Hay evidencias que el buceo con equipo ligero se ha
practicado durante miles de años para conseguir alimentos o riquezas (perlas) y
también con fines militares. El buceo profesional, utilizando casco y
respirando aire suministrado desde superficie, se empezó a desarrollar a
comienzos del siglo XIX y hoy en día continúa valiéndose de técnicas similares.
No obstante estos métodos limitan la movilidad del buceador porque este se
mantiene conectado a superficie por una manguera de aire. No fue hasta 1943,
cuando Emile Gagnan ingeniero empleado en ¨L´Air Liquide¨ de París, compañía
que pertenecía al suegro de Jacques Cousteau, impulsado por el propio Custeau
inventó el ¨pulmón acuático¨ que fue probado y usado por Custeau y por
Frederick Dumas. El pulmón acuático se valió de cierto número de inventos
anteriores para combinar una botella llena de aire comprimido y un regulador
que da aire al buceador cuando éste lo requiera. Este fue el primer equipo
autónomo subacuático de respiración propiamente dicho. A partir de ese momento
el buceador se libró del cordón umbilical que le mantenía unido con la
superficie. A partir de estos inventos se han realizado muchas mejoras e innovaciones
tanto en diseño como en la calidad el equipo de buceo, pero el principio básico
permanece. Sorprendentemente, esta tecnología se ha mantenido casi sin cambios
durante más de 50 años…
Estos buceos profesionales, utilizando casco y
respirando aire suministrado desde superficie que observamos en las fotos, se
empleaban en el Puerto de la Cruz desde antaño, yo no lo he visto nunca en mi
vida, no sé donde están depositados estos buceos en la ciudad portuenses, quizá
estén en la remolada mansión de la cofradía del Gran Poder de Dios, no lo sé,
probablemente muchos pescadores lo guarden en sus domicilios ranilleros,
tampoco lo sé, la realidad lo demuestra esta instantánea doble en el mar
jurisdiccional portuense a lo largo del tiempo. Esta estampa insólita para un
servidor, debería de reorganizarse por el bien de la ciudad del Puerto de la
Cruz, y en ella hubo un gran buceístas llamado Lázaro, que era muy valiente y
que aguantaba todo el tiempo que hiciera falta.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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