Fotografía
referente a la exposición del colectivo Cultural La Escalera Edición 2011.
Panorámica tomada en la calle Cólogan de La Villa de La Orotava, delante de la
plaza de Patricio García, alfombra que todos los años hasta la década de los
años setenta del siglo XX confeccionaba por los alumnos de la Desaparecida
Academia de Dibujo Municipal. A la izquierda vemos la puerta de entrada a la
sacristía primero del templo del Convento de monjas dominicas y catalinas
de San Nicolás, que más tarde fue la puerta de entrada al escenario del Antiguo
Teatro Power.
El convento de
San Nicolás sobre todo su templo fue demolido en su totalidad por la picona del
hombre a iniciativa del Ayuntamiento para colocar en ese lugar edificios
totalmente ecléticos; Correo y Telégrafo, Centros Médicos de Salud, Juzgados,
Central Telefónica y Colegio La Concepción. A fondo vemos la antigua mansión de
la sede Acción Católica Femenina, en su parte baja estaban los suministros y
víveres de don Salvador Oliva.
Por la
inquietud popular de la villa de La Orotava sobre su fiel tradición artesanal,
el erudito abogado ex - alcalde villero don Agustín Hernández y Hernández presenta
el día 29 de noviembre de 1922 una moción al Pleno de su Ayuntamiento, para
solicitar del Excmo. Sr. Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, la
creación de una escuela de arte y oficio para su villa. A pesar del interés con
que se realizaron las gestiones, el objetivo no se pudo alcanzar, debido
al típico criterio del posible costo del sostenimiento. Pero don Agustín
Hernández y Hernández, propone al Consejo municipal, que en los presupuestos
municipales figura un crédito para sueldo de un profesor de dibujo que dé
clases a los obreros, en el local que designe el Ayuntamiento. Para ocupar
la citada plaza, se designa a don José María Perdigón. La academia municipal de
dibujo se inaugura oficialmente el 29 de octubre de 1923, siendo alcalde de la
Villa don Cándido Pérez Estrada. Las clases comenzaron en una de las
dependencias del palacio municipal, pasando luego a la calle La Hoya, en el
edificio donde estuvo instalado el colegio de San Isidro primero y después el
de Santo Tomas de Aquino. Posteriormente pasó al ex - convento de San Nicolás
Obispo en la calle Cólogan, hasta que a ser derruido este, volvió a instalarse
en el edificio del propio Ayuntamiento. En el año 1930, siendo alcalde don
Jesús González García, se comenzaron a impartir clases de modelado y vaciado,
dos años mas tardes se trató de dar clases de pintura, pero las penurias
económicas, la escasez de medios hicieron imposible las aspiraciones.
La Academia
fue logrando poco a poco imbuir en la conciencia juvenil un gran interés y amor al
arte del dibujo, del que muchos sacaron utilidad y provecho. Gran número de
alumnos ocupaban totalmente los pupitres, unos manejaban el tiralíneas, otros
sombreaban los adornos y otros trataban de volver la blancura y pureza a la
cartulina donde un descuido o la insuficiente pericia dejaba un trazo mal hecho
o una sombra mal dibujada.
Varios jóvenes
con las manos embadurnadas de barro y yeso, trabajaban en modelado y vaciado,
otros se dedicaban a trazar planos, bien copiando de los modelos o de propia imaginación.
Los novatos, se entretenían en trazar líneas a pulso y dibujar figuras
geométricas con el tiralíneas. Y para todo este trabajo, un solo profesor el
recordado e inolvidable don José María Perdigón, que tenía que multiplicarse
para atender a todos sus discípulos, que escuchaban todas las consultas que
aquellos le hacían, corregía defectos, modelaba figuras en relieve,
proporcionaba el material que se le pedía. Don José María Perdigón tenía más
que aspiraciones, ilusiones, y que no las realizaba, sencillamente porque
tomaba parte de la difícil situación económica de aquellos tiempos, y también
porque a la labor de la Academia no se le daba la importancia, salvando las
naturales excepciones que nunca faltaron. Y eso no pasó de ser una ilusión, tal
vez irrealizable.
La Academia
fue el cimiento que inició a muchos en un arte utilísimo para los villeros y
concretamente para la Villa cuya fiesta principal es una manifestación
artística de tributo a la Majestad Divina y una prueba de rendida admiración a la
belleza, de ella salían alumnos que luego se convertían en delineantes,
aparejadores, arquitectos, carpinteros, ebanistas, zapateros, mecánicos,
mamposteros. Con capacidad y eficacia, seguía en silencio trabajando por el
fomento del arte y preparando a muchos jóvenes en una afición artística, que se
convirtió para mucho en el primer peldaño de su carrera u oficio.
BRUNO JUAN
ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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