Panorámica referente al casco histórico de la Villa de la Orotava, con los
miradores y Casa Consistorial al fondo. Principio del siglo XX.
El amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS
remitió entonces (21/12/2019) estas notas que tituló; “AMPLIO
ESTUDIO DE HISTORIA GRÁFICA”:
“…“Las fotografías generan nostalgia”, escribe el
historiador Alberto Bayod Camarero, miembro del Instituto Aragonés de
Antropología, quien, confesando su fascinación por las antiguas y trasnochadas
fotografías, señala que es innegable que la estética de una imagen fotográfica,
que refleja los ecos más o menos recientes del pasado, “crea un sugerente
influjo que nos traslada a épocas anteriores y situaciones diferentes”.
Evidentemente, los promotores y
autores de aquella publicación Fotos
antiguas de Tenerife (Gobierno de Canarias y Centro de la Cultura
Popular Canaria) no iban a conformarse con aquel tomo nacido entre los
infinitos pliegues de Facebook, considerado
por el colectivo, en un alarde de modestia, como “un pequeño libro de
historia”. Si entonces nos pareció que del contenido documental gráfico y
de los textos complementarios, se desprendía que era algo más, esta nueva
edición ratifica que el deseo de disfrutarla es toda una invitación a
deleitarse con el pasado, con las remembranzas, con la imaginación y con la
nostalgia. Lo que era, lo que fue, lo que desapareció, lo que se conserva...
Esas añejas imágenes, rígidas y
acartonadas o misteriosamente escondidas, permiten rescatar y volver a ver “un
fragmento del pasado congelado en el tiempo”, que diría el profesor Bayod, que
nos sugiere observar cómo eran las costumbres y las actividades diarias de
determinadas épocas, reconocer o identificar a los personajes que antaño eran
familiares o un lugar determinado y hasta “asistir” a ciertos acontecimientos sociales
relevantes de una comunidad o de un grupo familiar y de amistades mucho después
de haber ocurrido.
Las páginas que siguen son un
claro ejemplo de cómo la fotografía se convierte en fuente de información
documental. “La fotografía es, indudablemente, una importante fuente histórica
que permite acercarnos a un conocimiento más riguroso de la realidad social”,
dijo el profesor orotavense de la Universidad de La Laguna, Manuel Hernández
González, a propósito de la obra anterior, “una colección de imágenes, de una
excepcional dimensión no solo histórica sino etnográfica y cultural, (que) se
convierte en una valiosa información sobre las condiciones de vida, hábitos
sociales y creencias religiosas de la sociedad en el momento en que fueron
efectuadas”. Y es que los nuevos enfoques han permitido, en efecto, considerar
las imágenes fotográficas como el principal elemento o fuente documental de una
investigación, tanto de contenido histórico como de perfil antropológico.
Si Fotos antiguas de Tenerife es el resultado de la
sensibilidad, del coleccionismo, del esfuerzo y de la paciencia, este nuevo
libro confirma que no es fácil conjuntar todos esos factores hasta hacerlos
cuajar en una publicación cuya edición es, desde luego, muy meritoria. El tesón
y la perseverancia de quienes conservaron las gráficas y ahora contrastan su
valor con testimonios que lo acentúan bien merecen la ponderación de su
iniciativa. Y es que contar la historia con fotografías resulta un reto
complicado pero no menos apasionante. Escribe el profesor Mario P. Díaz
Barrado, de la Universidad de Extremadura, en su trabajo titulado La imagen en el tiempo: el uso de fuentes
visuales en la Historia, que esa complicación se acentúa porque
existe un relato convencional y aceptado para la historia, un relato con
palabras y procedimientos reglados y frutos evidentes logrados a lo largo de
décadas y décadas. Claro que “hacer relatos visuales para la Historia conlleva
la crítica a algunos de estos procedimientos aceptados –no tanto a otros que
han revelado su capacidad y sus amplias posibilidades- y, sobre todo, expresa
la dificultad y la debilidad inicial de estos planteamientos. Pero estamos
convencidos de que hay que arriesgarse en nuevos territorios, que hay que
intentar otras soluciones aún cuando en muchas ocasiones resulten infructuosas
o insuficientes”, señala Díaz Barrado, quien advierte que “de estos intentos
fallidos puede surgir la clave que necesitamos para articular un relato visual
consistente. Para terminar, y pese a que puede resultar sorprendente, la
conclusión de nuestra reflexión sobre el uso de la imagen en Historia percibe
que la palabra seguirá teniendo un papel relevante en la explicación del mundo,
aunque sea un mundo visual. Pero debe ser la palabra utilizada de forma
distinta junto a y no frente a la imagen”.
La segunda entrega de Fotos antiguas de Tenerife alcanza
una combinación equilibrada entre los contenidos reflejados en una serie de
testimonios gráficos, distribuidos tras una adecuada selección y un exhaustivo
trabajo de contextualización histórica. Los textos individualizados permiten
“reconocer” la información que las fotografías transmiten y documentar -a
través de un estudio conjunto de todas las instantáneas y la aplicación del
resto de fuentes documentales- un significativo retrato de la sociedad
analizada, reflejando buena parte de sus principales características. El
objetivo final salta a la vista: conseguir desarrollar un amplio estudio de
historia gráfica, donde los documentos visuales, las fotografías, sean la principal
fuente de información, siendo complementada por el resto de fuentes posibles,
orales o escritas.
(Texto del prólogo del libro 'Fotos antiguas de Tenerife', volumen II,
presentado anoche en el Centro de la Cultura Popular Canaria)…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ
ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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