Fotografía tomada con su hijo
“Torrique” compañero de pupitre de un servidor en los colegios orotavenses; San
Fernando y San Isidro.
Aniversario de su fallecimiento. Armando
Edodey Ramos villero de pros, nos dejó
para siempre en el confuso y tardío invernal mes de enero del 2016. Persona
humilde, honrada y servicial. Abierta a la sociedad necesitada, por la que luchó por la injusticia de sus seres
semejantes en la injusta vida social. Una de sus características preferidas en
este sentido, fue la que dedicó mucho tiempo
a la comunidad, referente a la de limpiar zapatos en la plaza de la
Constitución, de La Alameda o del Kiosco de la Música villera para recaudar
fondos, en pro de aquellos necesitados.
Le conocí cuando trabajaba de cajero
en el Banco Hispano Americano del Puerto de la Cruz en lo bajo de la Mansión
donde vivió el científico portuense catedrático de la Universidad de la Laguna;
don Telesforo Bravo, en la esquina de las calles; San Juan y Quintana, lugar conocido por el canal de
Suez.
Nació en Cuba el 31 de octubre del año
1922, de padres canarios, regresó a las islas de las Afortunadas sus islas
Canarias con solo nueve años.
Estudia primero en el Colegio de San
Isidro de La Villa de La Orotava con los Hermanos de Las Escuelas Cristianas de
la Salle y después en el recordado colegio de segunda enseñanzas de don Manuel
Farraís, hasta que realizó el servicio militar, en donde se reenganchó como
sargento.
Trabajó; de guardabosques hasta que
preparó en la academia de don Inocencio Sosa Hernández de la calle La Hoya
(actual Hermano Apolinar) las oposiciones para entrar al Banco Hispano Americano,
ejerciendo de Cajero hasta su jubilación laboral definitiva.
Casó en la Villa de La Orotava con una
dama y gran madre villera de cuyo matrimonio tuvo siete hijos, aunque la
primera hija falleció con tres meses, se llamaba Dolores, y el resto son
Javier, Tomás Enrique (Torry - fallecido), Elsa, Sergio, Teresa y Armando Iván
(Mandy). Vivieron en el popular Barrio de Los Cuartos, en
la parte norte del estadio Municipal de la Villa de La Orotava.
En el mundo de la eternidad infinita
seguirá con su verdadero hobby (caramba palabra de alguna procedencia
anglosajona), en el limpiar zapatos en esa plaza de color blanco cubierta de
infinito, para ayudar a todas aquellos que descansan para siempre en ese lugar
de paz y de esperanza.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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