Los amigos de la Villa de Los Realejos; JERÓNIMO DAVID ÁLVAREZ GARCÍA, y MIGUEL
ÁNGEL PÉREZ PADILLA, remitieron entonces (19/09/2013) estas notas, que
titularon; “LAS PÉRDIDAS HUMANAS Y
MATERIALES DEL ALUVIÓN DE 1826 EN EL VALLE DE LA OROTAVA, SEGÚN LAS FUENTES
PARROQUIALES (II)”.
Publicadas en el suplemento “LA PRENSA” del matutino “EL
DÍA” el jueves 19 de septiembre del año 2013: “…Nuestra
publicación anterior (1) registró los fallecidos de este suceso en el Valle de
La Orotava y documentó lo acaecido aquellos días. Hoy concluimos las series de
defunciones y pérdidas materiales en el resto de la isla, vertidas en las fuentes
parroquiales. Tenerife fue asolada por el aluvión de noviembre de 1826. La suma
de los mayúsculos vientos, lluvias y la intensa oscuridad marcaron el
subconsciente colectivo. Esta idea queda reflejada en la nota que insertó un
rotativo insular: “El sábado se cantó
un Te Deumpor la cesación del terrible aluvión de 6 de noviembre de 1826 en Tenerife.
Horas después de esta fiesta religiosa el aluvión se repitió con menor
intensidad.
El
jueves último, en la sección de Efemérides Canarias se insertó en EL PROGRESO la
del terrible aluvión que el 6 de noviembre de 1826, devastó a la isla de
Tenerife causando unos 500 muertos, numerosos naufragios, derrumbamientos de
casas, Ermitas y puentes y otras cuantiosas pérdidas materiales. De entonces
acá, el día 8 de noviembre de cada año, para festejar la cesación de aquel terrible
aluvión, en la Catedral de La Laguna se celebra un Te Deum. Siguiendo la
tradición el sábado último por la mañana en el citado templo, se cantó el
correspondiente Te Deum, el 106. Horas después de esta fiesta religiosa, en la madrugada
de ayer, la catedral lagunera era inundada por las aguas de otro aluvión desde
luego menos intenso que el de 1826, (...) rara coincidencia esta que repite un
fenómeno a los 100 años justos de producirse” (2).
La memoria popular se consolidó con la rotulación de
una calle en La Guancha con el título del Aluvión y la marca en piedra que
recuerda este acontecimiento en San Juan de la Rambla. El efecto climatológico fue
agravado por la deforestación, que hizo correr el agua por barrancos y laderas
erosionadas, debido a la tala indiscriminada (3). La pérdida de baterías militares,
los navíos arrastrados de los muelles, el hundimiento del buque francés “La
Belle Gabrielle” y la posterior suscripción general en Londres por los daños
del desastre reflejan la magnitud de lo sucedido (4). El antropólogo y
naturalista francés Sabino Berthelot nos ilustra con su crónica de primera
línea cómo “tenía que regresar a Santa
Cruz y el Doctor Saviñon me aconsejó que lo hiciera cuanto antes. Desde esta
mañana, me dijo, mi barómetro me indica que algo extraordinario va a suceder.
Despache pronto sus asuntos y váyase antes de que caiga el turbión o puede que
algo peor”.
Nuestro protagonista apreció los devastadores efectos,
relatando cómo dos navíos rompieron sus amarras y fueron lanzados a la orilla, mientras
un tercero lo fue hacia las rocas falleciendo parte de su tripulación.
Mientras, el castillo de San Miguel era empujado al mar
junto a toda su artillería. En esta ciudad, doña Tomasa Rian(6) tuvo que ser sepultada
tras la finalización de las lluvias en el cementerio del Hospital Militar, por haberse
llevado el aluvión el puente por donde se iba al cementerio de San Rafael(7).
Anécdotas aparte, en La Laguna el lago recobró sus
antiguos límites y en Candelaria el castillo fue arrastrado al mar. No es
necesario recordar la conocida historia de la pérdida de la primera imagen de Nuestra
Señora de Candelaria (8). Por su parte, y tras la solicitud de ayuda, el obispo
(9) aseguró haber ordenado oficiar las misas y rogativas pertinentes. Unas
semanas después, en vista de lo sucedido, distribuyó doscientas fanegas de
trigo entre los necesitados (10). Las proporciones de este temporal no sólo
permanecieron en la memoria colectiva, también quedaron recogidas en la obra de
autores como el cronista y alcalde José Agustín Álvarez Rixo, la viajera
Florence Du Cane y el aventurero Daniel Jay Browne(11). A
estaspublicaciones se une el interesante relato de don
Antonio Santiago Barrios(12), quien registró sus vivencias desde el Valle de La
Orotava (13).
Complemento de las fuentes parroquiales son las
fuentes militares. Adjuntamos un ejemplo de estos relatos, remitido desde el
sur de la isla: “En cuanto al número de
fallecidos las cifras no se podrán comparar con los miles de difuntos por la
fiebre amarilla acaecida a comienzos del siglo XIX, o las de cólera de 1893 (14).
Incluso en el sur se produjeron más desgracias en el aluvión de diciembre de
1879 que causó 11 muertes en el municipio de Guía de Isora” (15).
Al igual que ocurrió en el Valle de La Orotava, los
registros parroquiales de difuntos son parte esencial para el estudio de este suceso,
pues el temporal afectó desigualmente a la isla. En las parroquias históricas de
San Marcos de Tegueste, San Bartolomé de Tejina, Santa Catalina de Tacoronte,
San Salvador de La Matanza, Ntra. Sra.de la Encarnación de La Victoria, San Antonio
de Padua de El Tanque, Ntra. Sra. de La Luz de Guía de Isora, Santa Úrsula de
Adeje, San Antonio Abad de Arona, San Pedro de Vilaflor, San Miguel de San
Miguel de Abona, San Antonio de Padua de Granadilla, San Juan Bautista de
Arico, Santa Ana y San Pedro de Daute de Garachico, Ntra. Sra. de La Luz de Los
Silos, Ntra. Sra. de los Remedios de Buenavista, San Fernando de Santiago del Teide
y San Pedro del Sauzal (16), no se recoge asiento alguno que atribuya
fallecidos al aluvión.
Desde San Juan de la Rambla, don Bartolomé Oramas de
Saá y Meneses nos legó los siguientes registros: “En el lugar de San Juan de la Rambla (17) a ocho días del mes de
Noviembre de mil ochocientos veinte y seis años, sucedió una ruina general en
esta Ysla de agua en la parte que mira al norte sin saberse de la del sur. Y en
esta jurisdicción se aumentaron mucho los barrancos por manera que estuvo todo
este pueblo en peligro, se llevó siete casas y arruinó catorce. Se llevó el
puente principal tomando mucho de los riscos que le circulaban y parte de la
playa antigua quedó abierta lo cual [ilegible] vecinos a la Parroquia. Y en este dicho pueblo murieron (que se los
llevó el barranco) diez personas. Un nietito [del Capitán Antonio Armas
Marcelo] llamado Alejandro de edad de
nueve años; Doña Antoñita Bautista Miranda, viuda de Don
Pablo Hernández de edad de setenta y cinco años; Antoñita Curubela, de edad de noventa y cinco años y
una hija llamada Agustina Curubela, celibata, de edad de sesenta y cuatro años;
Doña Antoñita Lazo, viuda de D.
Ángel Pérez, y tres nietitas que la más vieja podía tener seis años, hijas de Don Francisco Beltrán y Catalina Lazo; [su
vivienda y las tres niñas fueron arrastradas al mar por la avenida, se
notificaron como desaparecidas], también
Doña Ygnés Lazo, de estado
honesta, hija de Don Jacinto
Lazo, de edad de cuarenta y dos años, a todas estas no se les dio sepultura por
no haberlas echado el mar ni han aparecido”. Prosigue la narración de lo
acaecido en otros barrios pues, “en el
Pago de Santa Catalina sujeto a esta Parroquia se llevó la Ermita con el título
de esta Santa Mártir, sin escaparse nada ni aun haber quedado cimientos; se
llevó diez casas y perecieron: Antonio Luis Rabelo y su mujer Agustina Albelo del Castillo, los que no
han aparecido, dejando
destrozado cuasi la mitad de aquel pago. Se advierte que esta Ermita se dice
fue la cuarta Iglecia de esta Ysla, fue Parroquia de la jurisdicción de La Guancha por haberse
trasladado el curato a ella y fue también Parroquia de este mismo lugar según
consta en el libro primero de Bautismos de esta Parroquia”.
El relato enumera otros daños materiales: “También se advierte que se llevó el Calvario de este lugar que estaba situado
de paredes de piedra y barro y con un cuadro de Ntra. Sra. de los Dolores y
otro de San Juan Evangelista,
no habiendo dejado más que una cruz. Esto sucedió el día de la fecha
antecedente, ocho de Noviembre
y para que en todo tiempo
conste lo firmo hoy diez y siete de Nobiembre de mil ochocientos veinte y seis años. Bartolomé Oramas y Meneses. Colector.”
Por último, dejamos constancia de la partida del
notario “Capitán Don Antonio Armas Perdomo. En el lugar de San Juan de La Rambla a diez y
siete del mes de Noviembre de mil
ochocientos veinte y seis años, habiendo fallecido el Capitán de Milicias (...) a resultas del aluvión que hubo el ocho de dicho mes, el cual
pereció del barranco que
igualmente le llevó su casa y al cabo de ocho días apareció arrojado del mar en el Puerto de Las
Aguas, en cuyo Puerto se le dio sepultura para lo que pasó el Venerable
Párroco Don Antonio de la Concepción Oramas de Saâ y Meneses por amenazar
peste, siendo de edad de setenta años, natural de la Ysla de La Gomera y vez vino de este dicho lugar (...)”(18).
En La Guancha (19), el municipio proporcionalmente más
devastado y con mayor pérdida demográfica, don Benito García Rodríguez deja
constancia del: “Listado de los muertos
desgraciados que llevó el aluvión acaecido en la noche del día siete de
noviembre (...), con la explicación de la edad de cada uno poco más o menos y
en las casas donde vivían y pagos, en la forma que sigue: Pago de La Asomada.
Gregoria Felipe hija natural de Josefa Felipe Chillón de edad de veinte y dos
años. Marcos Delgado, novio de la referida de edad de veinte y cinco años. Ana
E. Díaz de los Reyes, mujer de Cristóbal Luis, de edad de cincuenta y dos años.
Matías, hijo de edad de quince años. Antonia, hija, de edad de doce años.
Josefa, hija, de edad de ocho años. Don Agustín González
Núñez, Sargento Segundo, su
edad cuarenta y dos años. María Domínguez su mujer, viuda que fue de Pedro González
Siverio de edad de cuarenta y cinco años. María Marquesa hija de edad de siete meses.
Antonia González Siverio enterrada de edad de diez y ocho años.
Cristóbal
González Siverio enterrado de edad de quince años. José Clemente Siverio
enterrado de edad de doce años. Juan González Siverio enterrado de edad de
nueve años. Josefa Rodríguez de Acevedo viuda de José Domínguez Moreno, suegra,
de edad de setenta y cinco años. María Francisca Moreno, viuda de José Dorta, su edad
sesenta y cinco años poco más o menos. Mateo Domínguez de edad veinte y cinco
años. Josefa González Núñez, su mujer de edad de treinta ocho años. Josefa Afonso,
hija de José Afonso, difunto y de la dicha Josefa González Zamora de edad de
veinte y seis años. Salvador, hijo de estos referidos de edad de veinte años.
Gregorio Rodríguez, hijo de Matías Rodríguez y de Isa bel González Zamora,
difunta, de edad de veinte y cuatro años. Cristóbal, hijo de los dichos de edad
de diez y ocho años. Matías, hijo del referido Matías Rodríguez y de Isabel González
Zamora. Domingo de Mesa de edad de treinta años. Catalina González su mujer de
treinta y dos años. Pedro, hijo de edad de cinco años. Catalina de edad de tres
años. Manuel Rodríguez del Álamo de edad de treinta y ocho años. María Francisca de Guzmán su mujer de edad de treinta y cinco años. Rosalía, hija de
cuatro años. Domingo [de] dos
años. Isabel de edad de un año. Agustina Luis mujer de Antonio Simón de edad de
treinta y ocho años. Felipe, hijo de edad de dos años. Nicolasa Luis hija de
José Luis, difunto y de Mª Rodríguez de Torres, de edad de veinte y siete años.
María Francisca, viuda de Cristóbal
Verde, de edad de ochenta años. Pago del Farrobo. Rosalía, hija de Vicente Rodríguez
y Cecilia Luis, de edad de diez y ocho años. José, hijo de los dichos, de edad de
diez y seis años. Antonio, hijo de los referidos de trece años. Fernando, ídem,
de edad de diez años. Isabel Álvarez, viuda de Tomás Luis y suegra de los
mencionados de edad de ochenta y dos años. Josefa Martín, mujer de Felipe
Agustín Rodríguez de edad de cincuenta y dos años, [en blanco] sobrina de ocho años. Andrea Francisca mujer
de Bernardo Francisco. Antonio de edad de cincuenta y dos años. José
Pascual Martín, marido de Mª. Francisca Rolo, falleció estando de guardia en uno de los Castillos del Puerto
de La Orotava, de edad de veinte y cinco años.
María de
Mesa, mujer de Domingo Pérez Roque, de edad de treinta y cuatro años. Antonia, hija
de doce años. Francisca, hija de edad de nueve años. Los cuales
son vecinos y naturales de este lugar que hallaron ilegible en la mañana de este día ocho de Noviembre del
presente año y de verdad lo firmo”(20).
En Taganana (21) don Antonio José Álvarez recoge el
siguiente testimonio del día 9, cuando se enterró a Francisco Meneses (22), al
cual no se le administraron los Santos Sacramentos porque no se pudo pasar los
barrancos por tanta agua.
Los libros sacramentales de la ciudad de La Laguna
reflejan lo sucedido en estos términos: durante el sepelio del día 8, a “Domingo Alonso (23) de sesenta años poco más o menos (...) no se
le hizo oficio de sepultura en esta parroquia a causa del gran temporal que
desde las doce de la noche ha empezado y pasando de las veinte y cuatro horas de
muerto se le pudo conducir con mucho trabajo al cementerio.” En el
margen se enuncia el siguiente encabezado: “Cuerpos que se hallaron ahogados en el Aluvión”, donde prosigue
la anotación de su colector: “En la
ciudad de La Laguna de Tenerife, a nueve días del mes de noviembre de mil
ochocientos veinte y seis años, se hicieron en la iglesia del Hospital de Ntra.
Sra. de los Dolores, como propia de esta parroquia los funerales, cuerpo
presente de los cadáveres que se ahogaron en la madrugada del día de ayer en la
avenida y temporal que se experimentó, y los que se depositaron de orden
judicial en dicho hospital a saber; Rita Izquierdo, natural de esta ciudad mujer
de Juan Luján que lo era de Icod o la Guancha, quien también pereció en la
misma noche y no ha aparecido el cadáver, el que se infiere fue a parar al mar.
Su dicha mujer hallada en el barranco por debajo de la ermita de Ntra. Sra. de
Gracia. Simón Acosta, natural y vecino de esta ciudad, junto a Las Mercedes, marido
legítimo de María Guillen de Chasna, cuyo cadáver se halló entullado en el
barranco de la Triciada como asimismo las tres niñas de las que se hablará. A
la mujer de Simón se le dio sepultura en la ermita de las Mercedes por orden
del Corregidor a causa de lo destrozado que se halló su cuerpo. Una niña como
de siete u ocho años llamada María Guillen hermana de aquella otra de seis
meses hermana de las dichas. Otra de un año poco más, llamada María Concepción,
hija de José Álvarez Delgado y de Micaela Núñez Galupe naturales y vecinos de
esta ciudad, la que estaba lactando la María Guillen. Todos los cuales cadáveres
fueron sepultados en el Camposanto. Rafael Hernández, Colector” (24).
Aportamos la terrible descripción de lo sucedido a la niña arriba citada (25):
“(...) también pereció una niña que
estaba criando la María Guillen (y sólo de esta apareció la cabeza que se
enterró en el camposanto)”. Por último en “uno de los molinos detrás de Santo Domingo perecieron Tomás Reverón
hijo de José Reverón y de María (...) y Francisco Amador hijo de Domingo Amador
y de Josefa Pérez. Todos de esta ciudad y no aparecieron. Fdo. Rafael Valdés”.
Desde el sur de la isla nos consta que “en diez de noviembre de mil ochocientos veinte
y seis, fue sepultado en esta iglesia parroquial del Sr. San Joaquim del lugar de
Fasnia, José Fresneda de veinte y ocho años poco más o menos: Hijo legítimo de José
Fresneda y Catalina Cuello y marido de Antonia González. Natural y vecino del pago
de La Zarza. No recibió los Santos Sacramentos porque murió ahogado en naufragio.
No
tiene hijos ni testó. Firmé, José Nicolás de Torres Perdomo” (26). A este se añade que “en ocho días del mes de noviembre de mil ochocientos veinte y seis
años, fue sepultado en la iglesia parroquial del Sr. San Juan Degollado de este
lugar de Arafo, Agustín Pérez Bencomo de edad de veinte y ocho años hijo legítimo
de Juan Pérez Bencomo y Juana Rodríguez, todos naturales y vecinos de este
lugar de Arafo. Era de estado soltero y no recibió los Sacramentos por haber
perecido en el temporal de ayer, por habérselo llevado el barranco y
encontrándose su cadáver el día de hoy en las costas de estas jurisdicción”
(27).
Don Antonio Rodríguez desde Güimar, municipio sureño
fuertemente castigado, inscribe en el volumen correspondiente la identidad de
José Domingo Izquierdo, hallado muerto el día 10 en la Dehesa de Agache a causa
del temporal; tres días después se da parte de Juan Pestano de Medina en dicho
zona, además de Juan Delgado y Domingo Rodríguez, cuyos cadáveres fueron
rescatados en el barranco de Herques. Al día siguiente se notifica la
desaparición de Juana y Antonia Jorge Castellano.
No se encontraron sus cadáveres, pero se ofician sus
pertinentes exequias (28). El presbítero don José de Elías y Hernández confirma
desde Candelaria cómo “hoy, a causa
del aluvión en que corrió extremadamente el barranco mucho rompiendo el Fuerte
del Encajonado, derribó parte de la iglesia del convento y varias casas de la
arena con el castillo del pueblo en el que vivían un Cabo de Artillería con su
mujer y familia, que perecieron todos sin aparecer en estas playas ninguno de
sus cadáveres; y eran todos ocho personas y sus nombres: Cabo Pablo Benítez,
María Antonia su mujer, Ángela, Vicente, Antonio, Catalina, Sebastián y
Alejandra, estos tres últimos párvulos. El cabo de artillería y su familia en
total ocho personas desaparecidas” (29).
Finalmente, en Icod de los Vinos, el día 11 se anota
la inscripción: “Manuel y Francisca
(párvulos) junto a tres hermanos más se los llevó el barranco y no han
aparecido”.
A los dos días se comunica el deceso de María de Mesa,
que había quedado atrapada en su casa por la riada (30).
Nos reafirmamos en las conclusiones de nuestro
anterior trabajo, en las que se otorga al trauma psicológico más persistencia
que al material. La cifra de víctimas puede ser fluctuante, pues queda abierta
a posteriores fallecimientos de heridos, por el descenso del nivel y la
esperanza de vida, la falta de medidas higiénicas y el aumento de las enfermedades.
Lamentablemente, los registros parroquiales no atribuyen al aluvión la causa de
defunción de los asientos posteriores. Esto nos impide aportar una cantidad
cerrada. Al igual que en la mayoría de recuentos e investigaciones publicados
con anterioridad, nuestro balance arroja una cifra rayana a los tres centenares
de fallecidos en la isla de Tenerife.
Deseamos agradecer la ayuda dispensada tanto de
personas como instituciones para el buen término de este trabajo.
Nuestro agradecimiento a las personas e instituciones que han
brindado su ayuda para la feliz conclusión de este trabajo, especialmente al
personal del Archivo Histórico Diocesano de Tenerife y del Archivo Histórico
Provincial de Tenerife.
Foto 1. Foto de Miguel Ángel Pérez Padilla, de la placa que
recuerda la tragedia del año 1826 en la plaza de San Juan de La Rambla.
Foto 2. Valle de Güimar, FEDAC
Foto 3. Nuestra Señora de Candelaria en la Parroquia de Santa
Úrsula de Adeje, versión de la desaparecida en el aluvión de 1826, atribuida a
Sebastián Fernández Méndez. S XVIII. CARLOS RODRÍGUEZ MORALES.
BIBLIOGRAFÍA:
(1)Pérez Padilla, Miguel Ángel y Álvarez García,
Jerónimo David, en “Las pérdidas humanas y materiales del Aluvión de 1826 en el
Valle de la Orotava, según las fuentes parroquiales” La Prensa, EL DIA, 11.04.2013
(2)El Progreso, 10.11.1930
(3)Brito, Oswaldo, El Tránsito a la Contemporaneidad, p
15.v.Buch, Leopold, Descripción Física de la Islas Canarias.
(4)Murray, Elisabeth, Recuerdos de Tenerife, pp
165-166
(5)Probablemente no fue anotada en los libros
parroquiales por ser súbditos de naciones no católicas. Habría que esperar
hasta 1870 con la creación de los Registros Civiles, para disponer de
relaciones totales de fallecidos.
(6)Se sobreentiende que esta persona no falleció a causa
del Aluvión.
(7)Para más información del Aluvión en esta ciudad véase,
Cola Benítez, Luis, Sed. La odisea del agua en Santa Cruz de Tenerife, pp.
55-68.
(8)Remitimos a Lorenzo Lima, Juan Alejandro en “Una
escultura para los nuevos tiempos. Fernando Estévez y la Virgen de Candelaria,
pp 119-135” en Vestida de Sol. Le agradecemos junto a Carlos Rodríguez Morales
las puntualizaciones sobre la desaparición de la antigua imagen.
(9)A la sazón D. Luis Folgueras Sión (1824-1848), en su
pontificado se efectuó la Desamortización y la Exclaustración.
(10)Berthelot, Sabino, Primera Estancia en Tenerife 1820-1830,
pp 187-194.
(11)Álvarez Rixo, J. Agustín, Anales del Puerto de la
Cruz de La Orotava (1701-1872), pp 291-296 y Noticias Biográficas de algunos
isleños canarios, pp 85-95, Du Cane, Florence, Las Islas Canarias, p, 40,Browne,
D.J. Cartas desde las Islas Canarias, pp 98-99 y 103.
(12)Párroco de Santiago del Realejo Alto
(1822-1849).Para ampliar la biografía y regencia de los diversos párrocos y
colectores remitimos a Boletín Oficial del Obispado de Tenerife.
(13)Para la versión íntegra remitimos a Álvarez,
Leopoldo en www.tiempo.com/ram/151/el-aluviondel-ano-de-1826-resenado-por-el-beneficiado
de la iglesia del realejo alto isla de Tenerife don Antonio Santiago barrios y
Hernández García, Jesús Manuel en “162 Aniversario del Aluvión en el Valle de
la Orotava”, La Prensa ELDIA, 20.11.1988.
(14)Para ampliar el capítulo de las catástrofes naturales
en Canarias, véase La Herida y la Venda. Archivo Histórico Provincial de
Tenerife y Hdez. Glez. Manuel. Enfermedad y muerte en Canarias en el S. XVIII,
T, l.
(15)Brito, Marcos, Partes dados por los Gobernadores Militares
y Comandantes de Armas de los estragos que hizo en esta provincia el temporal
padecido en los días 7 y 8 de noviembre de este año de 1826.
(16)Libro 2º de Entierros San Marcos, Tegueste. Libro 3º
de Defunciones San Bartolomé de Tejina. Libro 10º de Difuntos Santa Catalina de
Tacoronte. Libro 2º de Difuntos El Salvador de La Matanza. Libro 3º de Difuntos
Ntra. Sra. Encarnación de La Victoria. Libro 8º de Difuntos Parroquia Santa Ana
de Garachico. Libro 2º de Difuntos Parroquia San Pedro de Daute de Garachico.
Libro 2º de Difuntos Parroquia Ntra Sra La Luz de Los Silos. Libro 4º de
Difuntos de Ntra. Sra. Remedios Buenavista. Libro 3º y 4º de Difuntos de San
Fernando de Santiago del Teide y Libro 4º de Difuntos de San Pedro del Sauzal,
respectivamente.
El volumen correspondiente a la Parroquia de San
Andrés de Santa Cruz de Tenerife, nos ha resultado ilegible. Los libros
sacramentales consultados para este estudio están depositados en el Archivo
Histórico Diocesano de Tenerife, en adelante A.H.D.T
(17)Para más información de lo acaecido en este
municipio remitimos a Oramas Luis, José Antonio en Cinco siglos en la Historia
de San Juan de la Rambla, pp 77-80 , 169-170 y 346-348.
(18)Libro 3º de Entierros, folios 151 vto, 152 y 152
vto. Paroquia de San Juan. San Juan de la Rambla. A.H.D.T
(19)Para ampliar este capítulo consúltese a Espinosa de
los Monteros y González González en Historia de la Fuente de la Guancha, pp
184, 249, 489-502 y 555.
(20)Libro 2º de Entierros Parroquia del Nombre de Jesús.
La Guancha A.H.D.T
(21)Libro 3º de Entierros Ntra. Sra. Nieves de
Taganana. A.H.D.T
(22)Véase nota 7.
(23)Ibídem
(24)Libro 13º de Difuntos Ntra. Sra. Concepción La Laguna.
A.H.D.T
(25)Libro 11º de Entierros. Iglesia Sagrario del Espíritu
Santo de la Santa Iglesia Catedral de La Laguna. A.H.D.T
(26)Libro 2º de Difuntos. Parroquia San Joaquim de Fasnia.
A.H.D.T
(27)Libro 1º de Difuntos. Parroquia de San Juan
Degollado de Arafo A.H.D.T
(28)Libro 5º de Entierros de San Pedro de Guimar. A.H.D.T
(29)Libro 2º de Entierros de Santa Ana. Candelaria. A.H.D.T
(30)Libro 9º de Entierros de San Marcos de Icod. A.H.D.T…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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