Fotografía
tomada al principio de la década de los años cuarenta del siglo XX en el patio
central del Colegio de San Isidro de La Villa de La Orotava, muchas caras son
conocidas, entre ellos; Hermógenes Díaz y Díaz, Miguel Herreros y González de
Chaves, José Arencibia Parra, Manuel Reyes y Reyes, Domingo Hernández González,
Arturo Domínguez, Jesús Corvo etc.….
En el año
1941, surge y circula por La Villa de La Orotava la noticia de que los hermanos
se marchan. Parte del vecindario se moviliza y en poco más de dos días se
recogen más de setecientas firmas, rubricando un escrito a la Corporación para
que intervenga y no se lleve a efecto la desaparición.
El Hermano
Guillermo Félix escribe una carta al Alcalde de la Villa en la que dice: “…Nuestra Comunidad de La Orotava y toda la
Congregación quedan agradecidas por el afecto y consideración de que han sido
objeto en ese pueblo. No se borrará de la memoria de los hermanos el sacrificio
de los orotavenses para impedir el cese de nuestra Congregación al frente del
Colegio; pero no siendo sólo cuestiones económicas las que nos fuerzan a dejar
una obra emprendida con tanto cariño durante treinta y dos años, sino diversas
causas de diversas índole, los superiores se ven obligados a mantener su
resolución de alejarse de La Orotava. Más si pasado el tiempo desaparecieran
esas dificultades a tan dolorosa resolución, gustosísimo volveríamos a este hermoso
Valle...”
En abril de
1956, los antiguos alumnos dedicaron un merecido homenaje al Hermano Teodosio,
antiguo profesor del colegio de San Isidro de La Orotava. Primeramente los
ex-alumnos, con el homenajeado e invitados, asistieron a una misa en la iglesia
de Santo Domingo de La Orotava. Seguidamente en el salón de actos del
Ayuntamiento le fue entregado un artístico pergamino, obra del artista Don
Emilio Luis Pérez Delgado, con la firma de todos sus alumnos pronunciando una
palabras en este acto, el entonces Alcalde de la Villa Don José Estévez Méndez,
a las que contestó el Hermano Teodosio: Mis queridos y apreciados antiguos
alumnos. Bien sabéis vosotros que los Hermanos de las Escuelas Cristiana no
ambicionamos honores, gloria ni nombradía; nada de incienso sino más bien
trabajo y sencillez; bien patente está ante vosotros, mis queridos antiguos
alumnos y amigos todos de esta ilustre Villa de La Orotava, nuestra manera de
proceder. En nombre, pues de la Congregación de Hermanos de las Escuelas
Cristianas os doy infinita gracias. Con muchos de vosotros trabajé, os encaminé
por el sendero de la ciencia, de la virtud, del deber y de la honradez. Todo
ello os induce ahora a recordar a los Hermanos de aquellos tiempos y al
encontrarme casi solo, sólo de mi os habéis acordado en este acto simpatía, de
recordación y de gratitud hacia mi Congregación. ¡Pocos años estuve entre
vosotros: sólo seis y algunos meses; pero de ellos, cuantos recuerdos, detalles
y mociones acuden a mi memoria...¡ Un recuerdo también para aquellos Hermanos
que como el Hermano Apolinar dejó imborrables huellas de su talento y de su
virtud, al que hace pocos años tributasteis el insigne honor de dar su nombre a
una de vuestras calles, honor que no olvidará nunca mi amada Congregación. Un recuerdo
para los Hermanos Directores que en esos mismos años de mi estancia en esta
recordada Villa dirigieron el colegio de San Isidro, los Hermanos Dionisio y
Andrés. Sin duda que también os será muy grato oír los nombres del Santo
Hermano Cirilo, artista, filosofo y músico del colegio en los años de
1909-1933, así como de aquel jovial Hermano Pablo que ejercía el cargo de
ecónomo y acabó en Santa Cruz el año 1.921; y en fin de los Hermanos Eugenio,
Salustiano y otros muchos que continuaron su labor educadora en Argelia, Túnez
y Marruecos. Después de estas recordaciones ¿qué diré de vosotros organizadores
y promotores de este hermosísimo acto? Las palabras sobran al ver los hechos.
Nuestra sola presencia os hace distinguir entre los cientos de orotavenses que
pasaron por el colegio de San Isidro; por otra parte sabemos que si a muchos
les ha sido imposible el acompáñanos en estos momentos, está muy satisfecho de
este homenaje que vosotros nos tributáis. A todos, pues, presentes y ausentes,
una frase de cariño y agradecimiento. Que este acto sea un lazo más de unión
entre alumnos y profesores. Los Hermanos, y especialmente los aquí presentes,
no olvidaremos nunca este espontáneo homenaje y el afecto que en él nos
demostráis. Esto no animará para seguir trabajando con entusiasmo en la
nobilísima misión de elevar a la juventud tinerfeña de todas las categorías
sociales a un plano superior en esos órdenes que anhelamos de ciencia, honradez
y virtud.
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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