Fotografía tomada en los cincuenta del siglo XX,
referente a la recordada ORQUESTA MANIGUA del Puerto de la Cruz.
El amigo del Puerto de la Cruz; AGUSTÍN ARMAS
HERNÁNDEZ, remitió entonces (03/03/2018), estas notas y foto, que tituló; “REMINISCENCIAS Y NOSTALGIAS DE UN PASADO
PORTUENSE”:
“…Toda
persona —partiendo naturalmente de que posea un mínimo de sensibilidad— siente
nostalgia de su vida pasada, tanto cuanto más va entrando en la edad madura.
Cuando nos damos cuenta el tiempo —que se nos concede— ha pasado fugazmente.
De niños muchos
amigos de colegio. Es ahí precisamente en los centros de enseñanza infantil
donde empezamos a convivir socialmente, donde se forjan las amistades del
futuro. Quien no se ha preguntado, alguna vez ¿qué habrá sido de aquel amigo de
la infancia que más tarde tuvo —por diversas razones— que desplazarse a otro
pueblo, o quizás emigrar a otra nación allende los mares? ¡Cuánto me agradaría
volver a verlo! recuerda con nostalgia.
Hace algunos años
una señora alemana —actualmente fallecida— me dijo refiriéndose —entre
suspiros— al Puerto de la Cruz, de la década de tos 50: «ha perdido su encanto»
recalcó muy estrictamente. «Estoy de acuerdo con usted, señora», le respondí de
inmediato. El diálogo continuó y seguimos recordando tiempos pasados. El Puerto
de la Cruz empezó a transformarse de pueblo en ciudad con la puesta en marcha
de la urbanización «Llanos de Martiánez». Y... como todo tiene su precio con la
citada urbanización desapareció el más bonito platanal —preludio de otros— que
en un simpar alarde de belleza circunvalaban al antaño pescador y agrícola
«pueblito». Entonces donde hoy está ubicada la avenida de Colón sólo existía un
paseo de tierra con una hilera de tarajales que dividiendo el camino de la
playa, empezaban en la ermita de San Telmo y terminaban en el centro mismo de
la playa Martiánez. Comenzaba a continuación una plaza con una amplia terraza
de cemento, base ésta de ubicación de varias casetas «típicas», que a la sombra
de tarajales, arbustos y techo de pal-meras, atenuaban el rigor del sol en los
días fuertes del verano playero. En dichas casetas -- acondicionadas para
restaurantes con vistas al mar— y bañistas—se podían degustar los mejores
pescados y mariscos del litoral portuense (entonces muy abundantes), viejas,
pulpos, lapas, almejas, etc. Sin olvidar por supuesto, ese rico crustáceo «el
cangrejo»; todo ello acompañado de aquel buen vino tinto del norte de nuestra
isla. Frente al susodicho lugar dando frente a la playa y rodeada de
lindos platanales se encontraba la piscina municipal «Martiánez», lugar de
citas y encuentros de muchísimos bañistas y expertos nadadores; unos porque
preferían la tranquilidad de las aguas para darse un chapuzón y otros para
entrenarse, con vistas a las competiciones de natación que en dicha piscina se
solían celebrar. Categoría no solamente regional, sino también nacional e
internacional tenían estos enfrentamientos deportivos. Grandes nadadores se
formaron y nadaron en la piscina que nos ocupa; de entre ellos mencionaré a dos
de los grandes, Fermín Rodríguez Méndez que junto al chicharrero Alfonso Veller
conquistaron para Tenerife el campeonato de España de natación en el año 1942,
el primero estilo mariposa y el segundo en espalda.
Si por el día se
nadaba, por la tarde/noche se bailaba. Al son y ritmo de la portuense orquesta
«Manigua». Movían los esqueletos lugareños, foráneos e incluso extranjero que
desde muchos años antes ya nos visitaban. Esta prestigiosa orquesta en aquellos
años muy solicitada, hacía la delicia —con las melodías de entonces: «el
manisero», bésame mucho, el pasodoble tres veces guapa, etc.»— de los
extranjeros aludidos y que se hospedaban en los cuatro únicos hoteles del
encantador Puerto de la Cruz de aquellos años. El gran hotel «Taoro», dirigido
por don Enrique Talg, hotel «Marquesa» llevado y dirigido por su dueño don
Sebastián González Nepomuceno; «Monopol» dirigido también por su propietario
don Carlos Gleixner, y por último el «Martiánez», llevado por don Enrique Talg.
Una sociedad
cultural y recreativa el «Círculo Iriarte», alma de la cultura para jóvenes y
adultos. Por fin: exposiciones de pintura, conciertos musicales, conferencias y
diversas recreaciones.
Otros tiempos,
sin duda, que no volverán —«ni hace falta» responderán nuestros jóvenes—pero
que nosotros los adultos recordamos con nostalgia.
Posdata: leamos
un poema que dediqué a aquel viejo camino de tierra y arena de mar,
ahora desaparecido, (Actual Avenida de Colón) que con tarajales a su vera,
partiendo de la trasera de la ermita de San Telmo, terminaba en el mismo centro
de la playa de Martiánez. ¿Lo recuerdan?
RINCONES IDOS DEL
PUERTO DE LA CRUZ:
Del Puerto, que
está en
Fiestas,
Mentar quiero con
nostalgia
Rincones
que ya son idos,
Pero quedan
en mi alma.
De niñez y
juventud,
Me afluyen
con añoranza
Lugares de gran
quietud,
Que por
quererlos me abrazan.
De San Telmo
aquel camino
Que
conducía a la playa,
Tarajales a
su vera
Con sus
ramas en cascada.
Simulando
-parecía- que
Aquel sendero
guardaban.
Silencioso era el
camino
Que sólo
alteraba el agua
Al chocar contra
las rocas,
Pues
cerca el bajío estaba.
Pronto la brisa
traía
Olorcillo a
yodo y algas,
Procedente
del Atlántico,
Al pasar
por nuestra playa.
Unos minutos, no
más,
Y en
Martiánez me encontraba
La capilla
con su Cruz,
Qué paciente allí
esperaba:
Se acercara
algún creyente
A rezar una
plegaria.
¡Maravilla,
qué belleza!
Al entrar en la
explanada,
Donde cerca
estaba el agua
Con sal, con
peces, con algas.
¡Acantilado
de Martínez,
Tú si estás,
nunca te vayas!...”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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