Fotografía que remitió entonces (21/12/2015)
la familia Pacheco – Sacramento. Tomada en la barra del recordado merendero -
bodega.
De izquierda a derecha; Gregorio
(junior), Gregorio (Padre), Ángel y Manolo.
En la esquina de la histórica calle El
Agua (Tomás Zerolo), con el histórico callejón de Ascanio, que nos lleva hacía
el barranco de Araujo de la Villa de La Orotava. Existió Una venta y bodega que
conocíamos por “Casa Pacheco”. Un local tipo entonces de Merendero – venta que
empezó en la humildad como todos y terminó compitiendo en el fisco con grandes
superficies ubicadas a poca distancia del mismo, lo que le creó un malestar al
respeto con la histórica venta de un
pueblo.
Fundado por el matrimonio orotavense;
Gregorio Pacheco y María Luisa Sacramento, que tuvieron cuatro hijos: Mercedes,
María Luisa, Gregorio y Montserrat Pacheco Sacramento.
Era una venta – bodega, que explotaba
el vino traído desde tierra peninsular, que con el tiempo se convirtió en una
casa de comida ejemplar y de gran calidad, gracias a su mejor cocinera María
Luisa Sacramento. Convirtiendo la trasera de la Venta, en Bodega – Merendero,
con sus exquisitos platos, donde destacaban las sabrosas garbanzas.
Se inauguró en el año 1954 y se cerró
en el 2007. Don Gregorio Pacheco, falleció en el año 1966, cerrándose el
merendero en el año 1981, quedando a cargo de la Venta su hija María Luisa, ya
que Mercedes trabajaba en el Instituto de Villalba Hervás, Montserrat es
peluquera y Gregorio que tituló en
Aparejador en la escuela politécnica de La Laguna emigró a la octava isla
(Venezuela).
Se da las circunstancias, que por
motivos de la vida y la salud, mientras la hija María Luisa atendía su típico
lugar de venta, su madre doña María Luisa (viuda), estaba siempre ubicada en la
parte superior, por lo que se conectaban por un simple aparato, para realizar
un seguimiento y control riguroso, en caso de algo cerraba la Venta y acudía
inmediatamente a su dormitorio en su ayuda. Tanto fue así que a partir del
2008, doña Luisa, tenía que ser atendida del todo, lo que le llevó a su hija a
cerrar definitivamente la Venta. Única del genero que quedaba en el Casco
histórico de la Villa, muy visitada y querida por los extranjeros que acudían a
la Orotava.
Visitantes de la recordada “Casa
Pacheco”: Don Urbano Salazar, Don Miguel Rodríguez, Don José Morales Hernández,
Don Santiago (tocaba la guitarra y animaba las tardes). Y muchos empleados de
la banca de la villa para almorzar.
Doña Luisa y don Gregorio, hicieron de
su merendero, además de un negocio normal y corriente, el ofrecimiento del
plato de la humildad, de la caridad y de la esperanza, en este sentido, le
visitaban los pobres y populares de la Villa; Perico “El Culo de Goma”, Domingo
“Papachi”, Jacobo “El Capiro”, Isidro “El Bubango”, Eustaquio Regalado “El Cojo
Regalado”, y su hermano Agapito, etc. Que con un plato de algo caliente podían
hacer su vida en la intemperie, bajo el sol, la luna y el frio de los
inviernos.
En la Semana Santa, el merendero se
convertía en un gentío, en el comer y beber, con platos de la época y de la
celebración; guisantes con huevos duros, pescado guisado con mojo colorado y
papas guisadas, tollos, etc.
En las fiestas mayores el gentío ya
era un llenazo hasta las banderas como se dice en el fútbol. El callejón de Ascanio se convertía en una
interminable cola, en espera de sus llamadas, para el turno correspondiente.
Otros visitantes ilustres eran los que
entonces conocíamos por los “Grises”, policías nacionales, que venía al orden
de la Romería de San Isidro Labrador y Santa María de La Cabeza. Comían el
famoso plato del conejo en salmorejo con
papas bonitas y guisadas.
Y por último los soldados del
acuartelamiento de Infantería de San Agustín, por las tardes se ubicaban en el
merendero para pasar un ratito agradable, cantando con guitarras a ristre.
En fin “Casa Pacheco”, es la historia
viva, de aquellos merenderos, bodegas o guachinches de una época de los
recuerdos, de unas décadas prodigiosas de los cincuenta y sesenta del siglo XX,
y que ya es historia de nuestro terruño orotavense.
BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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