viernes, 19 de enero de 2018

LOS HERMANOS DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS “LASALIANOS” EN LA VILLA DE LA OROTAVA



A cerrase el Colegio Taoro en el año 1902, La Orotava no podía permanecer sin una institución escolar de tipo elitista. Don Juan Stirling se dirige al Alcalde para exponerle que una congregación religiosa, establecida en Irlanda, desea instalar una escuela de varones en La Villa; ruega se le exponga la filantrópica idea a la corporación, pues la congregación desea contar con la verdadera opinión del pueblo al respecto, ya que "dadas las actuales circunstancias, pudiera este traslado dar origen a comentarios".
El reverendo R.M. Ryan, director de la comunidad de religioso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que residía en Eufield (Irlanda) muestra cierta reservas al establecimiento en la Villa, ante la posibilidad de que una Ley de Asociaciones, cuyo proyecto está en las Cortes españolas, se apruebe y sean expulsados de España. Pero el Alcalde disipa sus dudas: es muy difícil que tal Ley sea aprobada, y los hermanos serían acogidos con aplauso de todo el pueblo; y si renunciaran por otras causas, le quedaría agradecido que hiciere gestiones con otra Orden religiosa porque hace falta en el pueblo un centro de educación de principios generales.
Aceptaron los Hermanos venir a la Villa y se formó una comisión administrativa (Noviembre de 1907) encargada de poner en funcionamiento el nuevo Colegio. Dicha Comisión estaba presidida por Don Luis Llarena y Monteverde, Don Manuel Martín (párroco de La Concepción), Don Serafín Celorrio (párroco de San Juan), Don Fernando Méndez, Don Juan Cúllen (por el Casino Orotava), Don Ismael Guardia (Liceo Taoro), Don Lorenzo Machado (padre de familia) y Don Juan Stirling(mediador).
En el año 1.908 la Comisión desarrolla una actividad inusitada y el nuevo Colegio "San Isidro" está a punto para comenzar sus tareas el 1 de Enero de 1.909, en un edificio de la Calle de La Hoya nº 13 (hoy Hermano Apolinar). Se consigue del Ayuntamiento una subvención de cien pesetas mensuales para un profesor que instruyera a cincuenta niños pobres, pertenecientes a las clases menesterosas; también se consignan en los presupuestos municipales ochocientas veinte y siete pesetas para mobiliario y otro material. La apertura del Colegio San Isidro tiene lugar oficialmente el domingo 17 de Enero de 1909: a las diez de la mañana misa solemne en La Concepción; posteriormente bendición de la imagen de San Isidro; a continuación procesión hasta el oratorio del Colegio; inauguración del mismo.
El Ayuntamiento está presto a atender cualquier petición del nuevo centro: en ese primer curso de funcionamiento, el presidente de la Junta del Colegio (don Tomás Salazar) pide a la Corporación material escolar para un aula nueva que desean abrir y el Hermano Apolinar pide, como donativo, ayuda para montar un laboratorio de química y se le conceden de inmediato 250 pesetas.
El año 1.916 fallece Don Nicandro González Borges, hombre filántropo y potentado de La Villa. En su testamento queda constancia del legado que hace al pueblo del edificio que se construye en la Plaza Franchi Alfaro, de la finca Viña de los Frailes(5 Has. 77 a. 11 cas.), de ochenta pipas diarias de agua del Heredamiento de La Orotava, de un día o dula de la misma, que representa otras ochenta pipas; en metálico deja la cantidad necesaria para terminar la construcción del citado edificio - colegio y para dotarlo del mobiliario preciso; para los gastos de funcionamiento del colegio patrocinado deja gravada la finca de Los Orovales del Puerto de La Cruz(6 Has. 97 as. 9 cas.) y dos días de agua o dulas; equivalente a ciento sesenta pipas.
Para la representación y administración del citado legado se instituye una Junta Patronal compuesta de cinco miembros, a la cual concede el fundador completa libertad para determinar la clase y grados de enseñanza en el Colegio a fundar (con la sola condición de que se den clases diarias teórico practicas de agricultura); si la enseñanza ha de ser remunerada, gratuita o mixta.
El amigo desde la infancia de la calle El Calvario de la Villa de La Orotava; NAZARIO HERNÁNDEZ GARCÍA “CHILE”, remitió entonces estas notas que tituló "EN LOS 100 AÑOS DEL COLEGIO SAN ISIDRO DE LA VILLA DE LA OROTAVA": "...La marcha de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y la desaparición del Colegio Farrais, crearon en La Orotava, un grave problema educativo. Los padres y alumnos que querían continuar los estudios, se encontraron con el obstáculo insalvable, de la falta de colegios donde recibir sus clases en La Orotava.
Yo no sé de quién fue la feliz idea de compartir las clases que impartía el Colegio de segunda enseñanza “Gran Poder de Dios”, “afincado” en el Puerto de la Cruz, que al recibir a toda la masa “en paro” por falta de instalaciones en La Orotava, tuvo que trasladarse al Puerto de la Cruz. Se aprovechó las instalaciones del Colegio San Isidro, amplias y cómodas de manera que aquellos alumnos de La Orotava recibieran las clases en su pueblo, desmasificando así, las instalaciones del Puerto de la Cruz. Brillante idea, sin lugar a dudas; el profesorado actuaba por las mañanas en el Puerto de la Cruz y por las tardes en La Orotava.
Los recuerdos, dado el tiempo transcurrido, son ya un poco confusos, pero algunos quedan.
La dirección, me refiero concretamente a La Orotava, la llevaba, el bondadoso don Aniceto, que creo procedía de la Victoria de Acentejo y era licenciado  en Ciencias. Destacaba por la seriedad que imponía cierto miedo, pero las bondades de su corazón, salvaban todos los escollos. Buen profesor, por cierto.
Destacaba sobremanera, el casi anciano, Don Cándido Rodríguez, que impartía latín y griego, lo que se conocía  por “lenguas muertas”, que constataban con la vitalidad, no normal, de Don Cándido, que atribuía ese, “estar en forma”, a no utilizar la guagua en su caminar a las clases, sino a la fuerza de sus piernas y la vitalidad de su corazón. Se contaba de él, que fue a alquilar una pequeña casa en medio del campo, allí por el Durazno y abrió una amplia ventana, bajo la cual “Vivian unos pocos cerdos  y alguna que otra vaca, que emanaban ciertos efluvios no muy agradables. Ante la tristeza de los dueños, por si aquella circunstancia pudiera destruir el trato, Don Cándido abrió sus pulmones y haciendo alarde de su buena salud exclamó “Que agradable olor a vacas”. Vivió allí hasta que sus fuerzas ya le fallaron.
Otra profesora que causó en mi profunda admiración fue Doña María Teresa García Barrenechea, que nos adiestraba en Geografía y nos enseñaba a conocer, principalmente, los ríos, montañas y limites de las ciudades españolas. Yo asimilaba esa asignatura con cierta facilidad porque siempre me gustaron las letras, pero sobre todo porque esa mujer tenía un don especial para hacer que nos gustase la asignatura.
Figuraban también como profesores a tener en cuenta, Don Benito Ríos, más adelante Rector de la Universidad de La Laguna, Don Luís Espinosa,  con sus Ciencias Naturales y el villero Don Juan Quintero en física, que en una clase  nos explicó que era más fácil que se produjera un accidente de coches, que un  accidente de aviones. Pero el de más gratos y profundos recuerdos fue el inolvidable Padre Flores, con la presencia que emanaba y dejaba imaginar su profunda sabiduría. Recuerdo que ofreció  un ciclo de conferencias en la antigua sede del Liceo de Taoro, que se hizo inolvidable.
Doña Minita Carmona nos introducía en los vericuetos, en aquellos tiempos algo  complicados, del inglés y alemán.
Pero no podemos olvidar los problemas que tenían que salvar los alumnos de fuera de La Orotava, por la escasez de recursos para viajar y a este respecto tengo que recordar, cariñosamente,  al bueno de Panchito, que en su afán de aprendizaje y no querer llegar nunca tarde a clase, se presentaba en las afueras del Colegio, subido a un dócil asno de su propiedad, que lo “conducía”  desde la Cruz Santa y lo “aparcaba”  atado a los hierros de la verja que cerraba la entrada al Colegio. Todo un ejemplo de voluntad por aprender.
En fin, recuerdos y anécdotas de una época feliz y difícil que tengo la seguridad de que acrecentaron nuestra formación, enseñándonos a sortear los problemas que se nos presentan en la vida..."

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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