Fotografía de mi colección particular, tomada de mí cámara, referente a la casa y venta – supermercado del amigo Jesús Rocío Ramos.
En el muro del FACEBOOK del amigo de la
Villa de La Orotava JESÚS ROCÍO RAMOS, aparece un magnífico y extraordinario
trabajo suyo que comparto con su permiso, adaptado por ÁNGELA PÉREZ ROCÍO, que
se titula “LA
MUJER DE LA CERETA, LA CACHARRA DEL PETRÓLEO, Y LA TALEGA PARA EL GOFIO”, referente a lo que le pasó a su madre cuando ella
despachaba en su venta: “…La cereta y la cacharra para
el petróleo eran los envases que había que llevar a la venta para comprar, ya
que por aquel tiempo por suerte, no existían ni botellas, ni bolsas plásticas.
Mi comentario de hoy es para
contar lo que le pasó a mi madre cuando ella despachaba en su venta. Resulta
que le fío una pequeña compra a una mujer y si te vi ni me acuerdo!, ya que no
había forma de que viniera a pagársela. Un día para colmo, pasado ya un buen
tiempo, se presentó en la venta con su cereta, la cacharra y su talega para el
gofio, diciéndole a mi madre: "Cobré unas perritas, y me dije, voy a
pagarle a Doña Carmela. Usted estaría pensando que me pasó algo, ya que no
había aparecido por aquí, por cierto, tiene millo?". Mi madre, creyendo en
sus palabras, le dijo que sí tenía y la mujer le pidió diez kilos para llevarlo
al molino. Afortunadamente, mi madre solo le dió cinco, porque en ese tiempo
escaseaba, y cogiendo la talega con el millo le dijo: "Deje por ahí la
cereta y la cacharra que cuando suba del molino le hago una comprita y pago lo
que le debo". Ya imaginan lo que paso, ¿no?. ¡Pues no apareció ese día ni
otro! ¡No supo más nada de ella!. Mi madre no se lo podía creer y decía:
"Todos los días sale una boba a la calle y hoy me tocó a mi", y para
mayor recochineo, se tropezaba todos los días con la dichosa cereta y la cacharra
que le recordaba de que forma se la habían pegado!. Aún recuerdo la cara de mi
madre cuando nos lo contó. Jamás nos habíamos reído tanto al oírle decir que
caradura tuvo y viendo la manera como lo contaba.
Ese día fue una fiesta en casa
y más nos reíamos cuando decía: "¡Coño! no solo no me pagó, sino que se
llevó el millo! ¡Qué boba fui! ¡Qué poca vergüenza tuvo!". Creo yo, que de
esa manera tan bien planeada se la hubiese pegado al más listo!. La
protagonista ya no está con nosotros, pero me lo reservo.
Fueron unos años muy duros y
hay que ver lo que tuvo que hacer una madre para llevar gofio a su casa...”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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