Aparece en mis archivos una fotografía en color que me llama la atención,
porque me reencuentro con dos monjas de la congregación de San Vicente de Paul,
que conocí en mi infancia y que según me comentan y me confirman, eran
maestras y licenciadas en Filosofía y letras en la rama de románica.
Dos mujeres
trabajadoras en el campo de la docencia de la ilustración y comprometida con su
comunidad religiosa. Impartían magistralmente sus actividades académicas
primero en su colegio de La Milagrosa y después al principio de los años
setenta del siglo XX en el Colegio de San Isidro, ambos de la Villa de La
Orotava.
Eran unas
excelentes profesoras, sor Felicita usaba lentes de alta graduación por su
aguda miopía, sor Marina Trujillo que era de esta Villa de La Orotava, tenía un
carácter campechano de ayudar a los demás a igual que su recordado hermano
Alfonso Trujillo Rodríguez.
Las conocí al
final de la década de los años cincuenta del siglo XX, cuando estudiaba los
párvulos en el colegio La Milagrosa primero con la cubana Sor Catalina y
posteriormente con la ramblera Sor Dolores. Sus presencias en los pasillos del
colegio me llamaba mucho la atención sor Felicita por su mirada fija a través
de esos inmensos cristales, desconozco cual es destino actual. Sor Marina,
continua en el colegio de La Orotava, me la tropecé hace por en la consulta de
la oculista doña Esperanza Rolo en el centro médico de Tamaragua del Puerto de
la Cruz.
Es curioso que
las hermanas de la comunidad de San Vicente de Paul, que trabajaron muchísimos
años en los hospitales militares y algunos civiles de España y en la enseñanza.
Muchas pasan la vejez en el colegio de La Villa de La Orotava (centro de su
propiedad).
La foto,
realizada en la entrega de premios en el colegio de San Isidro de La Orotava,
podemos apreciar a Sor Felicita la segunda de la derecha, le acompañan la
orotavense Sor Marina Trujillo Rodríguez hermana del recordado investigador y
profesor don Alfonso Trujillo Rodríguez, Domingo Pérez Betancourt profesor de
Química y Físicas su señora doña Berta profesora de latín, don Juan Cúllen y
Lugo entonces Alcalde de la Villa, don Antonio Granados Herrera entonces
director del mencionado colegio, autor de la obra denominada “Monstruo”, el
recordado profesor de Inglés Félix Calzadilla Rocío y el salesiano don
Guillermo Navarro.
Esta
fotografía corresponde al principio de la década de los años setenta del siglo
XX, un servidor ya no estudiaba en el colegio de San Isidro, realizaba los
estudios del profesorado mercantil en la Escuela de Comercio de Santa Cruz de
Tenerife.
Recordar que
en esos años los dos colegios de la Orotava, el femenino y el masculino, se
unieron para compartir el entonces los estudios académicos de bachiller
superior y revalidas, en sedes y en profesores.
Sor Felicita y
sor Marina Trujillo, sigan ese camino, el que ustedes han elegidos, los
orotavenses, sobre todo las féminas, entre ellas menciono a mi señora Antonia
María González de Chaves y Díaz que fue su alumna, están orgullosas de sus
enseñanzas, todo un saber, para crear personas de provecho.
La amiga de la
Villa de La Orotava; LIDIA HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, remitió entonces (9/01/2014)
estas notas: “…Bruno, sí, claro que
la recuerdo y muchas de mis compañeras de clase, Siento decir esto, como
profesora, pues bien, pero cuando se ponía histérica, mejor agachar la cabeza,
porque cuando lanzaba el timbre, porque le daba lo mismo a quien alcanzase, era
una histérica. O quizás que la poníamos. De ésta, no son gratos mis recuerdos.
Hubo otras que sí, Sor Andrea, por ejemplo, una belleza. Como mujer y como
monja. …”
La amiga de La Villa de La Orotava, residente actualmente en la ciudad de
La Laguna; LAURA GONZÁLEZ HERNÁNDEZ, remitió entonces (9/1/2014) estas notas: “…Efectivamente ambas
tuve la oportunidad de conocerlas. Muy buenas profesoras y de marcado
carácter. La anécdota que cuenta Lidia Hernández es realmente cierta.
Cuando se escolarizada sor Felicita tomaba un color encendido su blanca tez y
sus ojos miopes se abrían con especial ira. Le molestaba mucho que se hablara
en clase y cantaba con una voz angelical. Ambas, repito dos excelentes
profesionales. Serias y rectas. Aunque sor María Dolores (Marina Trujillo para
mis padres) tenía arranques de humor. Eso sí, no dejo de recordar que a mí me
colocó en primera fila y mesa aparte para que no hablara en clase, yo me
sentaba con María Luz mi prima y un grupito ameno...pues de acuerdo con mis
padres dijo que lo hacía por mi bien. Que yo prometía y que de esa forma perdía
el tiempo. Una anécdota más. …”
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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