En el muro del FACEBOOK del amigo de la Villa de La Orotava JESÚS ROCÍO
RAMOS, aparece un magnífico y extraordinario trabajo suyo que comparto con su
permiso, adaptado por ÁNGELA PÉREZ ROCÍO, que se titula “EL MOLINO DE ISABEL O ISABEL LA
DEL MOLINO”: “…Como ya he comentado en otras ocasiones, en el
tiempo de mi adolescencia todos los chicos jugábamos en la calle a la pela, a
la quedada, a la pelota y al escondite.
Entre los chicos estaban Justo
y Paulillo, que eran hijos de Isabel y Santiago Oramas, y los entenados Narciso
y Santiago, ya mayores que nosotros. El molino hace hoy esquina con la calle de
San José; la entrada al molino, lo mismo que a la vivienda, es por un gran
zaguán que divide el molino de la vivienda. Tenía en el medio del piso una gran
arquilla tapada, donde llegaba con mucha presión el agua. Supongo que era la
que movía las piedras. Al entrar a la derecha estaba un gran portalón que,
aunque se comunicaban, no tenía nada que ver con el molino (era la vivienda).
Al fondo, se veía un patio con flores y una piedra de lavar, y una cuadra, y a
la izquierda una pequeña azotea donde estaba una vieja escalera para subir al
cubo y a nosotros no nos dejaban subir, pero a escondidas subíamos. Era
peligroso pero era bonito ver con qué presión llegaba el agua allá arriba. Al
ser amigos de los hijos de Isabel Justo y Paulillo, jugábamos mucho en el patio
y íbamos a ver picar las piedras. Un día, jugando en la cuadra, uno del grupo
con un gancho que tenían para el estiércol le dañó un ojo a Paulillo.
En aquel tiempo, al molino
venía mucha gente a moler y no existían tostadoras, y para los clientes del
campo mi madre puso en el patio de mi casa en un poyo dos tostadores y dos
reverberos y con las tablas de los cajones que venían con la mercancía tostaban
y de allí al molino, mi madre aprovechando las brasas para turrar unas papas
que eran riquísimas. Estaba a cargo del molino Seña Carmen Estrada, y estuvo
muchos años trabajando con Isabel Juanquina, que era del monturrio hasta que
emigró a Venezuela, y Mercedes Estrada, según nos contaba mi madre, que Seña
Benigna viviendo allí le alquiló el cuarto que está para la calle de la
vivienda, y mis padres pusieron allí la primera venta.
Allí conocí, aparte de Isabel,
a sus hermanos maestro Pablo que era mi padrino, y a maestro Juan que era el
padrino de mi hermano Evelio, y a Candelaria, a Justo y a Higinia. Sabían que
eran hermanos, pero pocas veces los veía por allí. La entrada al molino estaba
a la izquierda y para subir a la tolda tenía tres escalones. El molino estaba
dividido con tabiques de listones forrados con sacos de tres listas albeado de
blanco, y allí vivía la hermana Candelaria, con su marido Joaquín, su hijo
también llamado Joaquín, y su hija María Victoria.
Los hermanos maestro Pablo y
maestro Juan eran carpinteros de la empresa de Don Diego Álvarez y en el salón
que habían tenido mis padres la venta lo ocuparon más tarde para hacer los
cáncamos. Ellos fueron junto a mi hermano Justo los que hicieron la caja para
enterrar a mi padre; más tarde montaron su carpintería propia en la calle
Hermanas de la Caridad. Con el tiempo se quedaron los primos Pablo y Manolo.
Un día entré al molino y me
encontré con un señor ya de edad, y al preguntar, me dijeron que era Señor
Justo, el padre de todos ellos. Después sé que lo vendieron a los conocidos por
Manuel, el de Juanica, y Carmen, la de Ramón Leal. Hoy lo tiene su hija Lilia…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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