El amigo de
la Cuesta - Puerto de la Cruz, actualmente residente en el Bajo
Ampurdán-Cataluña; ZOILO LÓPEZ BONILLA, remitió entonces (04/09/2018), a través
de su blog ZOILOLOBO – RETRODEZCAN, estas notas y fotografías que tituló; “COSO TAURINO”: “…Al otro lado de
la carretera general, frente al barrio de San Antonio, este pequeño y modesto
coso taurino que no plaza de toros propiamente dicha fue el primero y único que
se construyó en el Puerto de la Cruz gracias a la iniciativa de un joven
emprendedor holandés de nombre Frank
que se establecería en los años 60 en la ciudad durante mucho tiempo para,
posteriormente, asentarse en la Isla de la Gomera con el producto de los
beneficios obtenidos con sus negocios en Tenerife.
Frank había llegado al Puerto
prácticamente con lo puesto y lo primero que hizo con sus pocos ahorros fue
montar un bar que en aquel entonces tendría entre la juventud del lugar una
repercusión y un éxito sin precedentes. Se trataba del Bar La Rueda, situado al
final de una callejuela, conocida hoy como Enrique Talg, que merced a una empinada escalera desembocaba en la
calle La Hoya. Un discreto Bar cuyas paredes interiores estaban cubiertas de
troncos de pino sin pulir así como las mesas y sillas. Al fondo una pequeña
barra de las mismas características que el resto de la decoración y el
mobiliario hacía las veces de bar, con una pequeña plancha donde cocinaba
salchichas y huevos fritos amén de servir todo tipo de bebidas alcohólicas,
desde cervezas hasta whiskys.
Calle Las Damas, hoy conocida
como Enrique Talg./Zoilo López
Seguiría siendo su propietario
pero mucho más tarde lo arrendaría a un joven alemán de nombre Norbert que lo explotaría durante
algunos años más.
Frank era un joven alto,
simpático y atractivo a la par que inteligente. Casi siempre acompañado de dos
magníficos perros, pastores alemanes ambos, que causaban tanto respeto como
miedo. Mientras le conocí se mantuvo soltero aunque tuvo muchísimas amigas de
muy distintos países. Sin embargo no era un gran gastador. Sus ahorros solía
invertirlos en bolsa y en otro tipo de pequeños negocios que le aportaban por
lo general pingües beneficios.
En ocasiones y como medida
publicitaria, organizaba en su casa divertidos guateques a los que eran
invitados sus clientes más asiduos, españoles y extranjeros, y que solían
durar hasta bien entrada la mañana siguiente.
Tuvo la visión de poder ofrecer
al turista de entonces una experiencia taurina única a cambio del precio de una
entrada. Montó el coso taurino en cuestión, contrató a un banderillero español
de nombre Manolo y compró media
docena de vaquillas a las que los cientos de asistentes pretendían torear por
turnos bajo la protección del novillero. De cuando en cuando y tal como muestra
la foto organizaba también novilladas con banderillas y sin picadores, para
regocijo de un público que jamás había asistido a una corrida de toros ni a una
vivencia semejante.
Salvando las distancias, el
éxito obtenido con aquella primitiva idea taurina fue similar al éxito que
despierta hoy en día la llevada a cabo por el propietario del Loro Park…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ
ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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