Después
de permanecer cincos días en la Ciudad del Turia (Valencia), conmemorando
el 150 aniversario de la música villera, para participar en el Certamen
Internacional de Bandas de Música, y explanar la prolongación de la
gira, cambiando el atril por la panorámica cultural andaluza. La visita
artística comienza en la espléndida Granada de la Capilla Real, palacio
del Soberano Musulmán conocido por la Alambra y los arrogantes
jardines pertinentemente intachable de la Generalífe. Recinto nazari
más importante de España. Precedentemente visitar panorámicamente las ciudades
de; Benidor, Alicante, Elche y Murcia. Continuando el trayecto hacia la capital
hispalense visitando Córdoba y sus lugares más importantes, como la
monstruosa Mezquita, el Cristo de Los Faroles, la casa y monumento del
malogrado matador de toros "Manolete", las ruinas de Medina
Azahara, el museo del pintor de Torres, -en donde la mujer cordobesa
realiza su deslumbrante esplendor en su proceder y en la filosofía de la
apotegma -, y culminar en el Monasterio de San Jerónimo. Los que habíamos
visitado Sevilla en otros tiempos observamos un deleite de innovación
ingeniosa de la Ciudad, que descansa de las resacas de su universal
exposición, y que prepara impartir sus espléndidos edificios arquitectónicos
para usos exclusivamente culturales, comerciales, etc... Y aborrascar las
necesidades actuales de los sevillístas. Un gran hotel hospedó a los músicos y
acompañantes orotavenses en la memorable ciudad andaluza "Al-Andalus
Palace", una construcción modélica calificada como el primer "Hotel
Inteligente". El diseño no sólo ofrece una imagen de modernidad y
buen gusto, sino que parece estar construido de cristal. Su interior ha
sido planeado en base a la ergonomía, es decir, cuidando su medio
ambiente interno, de forma que su decoración y ambientación tienen efectos
probados en la relajación y el bienestar psicológico de quienes se
alojen en él. Desde que fenicios, griegos, cartagineses y romanos se disputaban
el poder y la fortuna en una pequeña ciudad íbera que reposaba sus encantos en
el regazo del río Guadalquivir, Sevilla tiene la vocación de ser puente y
punto de unión de mundos lejanos. En aquellos tiempos en que la
ciudad recibía el nombre romano de Hispalis, sus habitantes jamás imaginaron
que estaban sentando las bases de la capital del universo. Esta categoría le ha
sido otorgada por el organismo Bureau Internacional des
Expositions, cuya sede está en París. La última exposición de este tipo fue la
que se realizó en Osaka en el año 1970, pero ya para esas fechas el
verdadero espíritu de las exposiciones universales se había perdido
convirtiéndose en algo similar a una gran feria de productos. La
exposición universal de Sevilla 1.992 tuvo como escenario la isla
de la Cartuja, sobre 215 hectáreas, arquitectos e
ingenieros de todo el Mundo construyeron cerca de cien
pabellones y otros edificios en los que, a través de toda índole de
exposiciones, se desarrollaron temas de "la era de los
descubrimientos", que comprendieron todo aquello que han sido descubierto
por la humanidad desde el siglo XV hasta nuestros días. La historia y la
naturaleza han dotado a las ocho provincias que actualmente integran
Andalucía, de importantes factores que desde siempre han despertado
gran interés turístico. Por este motivo la industria turística andaluza se
cuenta entre las más antiguas y las más completas de España. En
Andalucía hay Palacios de Congresos con larga trayectoria internacional y una
planta hotelera que en su momento fue la pionera en España, pero que ha sabido
modernizarse con el paso del tiempo. Nos sorprendió de manera tan
tajante, el aeropuerto de San Pablo, a 12 kilómetros de Sevilla
por la carretera de Carmona, de aquel habitual aeródromo sevillista, la
verdad es que, hoy está preparada para cuadriplicar su capacidad, lo
que implica que podrá mover 4.500 pasajeros en una hora. A su vez
el aeropuerto de Jerez y Málaga también han sido modernizados para cubrir
cualquier incremento previsto de los volúmenes de tráfico aéreo en
Andalucía.
La
categoría de ciudad monumental Sevilla la tiene por más de un concepto. La
historia ha dotado a esta urbe de señales puntuales del
tiempo y de las distintas culturas que han pasado por su
territorio; grandes edificios como el del Archivo de Indias o torres
como la Giralda, que no hablan más que de grandiosidad de su
pasado. Sin embargo Sevilla también es monumental en la simpleza de
su arquitectura civil, en los cantos redondeados de calque forman el dulce
entramado de sus barrios más populares. Y en consideración del buen gusto y la
belleza, hemos de decir que por las calles sevillanas
circulan algunos insignes monumentos. Sevilla, emplazada en
la margen izquierda del río Guadalquivir, fue bautizada por
los romanos con el nombre de Betis; la extraña estructura de su casco
urbano es medieval y las caprichosas formas de sus casas y su
"laberíntica" disposiciones obedecen sobre todo a la necesidad
de crear pasillos de aire y espacio frescos y sobreados en los que se
puedan burlar los números rojos del termómetro del estío. Sus monumentos
más emblemáticos son, sin duda, la Torres del Oro y La Giralda.
La primera aparece como vigía en la margen izquierda del
río Guadalquivir; su reconstrucción data de 1.220, año en que se erigió
como torre extrema de una muralla que defendía el puerto
cerrándolo con una cadena que se aferraba a una torre similar en la
otra orilla. Su planta es dodecágonal, la titilante luz de su linterna
fue añadida en el siglo XVIII. Pero la torre más representativa de
cuantas existen en éste género de construcciones es, por
antonomasia, la Giralda. El minarete está asentado sobre
piedras romanas y visigodas, y su construcción data de 1184; un moro sevillano
llamado Guever fue su primer arquitecto. En el año 1.568, tras
diversas vicisitudes, el arquitecto cordobés Hernán Ruiz le dio la forma
definitiva con la que hoy la conocemos. El universal Miguel de Cervantes
eligió Sevilla como cuna del loco más célebre de todos los tiempos, Don
Quijote de la Mancha. Pero la de la Catedral de Sevilla no es
una locura de novela: más de cien años estuvieron día a día los
canteros colocando y tallando estas piedras para levantar sus
sesenta y ocho altísimas bóvedas sostenidas por las frágiles ramas
pétreas que brotan de cuarenta pilares. Un paseo por el Museo
de Bellas Artes de Sevilla, ubicado en el antiguo convento de la
Merced Calzada, nos permite una aproximación muy exacta a la
historia de la ciudad a través de los rostros de sus
protagonistas y, también, a través de una de las colecciones
de arte más ricas de Europa; basta decir que se trata de la segunda pinacoteca
más importante de España. Entre los muros de este
antiguo convento, fundado por San Pedro Nolasco y en el
que vivió Tirso de Molina, actualmente habita la mejor colección de
pintura de Murillo, veinticuatro cuadros de Zubarán, otros tantos
de Valdés Leal, diecinueve de Pacheco, catorce de Herrera el Viejo,
cinco de Roelas, un Greco, y muchos otros.
Muchos
villeros acompañante de la expedición musical, después de visitar esas
maravillas de Reales Atarazanas, Torre del Oro, la Catedral etc..., en
tiempo libre nos dejamos llevar por la fascinación de conocer el
pasado de Sevilla a través de su pintura. Cada cuadro es una venta hacía
el paisaje de su historia, un paisaje más humano que natural y más
rico que pobre, porque si Valencia fue una pintura de la música, de las
bandas de músicas, Sevilla fue, sobre todo, una pintura de retratos de
personalidades.
BRUNO
JUAN ALVAREZ ABREU
PROFESOR
MERCANTIL
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