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El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA
LLANOS, remitió entonces (15/08/2025) estas notas que tituló “NANO SENANTE, POLIFACÉTICO”: “…Cuando creíamos que
Jorge Luis Carballo y Paco Pérez eran insuperables, por ahí sumaban puntos y
personales y hacían ilustrativas descripciones de las zonas Fernando
Villamandos y Fernando Senante cuyos controles estadísticos eran inmejorables.
Tiempos gloriosos del basket tinerfeño, de la cazuela del Náutico televisada al
mediodía dominical con la voz entrecortada de Pascual Calabuig, convertido
porque sí, al chicharrerismo entusiasta, mientras el amarillo futbolero
canarión seguía ‘in crescendo’. Y todos felices. Ya habían ensayado Elfidio
Alonso, que firmaba sus crónicas como ‘Basket’ y Andrés Chaves, que empleaba
otro seudónimo, ‘Achaso’. Habían sido cocineros, o sea, practicantes y luego,
tras la ducha reparadora, en canchas de chochos y moscas que se extendían por
ese norte hasta Hércules de Icod, mecanografiaban textos muy apreciados y
contrastaban sus conocimientos del deporte de la canasta, sometidos a un
auténtico debate, por cierto, en el hotel ‘Semíramis’ del Puerto de la Cruz,
donde también coincidimos, en el curso de un congreso mundial de entrenadores
por el que desfilaron los más sapientes de la disciplina que ya, entonces, a
principios de los años setenta, dejaron claro que era muy dinámica, muy
variable y muy posibilista: del salto entre dos a puntuar de tres si anotabas
más allá de 6,25.
A esos tiempos gloriosos se incorporó
Fernando Senante, que simultaneaba sus prolijas actividades que iban más allá
de la crónica deportiva. Senante tenía una vena literaria por encima de lo
normal. La seguíamos de cerca, casi mirando de reojo, desde la mesa que
compartíamos en Salamanca, 5, donde estaba la redacción de Diario de Avisos, a
la que acudía con prisas con los últimos resultados o con alguna declaración
para completar la tarea. ‘Nano’, le llamábamos algunos. “Senante, página”, le
apremiaba Leopoldo Fernández, el director, y él todavía sumando puntos de sus
muy bien escritas libretas.
Pasaron los años y descubrimos dos
Fernando Senante: uno, precisamente, el autor, el poeta que hurgaba en la
memoria, en el silencio magnético, en la armonía de la composición y en la
diáspora identitaria; el otro, el que se forjó como arquitecto, atraído por el
urbanismo y la configuración de las ciudades, por la mano del hombre sobre sus
esquinas, edificios y parques. Fue un técnico sensible.
Y así se convirtió en un un reconocido
abogado urbanista, al tanto de las tendencias y de las modificaciones
legislativas que entrañaban los planes de ordenación, los reglamentos y las
ordenanzas, tan intrincadas en unas islas que hacen difícil su respeto y su
seguimiento. Las circunstancias quisieron que volviéramos a estar cerca,
discrepando e intercambiando puntos de vista cuando ejerció como responsable
del Consorcio Turístico del Puerto de la Cruz, un intento de reordenar y racionalizar
la pequeña gran jungla que alberga los apenas nueve kilómetros cuadros de su
superficie territorial.
Su perfil de poeta distinto y avanzado se
contrasta en el poemario ‘Geografías del silencio’ (2018) y en el ensayo
‘Crónicas de la intemperie’ (2021), libro en el que manifiesta, con audacia y
sutileza a la vez, su pensamiento crítico personal y profesional.
De modo que aquel periodista deportivo,
especializado en baloncesto, arquitecto, urbanista, escritor y poeta, el
intelectual constante y polifacético, tan imbricado en el hecho canario, un
creativo en todo lo que hizo, nos deja para pena de quienes le dispensamos
afecto y reconocimiento de su valía. Hasta siempre, Nano…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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