sábado, 19 de febrero de 2022

AQUELLOS TELÉFONOS


 

Fotografía de mi colección particular, la primera que tomé en mi vida, referente a la calle de la Carrera en las Fiestas Mayores de la Villa de La Orotava, en el año 1963. Lugar donde estuvo ubicada la central telefónica.

 

En el muro del FACEBOOK del amigo de la Villa de La Orotava JESÚS ROCÍO RAMOS, aparece un magnífico y extraordinario trabajo suyo que comparto con su permiso, adaptado por ÁNGELA PÉREZ ROCÍO, que se titula “AQUELLOS TELÉFONO”, referente a la central telefónica que estaba ubicada en la calle de la Carrera de la Villa de La Orotava: “…Hoy voy a recordar el día que fui a solicitar la instalación de un teléfono, ya de eso hace setenta años. Fui a la central telefónica, que estaba situada en la calle de la carrera, para hacer los trámites en el edificio, dónde hoy está tejido Don Miguel Herreros. La encargada era la señora Doña Nieves Dorta, me atendió en su despacho con una elegancia exquisita y comunicándome, que lo sentía mucho que no había números libres. Después de una amistosa charla me dijo que me pondría en lista de espera que estaba prevista un ampliación, o si algún abonado se daba de baja, me llamaría lo más pronto posible; nos despedimos, y al salir oí unas voces y sentí la curiosidad, por saber cómo era el funcionamiento de la central telefónica y comprobé que se trataba de un centro familiar, formado por su hija Anita y sus hermanas, Herminia, Frasquita, Eloisa, y sus sobrinas Anita y Tina, las que conocía bien por ser mis vecinas. Me acerqué y les pregunté, porqué había tanta gente y me dijeron que era el cambio de turno y en ese momento se marchaban tres. Observé que tenían puestos unos auriculares y frente a un cuadro numerado al que enchufaban unas clavijas, todas hablando a la vez, una decía “dígame”, la otra “número”, otra “le pongo”, la otra “perdone, está hablando” y otra “oiga su conferencia con Santa Cruz”.

Parecía una casa de locos, me marché con la esperanza de que me llamaran y así fue. Tuve suerte porque al mes me llamaron diciéndome que ya lo tenía concedido y me lo instalaron con el número que es el que tengo actual. En aquel tiempo tener un teléfono parecía más un lujo, que una necesidad. Les aseguro que cuando me lo instalaron me pasaba todo los días llamando; el primero que me pusieron para llamar, tenía que darle a la manivela y si te contestaba le daban el número y te conectaban. Tenían tanto trabajo porque nosotros no sabíamos los números y les decíamos “señorita por favor, me pones con la casa de tal”. Ellas sabían los números y ellas amablemente te lo ponían. A veces tardaban y nos enfadábamos; algunos se quedaban con la manivela en la mano.

Más tarde, me lo cambiaron por uno más moderno, ya que solo al levantarlo te contestaban. Solamente tenías que darles el número o el nombre. Ya más tarde vino el automático, yo creí que después de ese que lo marcábamos nosotros, sería el último. Cualquiera iba a imaginarse que con el tiempo vendría el teléfono móvil; que podrías llevarlo en el bolsillo y en unos segundos comunicarte con todo el mundo. Entre tantas facetas poder grabar y ver al momento las imágenes con una videollamada; ver y oír con quien hablas, etc, en fin, que te sirve para todo, ¡increíble!

Para los que tenemos cierta edad nos es difícil, aunque es entretenido, pero para l@s niñ@ jóvenes y los de mediana edad ya no pueden vivir sin él, y lo ven muy sencillo. Si se quedan sin batería parece que les falta el aliento; se duermen con ellos, etc. Era impensable creer que a pesar de su pequeño tamaño fuera tan poderoso y con tanta calidad y poder pagar hasta un pan con él, en verdad, es asombroso. Y yo me pregunto ¿qué nos reservará el del futuro?

Con el tiempo Doña Nieves y su familia se jubilaron dándole paso a Doña Edelmira y familia, las cuales nos unía una gran amistad…”

 

BRUNO JUAN ÁLVAREZ ABRÉU

PROFESOR MERCANTIL

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