Fotografía compartida con “Deporpress”.
El amigo del Puerto de la Cruz ex alcalde
de la ciudad; SALVADOR GARCÍA LLANOS remitió entonces (10/04/2021) estas notas
que tituló: “ÑITO, EL ARQUERO SOLVENTE”: “…Al primer portero que vimos llegar a una meta tras
saltar al campo y trazar con la pierna una línea de tierra (una suerte de
divisoria del área pequeña) desde la línea de gol de la portería hasta el punto
de penalty, fue a Cipriano González Rivero (Ñito), fallecido el jueves pasado
cuando ya había cumplido ochenta y un años. Fue en El Peñón (Puerto de la
Cruz). Aquello era una especie de ritual. Lo hacían más arqueros de diferentes
categorías, al menos en aquellas canchas terrosas con irregularidades en su superficie
y hasta pequeñas piedras.
Venía del San Andrés y se incorporó al
Tenerife, en principio para ser suplente de Andrés Gómez (Cuco), pero luego la
alineación memorizada y tarareada cambió, como se encargaba de recordar el
maestro Juan Cruz Ruiz en el título de una de sus entradas: “Ñito, Colo,
Correa, Álvaro…”. Con los albiazules iniciaba una estimable trayectoria
futbolística. Jugó setenta y seis partidos. Luego completó trescientas
actuaciones como profesional del Valencia, Granada, Linares y Murcia.
Fue el portero de uno de los ascensos, el
primero del Tenerife a Primera División, en 1961, cuando Heriberto Herrera
depositó en él su confianza. Ya destacaba en el marco, no solo por una tez
morena inconfundible sino por su aptitud para el riesgo, en los despejes de
puños y en el juego con los pies, cuando a esta faceta aún no se la concedía la
importancia que hoy ha cobrado.
Claro que coleccionamos cromos de Ñito,
de su paso por el Valencia –con el que, tras fichar por un millón de pesetas,
llegó a jugar una Copa de Ferias, antecesora de la UEFA Champions League- y por
el Granada, donde coincidió con algunos estudiantes tinerfeños y donde conoció
a Diego Domínguez León, que cursaba Derecho y que terminaría en la Fiscalía de
la Audiencia provincial de Santa Cruz de Tenerife. Allí, de rojiblanco, también
lució junto a otros dos futbolistas canarios, Vicente y José Antonio Barrios.
Luego contemplaría con satisfacción la internacionalidad olímpica del ‘Tigre’ y
su incorporación al FC Barcelona.
Linares y Murcia, sus últimos destinos
peninsulares. Al retornar, había atesorado suficientes conocimientos
futbolísticos como para afrontar cometidos técnicos en distintas secciones del
Club Deportivo Tenerife. Ahí fue cuando le conocimos más a fondo, los tiempos de
Mariano Moreno como entrenador, uno de los mejores que se han sentado en el
banquillo albiazul. Ocupó su puesto de forma interina, por una cuestión
disciplinaria, pero su función primordial era examinar en la península a los
equipos que a la jornada siguiente eran rivales del Tenerife. En alguna
ocasión, en el hotel Mencey, nos anticipó el contenido de algunos informes. Por
supuesto, hizo de entrenador de porteros, ejerció como ojeador en campos
insulares y entrenó al juvenil ‘B’, uno de los filiales. Ñito estaba allí,
donde se le necesitaba, fiel a su militancia albiazul.
Era discreto y reservado, pese a aquella
apariencia de galán de cine que le caracterizaba. Trabajaba en la sombra y en
ella se movía con solvencia para cumplir con la encomienda asignada. El
arquero por muchos motivos sobresaliente fue uno de los protagonistas, en el
verano de 2016, junto a Toño Hernández, José Luis Martí y Cristo Marrero
recordando los cuatros ascensos a la máxima categoría del conjunto albiazul en
la campaña de abonos de la temporada 2016/201, según informa el departamento de
Comunicación del club. El pasado 11 de noviembre, Cipriano González Rivero
protagonizó su último acto como tinerfeñista de honor en una recepción
celebrada en la sede del club a la que asistió junto a Juan Padrón y Santiago
González. Los tres recibieron de manos del presidente del Club Deportivo
Tenerife, Miguel Concepción, una reproducción del Roque Cinchado como
protagonistas del ascenso a Primera División de 1961 y de la serie leyendas
blanquiazules.
Ñito seguirá encabezando una memorable
alineación, desde luego…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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