JUAN DEL CASTILLO Y LEÓN, licenciado en
derecho, técnico de administración del estado, literato y Villero de Honor. Nació
en Santa Cruz de Tenerife y falleció en su Villa de La Orotava el 28 de Julio
de 2024.
Le conocí desde la infancia, vivíamos y
vivimos en la misma calle y en la misma acera, su casa me era familiar, su
abuelo don Antonio muy amigo de mi padre Juan, su madre doña Peregrina amiga de
mi madre María y su padre un gran odontólogo de la calle, lagunero que fue
centro media de aquel inolvidable CF. Real Hespéride y del Atlético Aviación
(actual Atlético Madrid).
Es mayor en edad que un servidor, pero ambos llevamos casi la misma línea
colegial, primero en el colegio de las Hermanas de la Caridad con Sor Catalina
y Sor Dolores y después en el colegio de San Isidro de los padres Salesianos,
por cierto en este último mes de febrero del año 2008 su promoción cumplió las
bodas de oro de la graduación con los salesianos, recuerdo a muchos que fueron
sus compañeros, como; Germán González de la Cruz Santa, Pedro Afonso (que gran
jugador de baloncesto), Salvador Dorta, Juan Cúllen Salazar(biógrafo del
Ingeniero Agustín de Betancourt y Castro), Segismundo Rodríguez, Pedro Cruz
(residente en Granada), Antonio Luque Hernández (Investigador – escritor), Gil
Bencomo(Médico pedíatra), Alonso Ascanio(Ingeniero Naval) ya fallecido, el
actual conde del Valle de Salazar, Tomás Salazar Ascanio y otros muchos que de
verdad pido perdón pero que no los recuerdo con exactitud.
Merecido ha sido su nombramiento de villero de honor, reconocimiento, con
el que se quiso valorar la relevante labor de Juan del Castillo y León en pro
de la cultura, una iniciativa que fue adoptada de forma unánime por, todos los
grupos de la Corporación municipal orotavense en la sesión plenaria que tuvo
lugar el 20 de diciembre del año 2006, con el que me congratulo y lo comparto,
porque Juan se lo merece.
En su vida ha sido un jurista de oficio a la orden de la administración del
estado y un escritor de nacimiento a la orden de su querida Orotava, desde su
corredor, de la casona que heredó de su abuelo materno, que en otros tiempos,
vivieron los padre del ilustrado Viera y Clavijo, sede de Liceo Taoro cuya
secretaría y biblioteca regentaba el ilustrado jurista, político y masón
villero Villalba y Hervás, y sede de oficiales del ejército de infantería
durante la guerra civil española, mansión que conjuntamente con la otra anexa
gemela han sido declarada BIC por las unidad de patrimonio de Tenerife.
Me prologó mi primer libro “Orígenes de la Banda de Música de la Villa de
la Orotava”, pendiente por publicarse la segunda toma de la vida musical
villera con la producción de “50 años de la Banda de Música de la Agrupación
Musical Orotava (1955 – 2005)”. En el primer prologo expresa; “Que era un honor
y un placer prologar este primer libro de Bruno Juan Álvarez Abreu (1950),
vecino, compañero y amigo de siempre. Nació pocas casas más arribas de la mía,
en la orotavense calle el Calvario, mi calle….” De todo esto a Juan le estoy
totalmente agradecido, todos los fines de semanas coincidimos en la busca del
pan y de la prensa, también lo hacemos en la presentación de libros y
conferencias.
Su obra cumbre es “Aromas de La Orotava”, en él aparecen mis hijos
auténticos profesionales en la música clásica, actualmente profesores en el
Conservatorio Superior de Música de Canarias, mi madre en la dulcería de doña
Nicolasa en la Villa Arriba. El ex magistrado don José Luís Sánchez Parodi,
escribe unas líneas en cuartillas, que; quien quiera saber cómo son las fiestas
de la Orotava, cómo se tejen y se desarrollan, quienes participaron a través de
los tiempos, qué rincones escondidos sobresalen, tendrá que acudir a este
pregón, donde amorosamente, con arrebatada emoción, como un largo susurro,
desvela el aire conmovido de la Villa. Quien desee conocer sus calles
empinadas, el largo trecho de los romeros en su anual convocatoria, deberá
acudir, con recato, a desmenuzar también estos pétalos, que son las páginas
poéticas, engarzadas por el sincero acento de Juan Antonio del Castillo. Nadie
como él ha cantado las esencias de la Orotava y, por supuesto, el más hermoso
pregón que se haya jamás pronunciado sobre las fiestas del Corpus y San Isidro,
que es imposible de mejorar.
El mismo Sánchez Parodi, casi siempre presente en los prólogos ilustrado de
Juan del Castillo y León, en libro dedicado al malogrado editor Julio Castro,
se expresa, que le parece, que los habitantes de la Orotava no conocen, el amor
inquebrantable que Juan Antonio siente por ella, e ignoran al Juan Antonio
íntimo, solitario, recoleto.
Al Juan Antonio por dentro, espiritualizado tras los muros de su casona de
la plaza el Llano, donde se en hechiza en los nocturnos de la Villa. Porque por
encima de libros publicados, de conferencias y pregones dados, lo mejor de su
obra lo ha dedicado a la Villa, sin alharacas, sin aspavientos con la seriedad
del investigador y la pasión del poeta, que guarda y esconde pudorosamente.
Juan Antonio del Castillo en su Semana Santa de La Orotava, indica que, se
ha dicho, injustamente, que la Orotava estaba partida en dos, que hasta el aire
se respiraba de dos distintas maneras. Pero obedeciendo más a la verdad, la
Villa es como un poema que ha ido recogiendo ecos de doble origen, un néctar
patriarcal que se ha nutrido de dos veneros: la Villa de Arriba y la Villa de
Abajo, La Concepción y San Juan. O en otra vertiente de esta dualidad
orotavense: Las Alfombras y la Romería, los artistas y los artesanos, María
Teresa y Valladares. Deteniéndonos en la Semana Santa, sus dos grandes
protagonistas son: La Concepción y San Juan. El mundillo de la Villa de Abajo
son los señores que traían su linaje de los conquistadores y luego se
convirtieron en nuestra aristocracia; y sus élites intelectuales porque
entonces, lamentablemente, la cultura y la riqueza corrían parejas; y los
comerciantes abiertos a los horizontes de una América tan cercana para nosotros
los canarios. Con sus abogados, sus maestros, sus médicos, atentos siempre a
los navíos de la ilustración. Y sus frailes, fieles a la santa madre
Escolástica. Y sus señoritas almidonadas, endomingadas a diario. En fin, como
escribió el padre Espinosa, en el primer libro de la historia de Canarias, en
su círculo, hay una legua de tierra la mejor y de más provecho que hay en las
islas y aun en España. En definitiva, la Semana Santa en nuestras ciudades y
pueblos es una de las páginas más antiguas y artísticas de la identidad de esta
tierra. Juan del Castillo le indica a vuestros paisanos, y también a los
forasteros que nos visitan, que combinen el ocio con la asistencia a estas
celebraciones. A Juan del Castillo, cuando vuelven estas fechas, le inundan los
recuerdos de la Semana Santa de su niñez. Su padre sosteniéndole en brazos para
que, en las cuatro esquinas villeras, pudiera ver al Señor de la Columna del
sevillano Pedro Roldán. Y por la noche, sus sueños, hechos seda, se llenaban de
velas encendidas y de santos que se le antojaban de juguete.
Otro orotavense ilustre y gran amigo el ex eurodiputado e ingeniero de
montes Isidoro Sánchez García, agradece a Juan del Castillo, verdadero
aristócrata del trabajo, el obsequio que ha supuesto la edición Aromas de La
Orotava, la lectura de su obra, recopilando, engarzando y enhebrando algunos
capítulos de la historia de la Villa, y que al abrirlos ofrecen en verdad sus
aromas característicos que junto al, paisaje del valle conforman un fenisitema
singular. La Orotava. Además, su innovación narrativa ya que para su
descripción, en un ejercicio de imaginación juvenil, se ha valido de unos
colaboradores peculiares y ha seguido un periplo singular, desde abajo hasta
arriba, desde naciente al poniente, desde Tigaiga hasta Tamaide, desde el mar
hasta la cumbre, desde el Puerto hasta el Teide, con los republicanos y los
monárquicos, con curas y militares, con empresarios y trabajadores, con las
alfombras y la romería, con el campesino y el aristócrata, con proletarios y
coburgos, con la casa familiar y el teatro, con el poeta y el músico, con el
político y con el rey. Es decir recorriendo una senda íntima, particular, muy
natural, integrada con el paisaje, plena de prosa lírica, desde la que podemos
contemplar, cuando al mirador del siglo XXI, panoramas tan diversos como “Las
dos tapas de un relicario”, “Entre la historia y el arte”, “La Villa en sus
afueras y sus adentros, “Libros entre milenios” y “Orotavenses con huellas”.
Juan del Castillo en su Aromas de La Orotava, habla de don Tomás Machado y el
centenario de las alfombras, de la exposición de muebles de artesanías, de la
Virgen del Carmen de San Juan, Los Salesianos de la Orotava, de la Receta de la
Villa, el balcón de doña Lola, Consuelito, De los Hermanos Salazar y Cólogan
etc.….
En mi biblioteca particular conservo, escritos suyos de su juventud,
publicado en el desaparecido semanario Canarias.
Es chicharrero de nacimiento por simple anécdota de casualidad y orotavense
por la niñez y juventud según el inolvidable historiador Rumeu de Armas. Ha
vivido, de siempre, en su casa de la calle del Calvario, 52, de La Orotava,
estudiando las primeras letras y el bachillerato en los Colegios de La
Milagrosa y San Isidro, de dicha Villa.
Se matricula en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Laguna,
donde cursa los dos primeros años de carrera, trasladándose seguidamente a
Madrid, en cuya Universidad Complutense completa la licenciatura, estando en
posesión del Botón de Oro de sus Colegios Mayores Nebrija y Menéndez Pelayo.
Ingresa, con uno de los primeros números de su promoción, en el entonces Cuerpo
Técnico de la Administración Civil del Estado (T.A.C.), siendo destinado de
Secretario provincial de Información y Turismo, en Cádiz. Durante más de 25 años,
y todos en Santa Cruz de Tenerife, ha servido al Estado en los siguientes
puestos: Secretario Provincial de Industria, Delegado o Director Provincial de
los ministerios de Cultura, Transportes, Turismo y Comunicaciones y Obras
Públicas y Medio Ambiente, de la MUFACE, y Secretario General del Gobierno
Civil. Durante su etapa de "Cultura", se iniciaron, en La Orotava,
las obras de restauración del antiguo Convento de Santo Domingo, hoy Museo de
Artesanía Iberoamericano. Desde 1997 y durante cinco años prestó servicios en
la Intervención General del Gobierno de Canarias. Jubilado voluntario en 2003,
es, actualmente, miembro del consejo de administración del Organismo Autónomo
de Cultura, del Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Fue Profesor
Ayudante de la Facultad de Ciencias Políticas, de la Universidad Complutense de
Madrid, y durante diez cursos Profesor Encargado de Derecho Administrativo, de
la Universidad de La Laguna. Durante un breve período inicial, militó en la
Unión de Centro Democrático (UCD), siendo, por los liberales, miembro de sus
Comités Provincial y Regional. Ha sido vocal del Aula de Cultura y del
Patronato de Turismo del Cabildo de Tenerife, y del consejo de administración
de la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife. Miembro de la Sociedad
Económica de Amigos del País de Tenerife, del Instituto de Estudios Canarios e
Hidalgo de Nivaria. Desde 1973, a propuesta de José María Pemán, es Caballero
Hospitalario de San Juan Bautista, de Cádiz. Ha formado parte del jurado de los
Premios Canarias (Medios de Comunicación). Es "Alfombrista de Honor"
De la Villa de La Orotava.
Considerado por Guimerá Peraza como Pregonero Mayor del Reino de Canarias,
ha pronunciado, en las Islas, los más importantes pregones, con prosa lírica y
veta historicista, al decir de Rodríguez Doreste; muchos de los cuales han
pasado a la estampa, a través de los siguientes libros: El Viejo Santa Cruz,
Esencias de La Orotava, Pregones de Canarias, El Puerto de la Cruz entre la
nostalgia y la ilusión y la Senda del Pregonero. Ha escrito, también, una
biografía sobre el republicano orotavense Villalba Hervás y una obra, de
quinientas páginas, titulada Desde el corredor. Tiene en preparación el libro
El alegre y marinero Puerto de la Cruz. Autor de numerosas conferencias,
presentaciones de libros y de exposiciones de pintura, es colaborador dominical
de la prensa de Tenerife.
Juan del Castillo trabaja en su corredor de la Villa sobre la biografía de
su tío político el doctor don Pedro de la Barreda Espinosa que nació en
Valverde isla del Hierro el 5 de diciembre de 1907. Su padre, don Marino, fue
el último alcalde de toda la isla, pues en 1912 se segregó Frontera y que tuvo
a dos grandes maestros en las ciencias médicas: Juan Negrín López, ultimo
presidente del gobierno republicano de España (Las Palmas, 1892-París, 1956) y
Carlos Jiménez Díaz (Madrid, 1898-1967). Trabajo que le vienen espoleando dos
personajes ilustres de la política herreña amigos suyo don Tomás Padrón,
presidente del Cabildo del Hierro, y don Eligio Hernández, vicepresidente de la
Fundación Juan Negrín.
Don Pedro de la Barreda Espinosa tuvo en su residencia madrileña a
su sobrino político para que estudiase medicina, el fallecido ilustre
orotavenses don Buenaventura Machado Melían eminente cardiólogo, político
y futbolero de pro.
Juan del Castillo emite de su tío político; que su residencia habitual
siempre estuvo en Madrid, pero muy vinculado a Canarias. Todos los veranos
venían a Tenerife. Concretamente, a la Casa Azul orotavense, al final de la calle
pina y alargada. La memoria remota a la infancia recuerda como una curiosa
mezcla de familiar cariñoso y dios bajado del Olympo.
Compartía, en calculadas dosis, las vacaciones veraniegas entre pasar
consulta, bañarse en Martiánez y jugar al croquet en el Risco de Oro. También
impartía conferencias en Las Palmas, en el Instituto Canario de Medicina
Regional; y en Tenerife, en el Instituto de Fisiología y Patología que, en
1962, le nombró miembro honorario. Mientras vivió su abuela, en medio del
estío, su tío Pedro viajaba al Hierro, en aquellos correillos bailones y
desvencijados. Regresaba cargado de regalos y sobre todo, de quesadillas para
los familiares. Así conoció esta sabrosa golosina del recetario canario e
insuperable tarjeta de visita de los herreños. Don Pedro de la Barreda Espinosa
fue nombrado hijo Predilecto del Hierro, en el año 1952.
En la ceremonia celebrada en el salón de Pleno del Ayuntamiento Orotavense,
que registró un lleno hasta las banderas, el día 13 de marzo de 2008. El
secretario general de la corporación, Juan Carlos de Tomás Marti, dio lectura
al texto del acuerdo por el que se le concede el título de Villero de Honor a
Juan del Castillo León, con especial mención a las circunstancias que lo
acreditan para tal reconocimiento institucional del pueblo de La Orotava. Don
Isaac Valencia Domínguez alcalde de La Orotava, se expresó sobre la figura de
Juan del Castillo, que el título de Villero de Honor posee una connotación algo
más especial que la que pueda tener el de Hijo Adoptivo o Hijo Predilecto. A su
juicio, busca enaltecer la labor de un vecino que se ha distinguido por sus
cualidades, interés e iniciativas en favor del municipio. Pero además de Juan
destacaría su amistad, su sencillez y su afectividad con quienes le rodean.
"Un hombre que se ha preocupado por La Orotava como pocos".
Juan del Castillo correspondió; "Este honor colma todas sus
vanidades".
"Para Juan es más importante que si Su Majestad el Rey le hubiese
concedido el Toisón de Oro". "Señor Alcalde, momentos como éste
compensan sobradamente los sinsabores de toda una vida; porque habéis querido,
con los idus de marzo, en este año de anticipado Corpus, deshojar también estos
otros pétalos de la deferencia, el agradecimiento y la generosidad".
Además de estar orgulloso de pertenecer a la primera y más brillante generación
del colegio San Isidro o de los Salesianos, que pasará a la historia local, y
sentirse engreído de ser querido y respetado por su humildad y conocimientos,
parafraseando al recordado alcalde José Estévez Méndez, que fue premonitorio de
lo que ahora felizmente aconteció.
Juan del Castillo y León vecino de mi calle tiene a
parte de su profesión en las leyes de la administración pública, facilidades en
expresiones literarias y narrativas de vivencias, cultivó este genio del
espíritu, acaso con menos afinación en la lira, más en la narrativa en la
literatura con poder en su hábito inteligente y amoroso. Se cuentan sus obras
paisajísticas, algunas puestas en escena por personas reales y relevantes de la
época, epístolas importantes, crítica literaria, pero lo más valioso de esta
otra faceta es su labor prosística y oratoriana.
Juan espero que seas feliz y descanse merecidamente en
el paraíso eterno, un territorio colmado de fe y misericordia.
Un abrazo hasta siempre.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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