miércoles, 26 de abril de 2023

RECUERDOS DE LA SEMANA SANTA 2023 EN LA VILLA DE LA OROTAVA



 

Fotografías de mi colección particular tomadas de mi cámara.

 

El amigo de La Villa de La Orotava; EVARISTO FUENTES MELIÁN, “ESPECTADOR”, remitió entonces (26/04/2023) estas notas que tituló; “RECUERDOS DE LA SEMANA SANTA 2023 EN LA VILLA DE LA OROTAVA"“…Como en el conocido cuento de la lenta tortuga, he dejado pasar un tiempo para comentar en La Orotava, le noche del Jueves Santo del presente año.  

    Me paro en la esquina de La Carrera, junto al borde de las pilastras por fuera de la Plaza Consistorial, y saco fotos con mi móvil, entre otras, una  foto de la ventana donde se halla una pareja matrimonial famosa en el Municipio y en el Valle entero, que ya soporta, con resignación cristiana, los achaques de una vejez nonagenaria. 

    El orden y la conjunción denotan religiosidad, la Banda de Cornetas y Tambores se toma libertades creadores. La Banda de Música, excelente, perfecta, es más seria, más en su sitio sacrosanto.    

    Al llegar yo a las inmediaciones, observo y  saco fotos también del Señor a la Columna y de la Virgen de Gloria; ya ha acabado el sermón o la plática el orador sagrado, pero el murmullo improcedente del (que debe ser) respetable  público, no lo deja oír con claridad.  

  La salida desde la Plaza Consistorial, de sendos tronos plateados, es por la escalinata principal que la conecta con la calle de La Carrera.    

    En fin: la suntuosa pareja, Madre e Hijo, se encaminan por lo más inclinado de la Calle, hacia la Villa Arriba, donde se ubica su parroquia, la parroquia de San Juan…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

sábado, 22 de abril de 2023

MI TÍA AGUSTINA ROCÍO Y EL HOTEL SUIZO

En el muro del FACEBOOK del amigo de la Villa de La Orotava JESÚS ROCÍO RAMOS, aparece un magnífico y extraordinario trabajo suyo que comparto con su permiso, adaptado por ÁNGELA PÉREZ ROCÍO, que se tituló “MI TÍA AGUSTINA ROCÍO Y EL HOTEL SUIZO“…Yo conocí siendo adolecente a mi tía Agustina, la hermana de mi padre casada con Don Francisco Polo Verdugo, padres de dos hijos; el primero no lo conocí y el segundo era Nazario, conocido como Víctor.

Todos los domingos a la salida del cine Atlante iba a visitarla a su casa. Vivía en aquel tiempo en una de las casas terreras, en la calle del Calvario, en frente a la plaza del llano, cerca de donde tenían los molinas la lonja y el comercio, pegada a la casa de Doña María la que llamaban la sol puesto (yo no se lo puse), casada con D Aniceto; la casa que le seguía era la de mi tía y a continuación donde vivieron D Vicente y Doña Rosalía, padres de los amigos conocidos como Pepe Arencibia Carlos el campana, Lalo, y Francisco.

Ya de esas casas no existe ninguna, hoy en su lugar están los edificios de los molinas de Jesús Martin y el salón de venta de automóviles de Leopoldo Ascanio.

En la casa de mi tía a la entrada había unas estanterías viejas de madera, como de haber estado una venta y a un lado los carritos de su hijo Víctor, los que ponía en la plaza de la Alameda. Allí tuvo la Academia su sobrino Félix Calzadilla Rocío.

Estando yo de visita, apareció mi tío Paco que venía de la finca que tenían creo que era en las Candia. Siempre fue muy amable conmigo su hijo Victor; estaba casado con Esperanza Regalado, y tenían cuatro hijos: Paco, María Luisa, Manolo, y Ñete de los cuales aparte de ser parientes, éramos buenos amigos.

Más tarde, tras vender la casa y la finca compraron el Hotel Suizo, y yo aún recuerdo la primera vez que fui a visitarla al Hotel. Confieso que yo nunca había estado en ningún hotel, me quede extrañado, viendo tantas habitaciones, de las cuales salían los huéspedes entre otros. Había muchos de los llamados jarandines, y el fotógrafo Ortega también en ver las lámparas que colgaban de los techos y la cocina con aquellos fogones tan grandes (no se si se conservarán igual). La cocinera era su nuera Esperanza.

Ese día en el menú, tenía arroz blanco porque estaba apartando un tremendo cardero. Mi tía estaba observando sentada; hasta allí entre los buenos olores de la cocina, se percibía el sonido de las fichas del dominó de los que jugaban en el bar que estaba hacia la calle atendido por su hijo Víctor, donde al estar en ese tiempo las paradas, tanto la de las guaguas, como la parada conocida como la de los ricos, los choferes y los cobradores pasaban a tomar algo o hacer pipí.

Más tarde lo atendió su hijo Paco, y la última fue Doña Nina como la llamaban.

Como anécdota, el padre a petición de su hijo Víctor compró un coche que lo conducía Don Servando Villavicencio, y un día se le rompió la corona y Víctor le pidió el dinero al padre para su reparación, y cuando le dijo lo que costaba como un buen andaluz le dijo: “¡joder, vale más esa corona que la de Alfonso XIII!”…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

jueves, 20 de abril de 2023

EL DOCTOR LUIS ESPINOSA EN EL HIERRO

El amigo de la Villa de la Orotava y convecino de mi calle El Calvario; ISIDORO SÁNCHEZ GARCÍA, Ingeniero de Montes y Villero de Honor. Remitió entonces (20/04/2023) estas notas y fotografías que tituló: “EL DOCTOR LUIS ESPINOSA EN EL HIERRO”: “…Si no recuerdo mal el doctor Luis Espinosa, portuense de pro, falleció recientemente tras una larga enfermedad. Creo recordar que fue el martes 11 de abril y nos enteramos en Madrid por un mensaje de mi cuñado José Luis Jordán. En el mundo de las comunicaciones pude leer un artículo de Salvador García que hacía referencia a la ausencia del amigo Luis Espìnosa. No pudo resistir una penosa enfermedad y pude comprobar que los médicos también se nos van. 


De vuelta a Tenerife coincido con el amigo Bruno Álvarez y me pide fotos del amigo Luis Espinosa. Busco y rebusco y encuentro algunas realizadas por el fotógrafo Imeldo Bello Baeza con los componentes de la Peña Baeza que presidía entonces el citado e ilustre amigo Imeldo que presumía de ser vecino de todos los municipios del valle de Taoro: Puerto de la Cruz, La Orotava y Los Realejos. Por cierto le gustaba tanto plasmar la Naturaleza que se apuntó al PFE y al ICONA, con los permisos oficiales correspondientes, para sacar fotografías de las hierbas, de los matorrales, de los arbustos y de los árboles que crecían en los montes y bosques canarios. De manera especial las setas que cubrían los mantos de la finca forestal de las Cumbres del Realejo Bajo que posteriormente cocinaba el amigo forestal, el guarda don Pedro de Los Realejos. Testigos de excepción lo fueron Telesforo Bravo, catedrático de geología, Luis Espinosa, doctor en medicina, Vicente Jordán, autor de Tenerife a Pie, el padre Paco, cartero; Celestino Padrón, abogado y Juan Pedro además de este relator.


Tengo que reconocer que mi incorporación a la Peña Baeza en la mitad de los años de 1960 me sirvió de mucho.  Conocí a los mayores y a los jóvenes, principalmente a las chicas de las cuales me enamoré de una de ellas, Paca Jordán, con la que contraje matrimonio en 1967 y me dio tres hijos, María Elena, Fran y Juanpa, y tres nietos: Mar, Sergio y Fabio. Curiosamente en los carnavales de 1969 el sobreguarda del Distrito Forestal de la isla de El Hierro, Zósimo Hernández, nos invitó a la Peña Baeza visitar la isla del Meridiano para conocer la ínsula más occidental de Canarias y la más meridional de España. Pudimos ir Imeldo Bello, Telesforo Bravo, Luis Espinosa, Celestino Padrón, Manuel Rosales e Isidoro Sánchez, ingeniero de montes del Patrimonio Forestal del Estado. La semana estuvo pasada por agua pero nos sirvió para conocer los recursos naturales de los dos municipios herreños entonces existentes: Valverde y Frontera. 


Pudimos conocer a personajes como don José Padrón Machín, José el de Panchillo y Bartolo, en El Pinar, y a doña Valentina en Sabinosa. Disfrutamos de lo lindo tanto en los montes como en los pueblos. Con Zósimo y Machín compartimos información y conocimientos. Y Luis Espinosa apuntando las notas para las crónicas de la Peña Baeza, ya que Vicente Jordán, el secretario, no pudo viajar por razones de salud. Manuel Rosales no cansaba de preguntarle a don Telesforo los temas geológicos volcánicos, y Celestino y un servidor disfrutábamos con los vinos y los pescados de La Restinga además de conocer el Garoé y las sabinas, los bosques de pinos canarios y el monteverde y la laurisilva herreña.


 

Como recuerdos de nuestro viaje conseguí del amigo Imeldovarias fotografías de las que destacaré cuatro en las que destaca el recordado amigo, el doctor Espinosa. La primera fue tomada en el restaurante de Casa Bartolo donde degustamos unas viejas fritas del máximo nivel en una cena presidida por don José Padrón Machín quien nos deleitó con un concierto de ópera extraordinario. La segunda tuvo lugar en el límite del pinar canario en la Hoya del Morcillo donde Zósimo cultivó estacas de almendros para plantar en los ecosistemas agroforestales del pinar. La tercera la tomó Imeldo en La Restinga donde destacó el grupo de bañistas con Luis Espinosa, Telesforo Bravo, Celestino Padrón, Manuel Rosales e Isidoro Sánchez de protagonistas junto a la pareja herreña de don Zózimo y don José Padrón Machín, sentados en el muro de la playa. La última fotografía fue realizada en el caserío de Sabinosa donde pudimos conocer a la señora doña Valentina, toda una joya del folklore herreño, y a Luis Espinosa apuntando las noticias del evento relacionadas con la medicina por el Pozo de la salud y de los personajes que nos señaló doña Valentina en Sabinosa, ya que salieron a relucir militares como los generales Vallabriga y Serrador, así como don Leopoldo Morales, canónigo herreño del Obispado de Nivaria en La Laguna.  Lo cierto fue que aquél viaje a la isla de los bimbaches y del faro de Orchilla nos sirvió para conocernos más y mejor. El Hierro y su naturaleza nos ayudó mucho a ello.El ingeniero de montes que suscribe fue destinado a la isla de El Hierro en 1972 y se mantuvo 10 años más compartiéndolos con La Gomera y Tenerife. Después de jubilado me asentépuntualmente en La Restinga por razones de salud. Decidí escribir el libro Garoé y también El Hierro Submarino. Recibí en 1982 el Premio de Prensa Forestal por el artículo titulado: “Bosque y Agua en la isla de El Hierro”. Siempre en el recuerdo, el ingeniero José Miguel González y el Doctor Luis Espinosa…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

miércoles, 19 de abril de 2023

PACO NEGRIN

Otra triste noticia me llega del fallecimiento de un amigo Francisco Negrín Ponte (Paco).

Sabía que estaba ingresado en el hospital,  pero no me imaginaba que se llegara a esta definitiva y entristecida despedida.

A Paco Negrín le conozco desde los tiempos colegiales, en el  colegio de San Isidro de la Villa de La Orotava.

Nació en la Villa en el año 1943, y falleció en la misma el 19 de abril del 2023.

Fue el bibliotecario oficial de la biblioteca municipal de La Villa de La Orotava, desde que se instaló en su nueva sedes de la calle de Tomás Pérez-Home, donde estuvo el casino Orotava que conocíamos por el casino de Los Caballeros.

En ese lugar cuna de intelectuales, Paco siempre ocupaba la primera fila, fuera del mundo digital, aun desconocido, sabia donde se encontraba el material que le requeríamos para cualquier investigación o cualquier trabajo. Conocía de fondo las bibliografías necesarias que todos le pedíamos para trabajar con el campo de la literatura, historia, sobre todo la local e incluso con las ciencias.

Cuando se ausentó del recinto bibliotecario, por razones laborales de la organización municipal, todos le echamos de menos, en muchas ocasiones nos veíamos fuera de la información que precisábamos, lo que nos causó un estrago irrepetible.

En la época de mi soltería, solía ir a casi todos los días al cine de la sección de las 22 horas, siempre me reencontraba a Paco en la sala, y en muchas exhibición de cintas, solo estábamos los dos y el acomodador de turno, lo que recuerdo con mucho cariño.

Siempre Paco, formaba un trío de amigos orotavenses; dos catedráticos de la Universidad de La Laguna; Paco Galván y Luis Azagra. Los tres eran buenas personas, nobles caballeros con cabida intelectual ineludible.

Por último nos veíamos en su calle Nicandro González Borges-Verde, en el balcón de su mansión ojeando el barranco de “Araujo”, “cuenta la leyenda que el barranco se llevó a “Alicia”, la sirvienta de color”, detrás de los cristales de los grandes ventanales, o en la venta de Fernando Pérez a donde iba a diario en busca de su manducatoria.

Paco amigo, descansa como se te merece en ese paraíso eterno, donde la paz y la misericordia son los elementos más trascendentales.

Un abrazo hasta siempre.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

FRANCHI ALFARO 1893

Inédita fotografía coloreada del año 1893, de la colección de PISQUITO PLUTO (F. A. DE TENERIFE),   correspondiente al Llano de San Sebastián y a la entonces plaza de Franchi Alfaro de La Villa de La Orotava, virgen por qué veo por primera vez como era este terruño de mis infancias al final del siglo XIX, con la inauguración de los jardines, pila original y arboles de la plaza de mi niñez.

Lo más curioso que por la calle el Calvario en la mansión de mi amigo desde la infancia Juan del Castillo y León existía una puerta de origen canario, conjuntada con las mansiones sucesivas, que correspondía a la vieja serventía que unía la calle citada con La Sidrona. En el tiempo Don Juan del Castillo (Padre), fabricó en ese lugar en sustitución de la histórica puerta un garaje para su automóvil, manteniendo la Cruz en el Angulo central, en la actualidad se conserva en una esquinita del tejado de la mansión con el edificio de los herederos de “Los Molinas”.

Al anexo de este caminito podemos ver la casita donde vivía Aniceto el de “Las Macetas” (padre de Pepe y Perico), cuyo quehacer de fabricar macetas y macetones con barro obtenido en los barrancos y el transporte de las mercancías en un carrito fabricado de madera personalmente.

Llama la atención la entrada a la plaza por la zona Sur, que era un camino bajado de tierras. Las edificaciones que hasta antes de construirse el actual Geriátrico de San Sebastián estaban en la curva con la continuación de la calle El calvario de estilo colonial y sobre todo la forma y trazado de estilos marselleses de los jardines, sin los laureles de india que están actualmente y lo plátanos de Líbanos dentro de la misma plaza.

Curiosamente podemos observar los históricos arboles “Plátanos de Líbano”, que fuero cepillados en el año 2017. Y que entonces se encontraban dentro del recinto. Así como las carretas tiradas por yunta de bueyes, ya que entonces no había aparecido el automóvil de motor.

El origen de este espacio se sitúa en pleno siglo XVI, cuando tan sólo era concebido como una explanada próxima a la ermita de San Sebastián, por lo que era conocido como el Llano homónimo.

Se trataba de un Recinto sin pavimentar ni delimitar, que se mantuvo durante siglos bajo esas mismas condiciones, como testigo del desarrollo urbano de este sector, a la vera del camino real de entrada y salida del pueblo por el este, a través del Calvario.

En tal sentido, y mientras el Llano de San Sebastián continuaba siendo un terreno en el que eventualmente tenía lugar la celebración de algún evento tanto de naturaleza civil como religiosa, la imagen de su entorno inmediato fue variando con la edificación de distintos inmuebles que proporcionaron a este lugar de una identidad propia. De este modo, el Hospital de la Santísima Trinidad, levantado en el siglo XVIII sobre la antigua ermita de San Sebastián, o las similares casonas de estilo tradicional, fueron complementados ya en la centuria siguiente, por otras edificaciones relativamente cercanas como el antiguo Hostal El Suizo, en el otro extremo del Llano.

Por aquella época, finales del siglo XIX, este espacio fue reordenado por vez primera, siendo considerado ya como plaza. Ello se debió a la iniciativa particular de los vecinos de la zona, que instaron al Ayuntamiento a iniciar las obras de mejora de un espacio que hasta entonces servía para la celebración anual de la festividad de los santos patronos, y para que el Batallón de Infantería destacado en la localidad, realizara a diario sus maniobras e instrucciones.

El 25 de Junio de 1879, los señores Don Luís Fumagallo y Don Miguel Rodríguez y Borges presentan al Ayuntamiento una solicitud para arreglar una plaza de recreo en el referido Llano, contando con sus propios recursos, la cooperación de los vecinos y la cantidad con que el Ayuntamiento quiera contribuir.

La Petición se aprueba por unanimidad de votos, concediendo una ayuda de trescientas setenta y cinco pesetas con destino a dichas obras, con lo que se comienzan los trabajos de explanación.

A continuación, el 4 de Diciembre de 1879, se saca la subasta de la construcción de los muros de contención y circunvalación de la Plaza de San Sebastián, denominación que comienza a darse a este lugar público, adjudicándose las obras en segunda convocatoria en Marzo de 1880.

Los trabajos se prolongarán por varios años causando problemas al Batallón de la Villa, ya que en dicho Llano acostumbraba efectuar sus ejercicios.

Finalizadas las obras, sabemos, por el Periódico "El Valle de Orotava", que se siguió con mucho interés la plantación de los árboles que actualmente disfrutamos y la puesta en funcionamiento de la fuente; se llamaba la atención al servicio de policía para que vigilase la zona y evitase su deterioro.

Diez años más tarde, en 1889, la Corporación municipal acordó calificarla oficialmente como plaza, dedicando su nombre a uno de los inolvidables protagonistas de la historia de La Orotava, Juan Francisco de Franchi y Alfaro, quien consiguiera en 1648 el título de Villa Exenta para la localidad.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

CALLE LA IGLESIA 1893

Fotografía muy original coloreada, de la calle La Iglesia (actual Inocencio García Feo) de la Villa de La Orotava correspondiente año 1893, de la colección de PISQUITO PLUTO (F. A. DE TENERIFE),   

La arquitectura civil tiene en  la histórica calle de La Orotava La Iglesia hoy Inocencio García Feo varios exponentes que reflejan las influencias de los diferentes estilos equitativos.  Así pues al final del siglo XIX, las corrientes romanticístas dan lugar a obras arquitectónica de cierta importancia. Sin embargo es la arquitectura popular Canaria la que mayores transformaciones ha sufrido en esta histórica calle,  en las últimas décadas del presente siglo se han construido nuevos edificios siguiendo los cánones arquitectónicos de la construcción popular Canaria con largas balconadas de tea.

Observamos, el vestuario de la época de los fotografiados en dicha calle, y en los balcones de sus edificios. Asi como el panorama arquitectónico es muy similar al actual

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

sábado, 15 de abril de 2023

MARÍA DEL CARMEN BELLO HERNÁNDEZ. RETAZOS DE UNA BIOGRAFÍA

El amigo  de la Villa de La Orotava; JAVIER LIMA ESTÉVEZ Graduado en Historia por la Universidad de La Laguna, remitió entonces (15/04/2023) estas notas y fotografía que tituló; “MARÍA DEL CARMEN BELLO HERNÁNDEZ. RETAZOS DE UNA BIOGRAFÍA”: “…La trayectoria de María del Carmen Bello Hernández, conocida popularmente por sus amigos y familiares como Carmita, sería el reflejo de una vida marcada por numerosos aspectos que permiten advertir rasgos de una mujer cuya vida se inicia en el mismo momento del comienzo de la Guerra Civil Española. Hija mayor del matrimonio formado por Manolo Bello y Carmela Hernández, es hermana de los recordados Manolo y Antonio Bello Hernández.

De su etapa juvenil afloran los recuerdos de innumerables horas en el Colegio La Milagrosa. Allí conoce a sus primeras amigas y comparte innumerables horas de estudio, pero también de juegos infantiles como el salto a la cuerda. Era el contexto de una España que entraba en una fase compleja de posguerra y en la que, con gran esfuerzo, trabajo y sacrificio, numerosas familias pudieron salir adelante.

En ese centro educativo obtuvo el inicio de una sólida formación de cultura general pero, al mismo tiempo,  le prepararon para la vida en el hogar, aprendiendo a coser y otras labores orientadas al ámbito doméstico en atención a los principios educativos que regían la época.

Tras la escuela mantiene una vida orientada al trabajo. En compañía de sus padres colabora de forma constante en la popular venta situada en la avenida Sor Soledad Cobián. Una labor que se prolongaría durante años hasta la muerte de su madre, momento en el que su padre decide cerrar tal espacio. Recuerda como acudía junto a su madre a la capital tinerfeña para encargar la mercancía. El viaje era entonces toda una odisea y, para ello, alquilaban un coche que las dejaba en la capitalina Plaza Weyler. Allí reservaban alpargatas y otros objetos que, posteriormente, serían trasladados hasta la Villa por un señor llamado Andrés, conocido popularmente como Andrés “el lechero” y del que la familia guarda grandes recuerdos por la efectividad, compromiso y rigor en atención a la labor que realizaba. En la venta se iniciaba desde muy temprano el trabajo, con la finalidad de distribuir de forma oportuna los productos necesarios para la vida diaria. Desde los núcleos altos de la Villa o del centro histórico acudían personas con las tristemente recordadas cartillas de racionamiento que, en un contexto de posguerra, limitaban las raciones de alimentos bajo la creencia de un país para el que la autarquía no era una solución viable. Manolo Bello, padre de la biografiada, se ocupaba de pagar oportunamente a los proveedores que con su mercancía permitían cumplir con la función de tal espacio, a pesar de que muchos compradores no siempre podían hacer frente al pago de los productos que necesitaban. No cabe duda de que la venta era un espacio de distribución pero también era un rincón donde muchos amigos de la familia se agrupaban.

María del Carmen contrajo matrimonio con Domingo Lima Martín, hijo de orotavenses que un día marcharon a la isla de Cuba (Cabaiguán-Santa Clara), regresando en su infancia nuevamente a su municipio natal junto a su hermana Lourdes Lima Martín.

Junto a su recordado esposo y siguiendo los consejos de su familia logaría comprar una vivienda en el popular núcleo orotavense de Los Cuartos. En ella invirtieron numerosas horas y dinero con la finalidad de tener un espacio habitable en el que transcurrir la infancia y juventud de sus tres hijos (Domingo, Guadalupe y María del Carmen Lima Bello).

Recordaría con nostalgia la muerte de su madre y los años que junto a otros familiares cuidó de su padre. En esos años, era visitado por su buen amigo y recordado médico orotavense, Buenaventura Machado Melián.

La biografía de María del Carmen, de Carmita, sería el ejemplo de una mujer orotavense con una trayectoria marcada por diferentes circunstancias que en la triste jornada del sábado 15 de abril de 2023 llega a su fin. D.E.P…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

LAS GUAGUAS DEL VALLE EN EL TIEMPO

El amigo y compañero de  pupitre en el colegio de San Isidro de la Villa de La Orotava; DOMINGO ANTONIO HERNÁNDEZ GONZÁLEZ (TOÑO), remitió entonces (15/04/2023) esta fotografía del año 1942 de autor desconocido,

Tomada en el lugar del centro del Valle de La Orotava, conocido por Las  Arenas, frente a la casona de los herederos Pérez Ascanio.

Observamos en primer lugar las guaguas tipo jardineras, que realizaban el servicio  entre los municipios del mencionado Valle; La Orotava-Puerto de la Cruz-Los Realejos.

En ese histórico lugar delante de la montaña, se hacía el trasbordo de guaguas entre los municipios citados

Entonces Las Arenas era el centro neurálgico del viajar de los pasajeros del Valle de La Orotava.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

jueves, 13 de abril de 2023

ALUMNAS DEL COLEGIO DE LA MILAGROSA

La amiga de la Villa de La Orotava ANA AFONSO, remitió entonces (13/04/2023) estas dos fotografías correspondientes a un grupo de alumnas de cultura general del Colegio de la Milagrosa de las hermanas de la caridad de San Vicente Paul de la Villa.

Engalanadas con el uniforme de gala de los inviernos, posan para el fotógrafo acompañadas de dos hermanas, la de la izquierda Sor Francisca Bove-Superiora, la del centro sor Florentina, en los jardines del colegio.


En la primera fotografía de izquierda a derecha: Armenia Pérez, Yaya Sánchez, Candelaria Valencia, Lolita Tabares, Ana Afonso, Ana Mari Sánchez y Conchita Oliva.


En la segunda fotografía: Armenia Pérez, Yaya Sánchez, Candelaria Valencia, Lolita Tabares, Ana Afonso, y Conchita Oliva.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

PROCESION MARIA AUXILIADORA EN EL TIEMPO

Fotografía sobre la magna procesión de María Auxiliadora del final de los cincuenta y principio de los sesenta del siglo XX, tomada de la  exposición sobre la sagrada imagen expuesta en la  plaza de  La Constitución de La Villa de La  Orotava, referente a su coronación y el 75 aniversario de la llegada de  los salesianos a la Villa.

En los cargadores del paso, el de la derecha es Valerio Zamora que fue agente municipal de La Villa de La Orotava, padre de los amigos; Antonio, Valerio y Lolo conocido cariñosamente por “El Cabecita” y Viberti en el futbol aficionado. Vivian en Los Cuartos. El del centro es el popular JALICO, el padre del riqui---raca, que durante décadas cargó a la virgen, la que consideraba su madre.

El paje es un alumno del colegio de San Isidro de la época que no identifico.

En la procesión me llama la atención el jardín de flores que le rodean, y la abrillanté de sus fiestas, así como los grandes adornos de  los escaparates por donde desfilaba el paso.

Recuerdo el de doña María Dolores de Santos, que era adornado con mucha plata y flores blancas, en la calle El Calvario, por encima de mi casa.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

LUIS ESPINOSA, LA SAPIENCIA DEL DOCTOR


Fotografía cedida por el amigo y convecino de mi calle El Calvario de la Villa de La Orotava: ISIDORO SÁNCHEZ GARCÍA, Ingeniero de Montes, Villero de Honor, en donde observamos al Doctor Don Luis Espinosa con corbata y camisa blanca

 

El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS, remitió entonces (05/04/2023) estas notas que tituló: “LUIS ESPINOSA, LA SAPIENCIA DEL DOCTOR": “…La última vez que nos cruzamos y pudimos saludarnos, él en una silla de ruedas conducida por un sobrino, en la esquina de un perímetro de la portuense plaza del Charco, dijo:

-Te conocí por la voz. Siempre la tuviste de locutor.

Luis Espinosa García-Estrada, ‘don Luis’, el médico, había sido todo con uno: preceptor en bachillerato, doctor, consultor, exégeta, escuchante en la edad provecta… En fin, una de esas personas venerables que, por amistad con el padre entre otras cosas, te va ganando desde la adolescencia hasta terminar considerándole como un referente serio que de todo entiende y al que conviene seguir, siempre para aprender, siempre.

El doctor Espinosa sobrellevó su enfermedad con esa resignación ejemplar que reconoce, sin necesidad de expresarlo, la cohabitación con los achaques se senectud.

En cierta ocasión, pidió:

-No me envíes más emails porque cada vez veo y leo menos.

E interrumpimos, consecuentemente, aquel contacto periódico en el que trataba de nutrirle de información y opinión local. De alguna versión sobre episodios históricos que, procesada en las neuronas de su prodigiosa memoria, merecía algún comentario que contrastábamos e intercambiábamos con fruición.

Con Luis Espinosa aprendimos botánica y geología cuando llegada la hora de la elección de bachiller entre ciencias y letras, hubo que decantarse. El médico enseñaba sin omitir las ocurrencias:

-Dime el color del feldespato. Y no me contestes ni claro ni oscuro, porque esos no son colores, sino tonos-, advirtió en una de aquellas clases vespertinas en que, pese a sus esfuerzos, no hubo manera de que cambiáramos el estudio de los minerales por la inclinación hacia las letras, por los clásicos griegos o La Eneida, la epopeya latina de Virgilio.

En otra oportunidad, nos escayoló en su consulta de la calle Esquivel el hueso escafoides de la mano derecha, tras una caída absurda en El Peñón. “Ven dentro de cuarenta días”, prescribió. ¡Qué precisión la suya! En esa fecha, después de tocar y comprobar, recomendó que uno mismo se desprendiera del yeso, ya gastado. Así lo hicimos y pidió que estirásemos el pulgar hasta que sonasen los huesos.

-¿Duele algo?-, preguntó.

-Nada, don Luis-, respondimos, en un tono de visible liberación.

-Pues venga, a por la siguiente-, despachó en aquella indispensable consulta.

Ya en aquellos años supimos de sus excursiones, de su amor por la naturaleza y el senderismo, practicado a conciencia en sábados, domingos y festivos. Luis Espinosa perteneció a la célebre Peña Baeza que, con Imeldo el fotógrafo al frente, recorrió con fruición los bosques, montes y parajes de la isla, saboreándolos y hasta mimándolos, trazando rutas, disfrutando de nuestro medio natural, de la lluvia, de la neblina, de las mañanas despejadas y límpidas. El médico recomendaba hasta las dosis de avituallamiento doméstico y atendió sobre la marcha alguna lesión sobrevenida, fruto de un resbalón o de una caída. De toda esa experiencia, surgió “Tenerife a pie” (Cabildo Insular), un libro que condensaba las caminatas y otras andanzas, escrito por Vicente Jordán padre.

Espinosa, perteneciente a una extensa familia de educadores y docentes, tuvo una directa relación con el inolvidable colegio de segunda enseñanza ‘Gran Poder de Dios’ a cuyo patronato y claustro contribuyó para estimular la formación de varias generaciones de portuenses. Igualmente, estuvo vinculado al Hospital de la Inmaculada Concepción, donde todas las pacientes esperaban su visita a cualquier hora. Su aportación al nivel asistencial y a las prestaciones de lo que hoy es una residencia de mayores resultó decisiva en diferentes etapas de su existencia.

La sapiencia del doctor Espinosa, su entrega y su sensibilidad, serán recordadas siempre…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

miércoles, 12 de abril de 2023

LOS AGENTES DE LA VILLA DE LA OROTAVA EN EL TIEMPO (III)

Fotografía que remitió entonces (12/04/2023, el amigo de la calle El Calvario; Carmelo Santos Villar, tomada en la histórica confitería Taoro de don Egon Weber de La Villa de La Orotava. En el que celebraban algún acto de su festividad.

Plantilla total de los agentes que formaban el cuerpo municipal de la villa de la Orotava al final de la década de  los setenta y principio de los ochentas.

De izquierda a derecha: Celestino, Chicho, Mauro, Tomás, Luis, Juan Pamis, Primo, Pacheco, Pedro Luis, Santiago, Víctor Manuel, Juan de Dios, Manolo (no agente), y Marcelino.

Que me perdonen pues los conocí a todos pero no recuerdo sus apellidos.

La mayoría pertenecen al cuerpo entonces renovado por la época de la transición de la política española, viviendo las primeras elecciones democráticas al ayuntamiento en el año 1979.

Mucho orden ponían en las procesiones de la Semana Mayor y en las fiestas Mayores, así como regularización del tráfico rodado y demás características de misiones municipales de La Villa de La Orotava.

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

 

martes, 11 de abril de 2023

HASTA LOS CIEGOS IBAN A VER AL IRREPETIBLE JUAN BARBUZANO

El amigo y compañero de profesión ANTONIO SALGADO PÉREZ PROFESOR MERCANTIL, remitió entonces (11/04/2023), estas notas y fotografía, que publicó en el Diario de avisos 11/04/2023 y que tituló: “…HASTA LOS CIEGOS IBAN A VER AL IRREPETIBLE JUAN BARBUZANO”: 



 

“…SU CAMISETA DE BREGA SE HACÍA INSUFICIENTE PARA EMBOLSAR, EN SUS TARDES TRIUNFALES, EL DINERO QUE, A PUÑADOS, LE TIRABAN Y ENTREGABAN DESDE LAS MÁS RECÓNDITAS GRADAS

En la lucha canaria y en el ecuador de la década de los 60 hizo aparición una especie de Aquiles. Pero así como este fue héroe de la Iliada homeriana, invulnerable excepto en el talón, nuestro héroe vernáculo, aquel acaparador de masas, tenía aspecto de monolito teidetano, espaldas de Platón, brazos de escultura griega, veinte años y 105 kilos en la báscula.

Tengo que confesar con cierto sonrojo que aún siendo un gran aficionado a todas la manifestaciones del músculo, apenas me atraían las luchadas porque, a mi juicio, las encontraba plomizas, de cierta rutina, muy convencionales y carentes de emoción, aunque, claro está, era una opinión muy personal y apresurada. Sin embargo, tras la irrupción del invicto, procuré no perderme una. Y cuando en el cartel figuraba Juan Barbuzano trataba por todos los medios de comprar la entrada con la suficiente antelación para evitar el cartelito de “no hay localidades”. 

Se quedaba solo en el terrero, sobre el círculo mágico de la lucha canaria. Era mole que prodigaba con acrisolada maestría aquella gama de cangos, garabatos, traspiés, burras… Era luchador que hasta “agarraba” de distinta manera, bastándole su índice y pulgar para asirse perfectamente al pantalón antagónico; era hombre que parecía no querer lucirse con los enemigos de corta talla y escaso peso, haciéndolo con los mas corpulentos, siempre escudándose en su ejemplar mesura, a los que dejaba sentados como niños; mordiendo el polvo, la arena del terrero; impotentes en el vacío…. Temperamento tranquilo y despreocupado, contrastaba con su juventud, siempre más propicia a la inquietud que a la parsimonia.

Humilde

MUCHACHO MODESTO QUE PARECÍA RUBORIZARSE CUANDO EN MEDIO DEL RECINTO IBA A RECOGER CÁLIDOS APLAUSOS

Su camiseta de brega se hacía insuficiente para embolsar, en sus tardes triunfales, el dinero que, a puñados, le tiraban y entregaban desde las más recónditas gradas y desde las confidentes sillas taurinas. Era como un terremoto que había arrancado casi de cuajo algunos de los espíritus conservadores que aún vivían con los intocables e inmarchitables recuerdos de las grandes hazañas de los Angelito, El Sopo, Camurria y otros. Era pródigo industrial que fabricaba aplausos colectivos, estos ruidos indiscriminados y mostrencos que están siempre dispuestos a la aprobación abusiva. Todos han visto a esos toreros que, cuando un compañero ha levantado el paroxismo del público, dan la vuelta al ruedo con él, aprovechando, el trío, una abusiva proindivisión de entusiasmo. 

Sí, la lucha canaria tenía un nuevo fenómeno, una especie de Aquiles, sin su famoso talón, afortunadamente, pero con cuello de toro y torso con aspecto de tronco de encina. Había comenzado la pesadilla para los Chavales, Pollos de Máguez, El Pala, Pollo de las Canteras, Felipe del Castillo, Gregorio Dorta, flor y nata de nuestro autóctono deporte, bastiones de prestigio dentro de nuestra típica manifestación del músculo que se veían apabullados por aquel joven de veinte calendarios que repartía cangos y garabatos con asombrosa facilidad, con una movilidad que nos hacía olvidar sus ciento cinco kilos.

Ya conocía la tipografía mayúscula, el constante halago de las multitudes, pero teníamos la impresión de que iba a conservar su sencillez original, que sería inmune al peligroso “mareo” de la popularidad.

Los aficionados a la lucha estaban de enhorabuena. Intuían que los próximos campeonatos estarían muy reñidos. El dúo Sosa Barbuzano era el favorito, pero los otros puntales podían dar la sorpresa. La lucha canaria se había salpicado de sal y pimienta, que habría que dosificar para evitar las úlceras del desbordante fanatismo que, como norma habitual, no hizo aparición.

 

CRECIMIENTO DE JUAN BARBUZANO

Nuestro típico deporte, de limitadas fronteras, había roto, sin embargo, ciertas metas. En torno a los clásicos viejos de rostros curtidos por las faenas del campo, enmarcados en sombreros de fieltro negro, espectadores habituales de esta antigua manifestación, había surgido una nueva ola, con mechones, mandíbulas con actividad de chicle y suéteres anudados a la espalda. Era detalle muy significativo del auge que este deporte había cobrado entre aquella juventud.

Pero quizá uno de los detalles más sugeridores y sorprendentes, el más elocuente, fue el presenciado en una de aquellas tardes gloriosas teniendo como marco incomparable nuestra mudéjar plaza de toros, con motivo del encuentro Hespérides-Benahoare, en el que Juan Barbuzano, inspiradísimo, derribó y eliminó a siete adversarios y donde en primera fila, un ciego, en dolorosa y amarga limitación, acompañado de su lazarillo, había acudido para oír el clamor, el entusiasmo, la pasión de unas escenas que nunca pudo ver…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

miércoles, 5 de abril de 2023

LAS TÁCTICAS DE ISIDRO FELIPE ACOSTA

Fotografía compartida EN EL FACEBOOK con mi amigo ISIDRO FELIPE ACOSTA

 

El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS, remitió entonces (05/04/2023) estas notas que tituló: “LAS TÁCTICAS DE ISIDRO FELIPE ACOSTA": “…Ayer mismo se despedía en Facebook, que es un lugar (red social) donde la gente saca a pasear hechos y circunstancias del pasado y del presente para que la gente esté al tanto de sus vidas. La casualidad quiso que coincidiéramos por la tarde en las inmediaciones del refugio pesquero del Puerto de la Cruz y allí le deseamos toda la suerte del mundo, ahora que ha puesto punto final a su etapa en activo y todavía con sesenta y pocos podrá disponer de más tiempo para seguir cultivando las semillas con las que ha sido feliz en su Realejos natal y en tantos lugares donde ha plasmado momentos inigualables.

“Ha sido un gran honor haber servido a la difusión de los tesoros de Los Realejos durante treinta y tres años. Seguiré en la medida de lo posible y ya desde un más que merecido “semiretiro” poniendo en valor la naturaleza, la etnografía, las tradiciones y a las personas que hacen posible que éstas pervivan. MIL GRACIAS”, escribía en su muro Isidro Felipe Acosta, con sencillez y el propósito de un hasta luego. Isidro ha sido una suerte de factótum en la comunicación realejera de la democracia: una foto, Isidro; un texto, Isidro; una referencia histórica, Isidro; un apunte radiofónico o televisivo, el mismo Isidro… el que siempre estaba allí, predispuesto, esmerado, competente… un seguro, un compromiso aún sin haberlo requerido.

El gerente de la asociación cultural Pinolere, Jesús Tomás García Rodríguez, dijo de su “mirada fotográfica” que “tiene un arsenal de tácticas a su disposición y las usa dependiendo de la estrategia que desee establecer... Isidro Felipe Acosta, el fotógrafo, domina la sintaxis de la imagen. Es un artista. Un perfeccionista… Uno de los individuos con una de las mejores miradas de estas tierras… Las del mundo, me refiero”.

Por eso, Isidro Felipe Acosta es autor de un tomo excepcional, “Los Realejos y sus fiestas tradicionales (Ayuntamiento de Los Realejos), una generosa mirada a las esencias de la localidad norteña, del inolvidable ocho de los caminos, de su espectacular desarrollo de las últimas décadas en las que Isidro ha estado ahí, con sus cámaras, con su participación activa en múltiples manifestaciones artísticas, tradicionales y creativas. “El pueblo que  marca el tiempo por sus fiestas”, escribió el historiador del Arte, Manuel Jesús Hernández González. La memoria gráfica de Los Realejos es, en efecto, la que, en medio de singulares celebraciones, ha plasmado un Isidro Felipe Acosta del que, sino fuera una exageración desproporcionada, se diría que han visto estallar todos los cohetes de la noche del 3 de mayo cuando dos calles rivalizan o se unen en una singularísima exhibición pirotécnica que la gente del valle sigue, en expectativa creciente desde azoteas y márgenes de caminos y carreteras.

Isidro Felipe Acosta ha llegado al final de su trabajo intenso e inagotable.  El trabajo de un cronista plenamente dedicado al que nada humano de lo realejero, le es ajeno.

Dejemos que siga disfrutando (ahora más) de todo aquello que supo captar y transmitir durante treinta y tres años.

Enhorabuena!...

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL