En estos tiempos de pandemia, sobreviviendo a ese bicho atómico mortífero,
revolviendo las cajas de mí casa, me encuentro esta fotografía referente a la
construcción por entonces artesanos - gremios de la Villa de La Orotava de las
guaguas de servicio urbano que denominaron las “Calducha”.
“Calducha”, un nombre popular en la Villa, que frecuentaba las guaguas
urbanas, como vehículo de desplazamiento.
Al mediado de los cincuenta del siglo XX, un grupo de orotavenses
emprendedores; Enrique Ascanio, Gabriel Llanos, Fernando Quintero. Promovieron el
transporte urbano, compuesto de tres itinerarios: Los Poyos a la Piedad. Los
Poyos a los Pinos y Los Poyos a la Luz. Utilizaron tres guaguas, una para cada
itinerario.
Empezaron con una Jardinera de segunda mano, y construyeron las otras dos,
en el taller del villero José Hernández Quevedo “Pepe Quevedo”, para ello
compraron dos chasis que reconvirtieron en dos estupendas y cómodas guaguas.
La primera se construyó en el taller de Pepe Quevedo en la calle Juan
Padrón. Esta vez se produjo una anécdota que consistió, casi no sale la guagua
recién terminada del taller. Les añadieron mas centímetros que el ubicado en la
portada principal, sacando el vehículo casi, adjuntado a la misma. El segundo vehículo
se construyó en la misma calle pero más arriba, concretamente en los bajos del
desaparecido Cine Atlante (fotografía), en donde Pepe compartía su taller de
ebanistería - tapicería con el de chapa - pintura de Mesa – Portocarrero.
Eran de color azul brillantes, y las dos fabricadas la recluían por las
noches (fuera de servicio) en el salón de los suministros y lavados de mi padre
Juan Álvarez Díaz en la calle Calvario, debajo de mi domicilio actual.
Recuerdo que mientras mi hermana Lola cuadraba la caja del día en la
oficina, siendo un niño juguetón, me metía en ellas a jugar con el volante y el
timbre, que tenían colgando en la parte superior previsto de un largo alambre.
Otras noches, aparecía por el salón, un pintor publicista, para colocar la expresión
comercial a base de brochas y pinceles en los laterales del vehículo.
Estos primeros vehículos urbanos, operaban con choferes y cobradores
(maletas de cueros colgando en sus hombros), cuyo inspector era Miguel
Monasterio (el gigante chicharrero, administrador del Hospital de la Santísima
Trinidad), dos mecánicos; Manolo García y Balbino San Milán.
Al principio de los sesenta del siglo XX, las guaguas “Calducha” fueron
vendidas a Transporte Tenerife, los cuales le cambiaron de color, del azul al
verde. Continuaron mucho tiempo con los mismos itinerarios, pero ya no las
pernotaban en el salón de casa pues mi padre lo había arrendado.
En cuanto a la fotografía que expongo referente a la fabricación de la
segunda guagua, está tomada en los talleres de lo bajo del Atlante. Los conozco
a casi todos, pero no recuerdo sus nombres, prefiero que lo descubran ustedes,
solo indicarle a maestro Mesa agachado el segundo por la derecha, maestro Vital
ultimo agachado de la izquierda. Arriba en el centro; Juan Estévez y Antonio
Portocarrero.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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