Máximo Hernández García “Castro”, nació en la Villa de La Orotava en
el año 1935 y falleció en la misma Villa el 3 de abril del 2024 a los 88 años
de edad.
Comienzo mi relato de despedida de un amigo, convecino casi hermano
con el lema “Los niños que jugaban con los santos” en su homenaje, porqué en la
mansión del balcón medio gótico de la acera enfrente, Máximo organizaba su
Semana Santa, con una auténtica exposición de Pasos Procesionales en el cuarto
que llamaban el “del papel”, por ser donde su querido padre don Lorenzo
Hernández Castro depositaba los pliegos de su imprenta.
Semana Santa esplendorosa, porque en la mencionada sala “del papel” de
la imprenta de su padre, tenía unas estanterías con anfiteatro y escalera para
su acceso. Celebraba en ese noble lugar la entrada del Cristo de La Columna del
Sevillano Pedro Roldan a la encantadora plaza de nuestro Ayuntamiento, o el
encuentro de la plaza del Teatro con el Nazareno de Santo Domingo que
formalizaban en el patio de dicha casa. Esto sí que fue una verdadera joya de
arte, porque Máximo hacia de “su” Semana Santa un resplandor disfrazado con
mantillas, peinetas y velas incluidas, sólo le faltaba la banda de música del
maestro Berenguer, casi la tiene gratis, para culminar su verdadera diversión,
porque la magnanimidad de toda esta recreación aniñada daba la vuelta a la
manzana de nuestra calle El Calvario.
Máximo, entonces contrastó amistad con mi primo Miguel Ángel Barbuzano
González que se pasaba sus vacaciones estivales en mi casa de la calle El
Calvario de la Villa de La Orotava, para disfrutar de las fiestas mayores y de
sus vacaciones escolares.
Máximo que entonces era un enamorado de las procesiones infantiles (los niños
que jugaban con los Santos), quizá no tuvo tiempo de engalanar al chicharrero
Miguel Ángel de sumo sacerdote para que le expusiera los sagrados sermones en
los pequeños pulpitos que colocaba sobre los bancos de la plaza de Franchi
Alfaro, y ataviar sus chavalas procesiones.
La verdad que Máximo era un hombre excelente, un magnifico comunicador, un
sobresaliente cristiano, de la iglesia,
de las parroquias de los pueblos, de las tradiciones, un enamorado de las
procesiones de las bandas de música, de todo el espectáculo religioso, que no solo
disfrutó y parió, si no que vivió desde dentro, ya que su pertenencia a las
oraciones nocturnas era evidente.
Le conocí desde mi infancia, siempre dándole latas en el comercio bazar de
su casa, siempre hablando con él de las procesiones, de las bandas de música y
de la vida de mis padres, de sus padres, era un hermano de más de mi familia.
Máximo te fuiste el mismo día y mes pero con un año de diferencia de la
marcha de mi hermana Lola, tu vecina,
amiga y hermana.
Espero que en el paraíso eterno colmado de paz y misericordia sigas
realizando tus procesiones infantiles, tus creencias y tus magnificas aficiones
llenas de religiosidades.
Máximo un abrazo, hasta siempre.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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