Fotografía que remitió entonces (21/03/2014) el amigo fotógrafo
de la Villa de La Orotava “ARZOLA”.
Se trata de la visita del ex presidente del
gobierno español señor don Adolfo Suarez que realizó a la Villa de La Orotava,
en la década de los años ochenta del siglo XX, cuando presidía su propio
partido denominado CDS (Centro Democrático y Social).
Según me cuenta el amigo Pepe Arbelo (componente
entonces del comité local), que se le ofreció un almuerzo en un restaurante de
la Perdoma (Pago de Higa) y posteriormente una cena en la Sociedad Cultural de
Liceo Taoro.
En la plaza del Ayuntamiento de la Villa fue recibido
por una gran multitud de almas humanas.
En la foto le vemos rodeados de de muchos seguidores
villeros y los que formaban el comité de su partido en La Orotava; Miguel
Domínguez, Tomás Pérez, Graciano Hernández Sánchez, Manolo “El Músico”, José
Luis Miranda Oliva, Pepe Arbelo, Carmen Nieves etc.
El partido que él mismo fundó que se conocía por las
siglas del CDS (centro democrático social), se presentó en tres comicios al
ayuntamiento de la Villa.
Primero encabezó la lista; Rafael Hernández Herreros
(Fafe), segundo; Ángel Domínguez Quijada (Nono) y tercero; Carmen Nieves.
El amigo del Puerto de la Cruz, SALVADOR GARCÍA LLANOS,
remitió entonces (21/04/2014) estas notas que tituló “CON SUÁREZ, DE ESTRENO EN
LA GOMERA”: “…Fue una de nuestras
primeras incursiones en el campo de la información política. Casi casi, el
estreno. Creemos recordar que en 1978, en plena transición. Adolfo Suárez,
presidente del Gobierno, venía a las islas. El padre Siverio, director de Radio
Popular de Tenerife, donde preferentemente hacíamos deportes, nos envió a La
Gomera, a cubrir la visita presidencial a esta isla. Canarias atravesaba
entonces una delicada situación social y económica. La presencia de Suárez en
el archipiélago tenía un profundo sentido simbólico.
El trabajo había comenzado en el aeropuerto de Los
Rodeos, donde pudimos seguir las incertidumbres del protocolo para saber dónde
se colocaba un visiblemente desconcertado Alfonso Soriano, el presidente de la
Junta de Canarias, el ente preautonómico. Las tablas de Rafael Clavijo, que lo
era del Cabildo Insular de Tenerife, resolvieron diplomáticamente la cuestión.
Mucho más emotivo que aquel episodio, desde luego, fue la perseverancia de
Cristina García Ramos para conseguir un testimonio de Suárez según
cumplimentara a las primeras autoridades. A Cristina (evoquemos su maduro
ejercicio de "Corazón, corazón") la habían apremiado desde Madrid.
Cuando lo logró, no pudo ocultar su contento entre quienes la rodeaban.
Después, el traslado en guagua hasta Los Cristianos.
En el grupo de periodistas e informadores, iba Arturo Trujillo, que pertenecía
al plantel de Diario de Avisos y poco después quedaría vinculado a la
Unión de Centro Democrático (UCD). Ahí conocimos a dos pesos pesados: Ignacio
Zuloaga y Manuel Antonio Rico, que representaban a las agencias de
noticias Efe y Europa Press. Nos alojamos en el parador
nacional, aún inconclusas las obras, lo cual no obstó para que allí mismo,
antes de las visitas, hubiera algunas reuniones con dirigentes institucionales
y vecinales. De Suárez no se despegaba Luis Mardones Sevilla, gobernador civil,
a quien recordamos tomando notas como si de un periodista se tratara.
Desde el sur de Tenerife y desde la isla colombina
enviamos varias crónicas telefónicas, suplementadas con alguna grabación, hecha
a 'vuelamicrófono'. Cuando terminó la jornada, en medio de un calor sofocante,
acompañamos a Zuloaga y Rico a comprarse un bañador en San Sebastián, la villa,
la capital de la isla, en cuyas calles se vivía la efervescencia propia de un
acontecimiento. Luego estrenamos la reluciente y tentadora piscina del parador.
Estos recuerdos personales rebrotan al producirse el
anunciado fallecimiento del ex presidente. Cuando cumplió 75 años y la
enfermedad ya causaba estragos, el aniversario se vio salpicado por una nueva
controversia a propósito de la aparición de un libro de Luis Herrero. Los
franquistas y los nostálgicos se han pasado un buen rato denostándole, le
consideraban un felón. En la obra de Fernando Vizcaíno Casas, "Y al tercer
año resucitó", así aparece. Pero nadie pone en duda el trascendental papel
que le corresponde en el tránsito a la democracia, en una de las etapas más
apasionantes e inciertas de nuestra historia. La entereza con que afrontó el
bochornoso asalto de los guardias civiles al Congreso de los Diputados
-compartidos esos honores con Gutiérrez Mellado- será recordada eternamente. El
paso del tiempo elevó su estatura política, su generoso sentido de la
tolerancia y del pluralismo. Alfonso Guerra, en la segunda entrega de sus
memorias, le califica como un "estadista desclasado".
Y en su haber político, analizado hoy con un más
amplio sentido de perspectiva, el valor de una dimisión que iba más allá de lo
que en sí significa una renuncia:
"Yo no quiero que el sistema democrático de
convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España",
vino a decir al país en la tarde del 29 de enero de 1981. Sabias palabras,
sustanciosa aportación a la democracia que recién arrancaba y que andaba
amenazada, según se comprobó apenas un mes después…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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