Fotografía obtenida con mi cámara digital en el interior de la parroquia de
Santa Ana de Garachico, Semana Santa del 2009.
Datos que me remitió desinteresadamente el amigo de Garachico CARLOS ACOSTA
GARCÍA, de su libro sobre la semana Santa en la Villa y Puerto, producción que
está totalmente agotada.
La cual fui a devolvérsela personalmente acompañado de mi señora Antonia
María González de Chaves y Díaz a su domicilio en Garachico, el viernes
Santos del año 2009, lo que le estoy totalmente agradecido.
Con el original ya en prensa nos ha sido posible acceder a nuevos datos
relacionados con las manifestaciones del culto externo de nuestra Semana
Santa. Por considerar que tales datos son una interesante aportación al
esclarecimiento de determinadas situaciones, no resistimos ahora la tentación
de traerlos a la consideración del lector en este epílogo que se nos antoja más
que necesario. Es posible, además, que a medida que pase el tiempo, nuevas
aportaciones nos llamen la atención y, por ende, hagan nacer en nosotros el
deseo de hacerla s llegar al lector medio, a quien va dirigida, de modo
especial, esta publicación. Gustosamente accederemos a dar a conocer esos
datos, si se produjeran, bien en publicaciones periódicas, bien en separata s o
pequeñas entregas que pudieran unirse al núcleo original de este modesto
trabajo o, en su defecto, a los que, a partir de ahora, lleguen al conocimiento
del público o del lector curioso.
Los datos a que hacemos referencia los ofrecemos a continuación,
extractados de la fuente original, que nos ha sido facilitada por el historiador
orotavense Manuel Rodríguez Mesa, a quien hacemos patente nuestro
agradecimiento. Un agradecimiento que va también dirigido al doctor Martínez de
la Peña y a los investigadores Eduardo Espinosa de los Monteros, José Velásquez
Méndez y Juan Manuel Castañeda Contreras, a quienes debo una colaboración
entusiasta y sumamente eficaz, además de la mejor disposición para contar con
muchos datos de trabajo propio y que, en un gesto de amplia liberalidad, me han
sido ofrecidos.
Vamos con los datos: En 1641 figuraban en la Capilla de la
Soledad, de la Parroquia de Santa Ana, las insignias del Sto. Cristo
Crucificado y Ntra. Señora de la Soledad y Sant Joan Evangelista, que todos
están en su altar y Capilla. Luego se mencionan también, en el Libro de la
Cofradía del Cristo, (f.o 21 vto.) y por distintos motivos, las imágenes de
Santa María Magdalena, Josef de Arimatea y Nicodemus.
Y surgen ya los interrogantes s y las dudas: El Cristo al que se
refiere la anterior nota es el de la Misericordia, que aún permanece en su
capilla. La Virgen de la Soledad podría ser la Dolorosa que se guarda en
dependencias parroquiales y que no toma parte en las procesiones desde hace ya
algunos años.
Es de suponer que los Santos Varones sean los actuales. Y nos ronda
enseguida la memoria el nombre de Andújar. Y los de Francisco Alonso de la Raya
y BIas García Ravelo por razones estrictamente cronológicas, puesto que
Andújar llegó a Garachico hacia 1637 y ya a finales del citado año trabajaba
con él su discípulo predilecto, Francisco Alonso, tan fiel seguidor de las
enseñanzas del maestro. Pero las razones de estilo, muy de tener en cuenta, van
por otro camino. No se ve en estos rostros la mano de tales imagineros, a pesar
de qué Miguel Tarquis asegura, como hemos leído en páginas anteriores, que a él
le parecen estas espléndidas esculturas obras salidas de la gubia de artistas
locales. En este sentido habrá que aclarar, por lo que tiene de significativo,
que el doctor Martínez de la Peña, el investigador que ha estudiado más
profundamente la obra de los citados imagineros, nunca se ha inclinado par tal
paternidad.
Por lo que respecta a las imágenes de San Juan y la Magdalena, hemos de
decir que desaparecieron sin dejar rastro. Nadie tiene recuerdo de ellas. Y no
hay en las iglesias de Garachico -ni siquiera en estado de deterioro esculturas
que nos hagan pensar en aquéllas.
Las actuales son obras modernas, de la década de los años 20, según se hizo
constar en otro lugar de estas páginas.
Una fecha clave para conocer parte del trasiega de imágenes entre los
diversos templos garachiquenses es la de la desamortización de Mendizábal. A
partir de ahí, iglesias y particulares se disputan distintas propiedades. Así,
en 1835, don Antonio de Ponte Prieto y Ximénez solicitó determinadas imágenes
del Convento agustino por entender que al clausurarse éste, tales obras
escultóricas deberían pasar a su poder por haber sido anteriormente propiedad
de sus antepasados.
Las obras reclamadas son «dos campanas, las efigies del Señor San
Julián, un Sto. Cristo, el Señor de la Humildad y Paciencia, de San Juan, de
Ntra. Sra. de la Soledad y dos angelitos». Rodríguez Mesa asegura
que el obispo aceptó la petición y autorizó la entrega correspondiente con
fecha 16 de diciembre de 1835.
No tenemos noticia de que el Señor de la Humildad y Paciencia estuviese en
poder de la familia de Ponte y sí bajo la vigilancia de los párrocos de Santa
Ana, quienes la tuvieron al culto algunos años, en la propia parroquia, y otras
veces en San Francisco, como ocurre ahora.
Tampoco sabemos a qué Santo Cristo se hace referencia en la petición
formulada por don Antonio de Ponte. Por lo que respecta a Nuestra Señora de la
Soledad y San Juan Evangelista, ¿serán el San Juan y la Dolorosa que hoy
figuran en el oratorio privado? Una imagen de San Juan aparece allí todo el año
y no sale procesionalmente, pero nadie podría afirmar que estamos refiriéndonos
a una misma imagen. Por lo que respecta a la Dolorosa, obra principalísima de
Rodríguez de la Oliva, siempre se ha dicho que perteneció a la parroquia. Así
lo aseguraron, incluso, los beneficiados don Francisco Martínez y don José A.
González Fonte, al referirse a esta imagen y a otras igualmente pertenecientes
a la Semana Santa «qué son y han sido siempre de la iglesia
y en ella se guardan».
No olvidemos, sin embargo, que en el capítulo que dedicamos al Viernes de
Dolores se dan dos versiones de la Dolorosa de los agustinos. Dos versiones
que, posiblemente, se refieran a la misma imagen. Dé una parte se dice que la
regaló don Melchor López Prieto. (Las familias de Prieto y de Ponte tuvieron
siempre vinculación familiar). Y en la otra versión se asegura que fue traída
de Sevilla por don Manuel Yscrot. Esta última versión, de ser cierta, echaría
por tierra la paternidad de Rodríguez de la Oliva como autor de la Dolorosa
actual. Y ya se sabe que se le da como obra suya por todos los investigadores.
Carmen Fraga, por ejemplo, en su magnífico trabajo sobre José Rodríguez de
la Oliva, sitúa esta Dolorosa en la Ermita de San Antonio de Padua, «adscrita a la
hacienda de la familia Ponte, en el Drago». De allí pasaría
al actual destino en el oratorio privado. Sólo la aparición de documentación
escrita permitiría despejar tantas incógnitas. Mientras tales documentos
llegan, bien está la Virgen en el oratorio, donde recibe el mejor trato.
La Semana Santa de Garachico cuenta hoy con una comisión entusiasta que
tiene a su cargo toda la organización del culto externo. Pero hubo un tiempo,
no muy lejano, en que los párrocos se encontraban totalmente desasistidos. Es,
al menos, lo que hizo saber el presbítero don Lorenzo Gámez al Deán, don Juan
Moreno, en 1829, en relación con las procesiones de tal año y por el
descontento del sacerdote garachiquense con el vicario del lugar, don José
Abad. En este año de 1829 salían a la calle 30 imágenes en Semana Santa, lo que
suponía un enorme trabajo para quien, como el señor Gámez, se preocupaba tan
positivamente de las procesiones y el culto. Un trabajo que resultaría, en
verdad, agobiador si, como hace saber el presbítero. Nadie le prestaba ayuda.
Estas son sus palabras: «Sabe el señor Vicario qe. Solo yo y
único soy el q. sostengo en este Pueblo el culto de año a año y con
especialidad en Semana Santa, q. a no ser yo no hubiera ya funciones pues desde
la Constitución q. se cerraron los conventos me encargué por pura devoción de
cuidar todas las Ymágenes y de hacer las funciones y pro consiguiente tengo q.
estar quince días antes de la Semana Santa atareado en la Capilla de los
terceros, previniendo treinta Ymágenes sin haber uno q. diga yo te alcanzo un
alfiler».
¡Treinta imágenes! Aunque 13 de ellas formaran parte del paso de la Cena,
¿Cuáles eran las 17 restantes? Actualmente intervienen en los cortejos procesionales
de la Semana Mayor 35 imágenes, distribuidas en los 20 pasos de la Procesión
Magna, que es el resumen de las que salen todos los días, salvo la del
Resucitado que, por razones obvias, es posterior cronológicamente. En la
actualidad hay varias nuevas. Pero está clara que en el período comprendido
entre 1829 y el año actual (160 años) han desaparecida algunas de las que
aderezaba y cuidaba don Lorenzo Gámez. Es el precia que ha de pagarse al paso
implacable del tiempo. Finalizamos estos apuntes haciendo constar que en
noviembre de 1835 la corporación municipal de Garachico se dirigió al Obispo
para solicitar que se continuaran celebrando los Oficios
correspondientes en el «extinguida convento de Ntra. Sra. de los Ángeles, del
orden Seráfico», Teniendo en cuenta que «la mayor parte de las funciones de
los pasos de- Semana Santa se celebraban allí».
Como respuesta a la petición, el Obispo contesta en términos favorables
para que se celebraran en San Francisco, no sólo la Misa del Alba, sino la
veneración de las efigies de los pasos de Semana Santa pudiéndolos sacar
procesionalmente en sus respectivos días.
Son las variaciones de las templos garachiquenses, brillantes en
determinadas etapas de la vida religiosa del lugar, y olvidados totalmente
después.
Pera la Semana Santa continúa. Y no puede decirse que los párrocos de
nuestros días puedan quejarse de que trabajan incansablemente «sin haber quien
diga yo te alcanzo un alfiler»…//…
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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