Fotografía de M. Baeza, referente a la Vinagrera del Puerto de la Cruz.
Zona de Punta Brava 1887.
El amigo del Puerto de
la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS, remitió entonces (16/06/2020), estas notas que
tituló; “CUANDO EL PUEBLO SUSPENDIÓ AL SECRETARIO...”: “…Curioso episodio ocurrido en
mayo de 1820, en el Puerto de la Cruz. Cuando el escribano público, equivalente
al secretario del Ayuntamiento, José Álvarez de Ledesma, no quiso jurar la
Constitución.
En efecto desde Santa Cruz de
Tenerife y San Cristóbal de La Laguna llegaron noticias de que habían obtenido
autorización del Comandante General de las Islas para publicar la Constitución
mandada por Su Majestad el Rey, Fernando VII, y fuese jurada en el todo el
Reino. Según el cronista oficial del municipio, Nicolás Pestana Sánchez, la
orden no había llegado al Ayuntamiento portuense pero éste, “deseoso de dar
cumplimiento con puntualidad a tan importante asunto, solicita el
correspondiente permiso de dicha Autoridad militar”.
El Comandante General concedió
el permiso para publicar y jurar la Constitución, que se verificó con bastante
solemnidad, según consta de la certificación expedida por el Escribano Público,
José Alvarez de Ledesma, fechada en 12 de julio de 1820, que dice así:
“Yo, el infrascrito Escribano Público de este Puerto de la Cruz de la
Orotava, certifico y doy fe a todos los Srs. Ciudadanos que la presente vieren,
cómo en el momento que este vecindario se cercioró, por noticias positivas, que
nuestro amado soberano Fernando VII había jurado el sagrado código de nuestra
Constitución Política de la Monarquía Española, el Ayuntamiento que entonces
gobernaba, en unión de todos los ciudadanos, vecinos y moradores de este
pueblo, para tener la gloria de ser los primeros que imitasen a la Metrópoli,
señalaron, para verificarlo, los días 12,13 y 14 de mayo.
En el primero, a horas de las 3 de la tarde, salió de la Casa del Alcalde
el Muy Ilustre Ayuntamiento acompañado de las demás autoridades, del venerable
Párroco, de los Prelados Regulares y de un inmenso concurso que seguía a la
tropa que existe aquí de guarnición con tambor y pitos, mandada por el Capitán
de Milicias Provinciales Don Rafael Pereyra, dirigiéndose a la Plaza denominada
hoy “…de la Constitución”, la cual se hallaba suntuosamente adornada y en la
parte superior de ella se veía, bajo un decente dosel, el retrato de nuestro
amado Soberano ( hecho por el pintor Don Luis de la Cruz y Ríos en el año 1808)
y, en el centro de ella, levantada, una columna de cataras de alto sobre la
cual se hallaba colocado el sagrado Código de la Constitución. Se publicó ésta
por el Síndico Personero, Don Roberto Power, leyéndola en voz alta al tiempo
que se oían los repetidos “vivas” y exclamaciones de todo el concurso
acompañados de “salvas” de artillería y fusilería. Terminado el acto el Muy
Ilustre Ayuntamiento y demás que le acompañaban se restituyen al paraje de
donde habían salido, viéndose las ventanas de todas las casas de las calles por
donde transitaban colgados de “damascos” y sus paredes elegantemente adornadas
con varios festones de flores
Al día siguiente, 14, reunidos que fueron en la referida Casa del Alcalde
en la misma forma que en el antecedente, se dirigieron a la Iglesia Parroquial
llevando dicho Alcalde el Libro de la Constitución como lo hizo cuando su
publicación. En dicha Iglesia se cantó una misa solemne por el venerable
párroco de ella Don Manuel Esquivel, haciendo un elocuente discurso el
venerable párroco del lugar de Chasna Don Antonio Peraza y Ayala. Concluida la
misa, se leyó la sabia Constitución, que fue jurada por el Muy Ilustre
Ayuntamiento, por todo el inmenso pueblo, según está dispuesto por la
Constitución, con el mayor entusiasmo. Enseguida hubo procesión de su Majestad
Sacramentada alrededor de la plaza, que también se hallaba suntuosamente
adornada, concluyéndose esta función con un solemne Te-Deum, a todo lo que
acompañó, con repetidas “salvas”, la tropa y artillería de la Cortina. Luego
que esto concluyó, el Muy Ilustre Ayuntamiento, acompañado de las demás
autoridades, prelados, pueblo y tropa se restituyeron al paraje de donde habían
salido.
En todas las tres noches, hubo iluminación general, esmerándose a porfía
todos los vecinos a cuál lo hacía con más elegancia, acompañados de repiques,
música por las calles y fuegos artificiales en la plaza de la Constitución, que
se hallaba también grandiosamente iluminada, observándose, en estos tres días y
noches el mayor orden en todo el pueblo a pesar del innumerable concurso, que
no sólo de este pueblo sino de todos los rayanos concurrieron a disfrutar de
estas funciones.
Por mandato del señor Alcalde Constitucional, doy el presente certificado
en el referido Puerto de la Orotava, a 12 julio de mil ochocientos veinte.
Firmado José Álvarez de Ledesma, Escribano Público”.
Negativas de un secretario
Fue entonces cuando se produce
un incidente significativo. En el momento en el que estaba reunido el
pueblo en la ermita de Nuestra Señora de la Peña de Francia para proceder al
nombramiento de los Comisarios Electores, según lo prevenido en la Constitución
y posteriores Decretos de las Cortes, se hizo presente por varios vecinos,
cuando se iba a dar comienzo a la votación, que el escribano público de este
pueblo, José Álvarez de Ledesma, no había jurado la Constitución el día en el
que se publicó, bajo la forma que estaba prevenida y sí con ciertas
limitaciones, por lo que exigieron que la volviese a jurar en presencia de
todos los asistentes, en los términos debidos y prescritos.
Preguntado el citado escribano,
manifestó ser cierto haber hecho el juramento: “… en cuanto fuese del agrado de Dios”. Se le pidió que
prestase el juramento nuevamente en la forma legal, negándose a ello, a pesar
de los buenos consejos que le dieron muchas personas de carácter.
Tuvo que suspenderse la
elección para celebrarla el mismo día por la tarde, conscientes de poderle
reducir pero, a pesar de todos los esfuerzos, se negó a ello. El alcalde Tomas
Armistrong nombró como acompañados a Domingo García Panasco y a Francisco
Fonte, quienes levantaron acta de todo esto para dar parte al Comandante
General de estas Islas, como Jefe Político interino de ellas, a fin de que
determinase sobre el particular lo que estimase conveniente.
La cosa no terminó ahí. El 27
de diciembre de 1820, el Ayuntamiento acordó solicitar al Jefe Superior
Político la suspensión del cargo de secretario al escribano Álvarez de Ledesma,
“por su conocido carácter anticonstitucional”.
Lo que son las cosas. Cuando se
convierten en noticia las fórmulas empleadas en nuestros días por sus señorías,
en el momento de tomar posesión (“por imperativo legal” y algunas otras), ya
entonces, en el siglo XIX se producían coletillas que alteraban la solemnidad.
Aquí fue el pueblo el que se alzó para tratar de corregir la situación, en la
que el mismísimo secretario de la corporación, el que debía levantar acta de lo
que sucedía, se vio afectado…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ
ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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