En el muro del FACEBOOK del amigo de la Villa de La Orotava JESÚS ROCÍO
RAMOS, aparece un magnífico y extraordinario trabajo suyo que comparto con su
permiso, adaptado por ÁNGELA PÉREZ ROCÍO, que se tituló “MI VECINA Y AMIGA TERESA LA DE
BASILIO”: “…En mi baúl no podía faltar el
recuerdo de mi vecina conocida como "Teresa la de Basilio".
Era una buena señora, buena
esposa y buen cliente, pero sobretodo, era la alegría de la calle. Se nota su
ausencia... la echamos mucho de menos.
La calle está más triste que
nunca, ya no es la misma. Nos faltaba su simpatía, y la picardía de sus
chistes. Con ella no existía el mal humor, nos conocíamos desde niños, y
jugábamos en la huerta de su casa con su hermana Pilar y su hermano Balbino
(D.E.P).
El canal pasaba el agua por
dicha huerta para los molinos, y por mi casa, y mi madre me mandaba para que
pusieran la retranca que desviaba el agua a la acequia que pasaba por debajo
del canal y así, podía lavar la ropa y yo me quedaba a jugar con ellos.
Era madre de cuatro hijos:
Toya, Tere, Jesús y Juanito (D.E.P). Su madre era Carmen y su padre Balbino San
Millán. Éste era celador (guardia municipal), yo no los conocí, a la que sí
conocí fue a la que ellos llamaban "madre Victoria", que la querían
con locura. Basilio, su marido, era conocido como el de la funeraria, donde fue
su último trabajo, pero antes que ese, uno de sus trabajos de joven fue de
matarife, y siempre llevaba carne para la casa, pero pasado el tiempo, por
motivo de salud, no se la permitían comer ni beberse un vaso de vino, pero él
se escapaba y aparecía con carne y alguna botella de vino. Teresa se enfadaba
pero él, no le hacía caso Teresa, se paraba con la gente en la calle, y estaba
siempre contando chistes y bromas.
Un día vino a peinarse a la
peluquería de Ceci (que está frente de mi casa), y ya peinada, me gritó desde
la puerta de la peluquería: "¡Jesús, fíjate en mí, ¿no es verdad que estoy
chachona?, ¿esta noche...? Basilio dos con gofio y uno solo..."(riéndose).
Lo mismo que otro día, que en mi
negocio había unos representantes y al salir me dijo: "¡Jesús, José
Antonio el de la venta tiene los huevos más grandes que los tuyos!", a los
representantes fue tanta la risa que les dio... Pero ella les dijo: "No se
rían... yo se los vi desde la puerta, y los tiene bien grandes, los tuyos son
más chiquitos, y mira que por mis manos han pasado huevos, pero nunca lo había
visto con letras como los tuyos...", y sacándolos de una bolsa, enseñó los
que había comprado en mi casa, con fecha de caducidad y seguía la fiesta, pero
muy seria dijo: "¿No me creían?, que mal pensados...", y de repente,
decía "Voy a contarles el último", y nos contaba un chiste verde...
Los representantes cada vez que
venían, me preguntaban por ella, y al enterarse que me preguntaban por ella, me
decía: "Muchacho, dile a esos hombres que yo soy una mujer bromista, no
vayan a creer otra cosa..."
Tú sabes Teresa, que tengo
muchas más anécdotas simpáticas que contar de ti, que pienso contarlas en otra
ocasión si Dios quiere, y me sigue dando prórroga...
Mi inolvidable amiga, vuelvo a
repetir que triste dejaste la calle... pero quiero que sepas que aunque ya no
estás físicamente, con nosotros estarás siempre en mi recuerdo, por tu forma
envidiable de convertir la tristeza en alegría. Sabes que te tenía mucho
aprecio, te seguiré apreciando y queriendo siempre.
Un abrazo
Tu amigo Jesús Rocío…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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