El amigo de la infancia de la Villa de La Orotava; EVARISTO
FUENTES MELIÁN “ESPECTADOR”, remitió entonces (28/03/2016) estas notas, que
tituló; “SEMANA SANTA 2016”: “…Puerto de la Cruz, Miércoles Santo: recorro silenciosamente
todas las esquinas de la Iglesia Mayor bajo el patrocinio de Nuestra Señora de la Peña de Francia. La
calidad y antigüedad de las imágenes fue cuestionada hace algún tiempo por un
licenciado en Bellas Artes, especialista en imaginería religiosa, en una recordada conferencia en el Instituto
Hispánico portuense. La edad de las imágenes hay que demostrarla, en un trabajo
de investigación bien hecho no debe decirse “se cree que tal imagen es de tal
siglo…”; o “esta otra imagen es probablemente de la gubia de tal escultor”. Eso
no es lo correcto; hay que demostrarlo con pelos y señales.
Sigo mi recorrido
intramuros del recinto parroquial de La Peña y llego al trono portátil de San Pedro, tiene sus piececitos
descalzos, le asoman tras su vestido. Me acerco subrepticiamente y le alzo el
traje a la altura de la pantorrilla. Me
decepciona. Es pura entelequia, pasta mal formada lo que hay oculto. No es lo
mismo una imagen de vestir, de candelero o bastidor, que una en que se esculpe
el cuerpo entero. Verdad de Perogrullo.
Sale la procesión
deseosa de que acabe la lluvia y se decide que
solamente recorra una vuelta alrededor de la plaza de la Iglesia.
El Cristo del Gran Poder, una de la
imágenes más adoradas entre la feligresía portuense, lleva los ojos asustados,
reventados metafóricamente por los azotes recibidos. Mal tratado. La Banda de
Música, por fin Municipal después de algunos años, quiere dejar bien claro, con
un cartel trabado en cada instrumento, que en efecto es la del municipio:
Puerto de la Cruz. Sin embargo, entre los componentes de ambas bandas veo
demasiado chiquillaje, chicas y chicos flacuchos, algunas muchachas reventonas,
el subdesarrollo hace mella, aún hoy en día, en la población en general de
Canarias, las estadísticas fiables, las de Caritas, son en sentido negativo muy
reveladoras.
La Orotava, noche del
Jueves Santo: me paro en La Carrera y miro hacia arriba la calle del León. Hay
un cambio en el trayecto: el Señor a la Columna y su compañía bajan desde la
esquina de Juan Palmito, q.e.g.e., después de pasar frente al vetusto balcón típico de la fachada
lateral norte de la parroquia farrobeña de San Juan Bautista. El orden y la
conjunción denotan religiosidad, la Banda de Cornetas y Tambores se toma
libertades creadores y en algún momento no se sabe si desafina o es que la
partitura es así, en busca de exhibiciones altisonantes. La Banda de Música,
excelente, perfecta, es más seria, más en su sitio sacrosanto.
Hay saetas en forma de
malagueñas canarias, la primera (me dijeron) fue, al salir la procesión, desde
el balcón de enfrente, residencia de los descendientes del inolvidable bohemio
y literato don Isaac Cabrera y Demás
Hierbas. Sigue la procesión y se cantan otras dos saetas más abajo, en la
esquina de León con La Hoya o Hermano Apolinar desde 1951. La primera, saeta
malagueña, con voz femenina muy aceptable, con sentimiento; la segunda es un
vozarrón que en principio me pareció con micro y altavoz, lo cual no hubiera
estado bien. Pero luego me confirman que fue la viva voz del vocalista
sabandeño de La Perdoma, fichado hace ya algunos años por el equipo de Elfidio
Alonso. Al llegar el Señor y la Virgen a la calle de La Carrera, enfilando ya
la entrada a la escalinata de la Plaza Consistorial, observo que una vela va
apagada en una de las cinco redomas de uno de los cuatro candelabros de la
Virgen de Gloria. Hice esta observación, con un poco de chanza, a una señora devota
orotavense, queridísima amiga mía de toda la vida, y me tomó a mal que me
fijara en ese pequeño detalle sin importancia. Pero otras veces, cuando sopla
la brisa y se apaga alguna vela, he visto que el trono procesional toma
posición de descanso y se vuelve a
encender. En fin: la suntuosa pareja, Madre e Hijo, entraron a la Plaza
Consistorial y ‘El adiós a la vida’ fue
interpretado magníficamente por la Banda.
San Cristóbal de La
Laguna, Viernes Santo a las 8 horas de la mañana: el Cristo lagunero famoso
pulula aún por la calle de San Agustín, procedente de la Concepción, que es la
más antigua, camino de la Catedral ya restaurada. La Laguna tiene ideas claras,
la procesión es suntuosa, las bandas son profesionales auténticos, tanto la de cornetas y tambores,
como la de música. Tres tipos de autoridades la presiden: la militar, la civil
(políticos) y la eclesiástica. Hay
veteranía, seriedad y adustos saludos militares en la entrada principal
catedralicia. Es la tradición imborrable, parsimoniosa en la llanura de este
altiplano, que es eterna Laguna de humedad consustancial y permanente.
Al final, rebuscándolos
dentro del santo recinto, saludo a dos cofrades del Cristo e La Laguna, amigos
míos: uno, orotavense con luenga barba larguirucha; otro, lagunero ya jubilado,
de familia de raigambre.
En resumen: son tres
categorías en una hipotética escala de valores, en calidad y cantidad,
bien diferenciadas: La Laguna, La
Orotava, Puerto de la Cruz…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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