Los amigos de la Villa de Los Realejos JERÓNIMO DAVID ÁLVAREZ GARCÍA, y MIGUEL
ÁNGEL PÉREZ PADILLA, remitieron entonces (11/04/2013) estas notas, que
titularon; “LAS PÉRDIDAS HUMANAS Y MATERIALES DEL ALUVIÓN DE 1826 EN EL VALLE
DE LA OROTAVA, SEGÚN LAS FUENTES PARROQUIALES (I).
Publicadas en el suplemento “LA PRENSA” del matutino “EL
DÍA” el jueves 11 de Abril del año 2013: “…La Isla de Tenerife
fue la más castigada por el terrible aluvión acontecido la noche del 7 al 8 de
noviembre de 1826, cuando lluvias torrenciales y vientos huracanados causaron
inmensas desgracias personales, hicieron desaparecer casas, terrenos de
cultivo, canalizaciones, puentes, ermitas, castillos y embarcaciones, además de
modificar sustancialmente el paisaje. Fue tal la magnitud de este temporal que
ha permanecido en la memoria colectiva de los habitantes de Tenerife, siendo
recordado por la prensa insular desde mediados del siglo XIX hasta la
actualidad, como se deduce de un rotativo insular, en el que se da noticia de
unas copiosas lluvias en La Orotava, que rememoran el Aluvión y "en las
que los daños recibidos son mayores que los del año del 1826 llegando el caso
hasta hallarse incomunicados por las barranqueras." (1) Además este suceso
aparece recogido en multitud de narraciones y documentos a los que podemos
tener acceso hoy en día, entre otros de Sabino Berthelot, (2) antropólogo y naturalista francés que fue
testigo directo del mismo, José Agustín Álvarez Rixo (3),
cronista del Puerto de la Cruz y alcalde de esa ciudad, las viajeras Florence
Du Cane (4) y Elisabeth Murray (5), el profesor Domingo Savignon y el geólogo alemán
Leopold von Buch (6) que años antes del Aluvión,
alertó en su obra de la intensidad de la erosión del terreno debida a la tala
indiscriminada, relegando la flora a meros matorrales. Así, el viajero
norteamericano Daniel Jay Browne nos recuerda en su obra, (7) como "visité el jardín de Mr. Cólogan
donde se encuentra el gran drago que Humboldt mencionara y como durante el
aluvión se partió y el temporal se llevó la mitad",
(8) confirma los destrozos ocasionados por las lluvias, aportando una cifra
de fallecidos semejante a la que en este trabajo sugiere y la constatación de
la desaparición de la imagen de Ntra. Sra. de Candelaria de su santuario
sureño. Concluye con la sorprendente hipótesis donde afirma que el Aluvión
contribuyó a disminuir la altura del Teide, pues "me han comentado que la
apariencia del Pico es sensiblemente distinta de la anterior al desastre de
1826, si comparamos la silueta actual con los dibujos que se conservan de
épocas anteriores, la coincidencia es más bien escasa." (9) Si bien no está demostrado científicamente y
más parece una exageración de una vivencia o hecho traumático, aumentado por la
rumorología popular.
Las pérdidas humanas y materiales de esta catástrofe
natural quedan bien reflejadas en los testimonios arriba citados, a los que se
une el interesante relato de don Antonio Santiago Barrios. (10) Este párroco realejero registró los sucesos
acaecidos esos días de noviembre. Su texto recuerda que "jamás los
habitantes de la isla de Tenerife, después de la Conquista, habían visto ni
experimentado un suceso tan lastimoso ni que más deba conservarse en la memoria
de los hombres como lo sucedido el año 1826, en la noche del 7 de noviembre y
el día 8, noche y día que debieron hacer punto fijo, para empezar una nueva
época, y en particular para los habitantes desde la Fuente de La Guancha y San
Juan de la Rambla hasta el Risco de La Orotava".
(11) Prosigue este documento con la descripción de los calores de
"tiempo sur", comenzando la lluvia el día siete a las 8 de la mañana,
ambientado con "grandes ruidos que no se sabía de donde provenían".
El caudal de los barrancos aumentó espectacularmente, unido a la abundante
lluvia, viento y relámpagos. Al día siguiente desde la mañana una gran niebla
cubrió la atmósfera, mientras los vecinos comenzaban a salir cautelosamente de
sus casas sin dar crédito al dantesco panorama. El temporal había ampliado el
cauce de los barrancos y destruido casas, terrenos y vías. Cuando el párroco
fue avisado para acudir al pago de la Cruz Santa donde debía sepultar a varios
fallecidos, se unió a una cincuentena de hombres viviendo una odisea, sorteando
paredes y barrancos hasta llegar a ese lugar. Una vez llegó consoló a sus
vecinos y ofició por los difuntos, concluidos, él mismo "cogió la
azada" y ayudó a cavar las fosas para los vecinos fallecidos. La búsqueda
de cuerpos prosiguió en otros lugares del municipio, como en las playas y
"al llegar al barranco de la Raya, encontraron el cuadro más horroroso,
porque se puede afirmar que había casi tantos cuerpos muertos como callados; entre
ellos había cuerpos de gente, de bueyes, burros, cochinos, cabras, ovejas,
perros, caballos etc., madera que había sido de casas, fragmentos de un barco,
(...)" e incluso retamas. Los cadáveres se enterraron en la playa y en el
Puerto de la Cruz debido a su estado de descomposición. El documento concluye
con la narración de lo sucedido en Higa, la Rambla y Realejo de Abajo.
Por último, los libros de difuntos de las parroquias del Valle son complemento oficial a las anteriores narraciones. En los de Santiago Apóstol del Realejo Alto leemos la siguiente nota: "Desgraciados en el Aluvión del siete y ocho de Noviembre," de la que se desprenden los enterramientos ya citados del día nueve en la tarde en la ermita del Pago de la Cruz Santa. Los fallecidos fueron: "Antonia Martín Fernández, soltera, de edad de sesenta años, hija legítima de Tomás Martín y María Canónigo. María Martín Galano, de edad de cuarenta años, hija de Domingo Martín Galano y Rafaela Fernández, mujer de Antonio Rodríguez Trujillo. Tomasa de edad de cuatro años, hija legítima [de los anteriores]. Brígida Rodríguez, mayor de sesenta años, natural de Candelaria, soltera, hija legítima de Juan Rodríguez y María Baute. Cecilia, de edad de seis años, hija legítima de Antonio Marrero y Manuela Chaves. Únicas personas de las quince que faltaron del pago de la Cruz Santa y fueron víctimas de la desgracia del crecimiento de Barrancos en el Aluvión (...) cuya abundancia hicieron destrozos imponderables". Al día siguiente se enterró a "María, de edad de dos años y seis meses, hija de Rafael, natural de San Juan de La Villa de La Orotava y Jerónima Hernández Albelo, de la Concepción de La Orotava y vecinos del Pago del Barranco de Las Lajas. Domingo, de edad de seis meses, hijo de Domingo González Corvo y Juana González Chaves, de esta vecindad en La Cruz Santa". Como se ha dicho más arriba, y motivados por la descomposición de los cuerpos, se dio sepultura en "la Playa de La Lageta a varios cadáveres que arrojó el mar de los muchos que perecieron de este jurisdicción de Realexo de Arriba, del Pago de Las Rosas, de La Cruz Santa, Barranco de Las Lajas y Dehesa (12) lo que por muy desfigurados no se pudieron conocer y fueron víctimas del Alubión (...) por todos los cuales se hizo en esta P[arroquia] de Santiago del Realejo de Arriba una función fúnebre con la mayor pompa y solemnidad posible con la concurrencia de todo el clero y mucha parte de los vecinos del pueblo y para que conste lo firmo. Sebastián Olivero de la Guardia" (13)
Por último, los libros de difuntos de las parroquias del Valle son complemento oficial a las anteriores narraciones. En los de Santiago Apóstol del Realejo Alto leemos la siguiente nota: "Desgraciados en el Aluvión del siete y ocho de Noviembre," de la que se desprenden los enterramientos ya citados del día nueve en la tarde en la ermita del Pago de la Cruz Santa. Los fallecidos fueron: "Antonia Martín Fernández, soltera, de edad de sesenta años, hija legítima de Tomás Martín y María Canónigo. María Martín Galano, de edad de cuarenta años, hija de Domingo Martín Galano y Rafaela Fernández, mujer de Antonio Rodríguez Trujillo. Tomasa de edad de cuatro años, hija legítima [de los anteriores]. Brígida Rodríguez, mayor de sesenta años, natural de Candelaria, soltera, hija legítima de Juan Rodríguez y María Baute. Cecilia, de edad de seis años, hija legítima de Antonio Marrero y Manuela Chaves. Únicas personas de las quince que faltaron del pago de la Cruz Santa y fueron víctimas de la desgracia del crecimiento de Barrancos en el Aluvión (...) cuya abundancia hicieron destrozos imponderables". Al día siguiente se enterró a "María, de edad de dos años y seis meses, hija de Rafael, natural de San Juan de La Villa de La Orotava y Jerónima Hernández Albelo, de la Concepción de La Orotava y vecinos del Pago del Barranco de Las Lajas. Domingo, de edad de seis meses, hijo de Domingo González Corvo y Juana González Chaves, de esta vecindad en La Cruz Santa". Como se ha dicho más arriba, y motivados por la descomposición de los cuerpos, se dio sepultura en "la Playa de La Lageta a varios cadáveres que arrojó el mar de los muchos que perecieron de este jurisdicción de Realexo de Arriba, del Pago de Las Rosas, de La Cruz Santa, Barranco de Las Lajas y Dehesa (12) lo que por muy desfigurados no se pudieron conocer y fueron víctimas del Alubión (...) por todos los cuales se hizo en esta P[arroquia] de Santiago del Realejo de Arriba una función fúnebre con la mayor pompa y solemnidad posible con la concurrencia de todo el clero y mucha parte de los vecinos del pueblo y para que conste lo firmo. Sebastián Olivero de la Guardia" (13)
Mientras, en el vecino pueblo del Realejo de Abajo su
párroco registra que "en ocho de Noviembre de este presente año (...) se
enterraron en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción a Nicolasa de Aguiar,
hija legítima de Vicente de Aguiar y Vergara, naturales de este lugar, y Josefa
Hernández que lo es de la Concepción de La Orotava; mujer legítima de Esteban
Luis Mansano; de edad de cuarenta y nueve años que en unión del expresado su
marido y cinco hijos que conviven a la vez: Manuel de veinte y un años, Juana
de diez y ocho, Vicente de catorce, que aparecieron y sepultaron el mismo día;
y José de diez y siete con Juana de nueve que no se encontraron, perecieron y
arrebató el barranco de este dicho pueblo en la noche anterior del espantoso
aluvión. Juntamente con Pedro Hernández Henrique, hijo legítimo de José
Hernández y María Rodríguez, con su legítima mujer María Pérez de Barrios, hija
legítima de Juan José y Cayetana Pérez de Barrios; de edad ambos de veinte y
ocho a treinta años, con sus hijos Dominga de seis, Jerónimo de cuatro, María
de tres y Antonia de uno. Asimismo, Antonio José de Acosta, hijo legítimo de
Amaro Francisco de Acosta y María Rodríguez, de edad de ochenta años, marido de
Antonia María de Aguiar natural de este pueblo y de los cuáles aparecieron y se
les dio sepulcro el mismo día, Domingo y Antonia con la referida su madre”. (14)
Don Manuel Ildefonso Esquivel,(15) registró
que "en nueve de Noviembre de 1826 años, dio sepultura en la ermita de San
Juan que fue Convento Francisco, al cadáver de Josef Hernández Trujillo, que
pareció ser el mismo que la noche del siete llevó con toda su casa en el Pago
de San Antonio de este mismo Puerto, el aluvión acaecido en dicha fecha; se
desconoce su estado y filiación, de edad sesenta años poco más o menos. Se
tiene entendido haber testado en la Villa de La Orotava". En las notas de
este volumen se lee "que de resultas del Aluvión acaecido, ha de haberse
enterrado en las ermitas de San Juan y San Pedro Telmo de este Puerto de la
Cruz y en su Camposanto, diferentes cadáveres según se le iba descubriendo en
los barrancos de Martiánez y el que desagua en las playa del Castillo de San
Felipe, como también de los que sucesivamente arrojaba el mar en sus riveras,
de los cuales algunos parecían por sus vestidos ser de los franceses naufragados
en esta costa dicha noche en una fragata. Otros pertenecientes a los pueblos de
Realejo de Arriba en la Cruz Santa y en el Pago de Las Dehesas y otros de la
Villa de La Orotava en el Pago de Las Arenas y algunos de este Puerto; cuya
nota extiendo por las noticias que se me han dado por haberme sido imposible el
poderlas presenciar y conocer". La relación de fallecidos es la que sigue:
"Pedro Méndez y Juana López su mujer, vecinos del Pago de Las Arenas en la
Villa de La Orotava; y sus hijos: Josefa, María y Josef, todos célibes.
Fernando Martín Rivero, vecino del Pago de Las Arenas en la Villa de La
Orotava, de edad de catorce años. Al parecer Bernarda Nuñes, mujer de Rafael
Martín en el Pago de Las Arenas de La Orotava, de treinta años de edad al parecer
y sus hijos: Domingo, Antonio y Rafael. Juana y Antonia Galano vecinas del Pago
de Las Arenas y Domingo Galano. Manuel Eugenio, español que enseñaba las
primeras letras a niños, María Lugo su mujer, Dominga su hija y Rita Lugo su
cuñada, vecinos del Pago de Las Arenas. Juan Bueno, su mujer María Medina y
Carlos su hijo, vecinos de Las Arenas de la Orotava. Juana Martín, mujer de
Francisco Álvarez, hija legítima de Andrés Martín y de Ana María Nuñes, vecina
de este Puerto de la Cruz. Juan Álvarez, Petra Álvarez, Francisca Álvarez,
hijos de Francisco Álvarez y de Juana Martín, dos de los cuales fueron hallados
en medio de los escombros de su casa en la Calle de Las Cabezas y Josef, hijo
natural de Juana González, vecino de este Puerto del Pago de San Antonio."
Días más tarde, "en doce de noviembre fue conducido al Camposanto de este
Lugar y Puerto el cadáver de Mateo Hernández, marido de María Valentina, hijo
legítimo de Fernando Hernández y de María Valentín naturales y vecinos de este
Puerto en el Pago de San Antonio. Falleció el día anterior a los cincuenta y
dos años de edad, al parecer de haberle traído el agua del aluvión acaecido el
siete del presente desde dicho pago hasta la calle de Las Cabezas; confesó y no
se le pudo administrar más sacramentos, no testó".(16)
Desde La Orotava sus clérigos nos legan este
testimonio, cuando "el día siete de noviembre de mil ochocientos veinte y
seis comenzó un fuerte aluvión desde las diez u once de la mañana, duró hasta
las ocho del día nueve haciendo imponderables estragos, derrumbando casas,
abriendo nuevas barranqueras, llevándose muchas tierras y personas no solo de
esta isla, sino también de las demás, cuyo número de difuntos aún no se sabe
fijamente, pero entre este pueblo, Realejos, Puerto de la Orotava, San Juan de
la Rambla y Guancha habían sido trescientos más o menos y de los de esta
parroquia sólo se han encontrado los que constan en las partidas siguientes.
Estos son algunos de dichos registros: el día nueve José Méndez fue enterrado
en la ermita de San Jerónimo, también Juana de catorce años y María de
veintidós, hijas naturales de María Canaria en dicha ermita por ser inaccesible
al Cementerio, junto a Juana Farrais y María Rodríguez de catorce años.
Afortunadamente, disponemos de un balance de daños descrito por los sacerdotes,
en el que se "manifiestan los estragos que causó en la isla de Tenerife el
temporal (...) en los veintiún pueblos que componen el distrito de la
subdelegación de policía del partido de La Orotava. Pérdida de personas, animales
y valor de terrenos destruidos y noticias sobre este acontecimiento
terrible":
Población
|
Personas
|
Casas Destruidas
|
Animales
|
Casas Arruinadas
|
Puerto Orotava
|
32
|
31
|
23
|
6
|
La Orotava
|
118
|
144
|
587
|
130
|
Realejo Alto
|
25
|
41
|
-
|
-
|
Realejo Bajo
|
14
|
9
|
-
|
-
|
La Guancha
|
52
|
72
|
344
|
31
|
La Rambla
|
10
|
14
|
13
|
-
|
Icod de los Vinos
|
5
|
-
|
-
|
-
|
Santa Úrsula
|
1
|
-
|
38
|
-
|
Total
|
255
|
311
|
1005
|
167
|
La siguiente anotación nos aclara que "en las 32
personas muertas que van anotadas en el Puerto de la Cruz, se cuentan las
quince que se ahogaron de las 19 de la fragata francesa "La Joven
Gabrielle", que con el mismo temporal en estas peñas la madrugada del 8
sin haberse visto de tierra el día antes. Los dos barrancos en medio de los
cuales está situado el Puerto arrastraron tanto material que retiraron el mar
250 varas el del poniente y 200 el del naciente, en donde arruino una fortaleza
que no se repone en cuatro mil pesos. El del poniente que baja a dicho Puerto
por la Montañeta llamada del Fraile, es tanta su extensión en el día, al pie de
ella que siendo anteriormente de 50 a 60 varas de ancho tiene ahora 422 varas.
En la Villa de La Orotava formó el aluvión doce barrancos de más de los que
había en sus contornos. Dos hombres del lugar de la Guancha y que uno de ellos
se hallaba en la isla de la Gomera conoció allí el cadáver de su amigo y
compañero entre los que la corriente del mar llevó a dicha isla. En los trece
pueblos del partido que no van anotados no hubo perdida de personas, pero fue
tanto el estrago que causó el viento que en algunos levantó tejados y arrancó
los arboles. En los pueblos de Buenavista, Santiago y Arona tuvieron la
curiosidad de valorizar los terrenos destruidos y llega su valor en los tres a
22.900 pesos corrientes". Mientras, el total de fallecidos en La Villa de
la Orotava ascendió a 118 personas (87 adultos y 31 niños), recibiendo
sepultura eclesiástica tan sólo 18 por lo que los desparecidos o "llevados
por el mar" sumaron el centenar de vecinos.
Prosigue el relato con otra nota: "a las once y
media del día seis se cubrió la atmósfera de una nube gruesa acompañada de un
viento sur muy violento y una agua estropeada que duró como una hora, tiempo en
que sobrevino un norte igualmente fuerte que parece puso en pugna con el otro
viento. Sus remolinos y continuada agua se fueron aumentando por grados al paso
que extendió sobre la tierra una niebla que aumentó la oscuridad. A todo esto
seguía un ruido espantoso que constantemente fue en aumento hasta el día y cesó
enteramente a las veinte y cuatro horas. Aunque el valle permaneció cubierto de
nubes no tan densas. En medio del ruido que se ha hecho mérito, se advirtió un
movimiento de trepidación en la tierra, cuyos golpes aunque leves se
percibieron con frecuencia desde las once de la noche hasta las cinco de la
mañana y de sus resultados se cree dimanó el número de edificios arruinados
(...),(17) Domingo Hernández Quintero".
Un último punto, es la confirmación de los
desperfectos ocasionados por la riada en las tierras del Convento de Agustinas
Recoletas de Realejo Bajo, cuando "hallándose el Convento en la actualidad
con bastante escasez (...) para atender a la precisa manutención, como al
reparo de las ruinas causadas por el aluvión de siete del corriente cuyas
avenidas dejaron sin cerca la propiedad principal del Monasterio y demolieron
las paredes de la casa que llaman El Patronato." (18)
Probablemente el daño psicológico fue más duradero que
el material quedando presente en el subconsciente colectivo. El balance de este
análisis arroja 189 muertos en los tres municipios actuales del Valle de la
Orotava, por lo que el número de fallecidos ascendió aproximadamente al 1% de
su población. No obstante, la cifra debió aumentar debido a posteriores
fallecimientos de heridos y por el descenso del nivel de vida, empeoramiento de
las medidas higiénicas y aumento de las enfermedades, cifra difícil de evaluar,
pues en los registros parroquiales no constan esas coyunturas.
Nuestro agradecimiento a las personas e instituciones
que han brindado su ayuda para la feliz conclusión de este trabajo,
especialmente al personal del Archivo Histórico Diocesano de Tenerife y del
Archivo Histórico Provincial de Tenerife.
Foto 1. Vista del Realejo Alto e iglesia de Santiago
Apóstol de la que fue párroco don Antonio Santiago Barrios. ARCHIVO MUNICIPAL
DE LOS REALEJOS.
Foto 2. Sabino Berthelot testigo de excepción del Aluvión de 1826.
Foto 3. Valle de la Orotava y el Teide en 1925. Joaquim González Espinosa. FEDAC
Foto 2. Sabino Berthelot testigo de excepción del Aluvión de 1826.
Foto 3. Valle de la Orotava y el Teide en 1925. Joaquim González Espinosa. FEDAC
1.-El Eco del Comercio Nº 791, miércoles 30.11.1859.
Santa Cruz de Tenerife.
2.- Berthelot, Sabino, Primera Estancia en Tenerife
1820-1830, pp 187-194.
3.- Álvarez Rixo, José Agustín, Anales del Puerto de
la Cruz de La Orotava (1701-1872) pp 291-296 y Noticias Biográficas de algunos
isleños canarios, pp 85-95.
4.-Du Cane, Florence, Las Islas Canarias, p 40. Esta
autora da erróneamente el año 1820 como fecha del Aluvión.
5.- Murray, Elisabeth, Recuerdos de Tenerife, pp
161-166. Donde se ofrecen cifras de fallecidos y desperfectos aproximadas a las
presentadas en este trabajo.
6.-Buch von, Leopold, Descripción Física de las Islas
Canarias.
7.-Browne, D.J. Cartas desde las Islas Canarias, pp
98-99 y 103.
8.-Realmente este drago fue parcialmente derribado en
un temporal de 1819 y finalmente abatido por otro de 1867.
9.- Browne, D.J. Cartas..., p 107.
10.-Párroco
de Santiago del Realejo Alto (1822-1849), fue comisionado de la Desamortización
del Convento de San Juan Bautista del Realejo, falleció el 11.06.1849 a los 62
años.
11.-Para la versión íntegra de este documento
remitimos a Álvarez, Leopoldo en www.tiempo.com/ram/151/el-aluvion-del-ano-de-1826-resenado-por-el-beneficiado-de-la-iglesia-del-realejo-alto-isla-de-tenerife-don-antonio-santiago-barrios y
Hernández García, Jesús Manuel en "162 Aniversario del Aluvión en el Valle
de la Orotava", La Prensa ELDIA, 20.11.1988.
12.- Por esas fechas ese pago pertenecía a la
jurisdicción del Realejo Alto
13.- Libro 5º de Entierros, folios 156 y 156 vto,
Parroquia de Santiago de Realejo Alto. Archivo Histórico Diocesano de Tenerife,
en adelante A.H.D.T
14.-Libro 5º de Entierros, folios
181-182, Parroquia Ntra. Sra. de la Concepción de Realejo Bajo. A.H.D.T
15.-Párroco de Ntra. Sra. de la Peña de Francia de Puerto de la Cruz
(1815-1862) y mecenas de la misma, la construcción de su torre y la
remodelación de la fachada corrieron a costa de su pecunio, falleció en 1862 a
los 84 años.
16.- Libro 9º de Entierros, folios 46, 46 vto y 47,Parroquia Ntra Sra de
la Peña de Francia, Puerto de la Cruz. A.H.D.T
17.- Libro 11º de Entierros, Parroquia de San Juan Bautista de La
Orotava. A.H.D.T. Remitimos a este volumen para la consulta de la relación
completa de fallecidos en La Villa de La Orotava.
18.- Libro de Actas del Convento de Recoletas Agustinas del Realejo,
1824-1833, p 15.CONVENTOS 3281. Archivo Histórico Provincial de Tenerife…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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