Nació en la Villa de La Orotava, estudió Filosofía y Letras en la
Universidad de La Laguna, donde se licenció con la máxima
calificación en 1945 y en concurso nacional, el premio fin de carrera “Víctor
de Bronce”. Sin embargo, ya antes de ser licenciado, don Jesús Hernández Perera
inicia sus trabajos de investigación y en 1943 pública, en la revista de
Historia, un estudio sobre la iglesia de la Concepción de La Villa de
La Orotava su villa.
Ejerce de profesor encargado de curso en la Facultad de
Filosofía y letras, en la universidad de la Laguna desde 1945 – 1949.
Posteriormente consigue una beca de ampliación de estudios, del Cabildo Insular
de Tenerife 1951 – 1954, En Madrid y alojado en el Colegio Mayor César Carlos,
prepara la elaboración de la tesis doctoral, antes de acabarla accede a un
nuevo puesto de docente, en la Escuela Central de Artes y Oficios, en
el que permanece hasta 1954.
Doctorándose en la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Madrid el 17 de enero de 1952, ante un tribunal presidido
por el entonces Decano Dr. Sánchez Cantón y actuando como vocales los doctores
Angulo Iñiguez Camon, Abbad Ríos y Laínez Alcalá que era el ponente. Su tesis
doctoral, “Orfebrería en Canarias”, mereció el Premio Menéndez Pelayo del CSIC.
Ejerce como profesor adjunto Interino, en la Universidad de Madrid, curso
1952 – 1953, Profesor Adjunto por oposición de la mencionada universidad en los
cursos 1954 – 1958, 1958 – 1960, profesor de la Escuela de Turismo de
Madrid desde 1955 – 1960. Y profesor de Arte Español, cursos de Extranjeros 1953
– 1960.
Su primer trabajo, “La parroquia de la Concepción de La Orotava,
publicado en 1943 en la Revista de Historia, marca de alguna manera
las líneas de investigación temática que ya no abandonaría nunca. En primer
lugar, un tema de arte canario al que se aplica una metodología rigurosa en
fuentes y bibliografía. En la arquitectura menciona el nombre del arquitecto
Diego N. Eduardo, en la escultura hace mención de Lujan Pérez, pero sobre
todo se atiende al tabernáculo y al púlpito de la parroquia, ambos importados
de Génova y firmados por el artista G. Gaggini.
En el trabajo de su tesis doctoral “Orfebrería de Canarias”, la
bibliografía isleña se enriquece notablemente, prueba las excelentes dotes de
investigador. Becario del Instituto Diego Velásquez C.S. I. C. 1952 – 1953,
secretario de Instituto Diego Velásquez C.S.I.C. 1953 – 1960, secretario
de la Revista A.E.A 1954 – 1960, Secretario de Redacción de la revista
Goya 1954 – 1960, Vicerrector del Colegio Mayor Universitario de Madrid César
Carlos 1954 – 1955.
Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de La
Laguna desde 1960 a 1972, Tras una brillante oposición obtiene
el número uno, teniendo opción a elegir, la Universidad de Oviedo
y La Laguna. Lógicamente elige su propia tierra, aquí es elegido
por la Junta Decano de la misma, cargo que ocupa desde el curso
académico 1960 – 1961 hasta el año 1964. La primera tarea como Decano, es
impulsar, bajo el patrocinio de la propia Universidad, del Cabildo Insular de
Tenerife y del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, los cursos para
extranjero proponiendo y programando curso de lengua y conferencias de
historia, geografía, arte, pensamiento y folclore. Cursos que el mismo dirigió
y que con matricula creciente acabaron consolidándose con muy pocas variantes.
Además desde el Decanato, organizó en la facultad de Filosofía y Letras y en
colaboración con el Instituto de Estudios canarios del C.S.I.C el Diploma de
Estudios Canarios que cada curso se imparte desde entonces, como medio para
profundizar en el conocimiento histórico peninsular. Don Jesús ocupó la
dirección de la sección de A. Plástica I. De Estudios Canarios 1960 – 1965 y
1969 – 1972. Y finalmente director del Instituto de Estudios Canarios 1965 –
1969. Apoderado del servicio de defensa del Patrimonio Artístico Nacional en
Santa Cruz de Tenerife 1960 – 1964. Consejero Aula de Cultura Cabildo Insular
de Tenerife 1964, vocal de la Comisión Diocesana de Arte Sacro Tenerife
1963 – 1972, presidente del comité Dante Alighieri de Tenerife 1962 – 1972,
delegado de Bellas Artes de Canarias 1965 – 1969, Asesor Artístico Casa de
Colon Cabildo Insular de Gran Canaria 1966, concejal Ayuntamiento de Santa Cruz
de Tenerife 1967 – 1972, consejero Mancomunidad Interinsular de Santa Cruz de
Tenerife 1967 – 1968, secretario general de la Universidad
Internacional de Las Palmas 1966 – 1968., presidente de la
Orquesta de Cámara de Canarias 1968 – 1970, presidente del círculo de
Bellas Artes de Tenerife 1968 – 1970.
El Ministerio propone al Consejo de Ministro el nombramiento de don Jesús
Hernández Perera como rector de la universidad DE La Laguna, que es
designado el 11 de mayo de 1968, para tomar posesión del cargo en sección
solemne un mes después. El año 1968 marca en la biografía universitaria de
Hernández Perera el momento en que alcanza el puesto de mayor responsabilidad
académica, con anterioridad había sido Vicerrector de la
Universidad de la Laguna. En la Laguna planteó la necesidad
de los estudios de periodismo, convirtiéndolos en una Facultad Universitaria.
Puso en marcha la Facultad de Medicina, la Sección de
Ciencias Exactas, los pabellones de Letras y Ciencias, la concesión del título
de Hospital Clínico para el hospital provincial, nuevos seminarios de Derecho,
cátedras y agregaciones que la Universidad necesitaba.
Catedrático de Historia de Arte, Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Complutense de Madrid desde 1972 hasta 1989. En Madrid es
director del departamento de Historia del Arte 1973 – 1982, presidente
de la Sección de Arte 1973 – 1983, secretario del comité español de
Historia de Artes (C.E.H.A.) 1977 - 1979, Presidente del Comité Español de
Historia del Arte Español 1982 – 1984. Vocal Sección Artes Suntuarias Junta de
Calificación y Valoración 1982 – 1989.
Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X El Sabio 1984, y Medalla
del Excmo. Cabildo Insular de Tenerife 1988. Profesor Emérito 1990 – 1995,
Medalla de la Universidad Complutense 1990, Medalla de Oro
Universidad de La Laguna 1991, Premio Canaria 1994.
Son numerosísimos los trabajos dedicados a diferentes temas del barroco
desde artículos referidos a Velásquez Carreño, Zubarán a los referidos a
pintores flamencos como Rubens a quien dedica un artículo en relación con el
archiduque Alberto, o los trabajos referidos a Lucas Jordán o Tiepolo, pasando
por trabajos de escultores barrocos como M. Pereira o de iconografía como el
referido al Varón de Dolores o a la Candelaria junto a trabajos sobre
arquitectura y urbanismo como el que trata de los proyectos no realizados para
el Paseo del Prado (1992) dan fe de la amplitud de su horizonte en el que no
faltan los trabajos de investigación sobre el arte contemporáneo, campo cuyo
límites podríamos establecer entre el modernismo y la obra de Cesar Manrique
o José Abad, sin olvidar sus escritos sobre la escultura italiana
contemporánea y desde luego cómo gracia a sus trabajos fueron conociéndose
pintores y escultores canarios de nuestros días que tienen hoy un puesto de
honor en el arte español del siglo XX. La labor realizada en cuarenta años fue
inscribiendo depurada y rigurosa como corresponde a un maestro de perfil
humanista.
DON FRANCISCO JOSÉ PORTELA SANDOVAL, escribía IN MEMORIAM: “…Cuando las
páginas de este número de Anales de Historia del Arte de la
Universidad Complutense estaban a punto de entrar en máquinas, nos
sacudió violentamente la triste noticia del fallecimiento del profesor
Hernández Perera, el querido maestro al que todos, compañeros, amigos y
discípulos, siempre acostumbrábamos a denominar sencilla y cariñosamente como
«Don Jesús». ¡Qué bello sentido tiene en nuestra lengua ese vocablo, el «Don»,
que, además de permitir la expresión de un sentimiento casi reverencial, parece
acodar a un tiempo las distancias respecto de un superior en edad, categoría y
merecimientos! Hacía todavía poco tiempo que el profesor Hernández Perera había
dejado de ejercer su siempre fecundo magisterio en las aulas universitarias,
primero de manera un tanto limitada como consecuencia de una absurda
disposición administrativa que transformó en Emérito a quien. como numerario,
tanto lo había «merecido»: después, paulatinamente de forma ya casi total a
causa de una grave enfermedad que, en su última fase, le provocó un sufrimiento
tan cruel como injusto para una persona que había sido espejo de bondad en lo
humano. Todavía con la garganta acongojada por cl dolor y bien presente aún
en la Tetina la yacente imagen postrera de su cuerpo sin vida, he de
dar rápido cumplimiento a un encargo que nunca hubiera deseado tener que
acometer porque es muy duro recordar al excelente compañero y, sobre todo, al
buen amigo que se ha ido a continuar ejerciendo, sin duda, su profesión en las
aulas celestiales. Para ello me atrevo a recrear unos párrafos de la
presentación que hace sólo cuatro años tuve el honor de redactar en el grueso
volumen de homenaje que le fue dedicado por sus compañeros y amigos y que tengo
la certeza de que le produjeron gran satisfacción, sin duda alguna porque eran
la modesta antesala de todas aquellas aportaciones que le embargaron de
felicidad.
Me atrevía yo entonces a escribir que la inabarcable
personalidad del profesor Hernández Perera podía condensarse en los bellos
términos «humanismo y «humanidad ». El primero le venía como anillo al dedo
porque Don Jesús era un fecundo cultivador de las Ciencias Humanas y así lo
avalaba su excelente colecta de excelentes libros, todos de gran rigor
científico; ensayos, críticas o breves artículos, a la que había que sumar más
de medio centenar de tesis doctorales, un centenar y medio (le memorias de
licenciatura, decenas de conferencias y un largo etcétera de actividades
académicas, entre las que no fueron menos destacadas aquellas que había
desarrollado como Decano, Vicerrector y Rector en su querida universidad
de La Laguna y luego como Director de Departamento en La
Complutense de Madrid. Precisamente, es oportuno recordar que dentro de
esa vertiente humanística el profesor Hernández Perera prestó gran atención al
aspecto editorial, consciente de que la investigación desarrollada en las aulas
universitarias debería tener sus propios vehículos de difusión. En ese sentido
supo aprovechar stt amplia experiencia previa corno secretario durante varios
años de las revistas Archivo Español de Arte y Goya y trabajó con denuedo para
que los Departamentos (le Historia del Arte de la Universidad
Complutense tuvieran su propia revista. Primero, consiguió que saliese a
la luz Tekné, de efímera duración por complejos problemas
burocrático-editoriales y de cuyo consejo de redacción fue precisamente el
primer presidente: más tarde, alentó desde la tramoya la aparición de estos
Anules de Historia del Arte, cuya dirección rehusó porque ya estaba a punto de
padecer el ilógico varapalo de la interrupción anticipada de su excelente
actividad docente. Pero, por encima de esa luminosa faceta (le humanista es tan
íntimamente relacionada con su prolongada actividad docente en torno a materias
vinculadas con el mundo del Renacimiento—. Don Jesús poseyó una profunda
humanidad, que no dejó de manifestar día a día ante compañeros y alumnos a
través de su talante cordial, de su fácil palabra, siempre tan precisa como
melódica; y. sobre todo, de su trato pleno de afabilidad y dotado como pocos
para imponer la cordialidad y con cli o facilitar la convivencia en todos
aquellos ambientes con los que mantenga alguna relación, Y eso fue posible
también en no poca medida merced a su inteligente capacidad de adaptación a los
nuevos tiempos, a las nuevas circunstancias, en lugar de permanecer anclado en
ta próximo pasado que el inexorable devenir del tiempo va convirtiendo cada vez
en algo más lejano.
Ojalá que su ejemplo humanístico y humano nos sirva
siempre de norte tanto en los diarios avatares académicos como también en
cuantos pueda depararnos la vida, esa otra asignatura en la que el profesor
Hernández Perera, Don Jesús. Fue también uno de los mejores maestros…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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