Colección particular tomada de mi cámara.
El
amigo del Puerto de la Cruz; SALVADOR GARCÍA LLANOS, remitió entonces (03/09/2020),
estas notas que tituló; “CRISTÓBAL GARCIA, FOTOGRAFÍA AUDAZ Y
COMPROMETIDA”: “…Al final no sabías con qué quedarte: si con su buen
humor, su talante bromista y desenfadado, o con el olfato fotográfico que
impulsaba su quehacer, convertido en arte cuando se salía del convencionalismo
cotidiano. Ahí estaba Cristóbal García, atento y perenne observador, heredero
de los mejores valores que caracterizaron a los grandes fotoperiodistas
tinerfeños. Que son unos cuantos, por cierto.
Cristóbal debió ingresar en la agencia EFE allá por 1989, cuando Juan
Carlos Carballo ya era delegado en Canarias, unos diez años después de que el
medio se implantase en el archipiélago. Entró con la modestia del aprendiz que
fue curtiéndose a base hacer kilómetros y tener la paciencia suficiente para
saber que había que ser contrarrelojista del los buenos y que muchas gráficas
se rompían o iban a la papelera.
Al poco, ya era un fotógrafo de prensa consumado. Pero no un
fotoperiodista cualquiera. Sabía de la importancia de los gestos y del momento
oportuno para disparar. Los paisajes no le arrugaban, hasta el punto de que
cuando eran monótonos, aburridos o repetidos, él sabía que había encontrar el
ángulo diferente. Treinta años, después de probar no sabemos cuántas máquinas,
Cristóbal García plasmó buena parte de la historia social y política de las
islas. Decir que el Parlamento fue uno de los escenarios donde mejor se
desenvolvió sería quedarse corto. Estuvo en primera línea de sucesos, como el del
fenómeno Delta. Reflejó como pocos impactos sociales como el de la crisis de
los cayucos. Testimonios reveladores y hasta espeluznantes. E incendios de
consecuencias devastadoras. Y al filo de los goles y de las canastas, y de las
agarradas inverosímiles.
Nos dejó ayer cuando el desayuno se hizo indigerible. Recordamos sobre
la marcha unos cuantos episodios que nos relacionaron. Y supimos de su pasión
por el continente africano. Siempre contaba, sin alardes, sus experiencias,
algunas plasmadas en sus obras. Claro, su formación en ciencias Biológicas
acentuaba su amor por la naturaleza y el medio ambiente. Y hasta con ella
justificaba el tono grabado en su teléfono: aquella con la que abría el
programa televisivo de Félix Rodríguez de la Fuente, aún en blanco y negro. El
fotógrafo igual se rendía al inhóspito paisaje desértico que al selvático, a
los beduinos que a los senectos agricultores que hacían filigranas para salvar
la cosecha, a los vendedores que regateaban en el zoco que a las pruebas de la
arquitectura modernista.
Procuraba estar presente en las convocatorias de premios
periodísticos. Ganó algunos o los compartió como aquella edición del promovido
por el Gobierno de Canarias, con Carlos González, ya en los noventa. Se esforzó
para ser sujeto activo en la constitución de la Asociación de Informadores
Gráficos de Prensa y Televisión, un hecho que dignificó la profesión. Desde
entonces, 1990, si mal no recordamos, se empezó a hablar de fotoperiodistas.
Cristóbal García, que no se incomodaba ante los reveses, fue uno de los
destacados.
Las
‘Miradas de África’ fue una exposición suya que se pudo contemplar en la
Antigua Casa de la Real Aduana del Puerto de la Cruz, hoy sede del Museo de
Arte Contemporáneo Eduardo Westherdal (MACEW). Le vimos hacer fotos de motivos
marítimos antes del acto de apertura de la colección.
Consciente de las dificultades que aún condicionaban la libertad de
prensa, aportó como el que más en aquella célebre concentración de
profesionales de un 3 de mayo, en la plaza España, en 2012. Y terminó asumiendo
la encomienda del gran Trino Garriga, uno de los maestros del género: ser el
administrador de su legado. En las exposiciones, desde luego, se notaba su
sello.
Buen compañero, claro. Cuando surgían los imponderables y algún
fotoperiodista se quedaba sin la cobertura, por las razones que fuese, ahí
estaba Cristóbal García para suplir el vacío, atendiendo primero su cometido
principal. Ya no les queda, ya no está entre nosotros quien hizo del
fotoperiodismo un auténtico arte, como dijo ayer, entre lágrimas, uno de sus
discípulos admiradores.
A Sonia, que se queda, ánimo. Le recordaremos siempre…”
BRUNO JUAN ÁLVAREZ
ABRÉU
PROFESOR MERCANTIL
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