que a lo largo del año se le realiza la festividad de veneración propia, en donde se aceptan a los nuevos cofrades o hermanos, imponiéndoles la insignia, que en este caso es una cruz de madera; sino que era el propio Viernes Santo cuando los nuevos hermanos eran aceptados, saliendo a procesionar por las calles de nuestra Villa. Evidentemente, yo lo veía como una obra de teatro, que con los años fue cambiando a lo que es, una catequesis viva en la calle. Al mismo tiempo, sabía que iríamos de paseo a La Laguna, tocaba ir al Convento de las Monjas Claras a recoger las pelucas de la Verónica y de la Magdalena. Ellas eran las que con cariño y amor se encargaban de realizar cada tirabuzón a mano, enrollándolos en papel para que no se deshicieran. ¡Qué misterio tenía ese torno en medio del callejón de piedra, alumbrado por una farola de poca luz! Yo, por esa época, no sabía lo que era un convento de clausura y mucho menos entendía porque no podíamos verlas como si hacíamos con otras congregaciones religiosas, hasta que ellas un día me lo explicaron, justamente a través de ese mismo torno. Sonrío al recordar una ocasión en la que mi padre, al recoger días después en la iglesia, guardó la caja que contenía las pelucas en casa y mi madre metió la mano sin mirar, buscando otra cosa, por lo que, al sentirlas, sin saber que era o pensando en lo que podía ser, pegó un chillido que oímos en todo el edificio. Pocos años después, cuando ya podía moverme sola por el pueblo, asistía el Domingo de Ramos a la bendición de los palmos en la iglesia de S. Agustín. Mi padre, que no podía acompañarnos porque esa mañana era de mucho ajetreo para la cofradía, ya que era el día en que se vestían y adecentaban las imágenes, se encargaba de que tuviera mi palmo listo, pero yo, lo que verdaderamente quería era que acabara pronto, para bajar literalmente corriendo por la calle del Agua, hoy Tomás Zerolo. Quería llegar lo antes posible a Sto. Domingo para no perderme nada, pero, yhoy en día lo entiendo, siempre que llegaba ya estaban todas las imágenes vestidas. La razón lógica era que siendo imágenes de candelero, no querían que perdiera la ilusión y descubriera, igual que ocurre con el misterio de los Reyes Magos, la verdad que se esconde debajo de las vestiduras. Precaución todavía hoy se tiene cada vez que hay niños merodeando por la sacristía o por el templo. Quiero en este punto nombrar, con especial cariño a Gloria y Nieves, camareras de la Virgen, ellas fueron las que me enseñaron todos los entresijos que lleva vestir a las imágenes y adecentar los pasos para la procesión. Ellas me enseñaron tantas y tantas cosas, como la forma de ponerle a las imágenes los camisones y las enaguas o la forma de cerrar los vestidos de manera invisible. Yo, simplemente, las ayudaba pasando horquillas y alfileres en mi etapa infantil. También me enseñaron como teníamos que quitar los “papelitos” de las pelucas para no desarmar los rizos, siempre he pensado que con lo entretenido que era para nosotras, para ellas era, valga la redundancia, una manera de que tanto los demás niños que iban, como yo, nos estuviéramos un rato quietos, sin corretear a su alrededor. ¡La verdad que tenían todos una paciencia de santos! Y más adelante, cuando el misterio ya no existía, me enseñaron como tenía que hacerlo yo para que todo fuera “como tenía que ser”. Todavía, hoy, están muy presentes entre nosotros y siempre procuramos que las imágenes lleven alguna pieza que les haya pertenecido. Los años siguientes fueron muy duros, con la iglesia cerrada por obras durante muchísimo tiempo, los recuerdo con angustia, ya que la cofradía mermo sus hermanos, al no hacerse presente salvo el Viernes Santo. De hecho, en más de una ocasión no se sabía si llegarían a salir a la calle. También recuerdo a la cofradía formando en el callejón anexo a la iglesia y los cinco pasos colocados en la puerta lateral como si de un puzzle se tratara, ya que no había espacio útil para ello en la iglesia con las obras. A ellos, a ese grupo de personas, hermanos y hermanas de la junta directiva, que en la etapa más difícil se empeñaron en seguir sacando la procesión, les debemos el estar hoy en día aquí y ser lo que somos, una hermanad sencilla y humilde, pero con grandes retos, que poco a poco se van haciendo realidad. Con el pasar de los años, siendo ya una jovencita, los Jueves Santo por la mañana, como es tradición en la Villa, tocaba visitar las iglesias para ver los tronos ya preparados para esos días junto a mi abuelo Isaac. Al llegar siempre revisaba que las bazas, que fueron su mayor contribución, aun no siendo cofrade, estuvieran como él decía: “como tienen que estar”. Recuerdo a mi padre con un martillo chiquito colocando los clavos que sujetaban las cuelgas y encajes de los tronos. ¡Cómo ha cambiado todo! Existe la cinta de velcro y las planchas de vapor que lo facilitan todo enormemente. También descubrí porque me gustan tanto los gladiolos y los lirios o, más bien, tener flores en casa. Las sacristías eran un hervidero de flores, jarras y esponjas; creo que es el momento que más desordenadas y sucias pueden estar, pero a la vez, lo más hermoso que podemos contemplar, al ver esas manos creando esos jardines en miniatura que acompañan y lustran los pasos procesionales, tanto de Nuestro Padre y Su Madre como los demás Santos que acompañan al cortejo procesional. Y nos trasladamos a esa mañana fría de viernes, que aun estando despejada, la brisa de la madrugada nos cala en el cuerpo ¿O serán los nervios? Por fin llegó el día tan esperado, donde todo ese trabajo sale a la vista de las miles de personas que se agolpan en la calle alrededor de la iglesia para ver salir el cortejo y más tarde el encuentro de la Madre con el Hijo. O simplemente, ver como S. Juan sale corriendo a anunciar lo que ha visto, con el consiguiente murmullo y risas de los niños presentes en ese escenario que se crea entorno a la plaza Patricio García. Y qué decir de esa bajada al paso de la banda, viendo a S. Juan con Nuestra Madre, sabiendo que la conduce, tal vez, al último encuentro con su Hijo antes de la crucifixión; nos hiela el espíritu y nos acongoja el corazón. Para después tener esa reflexión desde el balcón en torno al momento que vivimos, en el más absoluto de los silencios, no me gusta pensar en un sermón, ya que considero que no lo es. Otro momento para mi precioso, desde una perspectiva visual y si queremos hasta recreativo, es en la vuelta a casa, una vez que se ha producido el encuentro, como decimos coloquialmente, al pasar por la calle La Carrera del Escultor Estévez, antes de llegar a la confluencia con la Plaza del Ayuntamiento, y en la bajada de la calle Tomás Zerolo, por ser cuando, desde el estandarte, pasando por la manga y los ciriales, hasta los cinco pasos ordenados junto a la cofradía y las bandas de música; dan una visión única de la totalidad del cortejo procesional, ya que desde la salida de la iglesia hasta el momento del encuentro las distintas imágenes transitan por calles diferentes recreando lo que ese día ocurrió. En ese momento, es donde vemos reflejado todo nuestro trabajo y amor por Él y su Madre, aunque como he dicho anteriormente, ya lo principal e importante ha sucedido, solo nos queda volver al templo hasta el año que viene. Ver entrar al Señor y a su Madre, La Dolorosa, y pensar ya están en casa, sanos y salvos, como si fueran mis hijos los que regresan a casa después de una fiesta, es una sensación placentera que año tras años se repite en mi corazón. Y sé que no solo lo siento yo, para muchos cofrades, y en especial, para la junta directiva, la entrada es ese suspiro, esa exhalación, como si no hubiéramos respirado desde que salimos por la mañana, al saber que todo se ha desarrollado correctamente o, mejor dicho, que todo ha salido a pedir de boca, sin incidencias destacables, puesto que, la perfección no existe y en este tipo de actos aún menos. Pero esto no termina aquí, falta recoger todos los pasos, redomas, jarras y demás enseres de la cofradía, volver a cambiar de ropa a las imágenes y vestirlas con las de diario para volver a sus nichos u hornacinas; es como desandar lo ya andado y se tiene que hacer sin tiempo para descansar, ya que hay que preparar el templo para la Vigilia Pascual al día siguiente, pero esto que realizamos el Sábado por la mañana, mientras esperamos la Resurrección del Señor, es otra historia que será contada en otro momento y, tal vez, por otras personas. He de reconocer que desde mi puesto estos años como hermana mayor, mi manera de ver el trabajo y la procesión ha cambiado de perspectiva. Debe ser la responsabilidad que conlleva saberte la cabeza visible de la cofradía, responsable de seguir, como dije anteriormente, catequizando de manera intuitiva a todas las personas que nos miran y siguen por las diversas calles del municipio, llenando el corazón de alegría a las personas que de una u otra manera ya no pueden acudir a pedirle su Gracia a Él, tanto pertenecientes o no a la cofradía. Ver esas caras a su paso no tiene precio, te llena el alma y comprendes por y para que trabajamos sin descanso, robando nuestro tiempo libre a familia y amigos durante esos meses previos. Han sido años que, con la pandemia, pensé que no viviría igual y así ha sido. Anteriormente, la vivía con mucho recogimiento, como siempre al pie de nuestra Madre, ese puesto sigue siendo mío, contemplando ese rostro de dolor sereno que con los años he llegado a comprender, es mi particular penitencia y suplica a una madre que, como yo, quiere lo mejor para los suyos. Sin embargo, desde el confinamiento nos privó de su presencia a este año que reconozco haber ido más pendiente de todo que de Él, nuestro Nazareno, porque aunque el imaginario sea distinto, quisiera que comprendieran que en el fondo son el mismo, ese Ser al que recurrir cuando la zozobra nos alcanza, porque así es la condición humana, o al que dar las gracias por todo lo que en realidad nos concede y da sin pedir mucho o nada a cambio, que es lo que deberíamos hacer para ser buenos cristianos. Quiero dar las gracias en este punto a mi junta directiva, que me ha dado tanto en estos años, me han demostrado que querer es poder y que todo se puede cuando se trabaja unidos y con un mismo objetivo. Así como, a la junta de esta Cofradía del Puerto de la Cruz por hacer que, por unos días, mi conciencia hiciera un recorrido por mi vida nazarena, porque de ella he aprendido lo que sí y lo que no nos aporta en nuestra vida diaria. Además, pensando y tratando de decidir cómo realizar este pregón, apareció derepente el recuerdo de mis años de trabajo en la carpintería familiar, que une a mi familia paterna con esta casa. Hablo de la refundación de esta Cofradía, cuando necesitaron que se les confeccionaran los palos que portan las redomas con las que procesionar, encargo que tuve el inmenso placer de recoger y cuando estaban hechos hacer entregade los mismos, por lo tanto, algo de mí también va en ella. Asimismo, quiero señalar que, lo que no sabía y descubrí hace poco, es que llevo perteneciendo a esta Cofradía desde que se fundó oficialmente la sección femenina de la misma, cuando solo tenía cuatro añitos. ¡Quien me lo iba a decir! Con razón no recuerdo la imposición de mi cruz, como dije insignia de nuestra cofradía. Y tal vez por ese motivo mis hijos pertenecen a la misma desde que eran pequeños, pero no como tradición que también, sino como decisión propia de ellos, ya que espere a que ellos mismos lo pidieran, como he dicho muchas veces no se trata de hacer números sino corazones de amor al Señor. En fin, muchísimos recuerdos de una Cofradía que, vividos día a día, supo volver a resplandecer al amanecer del Viernes Santo, donde María, la Madre, sale al encuentro de su Hijo en su camino hacia el calvario en el monte del Gólgota, acompañándolo hacia su crucifixión y posterior muerte. En mí siempre llevo esa cruz de madera, que me recuerda que Él, en su camino de tormento, cargó y sigue cargando con todas las injusticias de nuestro mundo, pero no nos olvidemos de Simón de Cirene, ese gran desconocido que sin saberlo, cargó con todo el peso que Jesús llevaba en su alma para, luego, desaparecer sin llamar la atención. Seamos pues, nosotros como él, con nuestra humildad y buen hacer, sin alardes, ni aspavientos, ayudemos a Jesús con esa pesada carga en nuestro vivir diario hacia los demás. Y que la Gracia de nuestro Señor nos acompañe siempre en nuestro caminar por esta vida que nos ha tocado transitar. Muchas gracias a todos…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

INAUGURACIÓN DEL ESTADIO MUNICIPAL “LOS CUARTOS” DE LA VILLA DE LA OROTAVA.



Fotografías compartidas con; Fútbol de La Orotava de Jaime Orta. Propiedad de Andrés Dorta Hernández

 

Estas fotografías corresponden a un encuentro entre los entonces veteranos futboleros del UD. Orotava y CD. Viera de  los Realejos, referente a preliminares del partido inaugural del estadio Municipal “Los Cuartos” de la Villa de La Orotava el día 11 de octubre de 1953.

La primera fotografía observamos a la madrina  de la inauguración Teresa Murillo dando el saque de honor. Le acompaña a la derecha el árbitro “Elías”, que en el partido oficial del UD. Orotava – Canarias de Tejina, actuó de linier junto con Carlos Argüelles, siendo el árbitro principal Manolo González Casanova que conocían por “El Mirlo” debido a su papel en la caricatura lirica “Cosas del Pueblo”. Y están presenten los capitanes de ambos equipos; por la izquierda del UD- Orotava Chano Hernández y por la derecha del CD. Viera de Los Realejos Sedomir.

En la segunda fotografía, en el centro el árbitro “Elías” y la madrina Teresa Murillo.

A la izquierda veteranos del UD. Orotava: ¿+?, Alfonso, Andrés Dorta, Domingo, Chano, Paco “El Raso”, Gustavo Dorta, Santiago Sánchez, ¿+?, Manolo Quintero, y Juan Gutiérrez.

A la derecha Veteranos del CD. Viera de Los Realejos, solo identifico al guardameta Sedomir y a Francisco Delgado “El Chiva” (tercero de pie por la derecha).

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL


LOS PIRULINES DE JOSÉ Y OFELIA

En el muro del FACEBOOK del amigo de la Villa de La Orotava JESÚS ROCÍO RAMOS, aparece un magnífico y extraordinario trabajo suyo que comparto con su permiso, adaptado por ÁNGELA PÉREZ ROCÍO, que se tituló “LOS PIRULINES DE JOSÉ Y OFELIA”: “…En la calle de la Estopa, en La Orotava vivía el matrimonio José y Ofelia; él era mampostero y ella ama de casa, y aparte del trabajo rutinario se dedicaban a hacer pirulines: una golosina para los chic@s.

Los hacían poniendo en unos pequeñitos cucuruchos de papel de seda de varios colores en unos moldes, y después de ponerle una especie de caramelo cristalizado con esencias, le ponía un palillo para poderlo coger. No solo que valía una perra de las antiguas pesetas (diez céntimos), sino lo que costaba quitarle el dichoso papel.

Recuerdo que las latas que venían con las galletas Ki Ki Ri Ki, y un cordón era lo que usaban. Dicho matrimonio José y Ofelia para transportar de un lado para otro sus pirulines. José los repartía a casi todas las ventas de aquel tiempo. Ofelia era de Garachico, y ella iba en la guagua a vender sus pirulines a toda la isla baja.

Un poco más abajo de mi casa, enfrente donde está la entrada para la barriada de San José tuvo la venta Don Domingo Pérez; lo conocí a él y su esposa Doña María, a su hija Carmencita y a su yerno Don Buenaventura Pulido, también conocí a su hijo Don Domingo Pérez y a Doña Maximina su nuera, pero no en su venta por aquel entonces la venta la tenía arrendada Don Inocencio Navarro, que también vendía los pirulines.

Un día estábamos jugando en la calle, fui con un amigo a comprar uno, y cuando se lo despacho me pregunto a mí: ¿y tú no quieres uno? le dije que no, que yo no tenía perras (dinero), y me dijo “cómo va a ser eso, yo te lo voy a dar y cuando tengas las perras me lo pagas” y lo cogí, después no hacía nada más que pensar que si mi madre se enteraba…Estuve más de una semana, sin pasar por su venta, me daba vergüenza, y el domingo cuando me dieron las perras (dinero) para el Cine, fui, se lo pagué, y me dijo “así es como son los niños formalitos”, y sin esperarlo riéndose me regaló otro.

En verdad parece un cuento, pero nada de eso amigos, es la triste realidad de aquel tiempo que siendo niños, nos tocó vivir…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

sábado, 7 de enero de 2023

TERESA


 

En el muro de facebook de su hija Juani García Rodríguez, me entero de la partida al infinito en estos días de su querida madre TERESA RODRÍGUEZ, compañera que tuve y conocí en el  IES La Orotava Manuel González Pérez (anteriormente Instituto de Formación Profesional) del Barrio de  San Antonio.

Nada llegar de mi anterior destino como docente de Minas de Riotinto Huelva al instituto de formación Profesional de la Villa de La Orotava en el Barrio de San Antonio, conocí a Teresa Rodríguez que ejercía en los servicios de limpieza y mantenimiento del centro villero del popular Barrio de San Antonio.

Su marido Máximo García que conocía de anterioridad, pues era músico fliscorno-trompeta de la Banda de música de  la Agrupación Musical Orotava, y compartía el  trabajo con ella en el centro de docencia profesional de san Antonio como conserje y mantenedor.

Su tarea en aquellos barracones rodeados de hermosas Hortensias le conjeturó un esfuerzo grandioso, ya que trajinaba zonas abiertas a la intemperie. Como otras de sendas escalonadas. Pero recuerdo que la ternura por su trabajo, sobre todo por sus jardines fue el de una señora espléndida de corazón grandioso.

Decir de Teresa, que en su vida anduvo de una mujer trabajadora desde su hogar como fuera de él, una esposa ejemplar y una madre muy querida. 

Su lucha en la vida era evidente, dio todo por sus hijos, lidiando contra todo, para sacar a su familia adelante.

De pensamiento religioso-cristiano, perteneció a la cofradía del Cristo a la Columna de San Juan Bautista, nunca faltó a su cita procesional y religiosa, los jueves Santo por la noche.

Un saludo para su esposo Máximo García y para todos sus hijos, amigos de toda mi vida profesional como docente.

Teresa espero todo lo mejor en tu viaje a la eternidad, y que descanse en paz y en misericordia.

Un abrazo.

Hasta siempre.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL