Nació en
Rairiz de Veiga, provincia de Orense, el día 19 de marzo de 1934. Se fue a
la casa eterna de su querida y adorada
madre “María Auxiliadora” en la capital Hispalense (Sevilla) el Domingo de Pasión,
22 de Marzo del 2015 a los 81 años edad.
De pequeño se
traslada a Andalucía donde comienza sus estudios sacerdotales en los Seminarios
Salesianos de Antequera (Málaga), Montilla (Córdoba), San José del Valle
(Cádiz), donde profesa como salesiano, y Utrera (Sevilla).
En el año 1952
es destinado como clérigo salesiano (entonces constituía una
etapa de la formación salesiana previa a la ordenación sacerdotal), a la Villa
de La Orotava, donde ejerce la docencia hasta el año 1956, teniendo como
director a don Pacífico Medina Sevillano.
A su marcha de
La Orotava se traslada a Posadas (Córdoba), en donde se halla el Seminario
Mayor Salesiano en el que termina sus estudios sacerdotales.
EI 24 de junio
de 1960 recibe la ordenación sacerdotal en la ciudad de Córdoba, y canta su
primera misa en La Orotava el 16 de julio del mismo año.
Desarrolla su
actividad sacerdotal en Córdoba (4 años), en Antequera (3 años), y en Montilla
(3 años como director).
Obtiene el
título de Magisterio en la Facultad de Málaga y amplia los estudios
sacerdotales en Italia y en Madrid donde, obtiene lo. Licenciatura en
Teología.
Pasa luego un
año en Priego de Córdoba y por fin, en el año 1974, es destinado de nuevo a La
Orotava, donde permanece ininterrumpidamente durante 23 años. Durante esta
larga etapa fueron directores del colegio don Domingo González Diz, don
Marcelino Carreto Carretero, don Francisco Villalobos Galiano, don Félix Martín
Caldedero y don Alberto Nuez Domínguez, los cuales le encomiendan el ejercicio
de los cargos de vicario y director pedagógico de la E.G.B. y del B.U.P.
En el verano
de 1997 don Felipe Acosta, inspector provincial de la inspectoría
salesiana Santo Domingo Savio con sede en Córdoba, le nombra
ecónomo provincial de esta inspectoría salesíana, con jurisdicción en Andalucía
Oriental y Canarias. Se da la circunstancia que don Felipe Acosta, natural de
La Orotava, había sido alumno de nuestro biografiado, cuando aquel era alumno
del Colegio de San Isidro, En este cargo permanece 5 años, y bajo su responsabilidad
se coloca la economía- de la congregación en su jurisdicción.
En junio de
2002 es trasladado al colegio salesiano de La Cuesta en Santa Cruz de Tenerife,
donde estuvo 8 meses, un año y medio en Ronda de director, un año en Córdoba, 8
meses en noviciado Granada, 1 año en Pozoblanco y de vuelta a la Orotava en el
año 2008 donde reside en la actualidad.
Nuestro
biografiado es un salesiano entregado vocacionalmente a los niños y jóvenes. No
obstante, pese a su dedicación a estos colectivos, y dada su continua relación
con los mayores, puede decirse con rotundidad que ha dado su apoyo
y experiencia a una gran variedad de amigos, conocidos o simplemente
cristianos que han buscado en él apoyo y consejo.
Toda su vida
ha estado dedicada a la labor pastoral en colegios salesianos, sobre todo en el
de La Orotava, por el largo tiempo que en ella vivió y con especial dedicación
su preocupación por la pastoral de adultos, con ayuda en las parroquias (El
Sauzal, Realejo Alto y Córdoba), a grupos de matrimonios, etc.
Dada su larga
estancia en la Villa, constituye el salesiano que ha permanecido entre nosotros
el mayor número de años, ya que entre su primera estancia y la segunda suma 27
años, lo que sin duda ha contribuido a haberse granjeado una ingente cantidad de
amigos y entre ellos un gran número de antiguos alumnos salesianos.
Pero de esta
formación, de esta forma de ser que ellos recibieron en sus años jóvenes, hay
dos valores destacados que agradecen sobre manera muchas generaciones de
villeros, independientemente de la religiosidad heredada de sus mayores,
aquí orientada según la espiritualidad salesiana: la responsabilidad y el
espíritu de trabajo sobre el que tanto insistía don Bosco, quien al borde mismo
de la muerte, con palabras apenas perceptibles, pero enérgicas, dejaba a sus
hijos como testamento el gran lema: lavara, lavara, lavara (trabajo,
trabajo, trabajo).
Esto lo hemos
oído con singular agrado a algunos antiguos alumnos el pasado 13 de marzo del
año 1998 en la acogida que se hizo a los dos compañeros que formaron parte, en
1948, de la primera comunidad salesiana: don Manuel Feijoó y don Víctor
Rodríguez. Era hermoso oír a personas maduras expresar su agradecimiento porque
en sus años más jóvenes aprendieron en el Colegio San Isidro algo tan grande
para andar por la vida como la responsabilidad en el cumplimiento de sus
deberes, y el amor al trabajo, no como una carga penosa, de la que se rehúye,
cosa normal en nuestra cultura mediterránea, sino como fuente de realización
placentera y como el gran mandamiento impuesto al hombre.
Para
comprender cómo fue esa escuela de aprendizaje, echemos, por ejemplo, una
mirada al horario escolar de aquellos primeros años. A las 8,30 comenzaban las
actividades colegiales con la misa. Trabajo personal y en grupo hasta 12,30.
Entrada, por la tarde, a las 14.30; un espacio de dos horas y media de
trabajo, otra media hora de canto y a las 17,30 oraciones y Buenas
Tardes. Todavía los alumnos mayores tenían una hora más de trabajo personal
antes de la salida. Total, siete horas en el Colegio los pequeños y nueve los
mayores. Notas mensuales y exámenes cada trimestre. Durante bastantes años hay
exámenes ante los tribunales de los centros oficiales. Y en verano, todos
acuden al centro; unos para recuperar asignaturas pendientes; los otros, para
el repaso de las asignaturas básicas. Y el personal salesiano joven estudia
para convalidar esos estudios en los institutos y para lograr más tarde su
licenciatura.
Dice el señor
Alcalde que los niños de entonces vieron crecer el colegio no sólo
intelectualmente, sino físicamente, y es verdad. Sobre un inmueble, que no
era-ni es propiedad de los salesianos, ellos han ido dejando con todo
desinterés el fruto de su trabajo mediante la instalación de un nuevo pabellón,
habilitando aulas en toda la parte baja del edificio, capilla, espléndido campo
de deportes, piscina, polideportivo cubierto, etc. Lo mismo vale decir de la
renovación del mobiliario, hasta cobijar, en lugar del centenar y medio de
alumnos de los comienzos, más de un millar hace unos años y cerca del millar
actualmente, sin olvidar el servicio prestado durante una porción de años a los
muchachos de otros puntos de ésta y de otras islas, en calidad de internos.
La impresión
que tenían aquellos primeros salesianos es que la nueva fundación iba a ser
duradera. Se lo tomaron en serio. El colegio debía cumplir con todos los
requisitos de un centro modelo. De acuerdo con nuestra tradición de facilitar
la alegría y expansión juvenil, vemos ya en el primer año sorribando la roca de
uno de los costados del colegio para acondicionar un campo de fútbol, ya que el
patio central, demasiado pequeño, no reunía las condiciones que los deportes de
masa requerían en aquel momento. También entonces se acometió la obra de
habilitar uno de los locales bajos como capilla. Y más tarde llegó el momento
de la necesidad de un nuevo pabellón.
Continúa el
desarrollo que podríamos llamar vertiginoso con ese espléndido campo de
deportes y la piscina cubierta, cosa impensable en aquel tiempo, por la falta
de medios y por el volumen de la obra. Cuando ya estaban realizados estos
ambiciosos proyectos, hay que hacer una pausa para ver el modo de hacer frente
a tanto gasto, pues ya no eran suficientes los fondos aportados por la
comunidad y la inspectoría salesiana. Es entonces cuando el patronato del
colegio, que veía con simpatía el crecimiento del centro, pero que no contaba
con bienes fundacionales, decide paliar la situación con la venta de los
solares anejos.
Todavía en
fecha reciente se pone en marcha el pabellón cubierto, algo por lo que se venía
suspirando para todo tipo de concentraciones masivas, algo también impensable
en estos momentos en los que la subvención a los centros concertados apenas
cubre el 75% de su mantenimiento. Sólo se ha podido llegar a estas
realizaciones con el aliento y la colaboración de los padres, de los antiguos
alumnos y de la familia salesiana comenzando por la propia comunidad y
terminando por la inspectoría salesiana.
Uno de los
logros más admirables es la solidez con que se fue dando cada uno de los pasos
del desarrollo colegial, propio de personas que tienen una alta
experiencia educativa, como es el caso de don Claudio Sánchez, primer director
salesiano del colegio. Tanto él como don Pacífico Medina, su sucesor en el
cargo, habían sido en sus años de estudiantes premios extraordinarios de
carrera, el uno en Ciencias Químicas y el otro en Ciencias Naturales.
En la
fundación, todo fue llegando a su tiempo: la inauguración, con el traslado del
Santísimo bajo palio- acompañado de numeroso público, el recuerdo de don
Nicandro González y Borges, bienhechor y fundador del Patronato San Isidro, la
llegada de las imágenes en cada una de las conmemoraciones: don Bosco, Domingo
Savio, María Auxiliadora.
Se daba gran
solemnidad a los hechos importantes de la vida escolar: comienzo de curso,
reparto de premios, etc. en que nos acompañaban personajes importantes de la
vida social, política o religiosa de Tenerife: gobernador civil Ballesteros
Gaibrois, el Rector Magnífico, Obispo Pérez Cáceres, catedráticos ilustres como
don Juan Álvarez Delgado, don Jesús Hernández Perera.
También desde
el primer momento se forman grupos seglares que colaboran en tareas afines a
nuestra obra: Asociación de María Auxiliadora, Cooperadores Salesianos,
Antiguos Alumnos, Hogares don Bosco, etc.
Alegra y
admira ver a estos antiguos alumnos de primera hora que han seguido unidos al
centro desde sus años jóvenes, colaborando con cada una de las comunidades que
se han sucedido en mantener encendida la llama que orientó sus vidas.
Ojeando la
historia del centro, recientemente escrita por don Guillermo Navarro, vemos, en
efecto, a los niños de entonces que han seguido participando en las juntas
directivas hasta el día de hoy. Pocas comunidades educativas, al llegar estas
efemérides, han tenido la suerte de contar con un equipo tan entusiasta y fiel
al centro en que se educaron. El busto dedicado a don Bosco a la entrada de la
Villa, tan bien cuidado, parece que es la sonrisa del gran educador agradeciendo
a los villeros la acogida tan espléndida que en todo tiempo se ha dado a sus
hijos.
Dice un
escritor que la familia es el único lugar donde cada uno se quiere más allá de
lo que merece. Ésta es otra de las grandes virtudes de este pueblo. La Orotava
no es indiferente al bien que en ella se hace.
Algunos
educadores que han desempeñando su labor en distintas poblaciones, constatan
que hay diferencia notable entre el tratamiento dispensado en uno u otro lugar,
mientras se está en el trabajo activo y después de la ausencia. A veces,
después de una porción de años, acaso le pueda a uno parecer que conoce a poca
gente, que es estrecho el grupo con los que se siente en familia; pero es
gratificante, al contrario, cuando, al cabo de algún tiempo, nos encontramos en
la calle o en una de estas conmemoraciones a padres o antiguos alumnos quienes
vuelven la vista atrás con cariño, como si el educador hubiese sido parte
importante en la vida de los otros. Pienso que no es La Orotava un lugar donde
se rehúye la mirada o el encuentro, sino lo contrario: donde se da un paso
adelante para la acogida y la vuelta a la amistad.
No está mal
que afirmemos que el Colegio Salesiano San Isidro ha estado socialmente en el
lugar que le correspondía. Nadie que haya vivido en la Villa a lo largo de
estos años puede tacharlo de clasista, cosa hasta cierto punto lógica cuando el
presupuesto dependía sólo de los padres. Por eso fuimos de los primeros en
adherimos a los conciertos.
No había otra
forma de estar con todos. Pero aún en esos casos se hizo un esfuerzo para
conceder ayudas y llegar de alguna forma a las clases más populares.
El hecho de
que los fines de semana hubiera algún salesiano para atender a los niños de los
sectores menos favorecidos, en el llamado Oratorio Festivo, no era
discriminación, sino un esfuerzo para negar a ellos, Hace unos meses, en el
encuentro que se tuvo con los dos compañeros que formaron parte de la primera
comunidad, anteriormente citados, don Felipe Acosta Rodríguez, hijo de la
Villa, alumno de la primera hornada, contaba emocionado que se incorporó unos
días tarde al centro por falta de recursos económicos y a la espera de que se
le otorgase alguna ayuda, ya que no podían sus padres sufragar los gastos de
dos hermanos en el colegio. Actualmente, miembros de la comunidad y antiguos
alumnos jóvenes atienden al elemento infantil y adolescente de las barriadas;
ahí tenéis el Oratorio de San Antonio y el de San Lorenzo en Barroso.
Y en épocas
anteriores sabéis que un miembro de esta comunidad, don Víctor Rodríguez, luchó
denodadamente por la promoción de la zona alta, además del servicio que durante
algunos años se prestó a La Perdoma y otras barriadas del Valle.
También las
instalaciones del centro han estado abiertas a todo tipo de actividades populares,
algunas de las cuales han tenido bastante trascendencia popular; como es, en lo
religioso, la fiesta y procesión de María Auxiliadora; y en lo deportivo, el
Cross que cada año entra a formar parte de estos festejos, así como los cursos
y campeonatos de natación, la proyección del baloncesto en el ámbito insular,
regional y nacional, la promoción futbolística que durante tantos años ha
tenido en las canchas del colegio el lugar casi único de su entrenamiento y de
su práctica.
Es una gran
satisfacción oír .a personas adultas que el colegio fue algo significativo en
sus vidas, y mucho más, como dice don Isaac Valencia, que ha creado en las
personas unos hábitos, una forma de proceder particular, una manera de ir por
la vida laboriosa y responsablemente.
Me quiero
referir ahora de forma muy limitada a cuatro escritos que han llegado a mis
manos últimamente.
Don Isidoro
Sánchez GARCÍA, ingeniero de montes y eurodiputado, escribía el pasado 24 de
marzo de 1998 en el periódico El Día, una página entera, con
una generosa ilustración del colegio, bajo el título 50 años de la
presencia salesiana en La Orotava (1948-1998).
Recuerda al
personal de aquellos años en que nose toleraba el cigarro
ni el ocio pasivo, como una década plena de actividades educativas,
religiosas, sociales, deportivas, culturales.
Me siento
orgulloso, añade, y
presumo de haber estudiado diez años de mi vida juvenil con
los Salesianos y haber adquirido unos conocimientos que me han
permitido ser como soy, con mis virtudes y defectos, pero con un respeto
tremendo a los demás.
Don Juan
Cúllen Salazar, abogado y presidente actual del Patronato de la Fundación San
Isidro, escribe en otro amplio artículo en EI Día (16 de mayo
de 1998). Y dice entre otras cosas:
Hoy el Colegio
San Isidro es un
centro de puertas abiertas. Conforta el espíritu recorrer sus instalaciones,
acabado el horario escolar, contemplar la actividad frenética que en
ellas se realiza. La piscina cubierta, las canchas polideportivas,
el pabellón cubierto, son el soporte de una actividad deportiva e intensa.
Son los jóvenes que en ellas sueñan, den, hablan, dejando a un lado la fácil
tentación de la huida hacia mundos etéreos y subyugantes....
Don Bruno
Álvarez Abreu, profesor mercantil, escribe así en El Día del 1
de mayo de 1998:
Don Claudio
afirmaba que la esperanza de los villeros en los salesianos estaba dirigida al
trabajo, y con la ayuda de Dios jamás defraudaron esa esperanza... Desde el
primer año consiguieron éxitos muy sensibles en los exámenes públicos, en el
colegio reinaba un gran espíritu de trabajo y de piedad. Los muchachos
invadían los pasillos antes de la hora señalada y demostraban su amistad y
afecto. El éxito del colegio desde el primer momento se debía, después de la Providencia, que nunca
les faltó, a la colaboración de tantos amigos que les ayudaron con el mayor
desinterés...
Escribe
igualmente don Isidro Fuentes, doctor en Medicina y antiguo alumno Salesiano:
Y los
responsables municipales, junto a los regentes del Patronato San Isidro fueron
a topar (el azar, la providencia o la suerte) con la Congregación Salesiana,
estos discípulos de don Bosco, siempre fieles a su espíritu de moderación,
tolerancia, diálogo, trabajo y humildad... Respetuosos con el entorno, con
nuestra forma de ser, con nuestras costumbres, que las han hecho suyas, se han granjeado el respeto y el cariño de las
personas que tuvieron con ellos algún tipo de relación. Aquí se les han abierto
las puertas de los hogares, de las instituciones y de casi todos los corazones,
y ya no hacen falta proyectos en común, pues son consustanciales con nuestras
formas y maneras de entender la vida; como villeros e isleños y juntos hacemos
una parte tan divergentes".
Y no me
resisto a transcribir unas líneas más por lo que significan y por los que nos
recuerdan a todos los salesianos:
El 2 de
octubre de 1948 el
colegio abrió sus puertas, (diría mejor, «su Puerta Principal»), a las 9en
punto de la mañana, y ya, desde entonces, han permanecido abiertas todos los
días de estos 60 años, y es deseo general que queden así,
abiertas, en el devenir de los tiempos, como invitación permanente a que entre
quien por allí pase...
No hace falta
que les diga, amigos todos, que también soy de los que siempre van a estar de
retorno a la incomparable Villa. Aquí comencé mis actividades educativas en el
año 1952. Durante cuatro años, para volver, terminados los estudios de
teología, a celebrar mi primera misa en 1960, y más tarde, en 1974, para
continuar ininterrumpidamente, durante 23 años más, hasta el 1997.
Cuando llegó
la imagen de María Auxiliadora, don Claudio Sánchez dio a conocer la-noticia a
los alumnos, con estas sencillas palabras:
Ya tenemos
Madre. Ciertamente
que ella nos habla precedido, pues una conocida familia tenía, mucho antes de
nuestra llegada, una imagen de María en su casa. Quiero decir/es que también
aquí puede atribuirse todo el bien hecho a su presencia entre nosotros.
de aquellos
primeros salesianos, recordaba hace 25 años (Bodas de plata) la llegada de la
imagen de María Auxiliadora a la Villa con este soneto, premio nacional de
sonetos marianos en concurso organizado el pasado año en Alicante, y cuyo autor
es uno de los salesianos presentes en la fundación salesiana del Colegio, don
Víctor Rodríguez, y que reza así: “…COMO NUBE: Yo recuerdo la nube cadenciosa, / rimada del
azul y la palmera, / llegar aquí y estar como si fuera / sobre flor
nueva, nueva mariposa. / La vida era lo mismo, ni otra cosa / lo presagiaba. No
era primavera / cuando aquí se asentó como en la era / se deja el
segador cuando reposa. / Cinco lustras el tiempo con su paso / Patinándolo
todo, y ella atenta / Guiándonos sin mengua y sin ocaso. / Yo la recuerdo. Vino
como ahora / Sin sal y sin distancias, avisora / Siempre fiel contra el
sol y la tormenta…”
Una de las
características que don Bosco quería en todas sus obras es el espíritu de
familia, que supone servicio, confianza, sencillez, disponibilidad. Nosotros
llamamos a todo este conjunto de personas que trabajan unidos, tanto desde
dentro como desde fuera, familia salesiana. Pocas poblaciones donde se
encuentra implantada nuestra obra cuentan con una familia tan extensa, tan
unida y activa como aquí en La Orotava. Se advierte en la colaboración en los
distintos actos religiosos, sociales y culturales, y particularmente, en la
ayuda al tercer mundo. Al llegar a la Villa me he encontrado con la
grata sorpresa de que los diseñadores de la alfombra de la Plaza del
Ayuntamiento la han dedicado al Espíritu Santo, prueba evidente de su
espiritualidad y su sintonía con la iglesia, que ha consagrado el año 1998 al
Misterio Trinitaria en su Tercera Persona como preparación al tercer milenio de
la Era Cristiana.
Que el
Espíritu siga iluminando a esta comunidad villera para que en todos los ámbitos
de su competencia reine una gran familia que difunda este espíritu que es amor,
solidaridad, cercanía, laboriosidad.
En la
postrimería de los años cincuenta, don Evaristo se encontraba destinado aun
como clérigo salesiano en Andalucía, el director del colegio de la Orotava don
Pacifico Medina Sevillano, y el catequista don José Rodríguez, organizaron una
gira por la península Ibérica, con los alumnos mayores, pidieron la
colaboración de don Evaristo para que le ayudase en los traslado por las
principales ciudades y pueblos andaluces.
El día 24 de
junio del año 1960, celebra su primera misa como sacerdote en la Orotava, le
apadrinó la dama orotavense Doña María Flores que vivía en su mansión de la
calle El Agua (Tomás Zerolo), le obsequió una imagen del Cristo conocido por el
Corazón de Jesús o Cristo Rey, que se conserva en la capilla del colegio de San
Isidro de la Orotava.
Veinte y cinco
años después en la misma Orotava, era el año 1985 siendo director del
Colegio Don Francisco Villalobo, celebra en el mismo lugar sus Bodas de Plata Sacerdotales.
Y lo curioso
que en este año 2010, celebra también en La Orotava sus bodas de Oro
Sacerdotales, y con el mismo director Don Francisco Villalobo.
Son muchos los
años que ha prestado don Evaristo al colegio de San Isidro de La Orotava, en
tres etapas diferentes, no coincidió con la mía (un servidor) como alumno. Creo
que este buen hombre, salesiano de todo corazón, gallego de nacimiento ha dado
todo por los que han sido sus discípulos en la Villa y en Montilla provincia de
Córdoba donde estuvo de director un tiempo. Por lo que esta vez recibirá un
gran homenaje de todos los orotavenses.
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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