Fotografía
que remitió entonces (2016) el Museo Sacro “El Tesoro de la Concepción” de la
Villa de La Orotava, referente a la Procesión “El Mandato”, del día 29 de Marzo
del año 1945.
Tomada a su paso por la calle La Hoya (actual
Hermano Apolinar), el Jueves Santo del año 1945. Le acompaña las hermandades;
del Santísimo y Calvario de la Villa.
Curiosamente
la calle entonces estaba totalmente empedrada.
El
amigo de la Villa de la Orotava; JAVIER LIMA ESTÉVEZ. Graduado en Historia por
la Universidad de La Laguna, remitió entonces (25/03/2016) estas notas que
tituló; “LA SEMANA SANTA TINERFEÑA DE 1952”.
Publicadas
en el "Diario de Tenerife"
el día 23 de marzo de 2016. “…A lo largo de la geografía canaria
encontramos la presencia de diferentes imágenes marcadas por un incalculable
valor histórico y sentimental que en estos días alcanza su máxima expresión en
diversas procesiones y funciones religiosas en múltiples rincones del
archipiélago.
De esa forma, con la finalidad de conocer y
valorar la evolución de los actos de la Semana Santa, analizamos un interesante
artículo publicado en la revista Selecciones Anaga en abril de 1952, y
disponible en la red a través del portal Jable de la ULPGC, donde se recoge un artículo
con el título “Semana Santa tinerfeña”. Su autor, nos ofrece una breve
descripción sobre el significado y la trascendencia de tal fecha en los inicios
de la década de los años cincuenta, calificando tal celebración con los adjetivos
de sencillez y emoción, respondiendo a una expresión que se manifiesta «en la
falta de boato, de esplendor, de lujo. De ese lujo casi pagano de que otras
ciudades hacen alarde, en la celebración espléndida, suntuosa y sorprendente,
de sus eclosiones de fe y devoción». Frente a otras celebraciones en el ámbito nacional
de similares características, la Semana Santa tinerfeña refleja un significado
especial a través de diversas procesiones «que emocionan profundamente al que
las sigue o presencia su paso, con una emoción sin asombros, sin agobios, sin
admiraciones ni sorpresas».
El artículo describe el Jueves Santo como
un momento de total emoción, ante un ambiente que año tras año se envuelve en
el dulce e inconfundible aroma de las flores y el característico olor del
incienso que impregna el aire. La imagen del Cristo crucificado y la Dolorosa
definen la solemnidad del momento, marcando una escena que «ningún esplendor de
galas, ningún lujoso ornamento de asombrosa riqueza, podría quizá, fuera de
este momento, reproducir en el corazón de los tinerfeños ni de los que vivan en
Tenerife estas horas de Fe y devoción».
Durante el Viernes Santo señala las
características de la Semana Santa en La Orotava, por presentar una imagen
diferente al resto de los rincones de la geografía tinerfeña, destacando la extraordinaria
calidad de sus imágenes procesionales. Otra de las escenas representativas durante
ese día se produce en la Semana Santa de La Laguna, relatando «el emocionante
desfile silencioso del Cristo de La Laguna», interrumpiéndose el silencio por
el sentir de alguna «invocación o un sollozo».
En definitiva, a través de una breve pero
interesante crónica de la Semana Santa tinerfeña, nos aproximamos al conocimiento de toda una
serie de actos de la sociedad tinerfeña a mediados del siglo XX…”
BRUNO
JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR
MERCANTIL
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