Las películas
"Lo que el Viento se Llevó" y “Que Verde era mi Valle”,
se entrenaron en el Cine Atlante coincidiendo con un temporal que arrasó el
Valle. Aunque parece broma el Ministro de Agricultura que visitó el Valle de La
Orotava a consecuencia del temporal, como contraposición a los daños, ofreció
erigir una manufactura de madera para provecho de los tallos de la platanera.
Precisamente
el día 15 de enero de 1953, un fuerte vendaval, que en algunas demarcaciones
apareció unido a una copiosa lluvia, asoló a Tenerife desde las primeras horas
de la madrugada. En el interior de la isla, los daños alcanzaron una magnitud
insospechada. El viento arrancó de cuajo numerosos árboles de la carretera
general del Norte, quedando interceptada dicha vía en diferentes lugares,
derribando asimismo un elevado número de postes telefónicos, lo que originó
grandes trastornos en las comunicaciones. Los daños alcanzaron a todos los
cultivos, en especial a las plataneras y tomateros, encontrándose los mayores
perjuicios en el Valle de La Orotava, donde sopló un viento huracanado sin
lluvia que iba de la cumbre al mar. Todo comenzó a partir de las dos de la
madrugada, arreciando posteriormente y alcanzando su mayor agravamiento de
siete a nueve de la mañana, hora en que el ciclón llegó a sembrar el pánico
entre los habitantes del Valle. La violencia del viento derribó fincas enteras
de plataneras, arrasando los cultivos. Los importantes daños registrados
alcanzaron a todos los propietarios de fincas del Valle, cifrándose los mismos
en cerca de mil millones de pesetas. El aspecto que presentaba en la mañana del
día siguiente el Valle era desolador, pudiendo verse millares y millares de
plantas de platanera en el suelo. También fueron derribados numerosos muros y
paredes de huertas, no recordándose, según algunas personas un ciclón de tal
magnitud. También en otras localidades del Norte de Tenerife, el temporal
remitió, cuantiosos daños en los cultivos, igualmente se supo noticias de Adeje
y otros puntos del Suroeste de la isla en parecido sentido. Se solicitó datos
del Observatorio Meteorológico de la Capital Chicharrera: El mal tiempo era
debido a un centro de bajas presiones en las proximidades de las islas. Que se
conoce corrientemente como “tiempo de borrasca”. El centro de bajas presiones
estaba situado dos días antes de la hecatombe en el archipiélago de las Azores,
el día anterior en Canarias y el principal día entre Canarias y la costa
de África.
En La Orotava
muchas casas sufrieron grandes desperfectos en su techumbre, ventanas y
puertas. En el barrio de la Perdoma murieron dos personas; una anciana y su
nieta de unos nueve años de edad, por derrumbamiento de un muro contiguo a su
casa, el cual cayó sobre la techumbre y destruyó la habitación en que dormían.
En el lugar del suceso se personó inmediatamente el Juez de Instrucción Don
Luis Sánchez Parodi, para instruir las diligencias del caso. También estuvo el
Alcalde Don Juan Guardia Doñate. La casa parroquial del citado barrio,
construida a base de cemento armado, quedó también arrasada. Al día siguiente
por la mañana tuvo lugar el triste acto de conducir a la última morada los
cadáveres de Doña Elena Pérez González, y de la niña Corina Hernández Quintero.
El entierro constituyó una sentida manifestación de duelo, a la que se
asociaron las autoridades. La chimenea de mampostería de una casa del casco de
la población fue arrancada de cuajo, cayendo sobre el tejado de un dormitorio
de una casa vecina destrozándolo, la cama que se hallaba en dicha habitación
quedó hecha pedazos, no ocasionando el hecho otra desgracia porque las personas
que en la alcoba descansaban, unos segundos antes, atemorizados por la
violencia del temporal, se habían instalados y salido de la habitación. Muchas
casas modestas quedaron sin tejas y llenas de agua, que caía aparatosamente
impulsada por el viento. La iglesia de La Concepción, sufrió desperfectos de
consideración, tales como la rotura de algunas de sus magnificas vidrieras.
Otras iglesias que sufrieron desperfectos fueron las de San Juan, La
Perdoma, y San Agustín. La instalación eléctrica sufrió graves averías en el
tendido de alta tensión, por lo que tardó tiempo en suministrar energía. Fue
enorme la cantidad de árboles arrancados y destrozados, pero lo que produjo
estupor fue la contemplación de las plataneras que aparecieron arrancadas de
manera tremenda. También causó general sentimiento, lo acontecido en La Vera.
El chofer del servicio público Bernardo González Yánez, sin otros medios de
fortuna que un automóvil de su propiedad, sufrió las trágicas
consecuencias del temporal. Tenía por costumbre dejar su auto frente al antiguo
“empaquetado” de la casa Yeoward. La pared frontal de dicho almacén cedió a la
fuerza del huracán, y cayó sobre el automóvil, destrozándolo completamente. El
nombrado conductor, padre de familia, se quedó, por tanto, en la miseria, al
perder su único medio de vida. En el barrio de “Los Pinos”, se derrumbó una
casa habitada por un matrimonio y once hijos, que se salvaron milagrosamente.
En “La Piedad” , otra casa quedó totalmente destrozada. Las citadas viviendas
son de gente humilde.
Visitaron la
zona siniestradas; el Excmo. Señor Capitán General, Duque de La Torre; Excmo.
Señor Gobernador Civil, Don Carlos Arias Navarro; Presidente del Cabildo
Insular, Don Antonio Lecuona; Subjefe Provincial del Movimiento, Don Joaquín
Amigó Lara; Inspector Provincial de Falange, Don Julio Guigou; Delegado de
Información y Turismo Don Carlos González. Todos ellos se mostraron
profundamente apenados y prometieron su ayuda, informando al Gobierno de la
Nación, de la amplitud de la catástrofe. El ingeniero jefe de la Sección
Agronómica Don Jorge Menéndez visitó el Valle de La Orotava, recorriendo la
zona afectada por el temporal, coincidiendo en dicha visita con el Excmo. Señor
Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, Don Carlos Arias Navarro. El
señor Menéndez, manifestó que los efectos del ciclón se presentaron con
carácter muy desigual a lo largo de todo el Valle. La zona más
perjudicada, según el ingeniero jefe de la sección agronómica fue la oriental
en las inmediaciones del Jardín Botánico. Aparte del Valle de La Orotava
sufrieron también daños los cultivos de diferente índole a lo largo de todo el
Norte de la isla y en algunas comarcas del sur, si bien estos no alcanzaron las
proporciones que tuvieron en aquel. Las pérdidas fueron muy difíciles de
calcular, las cuales pasaron de 200 millones.
Los Excmos
señores ministros de la Gobernación y de Agricultura vinieron a apreciar
directamente, como embajadores del Caudillo y de su Gobierno, la magnitud del
desastre económico que padeció la isla, agravado con las noticias que llegaron
de las otras, pertenecientes a este ámbito provincial, que asimismo sufrieron
los rigores de la naturaleza. La presencia aquí de los ilustres y altos
representantes del Gobierno llenó de confortación a los tinerfeños. No solo por
cuanto respeta a tales problemas, sino por lo que reveló la generosa compresión
estatal para nuestra tierra. Numeroso público en el que estaba
representadas todas las clases sociales del país y en el que destacaba un
nutrido grupo de agricultores del Valle de La Orotava y de las otras zonas de la
isla afectada por el temporal, acudió al aeropuerto de Los Rodeos, a recibir a
los ministros. Desde mucho antes de la hora anunciada para la llegada del
cuatrimotor de la compañía Iberia, a bordo del cual realizaron el viaje los
ministros, formó frente al edificio de la estación del aeropuerto una batería
antiaérea con bandera y banda, al mando del capitán Señor Mandillo. A las dos
menos cuarto tomó tierra el cuatrimotor de Iberia descendiendo del mismo en
primer término los ministros de la Gobernación Don Blas Pérez González, y de
Agricultura Don Rafael Cavestany, a quienes acompañaban sus respectivas
esposas. También llegaron en el mismo aparato el director general de
Coordinación y Créditos Agrícolas señor Pardo Canalls; Don Blas Pérez Martín
hijo del ministro de la Gobernación, y el director de la Algodonera de
Canarias, señor Montojo. Asimismo llegó de Madrid en unión de tan ilustres
viajeros el Obispo de Tenerife, doctor Pérez Cáceres. Para recibir a los
representantes del Gobierno, además de las primeras autoridades civiles y
militares, se hallaban en el aeródromo representaciones oficiales de toda
índole y los alcaldes de los pueblos de la isla en unión de representaciones de
sus municipios. Con el capitán general de Canarias y Jefe de las Fuerzas de
Tierra, Mar y Aire del Archipiélago, teniente general Martínez Campos, se
encontraban el Jefe de la base Naval de Canarias Don Carlos Villa Suanzes,
General Gobernador Militar de la Plaza, Don Lorenzo Machado; General
subinspector, Don Ramón Saleta; General Jefe de Artillería, Don Luis Cerdó
Pujol; Comandante Militar de Marina, Don Ginés Sanz, y jefe del Sector Aéreo,
teniente coronel Pérez Pardo. La representación civil se hallaba integrada por
el Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, Don Carlos Aria Navarro;
Presidente de la Audiencia Don Ricardo Alcalde; Fiscal, Señor Díaz llanos;
Rector de la Universidad de La Laguna Don Alberto Navarro González; presidente
del Cabildo Insular, Don Antonio Lecuona; Delegado de Hacienda Don José
Molowny; alcalde de la capital, Don Heliodoro Rodríguez González; alcalde de La
Laguna, Don Lupicino Arbelo Padrón, con el Ayuntamiento en pleno; Delegado de
Información y Turismo, Don Carlos González García Gutiérrez; e ingenieros jefes
de los distintos departamentos ministeriales.
Los ministros
acompañado de las primeras autoridades tinerfeña marcharon al Valle de La
Orotava, para conocer los efectos del temporal, dirigiéndose por la carretera
general del Norte al lugar conocido por “El Ramal del Pinito”, desde donde se
domina el conjunto del Valle, y a continuación entró la comitiva por el Camino
del Rincón para ver diferentes fincas enclavadas en aquella zona y seguidamente
entraron por la carretera del Botánico al empaquetado de La Bananera. Después
de visitar la finca de Yeoward subieron hasta el Camino de los Orovales
deteniéndose en la finca de este nombre y siguiendo luego por el Camino del
Durazno(finca de la viuda de Salazar), para llegar hasta la ermita de San
Nicolás, finca de San Jerónimo camino de San Miguel y de la Luz. Desde este
lugar se dirigieron a la Villa de La Orotava, pasando por la ermita de Franchy.
Después de esta visita al Valle se celebró una reunión en el Ayuntamiento de La
Orotava, donde fue leído un memorial del alcalde de dicha Villa, señor Guardia
Doñate, de salutación y gratitud a los ilustres visitantes, entregándose
personalmente al padre de la niña Corina Hernández Quintero, muerta en el
Barrio de La Perdoma si ser derribada su vivienda por el vendaval, un donativo
de 5.000.- pesetas. A continuación hicieron uso de palabras, desde el balcón de
las Casas Consistoriales, y ante una gran multitud que llenaba totalmente la
plaza y calles adyacentes, los señores Cavestany y Pérez González, señalando
que habían recorrido parte de la zona afectada por el temporal y que mediante
el informe que a su regreso a Madrid presentaran al Gobierno, se tomaran las
providencias del caso para aliviar la situación de los agricultores, al mismo
tiempo que se mostraron afectados ante la desolación de los cultivos por ellos
personalmente presenciado.
Al día
siguiente, los ministros hicieron un recorrido por toda la zona sur de la
isla. Salieron a las ocho y media de la mañana del Hotel Mencey, pasando por la
Rambla hasta el muelle norte. Vía del litoral, Plaza de España, Avenida de José
Antonio y Vía de Enlace, desde donde marcharon por la carretera del Rosario
hacía el Sur. A las diez de la mañana pasaron por Güimar, deteniéndose en el
mirador de la Ladera. A Granadilla llegaron a las doce, donde bajaron al Medano.
Después de almorzar en San Miguel, siguieron hasta Guía de Isora, efectuando el
regreso a la capital por Icod y la carretera general del Norte.
Hoy el Valle
sufre una catástrofe mucho más problemática que la de 1953. En aquel año fueron
los avatares de la naturaleza lo que destruyó casas, arboles y cultivos. Pero
ahora desgraciadamente es la humanidad, la que ha querido asolar el Valle,
tirando arboles, arrasando cultivos, convirtiendo la quimera innata en una
basura fingida. Esto no lo remedia nadie, ni visitas de ministros, ni fábricas
de maderas.
BRUNO JUAN
ALVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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