Fotografía en tarjeta postal de Garachico finales del siglo XIX,
correspondiente a fotografías históricas de Canarias la FEDAC.
La orden de la Inmaculada Concepción, conocidas también como
Concepcionistas Franciscanas, tiene su origen en la experiencia espiritual de
Santa Beatriz de Silva, noble portuguesa, de hermosa figura que, renunciando a
los “buenos partidos” que la cortejaban, se retiró a un monasterio, ocultó su
rostro para contemplar otro tipo de belleza, esa que solamente se puede ver con
los ojos del espíritu;, cultivó el trato personal con Dios mediante la oración
y la penitencia, experimentó por divina inspiración la gracia de la Inmaculada
Concepción y toda su vida quedó fascinada en Ella, engendró nuevas hijas para
el Altísimo y, a su muerte, al descubrirle el velo que ocultaba su rostro, este
resplandecía de luz y una estrella lucía con luz propia en su frente. Era la
luz del Altísimo y la estrella de María Inmaculada.
El Convento de las concepcionistas-franciscanas de Garachico es un
convento de clausura está bajo la advocación de San Pedro Apóstol y San
Cristóbal. El antecedente del actual edificio, del 1643 desapareció a
consecuencia de la erupción de 1706 y de un incendio sufrido tres años después.
Se reedificó en 1749 gracias al obispo Guillén y se inauguró ese año el
nuevo cenobio, en cuyo exterior sobresale el ajimez de uno de los extremos.
La capilla, de una sola nave e inspiración mudéjar, está presidida por la
imagen de Nuestra Señora de la Concepción, talla de origen sevillano de
principios del s. XIX, que se encuentra en la hornacina central del retablo, de
la primera mitad del s. XVIII.
En el coro se encuentra la imagen de Nuestra Señora de La Luz, que según la
tradición apareció en el Malpaís de Isora (Guía de Isora) en 1570 y cuya
devoción compartieron Garachico y Guía de Isora durante largo tiempo. También
destaca una talla de San Diego del Alcalá (S. XVII) del imaginero Martínez
Montañés.
El amigo de la Villa de La Orotava; Domingo Hernández y Hernández remitió
entonces (01/12/2013) estas notas: “…En ese convento están los restos mortales de mi Tía-Abuela Sor
Candelaria Hernández Quintero (LA MADRE SAN FRANCISCO) hermana de mi abuelo
Materno. Murió a principios de los años sesenta y permaneció como monja de
clausura más de 50 años siendo en varias ocasiones Superiora de dicho convento…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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