Foto obtenida con mi cámara digital en el interior de la parroquia de Santa
Ana de Garachico, Semana Santa del 2009.
Datos que me ofreció desinteresadamente el amigo y convecino de Garachico
CARLOS ACOSTA GARCÍA, de su libro sobre la semana Santa en la Villa y Puerto,
producción que está totalmente agotada.
El cual fui a devolvérselo personalmente acompañado de mi señora Antonia
María González de Chaves y Díaz a su domicilio en Garachico, el viernes
Santos del año 2009, lo que le estoy totalmente agradecido.
Quienes se dejan ganar su ánimo por el colorido, la espectacularidad y el
número de imágenes que componen una procesión suelen afirmar que el Viernes
Santo es el día de la mayor brillantez, dentro de los cultos externos
de la Semana Santa de Garachico. Nosotros nos inclinamos por la
austeridad, el silencio y el orden de la procesión nocturna del Jueves Santo.
Antes ha habido cultos solemnes en Santa Ana. Y precisamente han sido esos
cultos los que han ido preparando un ambiente de recogimiento, que propician la
solemnidad de la procesión nocturna, que sale de la iglesia parroquial a las 9,
con acompañamiento de las Cofradías del Santísimo y del Rosario.
Recorre la procesión un amplio trayecto, hasta la calle o plaza de
Constanza de Ponte y, a su regreso, hace su entrada en la iglesia del convento
concepcionista, donde se entonan, por parte de las monjas, unas piezas de
música religiosa.
Hay unanimidad a la hora de señalar el autor de esta obra procesional. Se
trata del escultor gomero Francisco Alonso de la Raya, discípulo de
Martín de Andújar. Es posible que en la tarea de crear al Cristo y a los
apóstoles le sirviera de apoyatura su condiscípulo el garachiquense Blas García
Ravelo. Ambos trabajaron juntos en el taller del maestro y se acepta que,
aunque la dirección y el principal trabajo fueran de Francisco Alonso, su
compañero García Ravelo necesariamente hubo de prestarle una inestimable ayuda.
Hay que aclarar, sin embargo, que este paso de la Cena ha sufrido
transformaciones, que tuvieron lugar en la tercera década del presente siglo.
Se hizo desaparecer el sitial bajo el que figuraba la imagen de Cristo, para el
que se construyó una silla en talleres orotavenses y se sustituyó la propia
imagen del Señor por otra de dimensiones algo mayores, con el fin de darle un
protagonismo físico sobre los apóstoles. Tal imagen de Cristo sufrió
desperfectos, por lo que hubo de encargársele una al orotavense Ezequiel de
León y que es la que figura actualmente presidiendo el paso, junto a los
apóstoles, que son los mismos de siempre.
Estos apóstoles sufrieron también algún repinte en los años 30 y ya se sabe
que esta tarea, necesaria muchas veces, lejos de mejorar las cosas, suele
acarrear problemas de estilo. Sin embargo, estas imágenes del trono de
Garachico presentan buen aspecto, sin que, a cierta distancia, puedan
observarse defectos serios, al menos para el gran público, aunque los
especialistas en Arte suelen ser más exigentes, como es lógico, en esta labor
de conservación.
El paso, en su totalidad, mantiene el encanto y lozanía de otras épocas, lo
que demuestra que la restauración no obró efectos negativos. El doctor Martínez
de la Peña, aunque lamenta los cambios sufridos por los pasos de la
Cena de Icod y Garachico, opina que ésta sigue manteniendo sus virtudes de
antaño: «...resulta encantadora en cuanto a la cándida ingenuidad
con que, de forma simétrica, rodean los apóstoles la mesa; figuras muy
derechas, tan iguales, con tan cumplida postura, hasta las manos, todas descansando
sobre la mesa, con las palmas hacia arriba en actitud de recibir el sagrado
alimento».
Las palabras que anteceden, debidas a una personalidad como la del doctor
Martínez de la Peña, retratan con fidelidad absoluta lo que es este paso
procesional, que gana la atención del espectador precisamente por estos
detalles que quedaron apuntados, al margen de que hubiera podido sufrir esos
cambios que dejamos apuntados y que son inevitables. Las imágenes se estropean
con el paso del tiempo y no siempre resulta fácil encontrar restauradores de
prestigio, especialmente en épocas un tanto lejanas a nosotros.
Para Pedro Tarquis este paso es semejante al que Antonio de Olbarán hizo
para la iglesia de los Remedios de La Laguna: “Pero nos parece
superior en categoría artística éste de Garachico”. Opina el crítico que
lucen aquí mejor las figuras, observándose, además, sustanciales diferencias
entre cada uno de los apóstoles, según sus edades, mientras que en la obra de
Olbarán -siempre según el crítico- hay más
monotonía: «El autor de la Santa Cena de Garachico...
presenta cabezas talladas con más realismo. Son personas vistas en el natural.
Trata de caracterizar cada uno de los discípulos, inquietud que falta en
Antonio de Olbarán... quien aparece rutinario».
Afirma finalmente Tarquis que la imagen menos logradas la de Cristo y que
el autor no consiguió sus propósitos de ofrecernos al Divino Maestro en un tono
elevado sobre la humildad evidente de los Apóstoles.
Como si la opinión del crítico hubiera podido tener influencias en otras
personas directamente relacionadas con la organización de los cultos de
Garachico, el Cristo de la Cena -ya lo hemos dicho- fue sustituido,
pero quien desee conocerlo y establecer comparaciones con el de Ezequiel de
León, puede hacerlo porque cada día figura expuesto al público, muy cerca de la
pila bautismal de mármol y alabastro que regaló a su pueblo don Pedro de Ponte
y Llarena, primer conde del Palmar, Gobernador de Gante y Capitán General de
Canarias.
El paso de la Cena de Garachico tiene una historia de muchos
siglos. Una historia que intentaremos resumir aquí, simplemente para que se
tenga noticia de su antigüedad y de las distintas versiones que podrían darse
de una misma circunstancia.
Junto a la del Cristo de la Misericordia es la de la Santa
Cena la procesión más antigua del municipio. Para señalar sus posibles
orígenes convendría recordar la fecha en que fue fundada la
Hermandad de la Misericordia: 1556, año en que accede al trono de
España Su Majestad el Rey Felipe II. Exactamente el día 8 de septiembre del
citado año se reúnen unos vecinos de Garachico, bajo la dirección de Gabriel
Hernández para verificar la fundación. Se aprueban luego las Constituciones y
nos llama la atención uno de sus capítulos, en el que se señala a los miembros
de la nueva hermandad la necesidad de preocuparse «acerca de la
procesión del Jueves Santo por la noche».
La frase, dicha así, no aclara grandes cosas porque nadie sabe a qué
procesión se refería la norma que hemos copiado textualmente. Sin embargo, 70
años después, el día 3 de enero de 1626, se crea en Garachico otra hermandad
religiosa, que aún subsiste, y en cuyas constituciones vuelve a hablarse de la
procesión del jueves santo; pero aquí sí que se especifican los detalles,
puesto que se afirma que se trata de un paso de la Santa Cena. Nos
estamos refiriendo a la Hermandad del Santísimo Sacramento, aprobada
por el obispo de Canarias, don Juan de Guzmán y confirmada por César Mondo,
Nuncio Apostólico de S. S. en España, el 22 de junio de 1630.
Entre los acuerdos que toman los Hermanos, destacamos éste: “… Que los
Jueves Santos, a la oración, después de dichas las Tinieblas, se haga la
procesión del paso de la Cena, que se empezó a hacer, con licencia del Sr.
Obispo, en el año 1629….”
Se deduce de cuanto antecede que hubo un paso de la Cena. Pero no
puede ser el actual por razones cronológicas. Habría que constatar unas fechas
que aparecen como contradictorias. El paso de la Cena que actualmente
sale en Garachico la noche del Jueves Santo es obra, como se ha dicho, del
escultor gomero Francisco Alonso de la Raya, afirmación que hacemos
después de conocer el trabajo realizado por el Doctor Martínez de la Peña,
a quien hemos citado anteriormente. Francisco Alonso talló sus imágenes en
ausencia de su maestro, Martín de Andújar, aquel extraordinario imaginero
andaluz que estableció su taller en Garachico antes de partir para América
donde habría de desarrollar una amplia labor, no sólo en el campo de la
escultura, sino también en el de la arquitectura.
Pero Francisco Alonso nació en 1619. O sea, que sólo tenía 10 años cuando
la procesión de referencia recorría por vez primera las calles de Garachico.
Por otra parte, el escultor había abandonado su isla de nacimiento, para
establecerse en la localidad tinerfeña, en 1637. Son dos motivos más que
suficientes, más que justificados, para afirmar que Francisco Alonso no pudo
poner sus manos en el paso de la Cena que se menciona en los viejos
manuscritos de Rodríguez Labrador y de la Torre Cáceres.
Ha de afirmarse, por lo tanto, que hubo antes del actual, otro paso
semejante, del que no quedan vestigios. Y que la procesión del Jueves Santo de
1556 necesariamente sería una procesión de penitencia sin que hubiera un paso
que desfilara por las calles garachiquenses, desaparecidas también cuando, en
1706, el volcán borró sus huellas.
Sobre esa procesión de penitencia de que hablamos sabemos qué tenía una
relación con los beneficiados de Santa Ana y San Pedro de Daute. Para hacer tal
afirmación nos basta con la lectura de las distintas normas que dejó
establecidas el obispo don Antonio Corrionero en su visita pastoral de 1617.
Una de las cláusulas dice textualmente: “…Que el beneficio
de la parroquia, con los beneficiados, o uno al menos, y los clérigos salgan a
recibir al Callao del Puerto a la Cofradía de la
Disciplina de San Pedro de Daute, que viene el Jueves Santo por la tarde a
la parroquia de Sta. Ana, y les acompañará a la vuelta hasta el mismo paraje…”
Se habla de una cofradía de la disciplina de San Pedro de Daute. No sabemos
si había otra similar en Santa Ana o si sería la misma. Y no aparece, en las
Constituciones, la más ligera alusión a un paso de la Cena, que, según dejamos
apuntado más arriba, comenzó a salir en 1629, doce años después de estas normas
dictadas por el obispo Corrionero.
Dando un gran salto hacia adelante en la narración, diremos que la
conservación del paso en la actualidad es excelente, por lo que no se aprecia
la necesidad de dar nuevos retoques en la encarnación de las figuras. En el
trono sí que se han hecho algunas veces y de ello se encarga la
Hermandad del Santísimo, que tiene a su cargo todo lo relacionado con este
paso y su procesión por las calles, no sólo el Jueves Santo, sino en la
Procesión Magna del Viernes.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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