El amigo desde la infancia de la calle El
Calvario de la Villa de La Orotava; ISIDORO SÁNCHEZ GARCÍA. Remitió
entonces (09/10/2018) estas notas, que tituló; “JUANMA, AFERRADO A LA VIDA”: “…Juanma Reyes Rodríguez fue un personaje
singular del valle. Lo mismo era del Puerto de la Cruz que de La Orotava o de
Los Realejos incluso de La Laguna. Resultó ser un hombre inquieto, coherente,
de espíritu abierto al que le gustaba vivir. Conoció a su padre durante pocos
años ya que su progenitor falleció cuando Juanma apenas tenía 7 años y una
hermanita. Menos mal que su madre, la incombustible Charo,
se mantuvo fuerte en el seno de la familia afrontando los palos de la vida por
culpa de las enfermedades. Así hasta que su hijo conoció en La Orotava a mi
prima Victoria, que se licenció en Medicina y le animó a vivir como Dios manda,
sobre todo en los momentos difíciles. Con medicinas, agua, coches y la banca.
Incluso le ayudó a procrear tres chicas muy especiales: Victoria, Isabel y
Sarita, que les sirvieron para “disfrutar” de la vida en la recta final de su
caminar por la isla y las aguas del Atlántico que tanto les gustaban.
Mis relaciones con Juanma crecieron en la recta final del siglo XX por
razones de familia y de gustos naturales, con el agua como protagonista.
Inolvidables los viajes a la isla del Meridiano con Francisco y Dardi. Llegamos
a conformar el grupo de Amigos del
Garoé. Al igual que las visitas a la finca El Reventón, del tío Eduardo en
La Palma, cuando fuimos a rodar “Una semana fuera del mundo” para recordar la
figura literaria de Dulce María Loynaz en su primer verano en Canarias. No
puedo olvidar la irrupción de los drones en el mundo documental del agua cuando
planteamos la historia energética de La Orotava y rodamos imágenes en las
cumbres de La Orotava, desde Aguamansa a la Cruz Verde. Juanma era nuestro
principal apoyo logístico con el jeep y la música de Pepe Floro, que nos
permitía amansar los esfuerzos realizados en los montes y en las fincas del
valle en los ratos que teníamos que actuar. Algunas anécdotas cerca de la
Planta Vieja de Hacienda Perdida pueden servir de referencia. Eran los años
posteriores a las reuniones gastronómicas que hacíamos en la finca de Mamio
donde no podían faltar las bochas. Su información sobre la galería de San
Nicolás nos hizo evocar a nuestros abuelos.
En el barco de Juanma paseamos a lo largo de la costa del norte de la
isla, desde el muelle de Garachico hasta La
Rapadura de Santa Ursula. Fue un martes de la embarcación de la Virgen
del Carmen en el Puerto de la Cruz. Nos permitió fotografiar la obra histórica
de Gordejuela en las laderas de Los Realejos, así como la costa de El Rincón y
de Santa Úrsula. Animadas siempre fueron las excursiones de arroces y pescados
que hacíamos a Las Aguas, tanto al guachinche de Francisco como a los
restaurantes de la zona. La última visita que hicimos juntos fue el 11 de
agosto reciente, a “La casa de mi madre”, unos días antes de la marcha de
Dardi.
Juanma y Dardi eran referentes de la resiliencia, con una capacidad de
superación inigualables. Ambos aferrados a la vida como pocos. Llevaban años y
años intentando superar las crisis que le generaban sus terribles enfermedades y
siempre actuaron con fe y tranquilidad. Hasta ayudaron logísticamente a los
expedicionarios de la Humboldtrace
de 2018 cuando vinieron a subir al Teide. Inolvidable la parada-desayuno en
Santiago del Teide y las endorfinas que cargaron de las retamas, en Vilaflor, en
una reciente excursion familiar…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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