lunes, 5 de marzo de 2018

LA DESAPARECIDA ACADEMIA MUNICIPAL DE DIBUJO



Fotografía referente a la exposición del colectivo Cultural La Escalera Edición 2011. Panorámica tomada en la calle Cólogan de La Villa de La Orotava, delante de la plaza de Patricio García, alfombra que todos los años hasta la década de los años setenta del siglo XX confeccionaba por los alumnos de la Desaparecida Academia de Dibujo Municipal. A la izquierda vemos la puerta de entrada a la sacristía primero del  templo del Convento de monjas dominicas y catalinas de San Nicolás, que más tarde fue la puerta de entrada al escenario del Antiguo Teatro Power.
El convento de San Nicolás sobre todo su templo fue demolido en su totalidad por la picona del hombre a iniciativa del Ayuntamiento para colocar en ese lugar edificios totalmente ecléticos; Correo y Telégrafo, Centros Médicos de Salud, Juzgados, Central Telefónica y Colegio La Concepción. A fondo vemos la antigua mansión de la sede Acción Católica Femenina, en su parte baja estaban los suministros y víveres de don Salvador Oliva.

Por la inquietud popular de la villa de La Orotava sobre su fiel tradición artesanal, el erudito abogado ex - alcalde villero don Agustín Hernández y Hernández presenta el día 29 de noviembre de 1922 una moción al Pleno de su Ayuntamiento, para solicitar del Excmo. Sr. Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, la creación de una escuela de arte y oficio para su villa. A pesar del interés con que se realizaron las gestiones, el objetivo no se pudo alcanzar, debido al típico criterio del posible costo del sostenimiento. Pero don Agustín Hernández y Hernández, propone al Consejo municipal, que en los presupuestos municipales figura un crédito para sueldo de un profesor de dibujo que dé clases a los obreros, en el local que designe el Ayuntamiento. Para ocupar la citada plaza, se designa a don José María Perdigón. La academia municipal de dibujo se inaugura oficialmente el 29 de octubre de 1923, siendo alcalde de la Villa don Cándido Pérez Estrada. Las clases comenzaron en una de las dependencias del palacio municipal, pasando luego a la calle La Hoya, en el edificio donde estuvo instalado el colegio de San Isidro primero y después el de Santo Tomas de Aquino. Posteriormente pasó al ex - convento de San Nicolás Obispo en la calle Cólogan, hasta que a ser derruido este, volvió a instalarse en el edificio del propio Ayuntamiento. En el año 1930, siendo alcalde don Jesús González García, se comenzaron a impartir clases de modelado y vaciado, dos años mas tardes se trató de dar clases de pintura, pero las penurias económicas, la escasez de medios hicieron imposible las aspiraciones.
La Academia fue logrando poco a poco imbuir en la conciencia juvenil un gran interés y amor al arte del dibujo, del que muchos sacaron utilidad y provecho. Gran número de alumnos ocupaban totalmente los pupitres, unos manejaban el tiralíneas, otros sombreaban los adornos y otros trataban de volver la blancura y pureza a la cartulina donde un descuido o la insuficiente pericia dejaba un trazo mal hecho o una sombra mal dibujada.
Varios jóvenes con las manos embadurnadas de barro y yeso, trabajaban en modelado y vaciado, otros se dedicaban a trazar planos, bien copiando de los modelos o de propia imaginación. Los novatos, se entretenían en trazar líneas a pulso y dibujar figuras geométricas con el tiralíneas. Y para todo este trabajo, un solo profesor el recordado e inolvidable don José María Perdigón, que tenía que multiplicarse para atender a todos sus discípulos, que escuchaban todas las consultas que aquellos le hacían, corregía defectos, modelaba figuras en relieve, proporcionaba el material que se le pedía. Don José María Perdigón tenía más que aspiraciones, ilusiones, y que no las realizaba, sencillamente porque tomaba parte de la difícil situación económica de aquellos tiempos, y también porque a la labor de la Academia no se le daba la importancia, salvando las naturales excepciones que nunca faltaron. Y eso no pasó de ser una ilusión, tal vez irrealizable.
La Academia fue el cimiento que inició a muchos en un arte utilísimo para los villeros y concretamente para la Villa cuya fiesta principal es una manifestación artística de tributo a la Majestad Divina y una prueba de rendida admiración a la belleza, de ella salían alumnos que luego se convertían en delineantes, aparejadores, arquitectos, carpinteros, ebanistas, zapateros, mecánicos, mamposteros. Con capacidad y eficacia, seguía en silencio trabajando por el fomento del arte y preparando a muchos jóvenes en una afición artística, que se convirtió para mucho en el primer peldaño de su carrera u oficio.

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL

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