En el muro del FACEBOOK del amigo de la Villa de La Orotava JESÚS ROCÍO
RAMOS, aparece un magnífico y extraordinario trabajo suyo que comparto con su
permiso, adaptado por ÁNGELA PÉREZ ROCÍO, que se tituló “EL AYER Y EL HOY DE LA CALLE DEL
CASTAÑO; DONDE NACÍ Y DONDE SIGO VIVIENDO”: “…Como es mi
costumbre por estas fechas, que se celebran sus fiestas fui a oírle la misa a
la Virgen de La Piedad. Subí caminando despacito, en verdad me pareció más
empinada que nunca; mientras subía hice un descanso y me vino a la memoria como
era la calle Castaño en el pasado, y sentí nublarse mis ojos.
Recuerdo que un lateral de la
casa de Siña Pepa Leal con letras individuales grandes decía “CASTAÑO”, o sea
que allí empezaba la calle y terminaba con otras letras iguales en la pared del
molino de Siña Juana (Chano).
Recuerdo el gran ambiente y la
alegría que tenía toda la calle y lo comercial que fue en el pasado; nada que
ver con el presente. Yo que tuve la suerte de vivirla la veo hoy como una calle
sin vida de pena. Dicha calle en aquel tiempo era de piedras y tierra. Siempre
se ha oído decir que es la calle principal de la Villa de arriba, y yo creo que
sería porque en aquellos años, que siendo tan difíciles, donde no había casi
nada que vender, había en dicha calle, nueve pequeñas ventitas.
Las llamaban así porque no
tenían asignadas las libretas de racionamiento. Eran de Tomasa la gofia, Siña
Eladia, Donato (después Antonio), Laura, Pepe Reyes y Antonio el tacón, D.
Inocencio, (Meli), Siño Agustín el de la vijarra (después María del Carmen),
Juan el de la esquina (después Mariana ) y cuatro ventas más grandes, que eran
las que tenían el racionamiento que eran: Siña Pepa la Leal, Siña María Germán
(Olegaria y Chano), Ernesto Rocío Y Siña Petra Rivero, y más tarde Carmen la
del poyo y un comercio al mayor el de Don Pedro Rodríguez Fariña (el tonelero);
cuatro molinos funcionando: el de Isabel (después Lilia), el de Siña Francisca
(Olegaria), el de Josefina y el Siña Juana, hoy (Chano); nueve panaderías a
pesar de la escasez de la harina, todas amasaban gracias a los estrapelistas,
entre ellos: los hermanos Celestina y Agustín el bacinilla, las panaderías eran
sus dueños: Miguel Amador, Siña Eladia, Chana la nogala, Miguel Nieto, Pilar,
Siña Amelia, Siña Petra, Siña Ramona y Carmen la Reverona, y al doblar la
esquina la famosa de Núñez.
Una albarderia la de Quintin;
una recobita la de Norberta; una venta de leña la de Siño Manuel; tres
barberías la de Jesús Pérez, Juan Domínguez, y más tarde la de Gonzalo y
Antonio; cuatro Bodegas la de Marcelino Correa (después Tarragona), la de
Ernesto Roció, la de Pepe Rivero, (Onelia) y la de D. Juan Torres (los
Sánchez); tres librerías la de Gelma, la de Araceli, y la de Benedicta la de la
casa azul; y dos tienditas, la de Laura Guardia, y la de Doña Justa; dos
vendedores a plazos D. Julio Hernández y Don Antonio Beltrán; una Carpintería,
la de Adolfo Padrón; una venta de cuadros la de Toribio y Petra; una Sociedad
el Tin Victoria; un bazar, donde se sellaban los boletos de Juan Sánchez
(Machu); una venta de helados caseros de Emilio y María; un taller de calados
de Daniel Sálamo, unas bordadoras, las hermanas Demetria, Petra y Teresa; una
venta de plátanos de los hermanos Antonio y Luis; una costurera de ropa de
mujer Siña Higinia, dos dulcerías la de Felipe su hijo y Siña Margarita; dos
taxistas Miguel el Reveron y Domingo el rajeta; una peluquería la de Irenes;
cuatro zapaterías la de Maximiliano, Antonio, Santiago, y Siño Victoriano; dos
latoneros el marido de Norberta , y Agustín; una venta de chochos y hortalizas,
la de Pepita; la fábrica de piedra pómez; dos médicos Don Domingo Glez, y Don
Buena Ventura Machado Melian; un practicante Don José Barreda; dos
electricistas los Hnos Ponce, y una Lonja la de Jerónimo el perrinche, y un
vídeo Club (Coro), Don Antonio conocido por el de las máquinas Singer; Gabriel
con su camión, al S.P. y Manuel el visco con sus camioncito, al S.P. y Don
Ismael el Cochero con su carreta de caballos.
Eso fue el ayer y ya hoy en la
actualidad con su flamante calle adoquinada y con el merecido nombre de Dtor
Domingo González. Solo queda de aquel tiempo, el molino de Chano y al doblar la
esquina la famosa panadería de Núñez y los más tarde incorporados, la
Peluquería de Ceci y la librería de Angelilla, el electricista Jaime, y en la
esquina la farmacia de Muñoz.
Siempre cuento sólo mis
vivencias, sé que existieron dos ventas más la de Don Domingo Pérez y la de Don
Gregorio Regalado. Los conocí a los dos personalmente y y las estanterías
vacías dando constancia de haber tenido sus ventas, pero yo no las vi activas…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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