Aniversario de su fallecimiento. A don Enrique hace muchísimos años que le conocí
en mi Orotava natal, fue un gran hombre, excelente persona, un gran ginecólogo,
y padre de casi media Orotava, en la que atendió como un gran profesional en
los nacimientos desde la década de los años cincuenta.
Vino influenciado por su amigo, el ilustre villero en la medicina, el
cardiólogo don Buenaventura Machado Melián, para que trabájese en la villa, y
sustituir a otro compañero suyo doctor “Lillo”, que tenía su consulta -
clínica en la casa de estilo neoclásico de don Mariano Estanga, que se
conserva en la esquina de las calle Doctor Emilio Luque Moreno y Sor Soledad
Cobián, en la actualidad propiedad del matrimonio, amigo desde la infancias de
la Villa de La Orotava; Melchor Escobar García y Toña Cruz Suárez.
A pesar que también influyó la estancia concretamente en la
Palmas de Gran Canarias de un tío militar paterno suyo. Llego a la
Orotava, en un tiempo en que la vivienda era escasa, por lo que tuvo que
hospedarse en la recordada y desaparecida Hostal – Pensión Victoria en la calle
de San Agustín que entonces regentaban; Doña Catana Méndez y Don
Domingo Hernández. Permaneciendo en esa habitación con su señora esposa Manuela Ramos
Haessig (conocida por Manón Ramos) villera de adopción, canaria de
nacimiento, artista de la ilustre Escuela Central y Real de Bellas Artes de San
Fernando de Madrid e hija del ilustre y recordado escultor de Arucas; Manolo
Ramos, que había contraído enlace matrimonial en Madrid, hasta que consiguen
una mansión en alquiler en la calle Verde hoy Nicandro González Borges.
Retirado de su profesión, forma parte como contertulios con unos amigos que
se reunían todos los sábados en un conocido restaurante de la Orotava en la
zona de Los Pinos, tertulia formada; por el doctor Don Buenaventura Machado
Melián, el magistrado don José Luís Sánchez Parodi, don Juan Acosta Rivero, y
don Juan Machado Melián que actuaba como chofer del grupo.
De los contertulios mencionado, el magistrado don José Luís Sánchez Parodi,
en su libro publicado por el Ayuntamiento de la Orotava, “ANTES DE QUE SE
ACABE EL TIEMPO DE ESCRIBIR”. Por donde ha ido destinado, siempre tuvo gran
amistad con médicos, con algunos de los cuales, en el tiempo y en la distancia,
ha conservado fraternal amistad, que se iniciara desde que se conocieron. A don
José Luís Sánchez Parodi gaditano de nacimiento y tinerfeño de adopción, los
recuerdos le traen a la memoria conversaciones y anécdotas. Conoció a don
Enrique Sáenz Tapia, en el verano de 1943, en el campamento de milicias
universitarias, en Chapas de Marbella, un lugar entonces sin el menor indicio
de lo que con el tiempo sería en la órbita del turismo. Una tierra espesa,
dura, en la que predominaba el calor y los alacranes, que poseía el "ESCAPE"
de una playa, a la que, cuando el servicio lo permitía, se bañaban, dando la
impresión, de que veraneaban, al margen de la dura tarea del Ejército. En el
campamento estaban agrupados los distritos universitarios de Granada,
Sevilla, Aragón y Murcia, y a veces se reunían las agrupaciones en el patio de
armas, formando un solo conjunto, que mandaba provisionalmente, como práctica,
un alumno, sargento. Era un joven moreno, con enorme vozarrón, le acompañaba un
aire evidente de mando, que hacen presumir un carácter fuerte, exigente,
disciplinado, y con indudable amor propio para ejercer las funciones que le
habían encomendado. Pasaron los años, más de diez, y un día llegó a la ilustre
Villa de La Orotava donde don José Luís ejercía de juez. Don
Enrique era joven, moreno, tenía un leve bigote, voz dura y altos tonos, enérgico,
culto y que a leguas daba la impresión de una gran formación facultativa,
inteligente, ingenioso y con cierta gracia seria para contar las mil y una
cosas que le habían ocurrido en su aún corta, pero plena y curiosa trayectoria
vital. Las horas, los días, los años que pasaron juntos sirvieron para
estrechar una bella amistad, que aún perdura, y para dar fe del éxito que tuvo
en la Villa, a la que dedicó con sacrificado ahínco toda la ciencia y
conocimiento que llevaba consigo y sus magníficas condiciones de cirujano, lo
que don José Luís comprobó en una urgente operación de apendicitis a una de
sus hijas, que resolvió con éxito: “…Hace años, que la
sala de operaciones era, cómo no, la que se llevaba en aquel tiempo y la
anestesia no comprendía los magníficos y modernos sistemas de la actualidad,
sino una forma consistente en dormir al paciente mediante el uso de una
mascarilla, empleando para ello éter caliente, que en las proporciones debidas
suministraba un practicante, pues entonces no había médicos especialistas.
Transcurría la intervención sin dificultades, a aquel grueso paciente al que
le estaban practicando una apendicitis, en las condiciones ya relatadas. De
pronto, don Enrique observó una anomalía, que consistía en que las tripas del
enfermo, se movían y estaban próximas a salirse, lo que indicaba que aquella
zona no estaba plenamente inmovilizada, como era obligado. Sin excitarse, con
plena tranquilidad, le advirtió al practicante: " Que se le están saliendo
las tripas". Y el practicante, celoso de sus funciones, le contestó
seguro: "No se apure usted, que éste tiene mucho rato para que se
despierte". Y en silencio la sala de cirugía, se oyó una voz lúgubre,
temblorosa, que parecía venir del otro mundo, y que procedía de la mascarilla
que tenía puesta el que se estaba operando, quien con plena claridad y dirigida
al practicante, musitaba su queja de la mejor manera que pudo. Pues como
evidentemente oyera las palabras que le decía el cirujano al practicante,
expresó un "me cago en tu padre... ". Y ante la sorpresa del auxiliar
-y las palabras que el enfermo le estaba dedicando-, se rectificó sobre la
marcha y todo quedó solucionado felizmente…”
Don Enrique Sáenz Tapia nace en Logroño el día 9 de Julio de 1923. Y
falleció en la villa de La Orotava el 4 de Marzo del 2016, a los 93 años de
edad, tras una larga y triste enfermedad.
Estudió el Bachillerato en el Instituto de segunda Enseñanza de Logroño.
Reválida de Bachiller, en el año 1940 en la Universidad de Zaragoza.
Esta crónica publicada en la Prensa de la Rioja el 16 de
diciembre del año 2002, escrita por don Jerónimo Jiménez, cronista oficial de
Logroño, referente a un acontecimiento que se produjo en la ciudad: “…El día 8 de
diciembre de 1927 se realizaron los actos programados para solemnizar la
inauguración oficial del nuevo edificio del colegio de los Hermanos Maristas,
llamado Colegio San José. Hubo presencia de autoridades: obispo de la diócesis,
alcalde de la ciudad, gobernadores civil Y militar, profesores... y gran
cantidad de público. Gustaron las intervenciones de niños de corta edad, como
el discurso salutatorio del niño de cuatro años, Enrique Sáenz Tapia. Los
Hermanos Maristas recibieron felicitaciones y parabienes para su nueva
instalación, que suponía una mejora en la enseñanza de los niños de la ciudad.
La orden de los Hermanos Maristas se estableció en Logroño en el año 1898, en
un sencillo edificio de la calle de La Villanueva, hoy Rodríguez Paterna…”
En el curso 1940 - 1941 don Enrique comienza los estudios de Medicina
en la Facultad de Zaragoza, en la que realiza los tres primeros
cursos, equivalentes a cuatro de otras facultades, ya que en dicha Facultad se
hacían los dos primeros en un solo curso.
El año 1943 traslada la matrícula a la Facultad de Madrid en la
que estudia los tres últimos cursos, obteniendo la Licenciatura el
año 1946. Cumple el Servicio militar que simultanea con las asignaturas
optativas del Doctorado.
El año 1947 comienza a trabajar, como médico asistente, en la
Residencia Maternal del Instituto Nacional de Previsión, bajo la dirección
del Dr. Pablo Sela Sampil. En dicho establecimiento sanitario se asistían los
partos del Seguro de Maternidad y los del régimen de Subsidios Familiares, que
mas tarde se integrarían en el Seguro de Enfermedad. En 1948 es nombrado médico
residente, siendo el precedente de lo que más tarde sería el MIR. En este
puesto de trabajo permanece hasta el año 1953. Durante este tiempo compagina este
cargo con el de ayudante de ginecología del seguro Con el Doctor Sela y de su
clientela particular. En 1948 aprueba con el número 31 las
oposiciones al cuerpo de tocólogos Municipales para Poblaciones de más de
12.000 habitantes.
El año 1953 después de 6 años de especialización y haber adquirido la
experiencia necesaria en Obstetricia y realizado numerosas operaciones de
tocurgia y ginecológicas se traslada a la Orotava, en Tenerife, con la
plaza de tocólogo del seguro y de la de tocólogo Municipal que por concurso
obtendría después en propiedad. El año 1954 es nombrado Ginecólogo del
subsector de la Orotava, que simultaneó con la de Tocología. Realiza
examen de capacitación, con lo que obtiene el año 1961 la plaza de Ginecólogo
en Propiedad, cargo en el que permanece hasta el momento de su jubilación en el
año 1993.
En el año 1960 participa en la fundación de la Sociedad de
Obstetricia y Ginecología de Canarias, que promovió el Doctor Peña Regidor con
un grupo de Ginecólogos de Tenerife perteneciendo desde entonces a la
Asociación Ginecológica Española. Forma parte de comité local en Mayo de
1973 de la 14 reunión nacional para el estudio de la esterilidad y la
fertilidad, que tuvo lugar en la Universidad de la
Laguna. El año 1978 es designado para pronunciar el discurso
inaugural del Curso 1978 - 1979 de la Asociación ginecológica española,
con el título" Diabetes y gestación”.
Con el mismo título pronuncia el discurso de apertura de la Sociedad
Ginecológica de Canarias del curso de 1979 en Santa Cruz de Tenerife.
El año 1988 se jubila como Funcionario público, al cumplir los 65 años, del
puesto de Tocólogo titular, y cinco años más tarde, a los 70 del cargo de
Ginecólogo de Seguridad social. Ejerce tres años más en la consulta privada y
cesa en su actividad profesional coincidiendo con la celebración de las Bodas
de Oro de su promoción médica.
El año 1995, siendo presidente de la Junta Electoral para la
elección de la Junta directiva de la S.O.G.C. en el III Congreso
regional, recibe el título de Socio fundador de dicha Sociedad.
Son pues cincuenta años de ejercicio profesional dedicado íntegramente
a la Especialidad Tocoginecológica, asistiendo en este largo periodo de
tiempo al intenso cambio que la medicina, en general, y la Especialidad,
en particular, han experimentado.
En su caso el cambio es más profundo al pasar de la especialización en una
Clínica en Madrid, al ejercicio profesional en un medio semirrural, donde en
sus comienzos por la falta de medios de transporte para los pacientes y la
dificultad de comunicaciones, tuvo que recurrir a lo que pudieran considerarse
como actuaciones poco ortodoxas, que eran las únicas posibles, para resolver
situaciones graves con escasos medios.
Los partos tenían lugar, en su mayoría, en el domicilio de las parturientas
y eran casi siempre asistidas, en principio, por parteras amañadas sin título
que solamente requerían la presencia del médico cuando la situación se
complicaba. Como titular en la postrimería de la década de los años cincuentas
cuenta con la presencia por primera vez de una partera titular, la recordada
Antoñita Violan, también ilustre villera de procedencia catalana.
La Ginecología se operaba en las clínicas que había en el Valle (casas
habilitadas) con escasos medios.
El año 1966, en colaboración con un compañero Médico Titular, el ilustre y
recordado villero Doctor don Emilio Luque Moreno, fundan la
Clínica "San Miguel", que fue el primer centro hospitalario, que
para dicho fin, se edificó en el norte de Tenerife.
Con todo ello creo que contribuyó a una mejoría en la asistencia tocológica
en esta zona, acostumbrando a las parturientas a acudir a las Clínicas para ser
asistidas, hasta llegar a la situación actual en que mejoradas las
condiciones de vida y gracias a la construcción de mas establecimientos
hospitalarios y la presencia y el esfuerzo de mas compañeros de la
especialidad, se ha llegado en el valle de la Orotava y zona Norte de
la isla de Tenerife a una correcta asistencia obstétrica.
En estos cincuenta años ha cambiado de una manera radical el panorama de la
especialidad, pasando de una Obstetricia y Ginecología más clínica, a la actual
sofisticación de los medios de diagnóstico y tratamiento que las han hecho
fragmentarse en múltiples compartimentos o subespecialidades difícilmente abarcables
por una sola persona.
En fin, cada uno es hijo de las circunstancias que le han tocado vivir
quizás inconcebibles para alguien que hoy se iniciara en el ejercicio de la
especialidad que consideraría imposible admitir la permanencia de 24 horas de
servicio durante 335 días al año y algunos años 365 por no haber compañero que
le substituyera en vacaciones. Resumiendo, es posible que el ejercicio
profesional sea hoy más cómodo aunque, por lo menos en mi concepto, sea también
menos gratificante.
Con su nostalgia
logroñesa, de la campiña riojana, de los celebres vinos españoles, su sosiego
de villero, donde lleva afincado cincuenta y cinco años de una difícil,
delicada y laboriosa profesión, entre melancólico y atento, don Enrique Sáenz
Tapia, va teniendo cada día conciencia más clara de sus posibilidades, de su
vida y su responsabilidad, siempre con el acompañamiento de su ilustre dama
fecundada en el arte de la paleta y el pincel, en el óleo, en el dibujo Manón
Ramos. Esto es, de su autoridad, porque don Enrique en su vida orotavense
tuvo el suficiente prestigio auténtico, autoridad personal y una bondad cuyos
límites costaba encontrar. Don Enrique Sáenz Tapia era respetuoso y respetable
en toda la Orotava. Más que un liberal en sus ideas, don Enrique
fue un liberal en sí mismo, en su vida, en su conducta de hombre libre y
obligado a la inteligencia, a la comprensión, a la justicia, a la solidaridad y
al trabajo. Y por encima de todo, su ansia de libertad: «Se ama la libertad
como se ama y se necesita el aire, el pan y el amor.»
Según juez y magistrado
DON JOSÉ LUÍS SÁNCHEZ PARODI: “He aquí su pequeña historia de un médico riojano, ’de duran crin’ -como
dijo Lorca de aquel ’Camborio, de dura crin’- que identificó su vida con la
villa, como médico, y como cabeza de una familia netamente orotavense, espero,
esperamos que se recupere del todo, para volver con su alegría de siempre por
las calles de la Orotava, pues últimamente por problemas de salud lo ha
pasado muy mal. Animo don Enrique, todos estamos con Vd.”.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU.
PROFESOR MERCANTIL
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